Personajes: Arya y otro (spoiler del drabble)
Summary: De gente que se encuentra y desencuentra. Post-loquellevamosdelibros, sin spoilers, ambientado en un posible núcleo de resistencia contra los Otros.
Advertencias: En gravísima necesidad de un beta pero ninguno a mano :(
Nota: Escrito para el
segundo First Line Challenge. -Con más cuidado, joder -Arya vio cómo volvía a apoyar la cabeza en el abultado colchón de paja y cerraba los ojos-. Sólo tengo un par de esas.
Fueron las primeras palabras que salieron de su boca al despertar tras las heridas de la última escaramuza. Era la cuarta en la que participaba y la primera vez que caía, y Arya sabía varias cosas sobre él: que el resto de hombres y mujeres que resistían entre los muros le habían considerado indestructible hasta entonces. Dónde y cuándo y con quién estaba en cada momento, para asegurarse de no estar nunca allí. Que el último maestre de la resistencia había muerto la noche anterior por una espada de hielo puro clavada en las entrañas y que ahora estaba siendo reducido a cenizas en la gran hoguera de los caídos. Que era ella, por tanto, la única ahora que sabía hacer algo más que entablillar un hueso roto entre los que quedaban con vida.
También sabía su nombre, y el rostro que ocultaba el yelmo plano y arañado que nunca parecía quitarse.
Habían tenido que colocar juntos, para poder cubrir todo el espacio que ocupaba su cuerpo, dos de los muchos colchones de paja dispuestos entre los escombros que había sido el castillo de Invernalia. Allí, los heridos veían aliviados sus dolores gracias al calor que emitían las piedras del suelo.
Notaba su voz mucho más grave de lo que la recordaba.
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-Si no estás quieto y dejas de molestar pronto tendrás sólo una.
-Siempre me quedará el recurso de usar la polla como bastón.
Arya siguió restañando la herida sin decir nada. La peor parte había sido sacar la afilada lanza de hielo que traspasaba piel, carne y hueso, y hacerlo sin dañar más la zona herida. Limpiarla en profundidad también había resultado difícil, y Arya se alegraba de que el guerrero siguiera inconsciente en el momento de echar el alcohol hirviendo sobre el hueso y el músculo. Sólo le quedaba por delante limpiar la piel que rodeaba la herida, vendar el muslo y esperar a que la carne no se pudriera. Continuó su tarea con rapidez, deseando alejarse de él y volver a la batalla.
Cuando terminó de atar el vendaje, se irguió sin mirarle y recogió su espada del suelo. Estaba girándose hacia el tablón de madera que hacía las veces de puerta cuando sintió una tenaza de hierro cerrarse sobre el cuero endurecido que recubría su tobillo.
Clavó la vista en los ojos oscurecidos por el visor bajado del yelmo. El guerrero había amenazado con arrancarle el brazo al hombre o mujer que intentara quitárselo.
Los dedos de Arya rodearon con fuerza el puño de la espada.
-Qué -notó su propia voz más rugosa, tal vez por el humo de la enorme hoguera.
-Quién eres.
-Nadie.
-Nadie -el guerrero pareció paladear la palabra mientras la repetía. Un sonido bajo salió con esfuerzo de su garganta. Un sonido entrecortado y continuo que Arya reconoció como una carcajada seca, gastada-. Qué coincidencia, yo también.
-Suéltame -pero no soltó su tobillo y siguió mirándola con una mueca retorcida, a medias por el dolor y a medias por la carcajada, en los finos labios resquebrajados. En un movimiento preciso, Arya apoyó la punta de la espada en su cuello, bajo el borde del yelmo-. Suéltame -repitió.
-¿Y de dónde eres, Nadie? -continuó él en el mismo tono, con su sonrisa retorciéndose de dolor en las comisuras de la boca.
-A ti qué te importa.
-Pues verás -la atrajo más cerca con lentitud, dándole tiempo a identificar el movimiento y controlar el impulso instintivo de clavar la espada. De todos modos, Arya presionó la punta afilada un poco más en su piel y una mancha roja apareció en la piel morena y sucia y empezó a resbalar por el cuello. Él continuó en el mismo tono-. Casi pareces una puta aldeana más de mierda, sucia y mal vestida con despojos de armaduras...
-Eso es lo que soy -le interrumpió Arya.
-Pero te huelo el hocico por debajo de esa cara -terminó el Perro.
Se quedaron en silencio. Arya sintió los dedos del hombre moverse sobre su tobillo en una caricia apenas perceptible. No encontró resistencia cuando se desembarazó del agarre. Se apartó de su mano un buen par de pasos antes de hablar.
-En el norte todos somos lobos, Perro. Tal vez no nos sepas diferenciar unos de otros.
Esa vez sí se alejó hacia la puerta. Le persiguió una carcajada descreída, más cascada que la anterior, seguida por un desagradable ataque de tos. El humo parecía afectar más a los heridos.
PD. Sí, yo también acabo de darme cuenta de que mis drabbles terminan todos igual. -_-'