Amor en Baker Street 2

Apr 14, 2012 18:32

Weno, aqui va la segunda parte, a ver que os parece ^^



Sherlock se despertó solo y, a pesar de que estaba cubierto por la manta, helado en el sofá. Dio un respingo, mirando alrededor buscando a su rubio y agradecido amigo. Su deductiva mente enseguida se dio cuenta de todo lo que había pasado mientras el había estado perdiendo el tiempo durmiendo. John se había levantado y aseado, aun podía oler su colonia por todo el salón, y los ruidos de la cocina dejaban bien claro que se estaba haciendo un te.

-¿Me haces uno?-pregunto desde el salón dirigiéndose al baño, sin pasarle desapercibido como a John se le escapaba algo de los dedos al oír su voz. Eso le provoco una sonrisa. Seria divertido ver como el militar se comportaba a partir de ahora con él.

Había tenido un par de horas antes de caer en un estupido sueño para trazar un plan que le valdría tanto para distraerse como para averiguar que era lo que pasaba entre ambos. Y de paso confirmar el diagnostico de que era un sociopata porque, sinceramente, después del beso, empezaba a dudarlo. Al menos en lo que a John se refería. ¿Uno podía ser sociopata con todo el mundo menos con una persona?...Mmm....Eso sin duda era una interesante línea de investigación para la psicología.

Hizo su visita matutina al baño mas rápido de lo habitual, se lavo los dientes y sin dejar de pensar lo bien que iba a pasárselo ese día, bajo a la cocina donde pudo ver a John sentado tras la mesa, escondido detrás del periódico que parecía tener una información de lo mas interesante.

-Buenos días.- Saludo como si nada. Si el doctor quería jugar a ese juego, jugaría. A Sherlock le encantaba jugar ya que eso significaba que...No se aburriría y con Watson era tan, pero tan divertido jugar.

-Buenos días.- Voz normal y neutra. La típica de: Ayer no paso nada. No preguntes porque no paso nada. Yo no me acuerdo. Tu no te acuerdas porque NO-PASO-NADA.

Y bueno...así seria, por el momento.

-¿Y el te?-pregunto girando sobre si mismo en un gesto fingido de que no lo encontraba.

-Allí.- Hablo desde detrás del periódico. Eso le hizo sonreír.

-¿Donde?- Voz de niño perdido que no encuentra a su madre, pero el medico llevaba demasiado tiempo viviendo con él y sabia de sus trucos, ya que no bajo el periódico sino que solo señalo con el dedo hacia la derecha, al fregadero para ser mas exactos.

Ver a ese hombre tan pequeño, con ese diario tan grande y como uno de sus cortos deditos señalaba hacia la derecha derritió a Sherlock de tal forma que casi consiguió que soltara un suspiro. Pero solo casi porque...Ya sabes, los sociopatas no hacen esas cosas.

-Oh...Ya lo veo.- En realidad lo había visto nada mas entrar pero valió la pena hacerse el despistado.

En un completo silencio, solo roto por las paginas del diario al pasar, se sirvió el te y unas tostadas. Podía sentir la mirada de John, a pesar de estar escondido detrás del diario, seguirlo por toda la habitación. Estaba claro que el doctor esperaba que sacara el tema, que dijera algo pero...Nada mas lejos de su intención. Al menos no con palabras.

Se sentó delante de él y desayuno en silencio, mandando algún que otro mensaje tanto a Lestrade para preguntarle por algún caso, como a su hermano para incordiarle.

-Parece que se ha quitado un poco el frío ¿No?-Oyó que Watson preguntaba sin bajar el periódico, Sherlock tuvo que morderse la mejilla por dentro para no reír. El pobre estaba haciendo todo un alarde de cobardía masculina al no enfrentarse a lo que había pasado entre ellos. ¿Eso lo convertía a él en la chica de la relación? ...Bueno, considerando que nunca había tenido relaciones y que el único interés sexual o romántico que había sentido en sus treinta y tantos años fue hacia un hombre...Tal vez si, lo convertía en la mujer de la relación. Aunque eso era adelantar mucho los acontecimientos.

-Según mi teléfono, no.- Soltó seco llevándose la taza de te a los labios. La respuesta de John no se hizo esperar. Bajar el periódico unos centímetros para poder mirarlo con una expresión interrogación pintada en el rostro. Oh...Esto sin duda era muy emocionante.

-¿Perdona?

-Estas perdonado.- Soltó igual de seco mientras se levantaba y dejaba la taza de te en el fregadero. Se movió con pasos lentos, perfectamente estudiados, sabiendo que John no le quitaba los ojos de encima. Seguramente se estaría preguntando como debía de actuar ahora y, la verdad era, que él también se lo preguntaba. Tenia un ligero esbozo de como debía de comportarse pero, no sabia como hacerlo. No estaba acostumbrado a ese tipo de cosas. Iba a darse la vuelta para encararlo cuando, gracias al cielo, un SMS llego a su móvil. Se giro olvidándose de todo. De John, del beso y hasta de que aun estaba en bata. Cogió el teléfono y le echo un vistazo. Sonrío ampliamente al ver que, por fin, tenían un caso.

-¿Un caso?-John como siempre señalando lo obvio.

-Sip. Vístete, se nos reclama en Scottland Yard.- Ordeno mientras salía rápidamente de la cocina.

-Estoy vestido.- Hablo tan rápido y con la voz tan cargada de nerviosismo que le hizo recordar lo que se proponía hacer nada mas entrar en la cocina aquella mañana. Sherlock se paro en seco y giro sobre sus talones, lo miro fijamente y se recreo en como el rojo se ciño sobre las mejillas del medico que había dejado caer el periódico sobre la mesa.

-Oh...Por cierto...Se me olvidaba.- Dijo chasqueando los dedos.

Y antes de que el rubio pudiera hacer o decir algo, salvo la distancia que los separaba, cerro la mano sobre la nuca del medico que aun se hallaba sentado y lo beso. Aunque a eso no se le podía considerar beso, más bien, aplasto su boca contra la de Watson que gimió de sorpresa. Si el beso de la noche anterior le pareció leve, este le pareció raro y torpe pero tremendamente estimulante, sobre todo porque su compañero de piso no hizo ademán de separarse. A Sherlock no debería de haberle gustado, solo tenia la boca sobre la de su amigo, los dos con la boca cerrada, pero el simple echo de sentir la incipiente barba y la respiración golpeando contra su piel. Ooooh...Eso era gloria bendita. Casi no podía esperar a ver como seria uno de esos besos húmedos que veía que se daba la gente en la calle. Pero, no ahora. Tanto porque a John podía darle un sincope, como porque ¡¡¡Tenían un caso¡¡¡

-Gracias por hacerme el te.- Susurro una vez hubo terminado el tosco beso, mirándole fijamente para hacerle saber que acababa de abrir la Caja de Pandora y que nada podría pararlo.

Sherlock nunca vio como John se dejaba caer con todo su peso contra el respaldo de la silla y evitaba por todos los medios no acomodar la erección que un inocente beso había causado en él.

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Las gracias.

Lo dijo para salir del atolladero en el que él mismo se había metido. No pensó que iba a meterse en uno aun mas grande. Si ya se lo decía su madre: No mientas. Aunque...No se le ocurrió nada mas en ese momento. ¿Que iba a decirle? Si, Sherlock te he besado porque sabia que eras tu y me apetecía porque...¡¡Joder¡¡ ¿Sabes lo asquerosamente sexy eres? ¿No?...Bueno, no te preocupes, ya me encargo yo de dejártelo claro y para ello te voy a desnudar y hacerte tantas cosas que....

-Estas muy callado.- La voz de Sherlock lo saco, Gracias a Dios, de sus obscenas cavilaciones. No sabia como ni cuando había pasado, solo que un día entro en el salón, lo vio tocando el violín y ZAS....Estaba enamorado como un burro de la persona que menos necesitaba amor. Es mas, se jactaba de decir que no tenía sentimientos. Pero claro, cuando Cupido te da con su flecha, lo demás importa bien poco. Así que allí estaba. Enamorado como un zopenco del tipo mas listo de la clase, del empollon, del chico con el que todos se meten y al que pegan y que, cosas de la vida, cuando cumple la treintena se convierte en el chico mas sexy que hubiera visto nunca.

Eso es otra.

¡¡Un hombre¡¡

El, John Watson, enamorado de un hombre. Si era el terror de las chicas, un mujeriego, era solo ponerse en modo adorable y todas y cada una de las féminas de su alrededor terminaban cayendo como moscas a sus pies porque puede que la gente pensara que no lo sabia pero sip, lo sabia perfectamente, sabia que, cuando quería, podía ser la persona mas achuchable y mona de todo Londres. Bueno, también cuando no quería, pero si había una chica de por medio se convertía en un tipo de lo mas simpático. Pero eso era otra historia, el caso era que...¡¡¡Se había enamorado de un hombre¡¡¡ Y no de uno cualquiera sino de ¡¡Sherlock Holmes¡¡ Durante semanas intento decirle a su corazón que no podía ser, que iba a salir lastimado, pero todo lo que tenia de adorable lo tenia de cabezota y no hubo manera de hacerle cambiar de opinión. Así que se dedico a hacer lo que docenas de adolescentes hacen cuando les gusta un chico. Ignorar el sentimiento. Hasta que un día, durante unos escasos segundos bajo la guardia y...Lo beso. Dios, casi se muere cuando se despertó entre las piernas del detective que lo miraba con esos penetrantes ojos verdes, pero si eso fue bueno mejor fue cuando se paso le lengua por los labios y vio como esos rasgados ojos no se apartaban de ella, siguiendo el recorrido sin perderse ni un solo detalle. No estaba seguro pero juraría que pudo ver un poco de lujuria tiñéndolos de oscuro, pero fue demasiado efímero. Tal vez por eso dijo eso. Quitándole importancia al asunto. Ya debería de haber sabido que Sherlock no lo dejaría pasar así como así.

También intento fingir que no había pasado nada. Era un hombre ¡¡Por Dios¡¡ Eso de fingir que no había pasado nada era su especialidad y por un momento creyó que lo había conseguido. Sobre todo cuando el dichoso mensaje de Lestrade llego y Sherlock salio disparado hacia su cuarto pero claro, tuvo que meter la pata hablando. ¿¿Es que no había aprendido que debía de mantenerse callado??

No le dio tiempo a reaccionar. Vio como Sherlock se acercaba, sintió la mano sobre su nuca y no le dio tiempo a hacer nada. Y cuando pudo hacerlo su cerebro se cortocircuito porque lo estaba besando.
John había besado a muchas mujeres y sabia perfectamente que tipo de mujer era en la cama una vez posaba los labios sobre los de ella. El detective deducía docenas de cosas con solo una mirada. Pues John hacia lo mismo pero con los besos. Y por el beso que Sherlock le dio supo que Irene tenía razón.

Virgen.

Esa palabra se ilumino con fuerza en su mente. Tanta que le hizo gemir dentro de un beso que no le debería de haber excitado.

Así que ahora se encontraba en el taxi, de vuelta a casa, con el caso resuelto de forma demasiado rápida y con un Sherlock que le tendía trampas para poder agradecerle cosas. Casi le da un infarto en la escena del crimen, cuando el detective pidió su opinión, como hacia siempre y, una vez dada le robo un rápido beso que, curiosamente, no vio nadie.

Debería de estar enfadado. Eso de que un tipo de casi 1,85 cm, le robara besos en plena calle donde lo conocía todo el mundo debería de molestarle. Pero no era así. Sabia que Sherlock nunca había sentido atracción por nadie -tal vez Irene- y el simple echo de que se rebajara, porque sin duda para alguien como él eso de intercambiar fluidos era rebajarse, en un sitio lleno de conocidos para besarle era...Era....Rejuvenecedor.

John quiso golpearse por sonar como una cría de quince años pero mas le molesto el darse cuenta de que era completamente cierto.

-Estaba pensando en que hacer de cena.- Respondió mecánicamente para distraer al detective de su persona. Tal vez si le decía que iba a hacer algo aburrido lo dejaría en paz.

-¿Vas a cocinar?- pregunto bajándose del taxi y esperándolo mientras pagaba al taxista.

-Sip, se hacerlo, ¿Sabes?

-¿De verdad?- John sabía lo que estaba haciendo. Le estaba picando. No sabia porque pero sabia que lo hacia. Picarle para que cayera en una trampa que aun no podía discernir. Como lo odiaba cuando lo hacia pero se odiaba a si mismo aun mas por caer como un tonto.

-Si, hago unos filetes empanados que están para matarse.- se pavoneo quitándose el abrigo y subiendo las escaleras, seguido en todo momento por un Sherlock que no le quitaba el ojo de encima. -¿Los has probado alguna vez?-pregunto mas para darle conversación que por otra cosa.

-Nop, pero algo me dice que lo haré en breve.- Respondió de forma aburrida mientras se dirigía hacia su violín.

John respiro aliviado. Había cumplido su objetivo: Ser tan monótono y simple que Sherlock le ignoraría por completo.

Se metió en la cocina con el firme pensamiento de sumergirse por completo en la cocina y olvidar cualquier cosa que estuviera relacionado con el detective, algo harto imposible ya que en ese momento un solo de violín surco el apartamento envolviendo todo lo que había a su alrededor. John se dejo acunar por la música, lenta al principio, a la par que empezaba a sacar cacharros y preparar todo. Poco a poco el ritmo fue subiendo, igual que sus gestos, llegando a un ritmo rápido y casi divertido que le dibujo una sonrisa de lo mas tonta al darse cuenta de lo que Sherlock estaba haciendo.

Le estaba marcando el ritmo.

Haciendo que siguiera el compás de la música y se moviera mas rápido o mas lento.

Los vellos de la nuca se le pusieron de punta al imaginarse al detective marcando el mismo ritmo pero en la cama; pidiéndole mas mientras se agarraba a su cuello o metiéndole prisa mientras se ponía un condón porque: Me aburro, John.

Casi tiene que meter la cabeza debajo del fregadero para evitar tener una aneurisma. Sin duda Sherlock seria de esos, de los que meten prisa porque “lo quiero ahora, John” “Dámelo” “Por Favor”

-La comida esta lista.- Grito en un vano intento de evitar pensar en Sherlock y el sexo, cosa que resulto imposible porque el susodicho entro en la habitación con esa camisa morada que le quedaba como un guante y tres de los primeros botones completamente desabrochados, dejando ver la pálida piel del cuello y parte de la clavícula.

-Jesús.

-¿Que has dicho?

Casi le da algo al darse cuenta de que había hablado en alto.

-Nada.

Para su sorpresa, Sherlock lo dejo pasar. Comieron hablando de trivialidades. Si a algo trivial se le puede llamar hablar sobre asesinatos, desmembramientos y que el detective pensaba que la antigua URSS volvería a alzarse contra los americanos. Ese tema fue bastante divertido, según su compañero de piso, los soviéticos estaban tramando un plan de lo mas variopinto para que su economía se alzara y de paso llevarse por delante la del otro continente. Recogió los platos riendo a carcajadas mientras el moreno le perseguía ofendiéndose por que no veía el patrón.

-No es que no lo vea, Sherlock. - informo guardando una botella de agua en el frigorífico- Es solo que no creo que, con la que esta cayendo, los rusos....- Las palabras se le atoraron cuando, al girarse, vio a su amigo parado delante suya, sirviendo de muro entre el y el frigorífico; impidiéndole el paso. -¿Sherlock?

Un corto silencio se apodero de la estancia, uno en donde Watson pudo sentir la respiración del moreno mezclarse con la suya. Trago, o mas bien mastico, un jadeo cuando su compañero dio un minúsculo paso hacia delante, obligandolo a pegar la espalda contra la fría superficie de la nevera y a alzar la cabeza. Cristo, ese hombre era demasiado alto. Y tenia unos ojos demasiado claros y unos labios demasiado gruesos y…¡¡¡OH DIOS MIO¡¡¡ Se estaba empalmando. Mierda, mierda mierda.

Intento cerrar los ojos y concentrarse en calmarse, no quería que Sherlock lo notara, vete a saber como reaccionaba, pero el muy …Sociopata no se apiado de él ya que se acerco otro centímetro mas, invadiendo descaradamente su espacio personal y con esa voz ronca y asquerosamente sexy que tenia susurro una sola palabra:

-John…

Todos los vellos del cuerpo se le pusieron de punta. Una sensación de calor le recorrió desde el vientre bajo hasta el pecho. Abrió la boca para tragar aire, o para hablar o….No lo sabia, pero el caso es que la abrió, con tan mala suerte de que en ese momento Sherlock se agacho y cerro la boca sobre la suya.

Tal y como había dicho antes John había besado a docenas de mujeres y ninguna, pero ninguna, consiguió lo que el detective con un solo beso. Fue notar la boca de Sherlock sobre la suya, húmeda y un poco abierta, y sentir como la carne se le ponía de gallina. Un jadeo se le escapo al notar los labios masculinos sobre los suyos, debería de estar apartándolo e insultándolo, pero en vez de eso cerro las manos sobre esa preciosa camisa morada y tiro de él hacia abajo mientras se impulsaba a si mismo hacia arriba, sorprendiendo tanto a Holmes que perdió el equilibrio de tal forma que termino con la espalda en la nevera en vez del medico. Ese cambio fue de lo mas agradable para el rubio que, maldiciendo la estatura de su compañero, se vio obligado a casi estar de puntillas para devolver el beso, así que, sin siquiera pensarlo, alzo las manos, enterró los dedos en ese rizado cabello negro y tiro hacia abajo dejando que todo lo que llevaba sintiendo saliera a flote.

Un gemido de sorpresa se escapo de la boca del detective al notar como una lengua que no era la suya se coló dentro de su boca, no sabia muy bien como actuar así que utilizo su propia lengua para expulsarla y, no supo si fue un error o no, pero lo que si supo es que le gusto, ya que cuando ambas lenguas se tocaron, una descarga eléctrica le recorrió el cuerpo de tal modo que casi lo dejo en el sitio. Notaba los dedos de John sobre su pelo, enroscándose y tirando hacia abajo, dominando el beso de tal forma que Sherlock solo pudo seguirlo y fue…Un cambio agradable. O mas bien, excitante. Notar a Watson tan decidido en un terreno en el que él era un profano.
John subió la intensidad del beso, moviendo los labios sobre los suyos con fuerza y hundiendo la lengua en su boca mientras se frotaba contra él como un animal. Eso debería de haberle producido asco, repulsión y puede que ganas de vomitar, pero el ver al pequeño doctor en ese nivel de excitación…Por él…Fue tan intoxicante que se sorprendió a si mismo cerrando las manos contra la cintura del medico y pegándolo contra su cuerpo con fuerza mientras intentaba imitar todos y cada uno de los movimientos de esa boca que lo estaba volviendo loco y que gruño dentro del beso. Fue un gruñido tosco, animal, primigenio que se cerro sobre el hipotálamo de Sherlock con tanta fuerza que tuvo que borrar varios archivos de su disco duro para poder almacenar semejante información. Le dio exactamente igual, ese gruñido iba a tener un puesto de honor en su cerebro durante el tiempo que estuviera vivo.
Las manos de Watson abandonaron su cabello para deslizarse por sus hombros consiguiendo que el detective se olvidara de todo y se centrara solo en dos cosas: la increíble boca de Watson y como sus manos le recorrían el cuerpo. Primero la espalda, luego su cintura…¡¡Estaba en la gloria¡¡ Todo iba bien hasta que cerro las manos con posesión sobre su trasero y lo apretó contra él, haciéndole sentir ambas erecciones a través de la tela de los pantalones, consiguiendo que el increíble y deductivo cerebro de Holmes se cortocircuitara de tal forma que hasta le obligo a cortar el beso de raíz con un pequeño jadeo.

-Sherlock.- La frente de Watson contra la suya, la nariz aplastándose contra la de él, su aliento entrelazándose con el suyo. Sentía la boca, y alrededores, escaldados por culpa de la rasposa barba de tres días del medico, la excitación y desesperación de ser tocado por primera vez, lo sentía todo, incluso…Sin percatarse de lo que hacia, bajo la vista hacia donde sus cuerpos se unían de forma tan intima y pudo ver -y sentir- algo que ya sabia.

Tenia una erección.

-¿Sherlock?- El tono de voz, bañado en preocupación, le hizo saber que no debería de haber reaccionado así.- ¿Estas bien?

¿Bien?...Bien era una palabra que se le quedaba muy corta.

Sin apartar la vista, sonrió dubitativo y asintió con la cabeza.

-¿Seguro?...¿He hecho algo mal?- John como siempre tan dulce.

-No…- la voz le salio tan ronca que tuvo que carraspear para hacerse oír. -No, Watson, todo esta bien…Es solo que…

-¿Qué?..- Las manos del medico abandonaron su trasero y se deslizaron hasta la cara del detective que tuvo ganas de suplicarle que volviera a ponerlas en el mismo sitio de antes pero guardo silencio. Una pena que no estuviera acostumbrado a lidiar con unos sentimientos tan fuertes.-¿Te he asustado?-Pregunto acariciándole la mejilla izquierda con una mano mientras que con la otra le apartaba los rizados mechones del rostro.

Ohhh…Y…¿Cómo no iba a sentir nada por semejante hombre que creía que él, Sherlock Holmes, sociopata, detective, arisco y borde, podía haberse asustado por algo que podría haber dicho o echo?

-No…Bueno..Si..- Hasta a él mismo le sorprendió su respuesta.- Es solo que yo nunca…..

Silencio. Dios…¿Cómo iba a decírselo?

-¿Tu, nunca?

-Yo, nunca….He…Tenido….Una…..

-¿Una?

Sherlock no sabia como explicarse, así que opto por actuar, al fin y al cabo los sentimentalismos nunca se le habían dado bien. Llenando sus pulmones de aire cerro ambas manos sobre el trasero de John y no se sorprendió encontrarlo duro y bien formado, no en vano había sido militar y estaba en forma, disfruto de la sensación de cómo los músculos se tensaban bajos sus dedos y, sin pensar mucho apretó el pequeño cuerpo contra el suyo, haciéndole notar la dura erección que le había provocado.

-Yo, nunca….He estado así.- Susurro frotando inconscientemente las caderas contra el doctor que jadeo al sentirlo tan duro.

-¿Nunca?. Eso es imposible.

-Para mi, esto…- susurro apretando ambas caderas.- Es algo que reduce mi intelecto y que hace la gente normal e idiota. A parte de que nunca me ha llamado la atención nadie como para reaccionar de este modo.

-¿Nadie?.- Los ojos de John se abrieron como platos al oír eso.- Pero…¿Nadie, nadie?.

Awwww….Ese era el Watson que le gustaba, el que señalaba todo lo obvio no una, sino dos veces. ¿Cómo era posible que no le irritara?

-Nadie, John….No al menos hasta que apareciste en mi vida

Sherlock pudo ver como esas palabras caían sobre el medico como una losa, sabia lo que eso significaba para alguien como él. Puede que para Sherlock, el simple echo de tener relaciones fuera algo químico entre dos cuerpos que necesitan, o bien procrear, o bien descargar tensiones. Pero para Watson era algo mas intimo, no solo intercambiar fluidos sino desnudar sentimientos y todo esas cosas que alguien con su intelecto no podía ver, al menos no por el momento. Aunque con John cerca…Todo era posible.

-Tranquilo, John. Iremos despacio. - Susurro dejando al militar completamente alucinado, cosa que le divirtió tanto que casi no quiso coger el teléfono cuando Lestrade (de nuevo) requirió sus servicios.

sherlock/john, nrm-18, el mejor detective consultor del mundo

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