Entrevista con un Divino

Sep 18, 2012 23:26

Fanfic
Saint Seiya
Sigfried x Syd
One Shot



Entrevista con un Divino

Cuando inicié esta investigación, debo admitir que pretendía que fuese sólo un trabajo más, pues en realidad no me apetecía mucho viajar a los confines del mundo para hacer un reportaje sobre unos Guerreros Divinos, por más poderosos e intrépidos que pudiesen ser.

¿Dónde estaba la noticia? ¿Dónde podía yo encontrar una buena línea periodística? ¿Qué tenían ellos que ofrecer al mundo? Sin mucho ánimo en realidad, acepté la encomienda de mi jefe. No es que tuviera mucha opción tampoco, y así llegué al antiguo Palacio de la Valhala y comencé mi trabajo.

Tras varios días, me llamó la atención la extraña relación que había entre dos de los siete guerreros sagrados de Odín, así que afilando mis preguntas comencé a atar cabos. El resultado de ello es lo que a continuación están por descubrir en mis notas, espero que sea para ustedes un revelador relato, tanto como lo fue para mí.

Entrevista 1: Mime

Sí, a Sigfried lo conocí en el palacio, pues siendo hijo de uno de los héroes feudales más adinerados de Asgard, tenía acceso a ese tipo de privilegios. Fue cuando yo tenía apenas ocho años, y asistía a las clases privadas de antiguo celta que impartía el señor Fermill, tutor de la entonces infanta Hilda. Sigfried tenía en aquella época doce años, me parece… y ya desde entonces se perfilaba como un líder, pero al menos conmigo, se comportaba como un hermano mayor.

Recuerdo una ocasión en la que el señor Fermill me preguntó sobre algunas frases celtas que debía traducir, pero yo recién había empezado las clases y no conocía todos los signos. El viejo maestro se enfadó, diciéndome que si no tenía la capacidad de seguir el ritmo de la clase sería mejor que no le hiciera perder el tiempo.

Yo era un niño, no pude evitar sentirme mal ante tales palabras dichas sin compasión alguna y mis ojos comenzaron a humedecerse, pero Sigfried se levantó de su puesto, y sereno, se enfrentó al sabio, haciéndole notar la extraordinaria capacidad que yo tenía, y que de presentar sólo una mínima falla no era razón suficiente para expulsarme de la clase. El viejo Fermill se enfadó más, pero ante la segura mirada de Sigfried y argumentos inapelables, no le quedó más que acceder y dejarme continuar.

Ese es el tipo de hombre que Sigfried es. Alguien que siempre vela por los demás a pesar de que él pueda ponerse en riesgo; no le importa por defender lo que considera justo y honorable. Es un hombre en toda la extensión de la palabra, cuyo único similar podría ser Syd de Mizar.

A Syd le conocí también en el palacio, tendría unos diez años apenas, y era mucho más introvertido de lo que es ahora, serio, educado y muy amable. Le encantaba recorrer los jardines en busca de animales que cuidar, tenía un instinto sobre protector para todo aquello que entraba en su cariño. Recuerdo que a Syd no le agradaban del todo ni Sigfried ni Alberich, quien también tomaba clases con nosotros. Probablemente porque Al solía presumir demasiado lo inteligente que era, y eso a Syd no le parecía correcto.

De Sigfried, en realidad aun no sé bien porque no se llevaban en aquella época como lo hacen ahora; discutían todo el tiempo y generalmente lo hacían sólo para ver quién ganaba la afrenta. Era muy gracioso ver al serio y tímido Syd, transformase en un chico seguro y de carácter fuerte, cuando de enfrentar a Sigfried se trataba. Pero si debían realizar algo en equipo, no había forma de ganarles.

Yo era un intermediario entre ambos, así que los llegué a conocer bastante bien y los vi crecer para convertirse en dos regios jóvenes que mantenían su rivalidad a pesar de haber formado un fuerte lazo de amistad y complicidad. A veces llegaba a ser incómodo, pues parecían entenderse con miradas, dejando excluido de su mundo a cualquiera que no fuesen ellos mismos.

Entrevista 2: Alberich

Bien, que puedo decir… Cuando niños Sigfried y yo éramos buenos amigos, en parte porque fuimos los primeros elegidos para estudiar en el palacio, y supongo que también por ser ambos de la misma edad, poniéndonos así en una aparente similitud. Pero Sigfried siempre fue más sentimental que yo, a él le preocupaban los demás niños que eventualmente se nos unieron, sobre todo Haggen, quizás por ser el más joven y el último en llegar.

Con él había un “algo” que en ese entonces no entendía, pero que podía percibir. Y siempre me aseguraba de remarcar la preferencia que tenía por el rubio. Supongo que eso terminó por separarnos, en realidad no lo sé, pero sé que no era el único que lo notaba. 


Recuerdo una vez, Sigfried optó por darle a Haggen el florín de plata especial que Laestres, nuestro tutor de Esgrima, había traído para nuestra práctica, en lugar de hacer una ronda con él para que todos lo usáramos. Yo por supuesto que me indigné por el hecho; Haggen no era lo suficientemente bueno como para portar un arma de tal calibre, pero Sigfried como capitán del equipo, decidió por todos. Fue esa la primera vez que presencié una seria discusión entre él y el joven Syd, quien al igual que yo, pugnaba por una equidad con respecto al uso de tan bella pieza. Y fue también la primera vez que noté a Syd, lleno de ira y celos contra el novato de Merak.

Por supuesto que me aproveché de lo que descubrí, e inicié una pequeña batalla entre ambos amigos. Fue divertido verles pelear por insignificantes detalles que yo hacía notar con exactitud, exasperando a uno o al otro. Como el que Sigfried le apartara lugar en la mesa a Haggen, o que éste último siempre encontrara un pretexto para permanecer a solas con él. Entre líneas fui haciéndome más consciente de que Alpha y Mizar, compartían algo más que una simple amistad, pues en las ocasiones que pude presenciar sus enfrentamientos, dejaban entrever algún tipo de emoción que gobernaba sus palabras.

No creo que ellos reconocieran ese sentimiento, pues en aquel entonces teníamos entre dieciocho y dieciséis años respectivamente, y pasábamos gran parte del tiempo entrenando y estudiando sobre nuestros designados Dioses Guerreros. Pero yo, como observador de Asgard, me percataba de la creciente tensión entre Syd y nuestro ya elegido capitán de armas.

Para ser más exacto, le contaré de la vez cuando les encontré en el jardín del palacio...

Recién habían tenido una discusión, sí… así es, por Haggen de nuevo. Syd había salido furioso de los dormitorios por alguna tontería que ya no recuerdo. Sigfried fue en su búsqueda, y yo traté de seguirles para estudiar a mis camaradas. Bien, cuando por fin di con ellos, me acerqué con cautela para pasar desapercibido y así poder escuchar sus palabras:

-¡Por qué estás tan molesto, Syd?....

-¡Pero qué tienes en la cabeza Sigfried!... Ese niño te controla a su antojo ¿no lo ves?

-No, yo sólo veo a alguien que necesita de mi apoyo…

-¡Claro! Y tú eres TAN bueno, que siempre andas detrás de él como su perro faldero…

-¡Ya basta! Te he tolerado demasiado Syd, explícame de una buena vez ¿Qué demonios tienes?

Fue ahí cuando agudicé mi oído y afilé la mirada; Syd hizo un gesto de desdén y trató de irse, mas Sigfried lo tomó por el brazo y lo hizo volver sus pasos, asegurándose de que no escaparía al acorralarlo contra un árbol.

Recuerdo perfectamente el rostro sorprendido y sonrojado de Mizar, al ver ante sí, y muy de cerca debo puntualizar, a un decidido Sigfried que parecía perdido en los ojos ambarinos del menor. Tal vez ellos no se daban cuenta pero Sigfried se inclinaba poco a poco sobre un Syd que entrecerraba los ojos y se aferraba a la camisa de su captor. Sé que pudo haber pasado algo más de no ser porque en ese momento, la señorita Hilda apareció en escena, llamándonos a todos a una reunión.

Después de aquel encuentro, ambos caballeros se distanciaron un poco. Para todos fue notorio pero achacaban tal conducta a nuestros pesados itinerarios. Sin embargo, yo sabía que había sido algo más.

Entrevista 3. Haggen

Cuando yo llegué a Palacio, Sigfried fue quien me recibió. Yo apenas tenía siete años y recién había perdido a mis padres. Él siempre se mostró comprensivo y amable conmigo, me explicó el porqué de nuestra presencia en Valhala y me ayudó a sobrevivir el trauma de quedar huérfano.

Fue como un hermano mayor, siempre al pendiente de mí y siempre cuidándome de todo, en especial de Mizar, nunca le he agradado del todo. Te mentiría si dijera que yo no le miraba de otra forma que con fraternidad, pero cuando sé es niño, el amor platónico a un ser que te protege y te muestra cariño surge natural. Mi enamoramiento hacia Sigfried era similar al que sentía por la señorita Flare, pero con Sigfried además de admiración, me unía un sentimiento de agradecimiento por haber estado siempre a mi lado.

Sin embargo, él me ayudó a ver lo equivocado de mi sentimiento, y como siempre lo hizo protegiéndome, incluso de mi mismo. Fue en mi cumpleaños número catorce; yo estaba emocionado pues recién me habían nombrado guardián de la estrella Merak, y planeaba celebrarlo con la persona más importante en mi vida, hasta ese momento.

Invité a Sigfried a mi cámara privada donde cenamos y compartimos el tiempo. Recuerdo perfectamente como lucía; era un chico de diecinueve años entonces, alto como ninguno de nosotros, con un cuerpo perfectamente formado y en armonía de proporción. Su piel blanca se veía tan tersa como fina, el cabello castaño largo hasta los hombros, lo llevaba recogido en una coleta sencilla sobre la nuca, y sus claros ojos azules, eran de un tono que jamás había visto antes y estaban tan llenos de vida y fuerza, que con una sola mirada era capaz de dejarme en el limbo.

Y de ahí fue precisamente de donde me sacó con un suave toque sobre mi hombro, para luego sonreírme divertido por mi expresión atontada y roja. Seguimos hablando de todo y de nada a la vez. La noche para mi pasó en un instante, si no hubiera sido porque me lo hizo saber no me hubiera enterado. Fue en ese instante, cuando se preparaba para salir de mi habitación que le llamé, él giró su rostro para verme esperando a que le hablara, pero más que palabras me decidí por actuar.

Me le acerque y pasé mis brazos por su cuello, sosteniéndome de él al levantarme en puntillas, y así lograr alcanzar sus labios con los míos. La revolución de mariposas en mi estomago no cesaba, estaba nervioso y emocionado, era mi primer beso y lo estaba consiguiendo de él.

Ahora que lo recuerdo, aquel increíble beso que le robé fue en realidad uno inocente y tierno, no más que un sencillo contacto y ligera presión, pero por todo lo que yo conocía, fue lo suficientemente intenso como para doblar mis rodillas y acelerar mi pulso. Sigfried me correspondió con igual gentileza, incluso recuerdo que posó una de sus manos en mi espalda baja y esperó a que así como inicié, fuese yo quien diera por terminada la caricia.

No sé que cara puse tras alejarme de él, pero sé que mis mejillas ardían sin control alguno…. Jejeje sí, aún me apena recordar eso… en fin, cuando nos separamos, Sigfried me miró con ternura, mas me habló con voz firme.

-Gracias Haggen por dejarme ser el primero en besar tus labios, es una lástima que la dulzura en ellos no sea para mí.

-No… Sigfried… yo… yo te amo

-Sé que yo lo haría también, si no tuviera grabado ya en mi corazón el nombre de otro como su dueño.

-Oh… entonces… tú…

-Así es Haggen, y tú también… pero no de mí, creeme hay alguien más que hace brillar tus ojos con singular fuerza y que estoy seguro, siente lo mismo por ti.

-Yo… Lo lamento mucho, Sigfried

-No lo hagas, yo no lamento haberte besado, mas eso me trae certera envida de aquel que logre tener tus besos.

Por Odín. Ese hombre me hizo sentir tan bien a pesar de haberme rechazado, que nunca me arrepentí de lo que había hecho. Además, siendo el caballero que es, jamás me hizo sentir incómodo tras aquella noche, y me trató con igual manera los días siguientes y de nuestro pequeño encuentro nunca nadie se enteró. Hasta ahora.

Poco después, dejando atrás mi enamoramiento, me pude dar cuenta de que aquel brillo que Sigfried había mencionado en mis ojos, era el mismo que los suyos despedían por Syd cada vez que le miraba.

Entrevista 4: Phenrill

No sé mucho en realidad, yo me uní al grupo cuando fuimos llamados para la batalla. Aun así, era capaz de reconocerlos a todos, pues había escuchado historias de ellos en el pueblo donde me crié; sobre la gran capacidad mental de Alberich, o del prodigioso talento musical de Mime. También había escuchado del talento bélico de Sigfried, de la extrema amabilidad de Tholl y de la astucia que caracterizaba las andanzas de Mizar.

Al gato es al único que considero mi amigo. Fue precisamente en Syd con quien encontré mayor entendimiento a pesar de ser protegidos por dos oponentes predadores y provenir de dos mundos completamente opuestos. Fue curioso en realidad, nos compenetramos de inmediato, a diferencia de mi relación con Sigfried. Esa siempre ha sido tirante.

Sí, sí… aún ahora, tendemos a tener diferencias aunque bastante más civilizadas, diría yo. ¿Qué a que me refiero?... Vaya, pues verá… Cuando recién vine al palacio, mi “guía” oficial fue Syd; él me mostró todo el lugar y me enteró de los movimientos que se llevaban a cabo, la división de zonas y las estrategias que se implementaban para mantener el orden en Asgard.

Por lo tanto pasábamos mucho tiempo junto recorriendo todo el lugar, de ahí nuestra amistad, pero a Sigfried le molestaba que compartiéramos tanto. Llegó a mencionar que era una perdida de tiempo por tratarse de mí y que era un desperdicio el usar a Syd como niñero… ¡El muy hijo de ********!

Oh, lo siento… Yo, no vuelve a suceder, pero comprenderá que ese tipo de comentarios me sacan de quicio, y eso es lo más leve… Sigfried y yo, tenemos muchos roces de ese tipo, incluso hemos llegado a los golpes. ¿Quiere saber como fue?... Bien, verá… Fue justo después de que encontramos al caballero de Atena, y lo llevamos a prisión; yo me ofrecí ha hacerle guardia, pues no quería verme involucrado en otro de los banquetes de Hilda, son aburridos y ceremoniosos a más no poder… ettoo… Esto no lo sabrá ella ¿verdad?...

Como decía, ahí estaba yo, haciendo ronda cuando percibí una presencia caminar hasta mí. No me sorprendió ver al gato, él también es un alma libre, mucho más que el niño bonito que aparenta ser. No pasó mucho para que nuestra platica fuera interrumpida por Sigfried, que comenzó con sus sermones de responsabilidad y no sé que otras estupideces que no me interesan… bueno, para no hacer el cuento largo, la gota final fue cuando le ordenó a Syd que se retirara…

-He dicho que te vayas Mizar, nada tienes que hacer aquí…

-Sigfried, no sé a que viene tu actitud pero ya esta rayando en lo ridículo

-Sí, Sig… deja tus celos al lado, no me lo voy a comer

-Tú no te metas en esto Phenrill, si no fueras un remedo de guerrero no tendría que custodiarte todo el tiempo

-¡¿Qué?!... Soy mejor guerrero de lo que tú jamás serás…-dije tomando mi posición de ataque-

-¡Bien, si necesitas que patee tu trasero para ponerte en tu lugar, lo haré!

-¡Ya basta ustedes dos!

-¡Cállate Mizar. No intervengas!

-No le hables así presumido… ¿Qué te pasa, no toleras algo de competencia?

-Infeliz…

Después de eso, ambos lanzamos un par de golpes, logrando impactar uno que otro. No me gusta admitir esto pero ahí supe el porqué Sigfried ganó su puesto de capitán, y debo decir que fue por verdadero mérito propio. El hombre es más fuerte de lo que aparenta.

¿Cómo?...Jajaja… Bueno, lo de los celos lo dije porque me había percatado de las miradas que le dirigía a Syd. Siempre buscaba estar con él o sentarse a su lado o llevárselo cuando alguna misión se presentaba. Además… Sigfried desprende un olor extraño cada vez que Syd aparece en escena, me recuerda a las marcas territoriales de los lobos. Y ahora que lo pienso bien, de un tiempo para acá, el gato tiene a su alrededor el mismo aroma que exuda Sigfried.

Entrevista 5: Tholl

Le agradezco, sí… Toda mi familia ha sido de alturas considerables. ¿Hablarle de Syd y Sigfried, ah?... Jejeje es curioso que los mencione sabe, ambos me tienen como confidente, tal vez porque aparento mayor edad de la que en verdad poseo y eso les hace verme como una figura paterna. No, en realidad sólo soy dos años mayor que Sigfried. Bien, qué le puedo decir de ellos, creo que son dos de los hombres más importantes y fuertes de nuestra tierra. Así como de los más nobles.

La relación de ambos ha cambiado con lo años, seguro ya lo sabe; yo creo que el mayor cambio se dio después de que volvimos a la vida, entonces… Sí, la señorita Hilda nos revivió… como le decía, ahora que hemos pasado por tanto sufrimiento, me parece que ambos han encontrado estabilidad.

¿A que viene esa pregunta? ¿Lo notado usted también?... Jejeje… bueno, yo no puedo asegurarle nada, usted tendría que hablar con ellos. Lo que yo puedo decirle es que el indómito corazón de Syd encuentra sosiego en los azules ojos de Sigfried, y que el poderoso doble dragón, conoce la paz de la mano de la sutil sonrisa del tigre de Zeta.

De acuerdo, de acuerdo… Le contaré, no se ponga así, verá… Hace un par de años conocí a Sigfried, él fue muy amable conmigo y desde nuestros primeros encuentros existió gran confianza. De su boca conocí a todos los guerreros divinos, en especial a Syd de Mizar; Sig solía hablar de él todo el tiempo aunque no lo notara, era obvio que tenía un interés especial en su amigo. A veces me contaba que para molestarlo, le ignoraba a propósito y se concentraba en Haggen, a Sig le encanta ver la expresión de furia que adorna el rostro de Mizar, cada que están “demasiado” cerca.

Un buen día, por fin me presentó al joven heredero, Syd es un hombre de gran atractivo ¿no es cierto?; en cuanto lo vi, supe por qué mi capitán estaba prendado de aquel chico. Ese porte elegante y fastuoso, alto y fuerte, con un cuerpo atlético y bien definido, cabellos azules y piel blanca cual seda. Sin embargo fue tras hablar con él, que comprendí lo que en realidad le atraía tanto a Sigfried. Mizar es en pocas palabras su perfecto complemento.

Syd me tomo cariño casi de inmediato, y pronto comenzó a confiarme lo que sucedía en su día; que por lo general tenía que ver con cierto caballero de castaños cabellos y ojos azul cielo. Syd no me ocultaba sus celos hacia Haggen, y su creciente simpatía por el joven Arioto, y para que comprenda lo que dije antes, Syd sabe de la renuencia de Sigfried por Phenrill, y cada que puede, le gusta hacer enfadar al capitán, viajando con el lobo o prefiriendo su compañía que la del Dragón.

¿Eso dijo Phenrill?... jajaja ¡Vaya con ese chico…! No, yo no puedo confirmar si hay una relación física entre ellos; lo que sé es que hace varias semanas, cuando una tormenta de nieve nos azotaba, permanecieron juntos en una vieja cabaña que se encuentra en los límites de mi bosque. Por la intensidad de la ventisca, tuvieron que permanecer ahí un par de días.

No sé que pasó en ese lugar señorita, pero sí sé que tras esos días solos, ahora ambos se dedican miradas profundas, significativas y cómplices. Los veo sonreírse con ternura y buscan cualquier pretexto para tener algún tipo de contacto físico por discreto que sea.

Le repito, no sé si su relación ha sido llevada a otro nivel. Lo que sé, es que jamás había visto a mis dos mejores amigos tan felices como los veo ahora. 

Para mí, eso es todo lo que cuenta.

-----------


the end?. 


fanfic, fandom: saint seiya

Previous post Next post
Up