[dexter] gabriel/debra/lundy + Pimping

Apr 16, 2009 15:21

I fail big. I'm sorry, I know it's the only thing I keep saying. I will get my hands on graphics soon, if university and other stuff actually let me. muse is being mean because it wants me to write too. so sorry!.

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Ha. El que quiera pearme porque aún no traigo gráficos está en todo su derecho. Pero OMG debo de dejar de escribir fandoms nuevos. Really really. Es como una enfermedad. Pero antes, realmente dudo mucho que alguien no haya visto sobre enespanish. Pero por las dudas, y aprovechando post. Lo agrego, si?



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enespanish nace para poner en funcionamiento la futura guía de comunidades del elejota. ¿No te ha pasado de quere fangirlear un fandom y no saber con quien? ¿De buscar una comu por mil años y solo encontrarla mucho después que la necesitas? Ven y ayudanos a crear una fuente de recursos completa y única en español. Del fandom, para el fandom ♥.

Ahora, lo importante. FIC! Adivinen de qué? no vale mirar el título XD DEXTER. Estoy demente, don't worry. Estoy pensando en participar del quinesob aunque sé que no lo terminaré, así que esto contaría. Creo yo XD. QUe conste que lo último que he visto de Dexter es el 2x06 (donde comienza el ficlet) so, si alguien me spoilea algo lo mataré cruelmente.

Fandom: Dexter
Título: Impulso.
Palabras: 886.
Advertencias: PG13/15?
Personajes: Debra Morgan/Frank Lundy + Debra/Gabriel
Resumen: Ubicado al final del 2x06 Debra abraza a Lundy cuando sabe que sigue en su forma siendo "la favorita" y no Dexter. Las relaciones de Debra con Gabriel y Frank durante y luego de este suceso.
Notas: Nunca he tenido ship de Dexter. Like, nunca hasta ahora. Me gusta el show en si, pero nunca pensé de escribir ni nada, hasta ayer. Amé esa escena y los daddy!issues de Debra (porque Dexter no es el único que los tiene) y me terminó de copar la pareja. So, tenía que escribir esto.


El impulso hace mellas en la razón; le rodea con los brazos antes de registrarlo con la mente. Hunde su rostro en el hueco de su cuello y absorbe, como esponja en medio del mar, el tenue aroma a café y colonia. Sabe a casa segura, al rincón de la estufa del abuelo, huele a confort y añoranza. No puede asegurarlo, pues no se parece a nada que ella haya nunca conocido, envuelta entre la pólvora y el olvido. La razón rompe con el momento, separa sus brazos y se aleja, nada borra la sonrisa que va de oreja a oreja.

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Su cabello lo cubre todo, se pega sobre su frente y cae, cegándola. El calor es casi insoportable, pero no presta real atención. Está allí y está muy lejos. Besa los labios que se esconden tras la mata de cabellas, entra, excava, busca, sin saber muy bien qué. Hojas y libros viejos en sus sentidos, sudor por su espalda. Entonces, llega lejos, allí donde todo alcanza y los colores son simple motivos que se repiten por la eternidad hasta que la oscuridad les arrebata el alma. Se deja caer sobre él, sonriente, sintiendo los pequeños besos sobre su frente.

“Gabriel,” quiere decir. Pero solo se escucha el silencio, el latido errático de su corazón disparado y las respiraciones conjuntas que pierden su paso.

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- Buenos días, -el saludo es cortés y, como siempre, acompañado de una pequeña afirmación del rostro. La sonrisa es amigable y carismática, tan lejana a aquella primera impresión de hombre superior que ha llegado para hacer estragos.
- Buenos días, -responde. Y vaya si serán buenos.

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- Cuéntame sobre la Princesa de Hielo. -No lo pide con afán de conversación, siquiera por extrema curiosidad. Poco puede darle el contenido del cuento, historia infantil, a alguien como ella. Encadenada por las atrocidades de sus últimos meses, de esa vida que aún no es vida. Sus razones son más profundas, casi ocultas por su propia inocencia. Quiere escuchar una historia donde no haya fuego ni violencia.

Gabriel corre un mechón de su cabello, y le besa. Las palabras, los susurros se transforman en caricias. Los besos en pasos ardientes. Antes de que sea consciente, crea una historia que de princesas no habla, aunque quizás tampoco lo haga de violencia.

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- ¿Leía a sus hijos? -pregunta. Es curiosidad innata, es la necesidad de saberlo. Es la conversación necesaria para callar el silencio de sus pensamientos.
- Lo hacía. -Caminan por el muelle. Las tablas se arquean a su paso, como si el peso de su misión les oprimiera la resistencia que las mantiene alerta. - Luego crecieron. Alguna vez lo seguí haciendo.

Conciente de las diferencias, de los paralelos y las contradicciones que recuerdan a Harry, entrelaza sus brazos mientras caminan. Lundy no parece sorprendido ni molesto.

- ¿Le gustaban a usted los cuentos, Morgan? -La pregunta se entremezcla en un sinfín de sensaciones, besos en la cama, pólvora en sus bolsillos, nylon en su boca. Se detiene en seco, sudor en sus entrañas, miedo en su mirada. Lundy le observa con calma. - No hay tiempo demasiado tarde para enriquecer el alma.

Es la sonrisa la que la trae de vuelta, esa que le habla de escondidillas a la hora del recreo, de sueños perdidos y de vida libre sin pesadillas.

- Alguna vez, deberá contarme uno. -Devuelve el gesto, aunque sabe que la alegría no llega a sus ojos.
- No hay mejor cuento que el que uno mismo narra.

El resto del día se desarrolla en formalismos, el caso predominante sobre todos los criterios. Los brazos a veces juntos, a veces lejos.

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Las voces corren. Menos se sabe del Defensor Oscuro, pero más se sabe de ellos. A veces siente los ojos sobre ella, quiere mirarlos, preguntarles que observan. Pero esto es muy lejos a lo que ella realmente piensa. Las fantasías abren puertas, cierran caminos, tiran ventanas, palabras que van y vienen. Nada a la realidad se acerca.

Le pasa el café mientras examinan nuevamente los videos. El roce se le antoja intoxicante, el recuerdo de sus brazos protectores y su sonrisa cómplice produce que se sonroje. Como niña chica, como infante perdido. Se siente pequeña y perdida, pero a la vez, cree haber regresado a casa.

- ¿Me está escuchando, Morgan?
- Por supuesto, señor, por supuesto.

Borra imágenes como goma sobre el papel. Borra ideas sobre el cerebro que las plantea por primera vez. Piensa en el caso, y en las manos que señalan el camino del muelle esta vez.

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- ¿Dónde estás, Debra?

Baja la mirada y detiene el ejercicio. Gabriel le observa divertido, contrariado, un poco preocupado.

- No muy lejos. -Sonríe picadamente, y se acerca. Sudor y esfuerzo en cada uno de sus poros, brillo finalmente en su mirada. Se acerca a su oreja, donde planta pequeños besos. -Pensado en el destino final de esta noche, -susurra.

No se olvidará de no prenunciar su nombre.

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El impulso se le antoja sabroso, agridulce a sus manos. Es la fantasía concretada en nada. Susurra “Buenos días,” en su oído, y ante los ojos que les observan entre disgustados y confundidos, llenos de prejuicios que no son necesarios, la carcajada le suena dulce melodía para el alma.

- Buenos días, Debra. -Asiente con la cabeza, toma su café y entre los dos, la jornada finalmente empieza.

character: debra morgan, !español, !pimping, character: frank lundy, comm: enespanish, tv: dexter, length: ficlet

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