Avant la letre

Oct 11, 2011 20:53

Hay ciudades por el mundo que me atraen de una forma similar a la que atrae el sexo, si es que es el sexo lo que atrae. Son pocas pero juntas van formando la ciudad que ha ido creciendo con los años en mi cabeza: he recortado los edificios, los cafés, las calles y los parques  y he compuesto una amalgama de cosas que a veces nada tienen que ver las unas con las otras y componen una figura que no siempre es fácil mirar sino que a veces hay que tantear con los dedos. Le digo al tiempo que me deje prolongar la ciudad con cosas que nunca vi ni existieron, muy al estilo de la biblioteca de Borges o la tan visitada tierra de lo que nunca sucedió, y el tiempo cede algunos días a mis deseos, cede un peón a sabiendas de que al final ganará el juego. Yo disfruto del juego y olvido que desconozco las reglas y que de antemano estaba perdido. Me enamoro de ciudades que aún no he conocido y de otras tantas que conocí o tengo por conocer. Y aún más, confesaré que una de esas ciudades nunca fue París, pues París era la ciudad de los mindundis, era la ciudad fácil de desear y nunca lo fácil fue de mi interés. Yo ya conocía París a la forma en que ciertas personas conocen las ciudades, como quien reescribe una guía de viajes, de un monumento a otro y tiro porque me toca, ciudad de la luz, île de la cité, la bohème, la bohème. Y yo decía no, tiene que haber algo más, París no me sirve, París está trillada, París quedó atrás en la época dorada del siglo XX, avant la garde, avant la letre. Tiene que haber algo más. Pero les contaré que perdoné a París leyendo a Cortázar, casi perdoné a París por Montevideo o Buenos Aires o por el DF, perdoné a París y  empecé a quererlo y le dije: está bien, te daré una oportunidad, pero no me hagas la de la guía trotamundos, la de los monumentos y los mapas en los que he de encontrarme, mejor perderse y dejar que otra ciudad me devore. Y le dije: está bien, París, también por ellas que tienen nombres bonitos y me esperan allí y no les vale la distancia sino esta forma de decir cerca sin decir nada o decir Mathilde o decir Agathe, Alicia, Lea. Y quién sabe, París. 
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