[Fanfic] Que no te cierren el bar de la esquina - Kara/Helo, BSG.

Mar 20, 2008 15:13

¿Sabíais que si queréis descargaros un video de Youtube, mucho más fácil que utilizar Keepvid.com o cualquier sucedáneo (si lo hay), es escribir "bajar" entre "http://" y "youtube.com" en el cuadro de las URL?

Pues ya lo sabéis.

A mí me lo explicó uno de mis alumnos.

La página-invento es, claro, Bajaryoutube.com, y sabe cómo hacer que los internautas más jóvenes, más mayores, y en general menos duchos en el internés recuerden cómo usarlo. Absurdamente simple. Yo nunca lo recuerdo.

Y esa era la perla de sabiduría de hoy. Ahora el fanfic.

Para adharaphoenix como regalo de nochebuena: Ajem :D :D :D



A partir de ahora, out of carácter y atentados contra el canon garantizados en un 99%. Y podría advertir de más cosas, pero voy a avisar sobre todo de que HAY MENCIÓN A ZUMOSOL. No sé, tal incongruencia gratuita y deliberada me parece digna de aviso. xDD

Oh oh, y otra cosa. Al final de la tercera temporada, antes de Eso Que Sucede, Kara llama a Helo por su nombre. Eso no es habitual o al menos en mi fanfic deducimos que no sucedía para cuando sucede el fic (oh, explicaciones, qué bien se me dan).

Nada más. Sin betear. De hecho, sin releer entero de una vez, no sea que no lo postee y se quede encostrado en mi mente durante años. Y el título tiene sentido para mí, sí. xD

Que no te cierren el bar de la esquina.

La encuentra en el tercer lugar en el que busca, lo que se le antoja extraño porque suele acertar a la primera. Al entrar, rodea las bicicletas estáticas y esquiva los guantes y toallas que se amontonan en el suelo. Se sienta a su lado sobre una de las butacas acolchadas que utilizan para las pesas, los abdominales y para casi todo, apoyando las manos a ambos lados de las caderas para cargar el peso de la espalda, con las piernas abiertas y las plantas de las botas una contra la otra, formando un rombo alargado.

Kara, con el pelo revuelto y ojeras kilométricas, descansa los brazos sobre los muslos, también separados, con la espalda inclinada hacia adelante y la mirada clavada en el frente.

Helo fija la vista en el mismo lugar, en silencio.

Unos cinco minutos después estira el brazo y coge la botella que Kara sujeta a duras penas con la punta de los dedos. Bebe un trago de agua antes de comenzar a hablar.

-¿Qué tenía de malo el área de ocio?

-Había cuatro tíos de mantenimiento enrollándose.

-No me digas. ¿Todos juntos?

Kara asiente, sin desviar la vista de la pared. -Quise apuntarme, pero al parecer el cupo ya estaba lleno.

-Y una mierda, Starbuck -le da un codazo suave en las costillas al que Kara no responde. Lo encuentra un poco alarmante-. ¿Y qué tenía de malo el baño?

-Estaba frío.

Helo se abstiene de decir nada como que la temperatura es más o menos la misma en toda la nave y que nunca es fría porque siempre está acondicionada.

-En realidad eran sólo dos y uno era una tía pero sí es verdad que no me dejaron pasar. Como si fuera su puto picadero personal.

Tampoco menciona nada sobre quién suele utilizar qué como picadero personal y, en fin, en general no menciona nada, bebe otro trago y cierra los ojos en el silencio del gimnasio desierto, pensando en cuántas decenas, cientos de veces ha pasado las horas muertas allí, muchas veces solo, algunas con Sharon, unas pocas, últimamente, con Apollo. La mayoría con Kara.

La segunda vez es ella quien rompe el silencio.

-¿Te ha despertado Hera?

-No -le ofrece la botella. No le gusta mucho ese tema-. Hoy no han tenido pesadillas ninguna de las dos.

-¿Y tu sí? -Kara recoge la botella y juega con ella, sujetándola con la punta de los dedos, haciéndola dar vueltas, mareando su contenido.

-Yo no tenía sueño -y en ese momento un bostezo, uno con un gran sentido de la oportunidad, le sorprende, y se tapa la boca mientras ella deja escapar un bufido de risa desganada y él acaba por encogerse de hombros-. También tenía la impresión de que te encontraría por alguna parte.

-Y aquí estoy -y se señala a si misma, con la botella sujeta en la mano, moviendo la otra en el aire en una imitación mala de su habitual arrogancia.

Helo sonríe, Kara hace una mueca, y vuelven a quedarse en silencio. En ese silencio cómodo y común entre ellos. Kara deja de jugar con la botella para llevársela a los labios. Se seca los labios con la manga de la sudadera.

-El otro día estaba revisando las listas de pilotos de los últimos años y esas mierdas, ya sabes -lanza la botella al aire, la recoge-, ahora me toca de vez en cuando.

-¿Y?

-Y salía tu nombre, como el de todos. Y tío -le mira y hace esa mueca suya entre sorprendida y bromista-, te llamas Karl.

-Me llamo Karl desde que nací.

-Se parece a Kara.

-Ya -ya lo sabe.

-Jamás he oído a nadie llamarte Karl -insiste.

-Será para no confundirnos más.

-Vete a tomar por culo -y esa vez es ella quien le da un codazo a él.

-A lo mejor es que no te has fijado antes, Kara -procura decirlo de forma casual. Se encoge de hombros-. Hay mucha gente que me llama Karl.

-Yo me fijo en todo. Soy la mejor piloto viper de la humanidad, chaval.

Helo vuelve a encogerse de hombros, tiene (aunque no lo admitiría) demasiado sueño para defenderse y sólo la mitad de ingenio que Kara. Estira el cuello a un lado y al otro, estira la espalda, se levanta.

-¿Qué tal si vamos a ver si esos cuatro tíos que sólo son dos y uno es una tía han terminado y nos tomamos un trago de algo mejor que agua?

-Paso, no sea que acabe sintiendo envidia y tenga que pegarme un tiro.

-¿Envidia? -lo dice incrédulo- ¿Lo dices por, por qué, por tus largos y terribles años en la oscura desolación del celibato? -y pretende ser una broma, porque Kara no ha pasado célibe más de un mes en toda su vida y eso sólo cuando el material a mano no superaba los más básicos controles de calidad. Pero Kara, en respuesta, se ensombrece. No en el gesto del rostro, ni en la postura del cuerpo que permanece relajado. Se ensombrece en el ambiente, como un paso atrás en la camarería, un retraimiento perceptible. Una señal de neón que marca límites y prohíbe ciertos temas.

-Ey, ey, lo siento -se disculpa, inseguro. No se le da bien hacerlo-. Es tu matrimonio, yo no me meto -aunque en cierto modo puede que lo haya hecho.

-Y no le llega a los tobillos al tuyo, que ni siquiera cuenta con dos humanos.

Suena su voz amargada, crudamente sincera, y como lo dice sin un ápice de odio o fobia en su voz, no hay un ápice de ofensa en la respuesta de Helo, aún llena de disculpas, que no llega a ver la luz porque en ese momento, Kara gira la cara hacia él y de repente, en la habitación en penumbra sólo iluminada por la difusa luz de emergencia de la puerta, Kara, su rostro, está muy cerca. Y su voz es un susurro cuando le vuelve a hablar:

-Tu nunca tienes pesadillas, eh, Karl.

-No me llames así.

Kara no dice nada, con la vista fija en su nariz, absorta en quién sabe qué. Helo desvía la mirada por encima de su hombro durante un segundo. Estira el tobillo izquierdo. Vuelve a mirarla.

-Me gusta más Helo -explica, un poco incómodo. Y cuánto más tiempo pasa (unos pocos segundos que parecen minutos, minutos de los largos), más veces estira los tobillos y mira la pared, hasta que se levanta.

Kara, aún sentada y con la mirada fija en el punto dónde él (su nariz) estaba, se aclara la garganta.

-¿Qué pasa con tu nombre, Agathon? -su voz es más ligera. No, su voz intenta ser más ligera, pero no lo es. Es más bien una voz cansada-. ¿Qué problema hay con él?

-No me gusta.

-¿Y no dejas que te llamen así o llamas a tu primo el de zumosol, el que mide, no sé, supongo que unos siete metros? -ahora sí. Ahora le mira a los ojos y su voz parece de verdad más ligera, parece la auténtica. Y Helo sonríe y activa el piloto automático, el de las pullas sin tregua, el del terreno seguro.

-Tantas burlas sobre mi altura, Thrace… Empiezo a pensar que te gusta.

-¿Y lo empiezas a pensar ahora? -Se quedan en silencio, sólo un par de segundos-. Es broma.

Puede que haya habido algo en su voz, algo que desaparece rápidamente, con una sonrisa rara, poco alegre, y ese tono sin energía

Helo vuelve a sentarse, y cuando abre la boca y coge aire para hablar, es Kara la que se levanta y con un nudillo, le da un toque en la mejilla al pasar, a modo de despedida. Helo es consciente, por primera vez, que en esas reuniones nocturnas nunca hay una despedida ni un hasta mañana. Uno de los dos se levanta y al día siguiente, o cuando sea, uno de los dos se vuelve a sentar. Pero esta vez se siente incómodo dejándola marchar así, sin una palabra más.

-Starbuck.

Se gira hacia él en la puerta, alza las cejas, parece casi tranquila.

-Karl es una mierda de nombre, eso pasa -tuerce la boca hacia arriba. No es exactamente una sonrisa-. Le falla la última letra.

Le responde una mueca enorme llena de dientes que se esconde por un momento mirando al suelo y luego vuelve a él con ojos brillantes y menos peso sobre los hombros. Y mientras ella cierra la puerta, él vuelve a sentarse y recuesta la espalda y la cabeza sobre el taburete, que mantiene aún la calidez de Kara.

¡Fin!

mis fics, kara, kara/helo, battlestar galactica

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