[Tabla] Básica - (06/30) - DM/Aioria

Jan 06, 2014 19:47

Fandom: Saint Seiya
Pareja/Personajes: DM de Cáncer x Aioria de Leo
Advertencias: ...



Escape

Aioria definitivamente no estaba escapando, porque no había razón ni tenía ningún motivo para hacerlo. Al contrario, de estar en proceso de fuga estaría a miles de miles de kilómetros de distancia, muy-muy lejos de allí, en un lugar seguro o en un escondite secreto y, ciertamente, no arrimado al árbol más solitario del santuario.

E intentó, no digan que no, pasar desapercibido durante bastante rato, pero no contaba con que al cangrejo de las pelotas justamente se le ocurriera aparecerse por esas partes y le estuviese clavando sus inquisidores ojos desde allá abajo.

-¿Qué…?

De haber estado escapando de verdad, Death no lo hubiese encontrado.

Así que Aioria suspiró profundo y apoyó el mentón en una de sus manos, despegando la espalda del enorme tronco que le servía para sostenerse.

-¿Qué pasa?-preguntó el castaño, con calma.

-¿Qué pasa?-repitió Death-¿Qué pasa contigo que estás allá arriba?

-¿Qué pasa contigo allá abajo, estúpido?

La pregunta, pero la del griego, sin duda carecía de sentido. La había dicho por decir, por no callarse y porque ciertamente le gustaba llevarle la contraria al otro dorado. Lo cierto es que el susodicho que había hecho la pregunta con más sentido al escuchar eso cambió su expresión de molestia a una de estupefacción y alzó una ceja.

-Le iba a dejar una canasta con comida a una anciana, pero en el camino se me ocurrió comprarle cigarros para enseñarle a fumar y supongo que tú serás el malvado gato feroz, grrr.

El castaño volvió a suspirar, rodando los ojos y mirando para otra parte.

-En serio minino, ¿qué es lo que pretendes allá arriba?-insistió el italiano.

A decir verdad, el griego no tenía ni la más mínima idea de lo que pretendía intentando alcanzar las alturas. De hecho, después de pensárselo un rato, ni siquiera se dio cuenta cómo había dado con ese árbol en particular, ni cómo terminó encaramado y escalando hacía arriba con una pericia y precisión que no sabía que tenía.

Es que, no le habrá tomado ni tres minutos realizar la proeza que significaba subirse a un árbol de esa envergadura y estar, tranquilamente, sentado a unos nueve metros de altura, pero, sin duda, no le sorprendía porque no lo hubiese hecho antes, al contrario. De niño le encantaba treparse a todas partes, era un escalador nato y se colgaba de ramas, maderos, metales y todo lo que estuviese en alto y suficientemente firme como para pisar con seguridad y fuerza.

Aunque, por otra parte, en ese entonces era bastante más pequeño, ligero y liviano. Después de todo, escasamente alcanzaba los cincuenta centímetros y hoy en día, con el cuerpo de un hombre hecho y derecho, recio y varonil, no es como que no hubiese chances de que un par de tropezones se hubiese dado en la titánica, pero increíblemente simple y sencilla, tarea que representaba para un santo de oro de su porte escalar un árbol.

-¿No vas a responderme?-preguntó Death después de un rato, sacándolo con rapidez de sus pensamientos, cavilaciones y recuerdos del pasado.

-¿Qué te importa?-contestó Aioria, más para si mismo que para que el crustáceo de las pelotas pudiese oírle. El problema es que el muy astuto le escuchó igualmente y, suspirando, se apoyó de costado contra el árbol y encendió un cigarro.

-No seas idiota, si estoy aquí es porque me importa, imbécil.

Aioria sintió que sus defensas bajaban entonces, solía pasarle cuando tenía al santo más desalmado de toda la orden diciéndole ese tipo de cosas, se sentía raro y contento por partes iguales. De hecho seguía sin acostumbrarse a la sensación, a la cercanía, a lo simples, sencillas y domesticas que se habían vuelto las cosas desde que se estaba acostando con el italiano.

-Es sólo que tuve un mal sueño-respondió tras rato de silencio, sin agachar la cabeza y aún desde las alturas. A duras penas se colaba la luz por el frondoso follaje de ramas y hojas, haciendo un efecto asombroso, cálido y cómodo.

-Ajá. ¿A las tres de la tarde?

-Es que… Lo recordé recién.

Death no respondió, percatándose del poquitín de angustia y amargura en la voz del gato. De manera casi imperceptible, pero no demasiada como para que no lo notara. Había pasado casi toda su vida poniéndole atención, a la distancia, a cada uno de los detalles que tenían que ver con el otro dorado.

-A veces, ¿sabes?… A veces me gustaría ser normal.

A veces, como también quisiera no tener un rango, una armadura, una deidad por la que pelear y ser una persona normal y poder subirse a los arboles sin ningún cangrejo entrometido preguntándole porque hacia lo que estaba haciendo.

El mencionado italiano, sin embargo, permaneció callado bastante más rato de lo esperado y, sacándose la colilla de cigarro de la boca, lo arrojó al piso para apagarlo.

-Es decir, te gustaría ser un pobre imberbe sin poderes, pagar impuestos como toda la gente, trabajar, casarte, tener muchos, muchos hijos y no ser homosexual.

-DeathMask-el griego rodó los ojos.

-Dijiste que te gustaría ser normal-se defendió de prisa el crustáceo-Entonces déjame decirte que ser hombre y que te gusten otros hombres no cae en la percepción que tiene la gente común y corriente de normalidad.

Aioria sonrió, aunque no supo porqué.

-No seas estúpido, seguro ni siquiera sabes a lo que me refiero…

-Un par de veces me lo pregunté-confesó el aludido de pronto y el gato parpadeó-Afortunadamente para ti, Aioria, me di cuenta a tiempo de que la normalidad no es compatible conmigo.

Death suspiró, mirando para arriba porque al parecer el jodido sol griego tenía ganas de hincharles las pelotas ese día, calentando sobre sus cabezas como hacía rato que no se sentía.

-No encajaría en esa normalidad, porque admitámoslo. No soy una persona precisamente normal. No soportaría vivir en una rutina, como la gente común y corriente. No podría evitar encamarme contigo.

Aioria volvió a reír, acomodando la cabeza contra el árbol.

-Hace rato que me percaté de que me voy a morir aquí, peleando por una causa en la que ni siquiera creo y salvando a un montón de gente que, en mi opinión, merecen la muerte más que cualquiera de los supuestos chicos malos que, después de todo, son tan perdedores como nosotros.

-Entonces, si tanto detestas esto, ¿por qué no arriesgarse a intentarlo allá afuera?

-No encajaría allá afuera. Ya te lo dije. Ni siquiera puedo encajar fácilmente en este agujero de mierda. Ni entre un montón de fracasados inadaptados e inestables mentalmente. No te voy a mentir, detesto este lugar, pero no podría soportar estar allá afuera pretendiendo ser lo que no soy y, al menos aquí, todos creen de mí lo que quieren y se están quietos.

Aioria asintió, en silencio y sintiéndose, de pronto, preso de una repentina melancolía.

-Además. Uh. Además-continuó el cáncer-Al menos aquí… Umm, te tengo a ti.

Entonces se calló después de pronunciar las últimas palabras en voz baja, como si no quisiera que el quinto guardián lo escuchara. El castaño, sin embargo, terminó escuchándolo de todos modos y sonrió, casi-casi risueño, sin despegar la cabeza del tronco.

Death miró para otra parte, arreglándose el cabello y haciendo las veces que no había dicho absolutamente nada que lo avergonzara. De inmediato, cuando se aseguró de que sus mejillas no se sentían estúpidamente calientes, se volvió hacia el griego allá arriba con una sonrisa.

-Ah, bueno, basta de cursilerías de niña, gata tonta. Así que dime, ¿vas a bajar solito o voy a tener que bajarte por mi cuenta, princesa?-le cerró un ojo, coqueto.

A pesar de la cantidad de apodos tontos, el griego no podía no sonreír. Asintió de inmediato, despegó toda su anatomía del árbol y se puso de pie sobre la rama en la que estaba sentado.

E iba a saltar, hasta que se dio cuenta de que no podía bajar, porque en cuanto volvió a mirar hacia abajo le dio la impresión que estaba a millones de millones de metros de distancia del suelo.

DeathMask, por su parte, había extendido los brazos y esperaba a su minino con la boca curvada en una sonrisa.

-Eh…-comenzó el castaño, pero el cangrejo lo adivinó de inmediato al ver su expresión y no lo dejó acabar esa oración.

-No me digas que no puedes bajar.

-Yo…

-¡No puedo creerlo, eres como un jodido gato!

-¡DeathMask! ¡No seas estúpido!

-No te preocupes, gatita, voy por los bomberos.

Aioria le dedicó una asesina mirada, con ceño en la cara incluido.

-Ya. No te enojes. Voy por Aldebarán.

Aioria suspiró, volvió a sentarse en el árbol y con el mentón apoyado en la mano esperó. Al menos esta vez de verdad no estaba escapando.

# terminado, ~ 30 vicios, fanfic: eclipse, ~ tabla: básica, fandom: saint seiya, p/p: dm/aioria

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