(no subject)

Sep 29, 2012 01:12

Cuando prescindimos de la categoría-Tiempo nos encontramos de lleno en el limbo de las cosas que siempre suceden, el ojo del huracán a Oz, el aleph de Borges, el libro-Odisea cerrado en la estantería o la estantería misma. Los verbos se estabilizan y hay un porche y la tormenta más fuerte que has oído nunca, o hay lluvia y refugio en un café, o hay noches que terminan en noches y días que no amanecen, y la ruta de la seda está en la esquina de una plaza de una ciudad que es todas las demás ciudades, ciudad-monstruo, ciudad-Utopía, ciudad-ciudad, etc. Lo curioso es que ocurre exactamente lo  mismo cuando prescindimos de la categoría-Espacio. Lo aterrador quizás sea verse de pronto -y contando de nuevo con la categoría-Tiempo- también en ese limbo de las cosas que siempre suceden y descubrir que no pasa nada, que lo que se suceden son los abismos, como si caer no terminara nunca pero siempre, tras una primera caída, tras un primer abismo, hubiese un segundo y el siguiente después y el siguiente y el otro. 
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