[TRAD|EXOfic] Kai/Luhan | Let me break the ice (2/2)

Jul 31, 2015 14:07



―Veo que mi reputación me precede ―respondió Junsu fácilmente, sonriendo. Tenía un hoyuelo en su mejilla izquierda―. Ahora regento este lugar. ¿Cómo puedo ayudaros, señores míos?

―Tengo interés en comprar a Luhan ―respondió Kai con sinceridad.

Junsu se sentó en el sillón frente a ellos.

―Usted y media corte, al parecer ―comentó―. Luhan está reservado para las próximas nueve semanas. Estará libre los últimos meses de otoño y usted es libre de fijar una fecha para entonces. Debería saber que tenemos un límite de alquiler de dos semanas...

―No ―interrumpió Kai amablemente―. Quiero comprarlo. Permanentemente ―Suho arqueó una ceja. Normalmente ya era malo hacerle una oferta al dueño de otro juguete, pero Kai no pensaba que las mismas normas pudieran aplicarse a los juguetes como Luhan, que no tenían un amo de verdad. Era una fuente de dinero para Sooman, no un juguete.

Junsu parpadeó, sin palabras. Kai tuvo la impresión de que eso no sucedía muy a menudo.

―Lord Kai ―comenzó―, Luhan es nuestra mejor fuente de ingresos.

―Eso ya lo suponía ―respondió―, pero todo tiene un precio, ¿no?

―Supongo ―Junsu tragó con respiración profunda y unos pocos segundos para recuperar la compostura―. Pero, calculando lo mucho que conseguiríamos las próximas nueve semanas y, suponiendo que esta moda continúe durante otro año o así, sin mencionar lo que pagamos por él al principio… Mi señor, es una cantidad obscena de dinero, sinceramente.

―Lo quiero ―murmuró Kai―. ¿Cuánto?

Junsu se detuvo un momento antes de hablar.

―Quinientas mil monedas de oro.

Suho hizo un extraño y ahogado sonido parecido a un gorjeo.

― ¿Estás loco? Media ciudad se lo ha follado, está más que usado.

Junsu se enfadó.

―Sí, pero en las nueve semanas en las que está reservado, ganaría más de cien mil monedas de oro. Soy un hombre de negocios, mi señor. Estoy muy al tanto de cuánta gente ha tenido a Luhan, pero la letra pequeña es que atrae a un gran número de clientes.

―¡Ni siquiera sabes si su popularidad se mantendrá!

―Probablemente no lo haga. Los juguetes son y dejan de ser una tendencia igual que las piedras preciosas, o incluso más rápido. Si no lo hicieran, habría pedido más.

Suho resopló girándose hacia Kai.

―Esto es completamente ridículo. Incluso los entrenados de máxima calidad y no tocados nunca superan más de los doscientos mil. Podrías comprar una pequeña isla en la costa este por ese dinero...

―Me lo llevo ―cortó Kai suavemente, en silencio, y Suho volvió a hacer ese sonido. Incluso Junsu parecía sorprendido, los ojos abiertos. Kai se levantó―. Luhan estará devuelta antes de que acabe la noche, ¿verdad? ―Junsu asintió y Kai continuó―. Una vez esté de vuelta, déjalo descansar y después haz que recoja sus pertenencias. Un coche lo recogerá hacia el ocaso y habrás recibido el pago antes de eso.

―Sí, mi señor ―respondió Junsu con voz estrangulada―. Gracias por el negocio.

Kai abandonó rápidamente la habitación, Suho corrió para seguirlo. Una vez estuvieron de nuevo bajo el cielo nocturno, esperaron para que trajeran los caballos, Suho gritó de manera apagada.

―¿Estás loco?

―Estoy seguro de que las masas dirán que sí, después de esto ―suspiró Kai―. Pero nunca he deseado a alguien como lo deseo a él. Y, sinceramente, tengo el dinero.

Suho lo miró y negó con la cabeza.

―Realeza ―murmuró.

El mozo de cuadra volvió con los caballos y montaron a través de las calles adoquinadas. Aún había mucha gente y el palacio asomaba por encima de ellos mientras brillaba lleno de luces. Suho se despidió de Kai en la puerta principal, hizo una pequeña reverencia antes de separarse.

Un sirviente le abrió la puerta y le cogió el abrigo.

―Necesito que se prepare una habitación ―comenzó―. No inmediatamente, pero antes de mañana por la tarde. Preferiblemente una de las más espaciosas junto a la mía.

El criado no hizo preguntas, simplemente se inclinó.

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Kai durmió hasta el principio de la tarde, dejando a su servicio doméstico lleno de curiosidad por saber quién era el misterioso invitado. Cuando al fin se levantó, desayunó en la cama, comió lento mientras un criado le preparaba el baño.

―¿Habéis acabado de limpiar y preparar una de las habitaciones conjuntas? ―preguntó al sirviente con la boca llena de pastas. Este respondió con un asentimiento―. Bien. Una vez hayas acabado de preparar el baño, necesito que envíes a alguien a casa de mi contable. Haz que envíe quinientas mil monedas de oro a Park Jungsu, en el burdel de Lee Sooman

El criado casi se golpeó con la puerta del baño.

―¿Mi señor? Creo, creo que no he oído bien, ¿cuántas monedas de oro...?

―Quinientas mil ―repitió Kai y lo pronunció con cuidado―. Has oído bien. He comprado un juguete. Uno muy caro.

―Sí, mi señor ―respondió intentando no mostrar la sorpresa en el rostro. Con lo rápido que se difunden los cotilleos entre los sirvientes, la ciudad entera sabría exactamente cuánto había pagado Kai para la mañana siguiente. No podía importarle menos―. ¿Necesitará algo más vuestra, uh, nueva compañía?

―Su nombre es Luhan ―respondió Kai mientras miraba alrededor de la habitación―. Y ahora que lo mencionas, envía al ama de llaves al mercado, hay una triste falta de cojines en esta casa.

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Kai se quedó en su habitación la mayor parte del día y leyó para pasar las horas. Con precisión, después de que el sol hubiera desaparecido del horizonte y mientras el cielo aún era magenta, un sirviente llamó a la puerta para informarle de que Luhan había llegado. Kai ordenó que sus pertenencias fueran llevabas a la habitación que le correspondía pero que Luhan se presentara ante él.

Dejó el libro en la mesa, se colocó la ropa y después decidió lo contrario. No tenía sentido vestirse cuando estaría desnudándose pronto. En ese momento, estaba lo suficientemente cubierto para estar cómodo con un par de pantalones claros colgándole de las caderas y el torso desnudo.

Esperó en el centro de la habitación, casi aguantando la respiración. No pasó mucho antes de que volvieran a llamar a la puerta, más suave y tentativo.

―Pasa, Luhan ―respondió lo suficientemente alto como para que lo oyera.

Luhan asomó vergonzosamente la cabeza, colándose silenciosamente en la habitación. Los ropajes eran de lavanda y el corte era mucho menos atrevido que la noche anterior, aunque aún tenía las joyas de plata. Cuando levantó los ojos de la blanca carpeta para mirar al rostro de Kai, se le escapó un suave «Oh». Eso le recordó a Kai a la noche anterior, cuando casi se tropezó, y le provocó que la sangre se acelerara.

Los ojos de Luhan estaban abiertos de par en par. Claramente, no le habían informado quién era su nuevo amo.

―¿Oh? ―imitó Kai.

El nuevo juguete se sonrojó, volvió a mirar a la alfombra, pero no habló. Parecía que estaba muy bien entrenado para aquello.

Kai quería escucharlo gritar.

―Ven aquí ―ordenó y Luhan obedeció sin dudar, se colocó frente a Kai aún con la mirada baja. Así de cerca era todavía completamente perfecto, los ojos delineados ligeramente con kohl y los labios le brillaban dulcemente―. ¿Sabes quién soy? ―Luhan asintió. Kai alargó mano y con dos tirones rápidos deshizo el cinto de la cintura de Luhan, haciendo que cayera al suelo―. Dime ―enganchó un dedo en el borde del collar y tiró para que el material se le cayera de los hombros.

―Eres Lord Kai ―respondió Luhan y este inclinó la cabeza al detectar un ligero acento. Su voz concordaba bien con el rostro, infantil pero no aguda. Kai mantuvo el agarre en la ropa mientras daba vueltas a su alrededor y el material se deslizaba por las extremidades―. Eres el sobrino del emperador... ¡ah! ―Luhan exclamó un pequeño grito de sorpresa cuando Kai le quitó impaciente el resto de la ropa, tirándola hacia el sofá.

―Ser el sobrino del emperador es mi mayor éxito ―comentó Kai con un suspiro. Volvió a colocarse frente a Luhan observándole desnudo de arriba abajo. Tenía un cuerpo un poco más atlético de lo que esperaba, pero Luhan ya se lo había mostrado levemente la noche anterior así que no era una sorpresa. Luhan no se molestó en cubrirse y mantuvo las manos a los lados, pero comenzó a temblar ligeramente. Kai volvió a rodearlo de nuevo para comprobar que no tenía ninguna marca de dientes. De hecho, parecía libre de cualquier tipo de cicatriz. O nunca lo habían castigado o quien quiera que lo hubiera disciplinado en el pasado sabía cómo hacerlo sin dejar marcas. La mayoría de los entrenadores no tenían esa capacidad.

―Eres adorable ―comentó Kai una vez estuvo frente a frente con él―, pero eso ya lo sabías, ¿no? ―Luhan sonrió coqueto batiendo las pestañas. Kai llevó las manos a su rostro y la respiración de Luhan se descompasó, pero todo lo que Kai hizo fue quitarle cuidadosamente los pendientes de las orejas. No quería arrancárselos por accidente mientras iniciaba a su nuevo juguete―. Dame los anillos y las pulseras.

Luhan obedeció con algo de duda. Así que le gustaban las cosas brillantes. Kai le compraría oro si era bueno.

―¿Sabes besar? ―le preguntó suavemente una vez estuvo bien y auténticamente desnudo, las joyas de plata guardadas en el cajón.

Durante un segundo, la máscara se rompió y Kai creyó que iba a poner los ojos en blanco, pero después se recompuso.

―Sí, amo.

Kai entrecerró los ojos. Le había preguntado porque muchos juguetes simplemente dejaban la boca abierta mientras besaban y aceptaban sumisamente lo que le hicieran sus amos. Kai no quería eso, quería un compañero activo, alguien que hiciera más que simplemente tumbarse ahí.

―Bésame, pues ―respondió, un desafío obvio. Luhan dudó,mientras retorcía las manos y Kai añadió―. Puedes tocarme.

Cuidadosamente traspasó la distancia entre ellos y le rodeó el cuello con los brazos, dejando los torsos y las caderas, juntos. Lenta, coquetamente inclinó la cabeza hasta que sus labios presionaban los de Kai. Fue casto durante un segundo, un gentil toque, antes de que deslizara la mano en el pelo del amo y lo besara con más fuerza, los labios traspasando los de Kai fácilmente. Este respondió lánguidamente, las manos en la cintura de Luhan mientras acariciaba con la lengua los labios de Luhan y persuadirlo así de que los abriera. O jugaba a ser inocente o no estaba tan bien entrenado como parecía porque al principio se resistió con los labios apretados. Kai pellizcó el lateral y Luhan jadeó, dándole paso. Al segundo siguiente, Luhan gimoteó y se derritió contra él.

Luhan besaba bien, pero era demasiado tentativo y Kai sintió que se estaba reprimiendo. Pensó en la fiesta y se dio cuenta de que su mayor característica de venta era la fingida vergüenza, la inocencia, lo suficiente para tentar pero no como para desalentar. Luhan tomaba el mismo camino con Kai que con todos sus clientes. Quería al que le había sonreído con ojos oscuros y había revelado su pálida piel descaradamente.

Kai rompió el beso y Luhan gimió suavemente, inclinándose inconsciente para intentar mantener los labios juntos. Kai alzó el brazo y atrapó el rostro del juguete en la mano, manteniéndolo quieto. Luhan abrió los ojos y se centró en el rostro somnoliento, la mirada que bajaba hacia sus labios.

―Nos conocimos anoche, ¿lo recuerdas?

―Eres difícil de olvidar, amor ―murmuró Luhan.

―Quería reclamarte, tomarte, entonces y ahí ―murmuró y el sonrojo subió a las mejillas de Luhan, por encima de la delicada nariz. Se arqueó un poco, pegó las caderas y Kai siseó―. No te deseaba por tu actuación, por jugar a ser inocente, te deseé por lo que prometían tus ojos que lo seguiría ―la respiración de Luhan se alteró, los ojos abiertos e inmediatamente se quedó quieto. Kai dejó caer la mano del rostro de Luhan, lo agarró de nuevo de la cintura y movió la cintura contra la suya una, dos veces, manteniéndolo firme en el sitio. Luhan gimió ahogadamente agarrándose a los hombros―. Así que podemos ir directamente a lo bueno, ¿por favor? He dicho que me beses y quería decir que me beses.

Esa vez, Luhan no dudó antes de inclinarse, sellar los labios con los suyos y separarlos lo suficiente para que Luhan pudiera acariciarle los labios con la lengua. Kai le devolvió la jugada y se negó a separar los labios, Luhan gimió suavemente y se separó un poco para poder succionarle el labio inferior y morderlo gentilmente. Volvió a quejarse, movió la cadera contra la de Kai y este jadeó. El pene de Luhan estaba medio duro, presionaba suave contra el de Kai. Luhan aprovechó el jadeo y deslizó la lengua por los labios, Kai pudo sentirlo sonreír levemente.

Eso se parecía más a lo que esperaba, pensó distraídamente mientras Luhan le succionaba la lengua en la boca. Luhan gimió, el sonido reverberó por su cuerpo y el beso se volvió más sucio, las bocas más abiertas, Luhan giró el rostro y arqueó el cuello para conseguir un mejor ángulo. Kai extendió las manos por su espalda y le agarró el trasero, presionó ambas cinturas para detener el movimiento de Luhan y este dejó escapar una deliciosa exclamación y se separó para reír tontamente. Rápidamente volvió a pegarse a él para presionar la boca contra la de Kai, de nuevo castamente. Parecía claramente satisfecho consigo mismo.

―Os dije que sabía besar, amo ―dijo recatadamente, la mirada baja. Su voz no era constante y las mejillas tenían un atractivo tinte rosado.

Kai se lamió los labios. Los sentía hinchados y sabía que tenía el rostro enrojecido. No tenía sentido pretender que no estaba afectado, no cuando su miembro estaba alineado con el de Luhan y solo los separaban los pieles la tela de sus pantalones. Sabía que Luhan podía sentir la dureza y el calor, que había sentido la forma en la que su pene había respondido cuando había gimoteado para él.

―Sí, sabes, bastante bien ―deslizó los dedos por el labio inferior de Luhan, mientras extendía la humedad de ahí. Luhan asomó la lengua para probar el dedo.

―También sé cómo chupar bien un pene, amo ―comentó con el mismo tono recatado. Alzó la mirada y tomó deliberadamente la muñeca de Kai para succionarle el dedo.

La voz de Kai salió medianamente cortada cuando dijo:

―Muéstramelo.

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―Han pasado días ―dijo Suho indignado―. Esto es ridículo. Hay asuntos de los que tiene que ocuparse.

El sirviente que le había abierto la puerta parecía nervioso retorciéndose las manos y Suho se recordó a sí mismo que no era la culpa de ese hombre que Kai hubiera decidido encerrarse en la casa los últimos cinco días.

―Lo sé, mi señor. Ya hemos tenido otros visitantes. Pero Lord Kai nos ordenó que él y su, ehm, compañía no fueran molestados.

Suho resopló.

―Bueno, ¿ha salido al menos a leer las notas que le he dejado?

El sonrojo del criado aumentó.

―No, mi señor. No ha… eso es que… no ha salido para recogerlas.

Suho entrecerró los ojos.

―Las he estado dejando aquí.

―Sí y ―el sirviente señaló la mesa dentro de la entrada, donde una notable pila de notas, cartas y papeles reposaban― aquí están, junto a las otras. Lord Kai no ha salido a recogerlas.

―Espera ―respondió Suho lentamente, incapaz de creer lo que escuchaba―. ¿Me estás diciendo que ha estado encerrado en la casa durante cinco días y que ni siquiera ha salido de la habitación?

―Sí, mi lord, es correcto ―respondió con un hilo de voz.

―¿Cómo ha comido?

―Nos ordenó dejarle las bandejas de comida frente a la puerta de la habitación….

―La madre del amor hermoso… ―Suho se adelantó quitando de en medio al criado― ¡Kai! ―gritó mientras caminaba vigorosamente por la espaciosa casa, el criado siguiéndolo y pidiéndole que se marchara― No, esto es ridículo. ¡Kai!

Suho sabía a dónde se dirigía y el sirviente sabía que era mejor no intentar detenerlo con fuerza física, aunque parecía a punto de un ataque de pánico para intentarlo. Se detuvieron frente a la gran puerta de madera que llevaba a la habitación de Kai y otros criados se habían acercado para observar la escena con los ojos abiertos.

―Por favor, mi lord ―suplicó el sirviente que le había abierto la puerta―. Se enojará.

―Qué pena ―Suho pateó la puerta―. ¡Kai! Sé que estás ahí y esto es ridículo. Te has perdido dos reuniones y Chanyeol ya está planeando una intervención. Una que incluye secuestrarte en medio de la noche a caballo y algún tipo de hipnosis, así que sal por el amor de todos los santos.

No hubo más que silencio y Suho estaba a punto de soltar otro discurso, pero justo entonces el pomo giró y la puerta se abrió lentamente. Suho pensó que las bisagras estaban crujiendo pero era el sirviente a su lado que hizo un agudo sonido de terror.

Kai estaba hecho un desastre, el pelo completamente sucio, los ojos medio cerrados y la boca hinchada y roja. Llevaba un simple vestido negro que había sido atado sin mucho esfuerzo, así que Suho podía ver fácilmente los chupetones que le recorrían las clavículas y el torso. Se quedó mirando a Suho adormilado.

―Has estado ahí durante cinco días ―habló acusadoramente―. Sé que te has gastado la mitad de tu jubilación en tu nuevo y brillante juguete, pero, ¿en serio?

―No me he gastado la mitad de mi jubilación en él, pero si lo hubiera hecho valdría la pena ―murmuró bostezando―. Retomaré mis tareas al comienzo de la semana. Ahora deja de gritarme y largo, necesito terminar de follarme a mi juguete.

La puerta se cerró.

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