May 23, 2008 17:20
Pues... comienzo esta historia a gran escala que llevo varios años intentando seguir pero no me atrevo. Es un proyecto largo, muy largo pero espero terminarlo pronto.
La noche envolvía la ciudad por completo, ni un alma por las calles, ni tan siquiera un coche o un autobús. En el centro de esa gran ciudad, dos figuras se movían sigilosamente, por uno de los edificios más altos. Iluminados sólo por la débil luz de las luces de emergencia continuaban avanzando por los anchos pasillos de aquel lugar.
-Ya estamos aquí -dijo uno de ellos parándose frente a una gran puerta de madera de aspecto robusto.- Nunca creí que pudieran ser tan estúpidos de dejar los pasillos vacíos por las noches.
-No debemos subestimarlos “El diablo sabe más por viejo que por diablo” - contestó la mujer- Tal vez nos estén esperando.
-Ese refrán lo has dicho porque son unos diablos o porque llevamos quince años siendo unas malditas moscas como nos dicen. - el sarcasmo se le notaba pero se le notaba aún más la tensión por el momento.
-Posiblemente por ambas cosas. Aunque creo que ya es hora de acabar con esto de una vez por todas.
-¿Nerviosa?
-No más de lo necesario.
-Bien, pues vamos a entrar. - Los dos pusieron las manos sobre la madera y empujaron, abriéndose la puerta y dejando ver una gran habitación rectangular.- Vacío. -Alzó un poco la pistola que llevaba en la mano derecha y entró despacio. Esperaba una bienvenida a base de plomo y sangre, pero lo único que encontró fueron las sombras negras. - Esto es demasiado extraño.
-Mal asunto. No hay guardias. ¿En qué narices piensan?
Se adentraron algo más en la estancia, que estaba presidida por una gran mesa en el centro con algunos papeles revueltos sobre ella. Ese era un dato algo significativo, normalmente se hubieran recogido o amontonado, pero nunca revuelto sobre la mesa. No era propio de gente tan formal y estricta.
-Esto me huele muy mal Tiger, mejor será que busquemos con cuidado.
-Eso mismo te iba a decir yo ahora. Bueno, veremos que encontramos, pequeña. -aunque no podía ver a su compañera, se imaginó la cara de enfado que siempre podía cuando la llamaba así- Vamos, que era broma y tú lo sabes.
-Ja, ja, mejor concentrémonos en esto y dejemos las bromas para cuando salgamos de aquí, si lo conseguimos.
Empezaron a mirar entre los papeles de la mesa buscando cualquier información que les pudiera servir. Datos, fechas, planes, gráficas, cualquier cosa con la que pudieran echar abajo a esa maldita gente que les hacía la vida imposible, acabar con todo lo que habían pasado y evitar que todo lo que pasó volviera a ocurrir. Debajo de una montaña de folios había una carpeta color marrón, esos chismes siempre guardan algo. La chica cogió la carpeta, dentro había folios con varias gráficas, tal vez de económicas.
-“Situación de la F.L”-Leyó en el título de una hoja. ¿La F.L?. Abajo había un texto que comenzó a leer en voz baja.-“Debido a los últimos incidentes se ha decidido abrir una investigación. El 15 de octubre de 2018 comienza la operación “Desierto negro” cuyo objetivo es acabar con los rebeldes. Aunque este proyecto será presentado al público como un proyecto de reinserción de jóvenes rebeldes, el objetivo final será…
-¡PANTHER!
Una bala pasó cerca del oído de la chica mientras levantaba la cabeza. En décimas de segundo se vio corriendo con Tiger a su lado esquivando una ráfaga de balas, las eléctricas luces del pasillo emitían fuertes destellos al paso de los dos jóvenes mientras una a una se iban encendiendo. Quien iba a decir que sería una llamada trampa, tenían que haberlo imaginado, Raven nunca les pondría en peligro, quería demasiado a la gente de la división, jamás les enviaría a una misión hasta que estuviera completamente seguro de la situación. Pero eso ahora ya no importaba. Ahora estaban corriendo por los pasillos de aquel moderno edificio, mientras las alarmas de seguridad pitaban a su paso. Decenas y decenas de soldados expertos y bien armados les seguían y al final les cortaron el paso, fusto antes de un cruce entre dos pasillos principales donde se vieron rodeados. Rifles y pistolas de calibre 9mm, cargadas y a menos de tres metros mientras ambos jóvenes también apuntaban con sus pistolas. Eran fuertes y aunque inútil el hecho de apuntar sin una oportunidad, al menos demostraban su osadía o su estupidez con ese gesto. Sus corazones se aceleraban por la tensión y la adrenalina corría por cada parte de su cuerpo, intentaban buscar una forma de salir de aquella trampa. Cada centímetro que veían delante de ellos estaba cubierto, ni un solo resquicio por el que colarse, la única vía podría ser el techo, pero este sólo consistía en una pared lisa y sin ningún conducto o rendija y además era imposible saltar o sacar algún instrumento para alcanzar la altura con todas aquellas armas que estaban a su alrededor y mucho menos agarrarse a ningún sitio en caso de que lo consiguieran. Entre pensamiento y pensamiento la joven sintió levemente que su compañero agarraba algo con la mano que tenía libre, detrás de su espalda e intentaba llamar su atención golpeándola con los dedos de la mano suavemente en la espalda.
-En cuanto cuente hasta cero -susurró- te agachas, intentas escabullirte y empiezas a correr como si te llevase el diablo, ¿entendido?
- ¿Pero cómo voy a logarlo? ¿Tú has visto nuestra situación?
-Es la única manera, me oyes. Al menos que se salve la que ha leído el informe, que al menos esta misión suicida sirva para algo.
-¿Tú te has vuelto loco?
- ¡Hágame caso! ¡Soy su superior y si le digo que haga algo lo hará! - imaginó a su compañera debatiéndose en un gran dilema moral. No esperó a que le contestara- ¿Lista? Bien -respiró profundamente, aunque siguió conservando el rostro como si lo hubieran tallado en roca, totalmente estático exceptuando los ojos celestes que se movían a gran velocidad, mirando en todas las direcciones y con la pistola en la mano, agarrándola fuerte. Hubo un momento en el que la mirada de la chica se volvió sorprendida
-No lo hagas Adrián, es una locura, no saldrá bien.- le susurró, aun a sabiendas de qué no le haría ningún caso. Estaba convencido y nada iba a hacerle cambiar de opinión, pero siguió intentándolo y su voz se volvió en un tono que más que una recomendación parecía una súplica - Adrián escucha, no seas loco estoy segura de que hay otra solución. El grupo, somos de la élite, no dejaran que muramos aquí. Ellos vendrán y…
-¡Escucha! No digas estupideces y haz lo que te digo - había adoptado un tono casi amenazador, aún así conservaba el susurro y la pasividad que le caracterizaba, aún estando visiblemente aterrorizado- Ahora estate atenta, porque no hay vuelta atrás. -volvió a suspirar, esta vez más levemente- Tres, dos, uno… ¡cero!
En décimas de segundo ella se había echado al suelo y sentía como los pies de él habían girado y estaba situado mirando a los mismos hombres a los que ella miraba. El sonido de las armas disparándose era ensordecedor, ver como los hombres que había delante de ellos iban cayendo uno a uno era terrorífico y sentir como el cuerpo de su compañero se movía por el impacto de las balas que impactaban en su espalda era desesperante y horroroso.
-Ahora…corre.
-¡¡ADRIÁN!!- chillé dándome la vuelta, la escena era un caos, mis oídos pitaban y la cabeza me empezaba a doler- ¡Adrián!- la desesperación se empezaba a notar en mi timbre de voz, le llamé varias veces, creo recordar- ¡No, no, no! ¡ADRIÁN!
-¡ADRIÁN!- abrí los ojos. Estaba empapada en sudor, como últimamente todas las noches. Había tenido esa pesadilla desde hace varios meses y cuando parecía que iba a desaparecer volvía con más intensidad- Es solo una pesadilla, no tiene por qué afectarme tanto.-Alcancé el despertador- Las seis y media.
Me levanté y bajé en pijama a la cocina. Mi madre estaba sentada con una taza de café en las manos. Mi padre se había levantado hacía ya horas y mi hermano menos aún estaría durmiendo hasta al menos las siete y cuarto.
-Buenos días Mariel- me saludó con esa mirada triste que, a lo largo de los años, habían adoptado casi todos los habitantes de la ciudad, al menos hasta donde yo había ido.
Y recordé nuestra situación. La gente que ahora controlaba el país tenía por costumbre asesinar a todo aquel que se interpusiera en su camino o perteneciera a las asociaciones rebeldes. Al principio se vio todo con buenos ojos, promesas de dar a todos una buena vida, de no dejar que nadie sufriera las consecuencias que años antes había tenido una revolución contra el antiguo régimen. De eso hacía ya quince años, era una niña y, por supuesto, lo había visto y lo recibí con los brazos abiertos.
fics