[merlin] un buen amigo (uther/vivian)
Fandom: merlin
Título: un buen amigo (siempre se preocupa por la chica de su mejor amigo)
Personajes: uther/vivian (vivian/gorlois)
Advertencias: (cheating?). pg13.
Palabras: 1118
Resumen: basado en esta imagen. uther intenta animar a vivian mientras gorlois no está. modern!au.
Notas: para el mes del gueststar en lamarcadenimueh
Cuando el timbre de su puerta suena, está de pijamas enroscada en el sofá, mirando love actually y lameteando una cuchara de helado. Al principio, piensa en no responder, es noche ya y ella está sola, pero quien sea que esté del otro de la puerta, no tiene intenciones de irse e insiste, una, dos, tres veces. Gritando un 'estoy estoy' al aire, acomodándose suavemente el pijama, se dirige hacia la puerta más con vagancia que preocupación. Cuando finalmente llega y es capaz de increpar la identidad de la molesta criatura en el exterior de su apartamento, la respuesta no puede más que sorprenderla.
- ¿Qué haces aquí? -pregunta aún antes de poder verlo. Uther sonríe, su mirada solemne y arrepentida clavada en ella.
- Siento si te molesto, Vivian. -Está claro que no lo siente en absoluto, pero tampoco es cierto que a ella le moleste precisamente. Es Uther, después de todo, inevitablemente, con Gorlois o sin él, siempre es bienvenido a su casa.
- No lo haces, -admite con recelo (que podría decirle de todas formas, el sonido de la televisión de fondo es respuesta suficiente). - Pasa.
- Tenía otros planes en realidad. -Aquello no le impide colocar ambos pies del otro lado de la entrada, y dejar su chaqueta sobre el respaldo del sillón.
- ¿Y me incluyen a mi de qué forma? -Apaga el televisor, recoge la caja de helado, y no puede evitar mirar su ropa, cayendo nuevamente en el hecho de que, viste para dormir.
- Tienes que salir, Vivian.
Uther ya no sonríe, no del todo, aunque sus labios aún aparentan curvarse, sus ojos están serios, casi reflejos de preocupación. Le quita las cosas de las manos, y las apoya nuevamente contra la mesa.
- Gorlois está preocupado--
- ¿Has hablado con Gorlois? -Uther la ignora, pero ella no puede dejar que una ligera molestia se apodere de ella. Hace tres días que no sabe nada de Gorlois y su estúpido viaje de negocios. (Trata de no pensar en el hecho de que puede, que Uther haya tenido mucho que ver con ello, pero es él el que está delante de ella y no su futuro esposo).
- Yo estoy preocupado. -continua Uther, sin hacer caso a si ella le escucha o no. - Llevas una semana sin salir, sin llamar, en la oficina han dicho que te has reportado enferma, pero, no me lo pareces a mi.
- Si vienes a reportarme, adelante.
Uther tiene esa expresión en su rostro, esa mezcla de 'no sabes lo que estás diciendo' y 'cómo se te ocurre', pero ella sale de su campo de visión más rápido que un rayo.
- Iré a vestirme, -cede una vez que llega a la cocina. - Siéntete como en tu casa, -agrega, y piensa para adentro: como si ya no lo fuera.
***
El bar es pequeño y oscuro. Está lleno, pero se puede caminar con normalidad. Se asemeja más a una fiesta privada que a un bar de una esquina cualquiera. Pero allí está, y allí están ellos. Uther la ha invitado a bailar, por enésima vez en la noche (y ella ha aceptado ante su ultima excusa: 'no quieres que haga papelones el día de tu boda'. No que Uther sea capaz de hacer papelón de ninguna forma o alguien -que no sea Gorlois- se atreva a remarcalo, pero su pequeño momento de inocencia llega a ella).
Se acerca a ella, y torpemente comienza a guiarla por la pista de baile, a una música imaginaría, cuyo ritmo poco se parece al que suena por los parlantes. Bromea contra su oreja, y poco a poco se deja llevar por la noche, por el alcohol y la fiesta, y olvida, por momentos, entre risas, lo sola que está. Porque cuando está con Uther, olvidar que Gorlois se ha marchado y no se sabe cuando volverá, es, sin duda alguna, lo más normal.
La noche corre más rápido que ellos, trago va, trago viene, canción que suena y aquella que se inventan, y Vivian se va perdiendo poco a poco, sonriendo por primera vez en semanas y olvidando que, después de todo, es por culpa del propio Uther que Gorlois no está. (Para bailar con ella, para hacerla reír, para rozar sus labios con sus ásperas manos, ni acercar sus rostros hasta poder respirar del aliento del otro).
Es inevitable cuando sus bocas se encuentran, saben a alcohol, a frutas, a desesperación y olvido. Saben a culpa, pero no pueden definirlo. A veces, cuando está sola -casi siempre-, Vivian se imagina que Gorlois vuelve a casa, y la toma por la cintura, hasta marcar las huellas de sus dedos contra su piel, y promete contra sus labios no volver a dejarla. Es Uther quien se aferra a ella como si fuera la única cosa del mundo, su mano derecha en la curva de su espalda, y con la otra, acariciando mechones de su cabello, murmurando palabras incomprensibles (cargadas de 'lo siento' que ninguno escucha).
El bar es pequeño y oscuro, y de repente, parece estar demasiado lleno. Vivian puede sentir un codo por arriba de la mano de su acompañando empujando sus costillas, y el empujón de alguien contra Uther acercándolos aún más de lo físicamente posible. Le falta el aire. Está encerrada entre dos brazos y demasiadas personas y quiere gritar, pero Uther vuelve a posar su frente sobre la de ella, y sus respiraciones se acompasan. Sabe a Gorlois, piensa, pero se desvanece tan rápido como viene, enredado entre sus lenguas.
***
Cuando suena el timbre, está sentada en su cama, enredada en un manto de sábanas y mantas. No llora, pero supone debería haberlo hecho. Quisiera no atender, más por miedo que por pereza, pero el visitante se aferra al timbre como si la vida se le fuera en ello y no tiene más remedio que levantarse. Lleva puesta solamente una camisa de Gorlois, con olor a limpio, que poco le recuerda a él, y más a lo que no es, pero no le importa, y con sus piernas más al aire que protegida, camina sin cuidado hasta la puerta.
Allí está él, luciendo igual que la última vez que lo vio, cuando partió por negocios a otra ciudad, con una camisa tan igual a la que ella lleva puesta que le duele adentro.
- Me olvidé las llaves, ¿puedes creerlo? -le sonríe con inocencia, y luego la levanta del suelo, clavando sus manos contra su espalda, allí donde el recuerdo aún duele. Cuando intenta besarla, ella esconde su rostro en su cuello y llora. - ¿Qué pasa, amor? -pregunta con cuidado, acariciando sus cabellos.
- Te extrañé, -admite, y se deja besar.
Título: un buen amigo (siempre se preocupa por la chica de su mejor amigo)
Personajes: uther/vivian (vivian/gorlois)
Advertencias: (cheating?). pg13.
Palabras: 1118
Resumen: basado en esta imagen. uther intenta animar a vivian mientras gorlois no está. modern!au.
Notas: para el mes del gueststar en lamarcadenimueh
Cuando el timbre de su puerta suena, está de pijamas enroscada en el sofá, mirando love actually y lameteando una cuchara de helado. Al principio, piensa en no responder, es noche ya y ella está sola, pero quien sea que esté del otro de la puerta, no tiene intenciones de irse e insiste, una, dos, tres veces. Gritando un 'estoy estoy' al aire, acomodándose suavemente el pijama, se dirige hacia la puerta más con vagancia que preocupación. Cuando finalmente llega y es capaz de increpar la identidad de la molesta criatura en el exterior de su apartamento, la respuesta no puede más que sorprenderla.
- ¿Qué haces aquí? -pregunta aún antes de poder verlo. Uther sonríe, su mirada solemne y arrepentida clavada en ella.
- Siento si te molesto, Vivian. -Está claro que no lo siente en absoluto, pero tampoco es cierto que a ella le moleste precisamente. Es Uther, después de todo, inevitablemente, con Gorlois o sin él, siempre es bienvenido a su casa.
- No lo haces, -admite con recelo (que podría decirle de todas formas, el sonido de la televisión de fondo es respuesta suficiente). - Pasa.
- Tenía otros planes en realidad. -Aquello no le impide colocar ambos pies del otro lado de la entrada, y dejar su chaqueta sobre el respaldo del sillón.
- ¿Y me incluyen a mi de qué forma? -Apaga el televisor, recoge la caja de helado, y no puede evitar mirar su ropa, cayendo nuevamente en el hecho de que, viste para dormir.
- Tienes que salir, Vivian.
Uther ya no sonríe, no del todo, aunque sus labios aún aparentan curvarse, sus ojos están serios, casi reflejos de preocupación. Le quita las cosas de las manos, y las apoya nuevamente contra la mesa.
- Gorlois está preocupado--
- ¿Has hablado con Gorlois? -Uther la ignora, pero ella no puede dejar que una ligera molestia se apodere de ella. Hace tres días que no sabe nada de Gorlois y su estúpido viaje de negocios. (Trata de no pensar en el hecho de que puede, que Uther haya tenido mucho que ver con ello, pero es él el que está delante de ella y no su futuro esposo).
- Yo estoy preocupado. -continua Uther, sin hacer caso a si ella le escucha o no. - Llevas una semana sin salir, sin llamar, en la oficina han dicho que te has reportado enferma, pero, no me lo pareces a mi.
- Si vienes a reportarme, adelante.
Uther tiene esa expresión en su rostro, esa mezcla de 'no sabes lo que estás diciendo' y 'cómo se te ocurre', pero ella sale de su campo de visión más rápido que un rayo.
- Iré a vestirme, -cede una vez que llega a la cocina. - Siéntete como en tu casa, -agrega, y piensa para adentro: como si ya no lo fuera.
***
El bar es pequeño y oscuro. Está lleno, pero se puede caminar con normalidad. Se asemeja más a una fiesta privada que a un bar de una esquina cualquiera. Pero allí está, y allí están ellos. Uther la ha invitado a bailar, por enésima vez en la noche (y ella ha aceptado ante su ultima excusa: 'no quieres que haga papelones el día de tu boda'. No que Uther sea capaz de hacer papelón de ninguna forma o alguien -que no sea Gorlois- se atreva a remarcalo, pero su pequeño momento de inocencia llega a ella).
Se acerca a ella, y torpemente comienza a guiarla por la pista de baile, a una música imaginaría, cuyo ritmo poco se parece al que suena por los parlantes. Bromea contra su oreja, y poco a poco se deja llevar por la noche, por el alcohol y la fiesta, y olvida, por momentos, entre risas, lo sola que está. Porque cuando está con Uther, olvidar que Gorlois se ha marchado y no se sabe cuando volverá, es, sin duda alguna, lo más normal.
La noche corre más rápido que ellos, trago va, trago viene, canción que suena y aquella que se inventan, y Vivian se va perdiendo poco a poco, sonriendo por primera vez en semanas y olvidando que, después de todo, es por culpa del propio Uther que Gorlois no está. (Para bailar con ella, para hacerla reír, para rozar sus labios con sus ásperas manos, ni acercar sus rostros hasta poder respirar del aliento del otro).
Es inevitable cuando sus bocas se encuentran, saben a alcohol, a frutas, a desesperación y olvido. Saben a culpa, pero no pueden definirlo. A veces, cuando está sola -casi siempre-, Vivian se imagina que Gorlois vuelve a casa, y la toma por la cintura, hasta marcar las huellas de sus dedos contra su piel, y promete contra sus labios no volver a dejarla. Es Uther quien se aferra a ella como si fuera la única cosa del mundo, su mano derecha en la curva de su espalda, y con la otra, acariciando mechones de su cabello, murmurando palabras incomprensibles (cargadas de 'lo siento' que ninguno escucha).
El bar es pequeño y oscuro, y de repente, parece estar demasiado lleno. Vivian puede sentir un codo por arriba de la mano de su acompañando empujando sus costillas, y el empujón de alguien contra Uther acercándolos aún más de lo físicamente posible. Le falta el aire. Está encerrada entre dos brazos y demasiadas personas y quiere gritar, pero Uther vuelve a posar su frente sobre la de ella, y sus respiraciones se acompasan. Sabe a Gorlois, piensa, pero se desvanece tan rápido como viene, enredado entre sus lenguas.
***
Cuando suena el timbre, está sentada en su cama, enredada en un manto de sábanas y mantas. No llora, pero supone debería haberlo hecho. Quisiera no atender, más por miedo que por pereza, pero el visitante se aferra al timbre como si la vida se le fuera en ello y no tiene más remedio que levantarse. Lleva puesta solamente una camisa de Gorlois, con olor a limpio, que poco le recuerda a él, y más a lo que no es, pero no le importa, y con sus piernas más al aire que protegida, camina sin cuidado hasta la puerta.
Allí está él, luciendo igual que la última vez que lo vio, cuando partió por negocios a otra ciudad, con una camisa tan igual a la que ella lleva puesta que le duele adentro.
- Me olvidé las llaves, ¿puedes creerlo? -le sonríe con inocencia, y luego la levanta del suelo, clavando sus manos contra su espalda, allí donde el recuerdo aún duele. Cuando intenta besarla, ella esconde su rostro en su cuello y llora. - ¿Qué pasa, amor? -pregunta con cuidado, acariciando sus cabellos.
- Te extrañé, -admite, y se deja besar.