Sep 11, 2012 13:38
Hay una ciudad del ruido que habita más o menos fuera de una ventana. Los silencios -estudiados en la noble disciplina grácilmente situada entre el estudio musical y el filológico-, en cambio, habitan lugares muy diversos: yo, por ejemplo, tengo cuatro instalados en esquinas diversas de mi cuerpo -un hombro, la boca del estómago, la marca que se queda cuando entrecierro los ojos y un lugar indefinido cercano a mi pulmón izquierdo-, otros tantos se han quedado en una almohada que no es la mía, en las arrugas de las sábanas y las tazas de café que no me pertenecen. Son silencios de diversas clases: unos afables y otros más oscuros y peligrosos, todos ellos mutan, se transforman y cambian sus espacios: los silencios no son nada dados a comodidades y rutinas. Y aclaro que aunque habiten las rutinas, no son por sí mismos rutinarios.
Quiero decir, que de un tiempo a esta parte habito espacios temporales distintos y eso es muy confuso.