(ÉL) Buscaba en la mesilla aquello que sabía que no encontraría,
miraba todas las tardes al despertar bajo la cama,
sin tampoco hayarlo
como la mosca que choca una vez tras otra contra la ventana.
Donde empezó su viaje?
Cuando su alma abandonó el cuerpo que la asfixiaba perdiéndole el rastro?
Cuando su mente decidió seguir su fondo y perder su forma?
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(ELLA) Al principio no sabía que había encontrado,
solo sintió alegría por haber descubierto algo nuevo.
Ella le dio fondo y forma, se sintió feliz.
Quién puede culparla? no conocía a su legítimo dueño,
lo tenía?
Existe dueño para lo que no tiene nombre?
O solo él que lo tuvo y lo perdió,
él que le puso un nombre por el que ya no obtiene respuesta
se atreve a reclamarlo como suyo.
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(ÉL) Caminaba entre la niebla cuando vio un claro
se acercó por inercia más que voluntad.
Su largo viaje le había hecho olvidar quien era y lo que buscaba.
Como el sol inmóbil mientras el mundo gira a su alrededor,
solo el fuego que quema su interior le recuerda que vive
y quien vive busca.
Fue su mente quien le dijo al alma que lo habían encontrado
Pero su alma acostumbrada a su libre albedrío no la escuchó,
entretenida con las cosas que allí había.
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(ELLA) Tardó un rato en percatarse de su presencia, atareada en su vida.
Como no le respondía pensó que no podía entenderla.
Pero él seguía allí, a su lado
aunque pareciera estar en otro mundo.
(ÉL) El alma le dijo a la mente que era a ella a quien buscaban.
Su mente volvió a ser uno con el alma.
Y él le preguntó a ella su nombre,
un susurro y él supo quien era y quien había sido.
Pronunció su nombre y ella supo que era él el legítimo dueño.
De esa forma hayó ella sin quererlo lo que no buscaba
encontrándolo a él.
Así, sin saber él lo que buscaba
encontró a ambos.
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