[FanFic] ¡CLV! - (07/08) - Horo/Ren & Ren/Horo
Fandom: Shaman King
Pareja/Personajes: HoroxRen - RenxHoro
Advertencias: ...
Capítulo VII
Horokeu a veces no entendía a Ren.
No. No a veces. No.
Horo-Horo NUNCA entendía a Ren.
En verdad. ¿En dónde demonios cae tanta insoportabilidad, egocentrismo, irritabilidad, malgenio...? ¡En un cuerpo tan, pero tan pequeño como el del chino!
Es decir: ¿...Cómo el susodicho no explotaba de una vez por todas de tanta…? ¿Chinosidad?
Si eso pasara, su odiosidad se repartiría por todas partes, por lo que no existiría ninguna necesidad de seguir soportando a Ren Tao caminando por la vida como si esta le debiese el vivirla.
Aunque, por otra parte, el mundo se llenaría de pequeños Taos con los mismos defectos que el original, lo cual sin dudarlo sería para peor, por lo que el norteño no tenía más que seguir aguantando a este, el que todavía estaba debajo de él, para siempre, por la eternidad, por los siglos de los siglos. Todo para librar al mundo de un mal mayor.
Exactamente por eso, y por ninguna razón más que esa, es que el ainu seguía encima del chino como si este le estuviese pagando para calentarlo, porque seamos sinceros:
Ren Tao hace muchísimo que se había desentumido y hace mucho, pero mucho mucho más tiempo que tenía que haber sacado al susodicho de encima suyo con una patada chinesca.
Ah, pero no piensen mal, porque el mandarín tenía una excusa para no haberlo hecho… Aún. Ajá. Aún.
Sí, de verdad.
Sólo que no recordaba cuál excusa era esa…
Seh. Seh.
Un momento.
¡Ren Tao no tiene por qué estar dando explicaciones!
Ya está.
Horo-Horo, por su parte, decidió que la mejor manera de solucionar esto era, nada más ni nada menos, que iniciar un…
¿Un concurso de miradas?
O eso es lo que pensó el chino en cuanto el shaman encima de él comenzó a mirarlo con odio, por lo que lo miró de vuelta con el mismo sentimiento.
Horokeu lo miró más, mucho mucho más. Hasta lo miró con largura y lejanía.
De hecho lo miró como si con esa mirada quisiese confesarlo todo.
Tan sólo miró y su mirada era así de intensa que el chino sintió una leve molestia, muy muy leve, casi como un cosquilleo, en esa cosa palpitante y llena de sangre (Ah, pero también de telarañas, según el shaman de hielo, quién estaba seguro de que hacía tiempo que el otro no usaba el órgano ese), el que pareció hincharse un poco con esa mirada.
Sí. Sí. Ren Tao sintió una pequeña punzada en… Su corazón.
Awww.
Fue al reparar en ese hecho que el más bajito se sintió preso de un repentino calor que recorrió todo su cuerpo hasta asentarse en su cara, pero cuándo quiso percatarse estaba tan sonrosado como el cabello de Tamao.
-Argh.
Sí, Ren estaba avergonzado como una colegiala. Sin mencionar que el hecho de que hacia un par de minutos hubiese tenido una pelea de chicas por una sábana empeoraba un poco la percepción que tenía sobre si mismo en ese momento.
De cualquier manera, el chino razonó que lo más coherente en ese instante era salir corriendo.
En serio…
De no ser porque era Ren Tao y Ren Tao no es ningún cobarde.
Horo-Horo parpadeó al percatarse de ese quedo sonrojo en las mejillas del otro y sin quererlo también se sonrojó. Hasta sus ojos se suavizaron un poco.
Las cosas serían mucho más fáciles si Ren fuese una chica.
O al menos, si Ren no fuese Ren, para empezar. Entonces el ainu, a través de esa mirada, podría susurrarle las palabras más dulces, recitar los poemas más románticos y llenarle de promesas que…
-Ren…
El mandarín apenas se movió para dar a entender que estaba escuchando. El norteño se inclinó, para preguntar muy cerca del oído del otro:
-¿...Todavía…? ¿Todavía quieres que cierre la ventana?-inquirió suave, como si esperara la complicidad plasmada en la respuesta del Tao.
El susodicho suspiró, giró su rostro un poco para no mirar al muchacho encima de él al contestar y respondió, igualmente en un susurro:
-Sí.
¡Demonios!
-Sí, ya que-suspiró Horokeu, mirando al infinito y más allá, pero especialmente NO a Ren Tao, rojo como un tomate y sintiéndose como solía sentirse la mayoría del tiempo: Un tonto, pero un tonto indignado.
Que no viene a ser lo mismo, señoras y señores.
De ser lo mismo, el norteño ya estaría en pie cerrando la ventana de las pelotas y no solamente estático, pero indignado, encima del mandarín.
-¿Qué esperas?-exigió el chino, con ceja arriba incluida y mirada molesta, marca registrada.
El ainu lo miró como si no se lo creyera.
-¿No vas a cerrar la ventana?-insistió el shaman.
-No.
-¿No?
-No.
Al menos era sincero. Ren se preguntó si seguía valiendo la pena tanta estupidez desatada en un día o, en este caso, en una noche, por culpa de una ventana que seguramente el hielito ni siquiera había dejado abierta.
Ajá.
Ren Tao es difícil, complicadísimo de convencer.
E incluso, si Hao Asakura en persona se hubiese aparecido en ese momento, ejecutando la exótica danza del fuego, con su espíritu del mismo elemento vestido como odalisca, para convencerlo de lo contrario, tampoco hubiese sido capaz de creérselo así de fácil.
A pesar de que ni siquiera bajo esa cadena de bizarras circunstancias y extraños acontecimientos Ren Tao se esperaba lo que ocurrió a continuación:
Horokeu Usui se dejó, de pronto, caer como plomo, y como si no pesara los chopocientos kilos que pesaba, sobre el muchacho que aún estaba abajo de él. El chino pegó un respingo y casi le da un infarto.
-¿Qué demon…?
-Voy a dormir-explicó el shaman de hielo como si con eso solucionara el hambre mundial.
-Yo no me voy a mover.
Le sonó a un desafío.
-Da igual-contestó el norteño, prácticamente tendido del todo sobre el cuerpo del muchacho chino.
Ren dio un suspiro para relajar tanto musculo tenso y porque, tal vez por culpa del cansancio, comenzaba a sentirse demasiado cómodo teniendo al ainu así.
¡No es que lo estuviese disfrutando!
Al contrario.
Es sólo que…
Estaba calientito.
El chino volvió a suspirar al sentir la respiración del norteño comenzar a relajarse, porque la verdad él también comenzaba a sentirse somnoliento.
-Buenas noches chino.
-Buenas noches cabeza de chorlito.
Silencio.
-Eso sí, sigue siendo tu culpa lo de la ventana.
Silencio.
¡Demonios!
...Continuará…
Pareja/Personajes: HoroxRen - RenxHoro
Advertencias: ...
Capítulo VII
Horokeu a veces no entendía a Ren.
No. No a veces. No.
Horo-Horo NUNCA entendía a Ren.
En verdad. ¿En dónde demonios cae tanta insoportabilidad, egocentrismo, irritabilidad, malgenio...? ¡En un cuerpo tan, pero tan pequeño como el del chino!
Es decir: ¿...Cómo el susodicho no explotaba de una vez por todas de tanta…? ¿Chinosidad?
Si eso pasara, su odiosidad se repartiría por todas partes, por lo que no existiría ninguna necesidad de seguir soportando a Ren Tao caminando por la vida como si esta le debiese el vivirla.
Aunque, por otra parte, el mundo se llenaría de pequeños Taos con los mismos defectos que el original, lo cual sin dudarlo sería para peor, por lo que el norteño no tenía más que seguir aguantando a este, el que todavía estaba debajo de él, para siempre, por la eternidad, por los siglos de los siglos. Todo para librar al mundo de un mal mayor.
Exactamente por eso, y por ninguna razón más que esa, es que el ainu seguía encima del chino como si este le estuviese pagando para calentarlo, porque seamos sinceros:
Ren Tao hace muchísimo que se había desentumido y hace mucho, pero mucho mucho más tiempo que tenía que haber sacado al susodicho de encima suyo con una patada chinesca.
Ah, pero no piensen mal, porque el mandarín tenía una excusa para no haberlo hecho… Aún. Ajá. Aún.
Sí, de verdad.
Sólo que no recordaba cuál excusa era esa…
Seh. Seh.
Un momento.
¡Ren Tao no tiene por qué estar dando explicaciones!
Ya está.
Horo-Horo, por su parte, decidió que la mejor manera de solucionar esto era, nada más ni nada menos, que iniciar un…
¿Un concurso de miradas?
O eso es lo que pensó el chino en cuanto el shaman encima de él comenzó a mirarlo con odio, por lo que lo miró de vuelta con el mismo sentimiento.
Horokeu lo miró más, mucho mucho más. Hasta lo miró con largura y lejanía.
De hecho lo miró como si con esa mirada quisiese confesarlo todo.
Tan sólo miró y su mirada era así de intensa que el chino sintió una leve molestia, muy muy leve, casi como un cosquilleo, en esa cosa palpitante y llena de sangre (Ah, pero también de telarañas, según el shaman de hielo, quién estaba seguro de que hacía tiempo que el otro no usaba el órgano ese), el que pareció hincharse un poco con esa mirada.
Sí. Sí. Ren Tao sintió una pequeña punzada en… Su corazón.
Awww.
Fue al reparar en ese hecho que el más bajito se sintió preso de un repentino calor que recorrió todo su cuerpo hasta asentarse en su cara, pero cuándo quiso percatarse estaba tan sonrosado como el cabello de Tamao.
-Argh.
Sí, Ren estaba avergonzado como una colegiala. Sin mencionar que el hecho de que hacia un par de minutos hubiese tenido una pelea de chicas por una sábana empeoraba un poco la percepción que tenía sobre si mismo en ese momento.
De cualquier manera, el chino razonó que lo más coherente en ese instante era salir corriendo.
En serio…
De no ser porque era Ren Tao y Ren Tao no es ningún cobarde.
Horo-Horo parpadeó al percatarse de ese quedo sonrojo en las mejillas del otro y sin quererlo también se sonrojó. Hasta sus ojos se suavizaron un poco.
Las cosas serían mucho más fáciles si Ren fuese una chica.
O al menos, si Ren no fuese Ren, para empezar. Entonces el ainu, a través de esa mirada, podría susurrarle las palabras más dulces, recitar los poemas más románticos y llenarle de promesas que…
-Ren…
El mandarín apenas se movió para dar a entender que estaba escuchando. El norteño se inclinó, para preguntar muy cerca del oído del otro:
-¿...Todavía…? ¿Todavía quieres que cierre la ventana?-inquirió suave, como si esperara la complicidad plasmada en la respuesta del Tao.
El susodicho suspiró, giró su rostro un poco para no mirar al muchacho encima de él al contestar y respondió, igualmente en un susurro:
-Sí.
¡Demonios!
-Sí, ya que-suspiró Horokeu, mirando al infinito y más allá, pero especialmente NO a Ren Tao, rojo como un tomate y sintiéndose como solía sentirse la mayoría del tiempo: Un tonto, pero un tonto indignado.
Que no viene a ser lo mismo, señoras y señores.
De ser lo mismo, el norteño ya estaría en pie cerrando la ventana de las pelotas y no solamente estático, pero indignado, encima del mandarín.
-¿Qué esperas?-exigió el chino, con ceja arriba incluida y mirada molesta, marca registrada.
El ainu lo miró como si no se lo creyera.
-¿No vas a cerrar la ventana?-insistió el shaman.
-No.
-¿No?
-No.
Al menos era sincero. Ren se preguntó si seguía valiendo la pena tanta estupidez desatada en un día o, en este caso, en una noche, por culpa de una ventana que seguramente el hielito ni siquiera había dejado abierta.
Ajá.
Ren Tao es difícil, complicadísimo de convencer.
E incluso, si Hao Asakura en persona se hubiese aparecido en ese momento, ejecutando la exótica danza del fuego, con su espíritu del mismo elemento vestido como odalisca, para convencerlo de lo contrario, tampoco hubiese sido capaz de creérselo así de fácil.
A pesar de que ni siquiera bajo esa cadena de bizarras circunstancias y extraños acontecimientos Ren Tao se esperaba lo que ocurrió a continuación:
Horokeu Usui se dejó, de pronto, caer como plomo, y como si no pesara los chopocientos kilos que pesaba, sobre el muchacho que aún estaba abajo de él. El chino pegó un respingo y casi le da un infarto.
-¿Qué demon…?
-Voy a dormir-explicó el shaman de hielo como si con eso solucionara el hambre mundial.
-Yo no me voy a mover.
Le sonó a un desafío.
-Da igual-contestó el norteño, prácticamente tendido del todo sobre el cuerpo del muchacho chino.
Ren dio un suspiro para relajar tanto musculo tenso y porque, tal vez por culpa del cansancio, comenzaba a sentirse demasiado cómodo teniendo al ainu así.
¡No es que lo estuviese disfrutando!
Al contrario.
Es sólo que…
Estaba calientito.
El chino volvió a suspirar al sentir la respiración del norteño comenzar a relajarse, porque la verdad él también comenzaba a sentirse somnoliento.
-Buenas noches chino.
-Buenas noches cabeza de chorlito.
Silencio.
-Eso sí, sigue siendo tu culpa lo de la ventana.
Silencio.
¡Demonios!
...Continuará…