El alquimista
Por Farid León Celma
A la memoria de Ana Muñoz que creía en Elfos y chatagas tanto como yo
1.- Gordo:
Aquella mujer se había parado justo enfrente de él. Con cara de alguien que cree conocerte pero no está seguro si se trata de ti. Una flecha salió de su boca hiriéndolo profundamente en el corazón.
- Alfredo, ¿Eres tú? ¿Cómo dejaste que te pasara esto?
¿Esto? A qué se refería ella. A su peso por supuesto, había subido de peso en los últimos años pero por primera vez después de estas palabras tan negras, por primera vez se sintió pesado.
Tal vez eso explicaba por qué nadie lo quería, pensaba el para sus adentros. Tal vez por eso no triunfaba en su faceta de músico.
2.- Papillon
Llegó a su departamento, vivía en el número 2 millones quinientos veinti tres, en un edificio que era más grande que el Everest que unos japoneses habían construido. Algunas personas decían que aquel mounstro estaba vivo y que podías escuchar el corazón de aquel rascacielos latir de vez en cuando.
Cuando Alfredo llegó a su departamento, después de 20 minutos de elevador, notó que en el departamento de en frente, el dos millones quinientos veinti 2, había unas cajas de mudanza. Se abrió la puerta y Alfredo casi se desmaya.
¿Papillon?
-¿Alfredo? - ¿Qué haces aquí?
-Bueno pues, aquí vivo.
-No puede ser que aquí vivas
Qué ironía, Alfredo vivía en el departamento 2 millones quinientos veinti tres y aun así se mudaba junto a Él la mujer que había amado toda su niñez.
- Alfredo, me da mucho gusto que vivas junto a mí, saber que mi mejor amigo de la niñez estará junto a mi hace que el corazón me vibre de alegría
Pero el corazón de Alfredo estaba a punto de explotar.
Alfredo había tenido que hacer millones de cosas para olvidar a Papillon y su amor no correspondido.
Alfredo había creado una compañía de sombreros de magia que realmente funcionaban, había viajado al sol en donde peleo con Asmirutisae, el rey de los sueños para poder olvidar en su más profunda conciencia a Papillon, perdiendo la batalla pero logrando volverse amigo del Asmirutisae.
Había logrado que la Reina Adriana volviera de Corea para encontrarse con el rey Raymundo y así lograr que dejase de llover en Europa pues las lágrimas de Raymundo estaban a punto de ahogar a todos en el viejo continente. Incluso había salvado a los aldeanos del planeta Yunuén de una muerte horrible cuando había apostado sus almas en una partida de UNO que la reina estuvo a punto de ganar pero que Alfredo ganó al final con un toma 4 que se había reservado.
Y aun así, a pesar de todo lo que había hecho, el corazón e Alfredo seguía tatuado por Papillon.
-¿Y vas a vivir sola Papillon?
-No, va a vivir conmigo Rochester
-¿Rochester? Tu novio supongo
- No, mi príncipe azul
- No tienes que exagerar
- No exagero, es literalmente un príncipe y un accidente le puso la piel color azul
-¿Alguien dijo mi nombre?
Un hombre azul salió entonces por el departamento 2 millones quinientos veinti 2 y saludó.
-Hola, soy Rochester primero
Alfredo le dio la mano y para su pesar era una de esas personas que no aprietan bien cuando saludan.
-Mi amor, nos tenemos que ir, nos esperan
-Es verdad - Perdonad Alfredo, nos estamos viendo
Alfredo se quedó ahí, solo, estupefacto, no importa lo que en su vida había hecho, en ese momento solo se sentía un gordo sin amor…
3.-Muerto en el sofá
Pasaron los días y llegó el 14 de febrero.
Se imaginaba Alfredo lo que pasaba en frente de el en el otro departamento, Amor, cursilerías que tenía tiempo que él no vivía con nadie. El solo iría al cine y le pegaría en el rostro al primer conocido que le preguntase: “¿Qué haces aquí solo hoy?”.
Pero no se movió, unos brazos salieron de su sofá, en el cual se acostaba cuando se deprimía y los detuvieron.
-Déjame ir Mueble
-Dame una razón por la cual te deje ir - replico el sofá
- Eres solo un mueble
-Yo soy un sofá. Tú eres solo un mueble y los muebles no caminan. ¿Irás acaso a decirle la verdad a Papillon? Pues es eso y solo eso lo que puede sacarte de tu condición.
-¿Qué caso tiene decirle a Papillon que la amo?
- Tal vez te libere
- Tantos años siendo mueble y soportando las nalgas de otros te han hecho daño mueble. No sabes nada de mujeres. Ella no sabrá que hacer con esa información.
- ¿Cómo sabes que ella no se siente igual por ti?
-Por su príncipe azul
- Tal vez él sea azul pero tú eres naranja, y eres la mitad de uno, si eres la mitad de uno y eres naranja y ella es la mitad de uno y es naranja entonces vale poco que él sea un completo azul
- No soy la mitad de uno, soy casi 3, soy un gordo, y él es, es perfecto para ella
- Eso no se mide con el físico sino con el cerebro y ahora veo que tienes poco si piensas así
-Yo no pienso así pero el mundo piensa así, ve todo lo que he hecho por la humanidad y poco ha importado. Mira mueble, solo cumple tu función y sopórtame, no me des consejos.
El mueble volvió a ser inmóvil pero Alfredo quedó también como mueble, se quedó ahí 3 semanas hasta que una barba de 6 metros le creció.
La rasuró, una idea le cruzó la solitaria mente. Sacó dinero de sus ahorros y fue a la tienda de químicos más cercana.
4.- Preguntas que los sabios jamás contestaron
La noche era fría, el tiempo era lento, él no tenía sueño ni un motivo para dormir. Tocaron a su puerta, se trataba de Oscar Vázquez, el cobrador del edificio.
-Señor Alfredo. ¿Todo bien?
- ¿A qué se refiere?
- Vaya, pues tiene usted puestos esos raros anteojos y algunos inquilinos han reportado humo saliendo de su departamento. ¿Trabaja usted en algo químico?
-Más o menos, nada peligroso se lo aseguro
-¿Le llevará mucho tiempo?
- No lo sé, es el trabajo de mi vida.
-Bien, ya no lo molesto más, ¿Alguna otra declaración?
-Bien, me pareció ver un elfo el otro día
-Oh si, lo siento, al parecer se llama Silos, pero es un buen Elfo y no se mete con nadie.
-Bien, eso es todo.
-Buenas noches.
Se cerró la puerta y Alfredo volvió a lo que antes era su sala, ahora se hallaba repleta de artilugios, pizarrones, lámparas, mecheros, y líquidos de colores inimaginables que iban de aquí para allá. Microscopios, aguas hirvientes, plasmas y probetas.
Alfredo tenía hambre así que iría al Burguerdonalds por una pizza o tal vez al Dóminos Hut por una hamburguesa. Entonces volvieron a tocar a su puerta.
Era Papillon
- Hola
-Hola Papillon (te amo, pensó el)
- Hola, eee - ella comenzó a llorar y se fue hacia sus brazos
- ¿Qué pasa? ¿Te asustó el Elfo? Se llama Silos y es inofensivo, no son feos en realidad…
-No es Rochester, creo - pausó un momento - creo que me engaña con una valquiria.
- Wow, ¿cómo lo sabes?
- No lo sé, solo lo presiento pero muy fuertemente, se la ha pasado diciendo que las alas de las valquirias son hermosas, luego recibe llamadas a su celular y no las contesta en frente de mí y no lo sé ya no dice nada de mis alas.
- Pero si tus alas son muy bonitas, son de colores
- Díselo a él ya sus estúpidas Valquirias.. Y en este momento no está y no me contesta. ¿Qué hago?
-Bueno, Papillon, ¿Lo amas?
- Por supuesto, es mi príncipe
- Y es azul, pero, lo amas?
- Pues creo que es obvio
- No respondes con algo directo
- Pues es que somos perfectos el uno para el otro
Eso no debe ser suficiente Papillon, a veces uno no debe de pensar en lo que quiere, sino en lo que necesitas y cuando menos se da uno cuenta lo que necesita se vuelve lo que quiere. Como las mariposas. Jamás querrías a un gusano pero debes tener a un gusano para tener a una mariposa.
Algo pasaba en la mente de Papillon que lo que Alfredo decía era mágico. Sus palabras resultaron ciertas. Sin embargo Alfredo sabía que al día siguiente Papillon y Rochester amanecerían juntos y eso lo hacía pedazos.
- Alfredo - Después de un rato de estar juntos sin decir nada Papillon rompió el silencio - ¿Porque desapareciste de mi vida después de le prepa?
Alfredo no sabía que contestar
- Pues - quería conocer el Universo
- Porque no me invitaste?
- No sabía que querías ir conmigo
- Yo iría contigo hasta el fin del mundo amigo. No sabes cómo me dolió que te fueras. Incluso hice una cita con los sabios pero los sabios jamás contestan preguntas relacionadas con los sentimientos.
Aquella declaración dejó confundido a Alfredo hasta un punto en donde su corazón no lo aguantaba más, “Voy a besarla”, pensó, “voy a decirle de una vez por todas lo que siento”
Pero sonó el teléfono y Rochester con un tono enojado le exigió a Papillon que regresara a su departamento. Ella con los ojos llenos de lágrimas se fue casi sin despedirse y él se quedó solo una vez más, con sus pensamientos, sus químicos y el elfo.
5.- El alquimista
Aquel día Alfredo no durmió, habían pasado ya 2 meses desde que Papillon se mudó al edificio y ese día era el decisivo.
Papillon, mientras tanto, veía por su ventana el cielo, veía pasar a un avión a unos metros de ellos mientras Rochester dormía a su lado en la cama. No entendía como había llegado a esto, como podía estar con un hombre que no era detallista y amoroso solo por ser un príncipe azul.
Un pensamiento le iluminó el rostro, en el departamento de en frente se escuchaban ruidos, eso quería decir que Alfredo ya estaba despierto. Se vistió lo más rápido que pudo cuidando no despertar a Rochester.
Salió y tocó la puerta de Alfredo, estaba abierta y el departamento parecía un desastre.
-Alfredo - ¿Estas ahí?
- Si
Alfredo salió de una puerta del fondo sosteniendo un vaso con un líquido azul, lo puso en la mesa y dijo:
-Qué bueno que vienes.
- Si perdona es muy temprano…
Pero Alfredo había caminado hacia ella, la tomó de los brazos y le plantó un beso
- Ella al principio no sabía que pasaba pero a los cuatro segundos le respondió el beso. La boca de Alfredo sabía a dulce y la de ella amargo, logrando un sabor indescriptible y suculento en la boca de ambos. Ella se soltó después de lo que parecieron siglos.
- Perdón - fue lo único que él logró decir
- ¿Perdón? - Eso es todo? - y los ojos de ella se llenaron de lágrimas y salió corriendo-
Alfredo estaba seguro de que aquellas lágrimas eran de desilusión. Se acercó a su mesa de químicos, se tocó los labios justo en donde aún estaba el sabor de la boca de Papillon. Puso esa esencia bajo el microscopio y rio.
Por fin tenía la solución, con el tiempo había descubierto que la esencia de una mujer está en su beso, con aquel beso le había robado su esencia a Papillon y ahora solo tenía que convertir aquella esencia en una piedra, llegar al mar y tirar la esencia hecha piedra y jamás volver a sentir nada por Papillon.
6.- Dime quien eres
Papillon llegó histérica a su departamento, tanto que Rochester no supo ni que le pegó.
- Te quiero fuera!! - Gritó Papillon a Rochester
La energía de Papillon fue tanta que Rochester se desvaneció en el aire y Papillon sabía que ya no regresaría. Papillon no sabía qué hacer, ¿Estaba enojada? ¿Cómo se atrevía Alfredo? Pero el beso había sido hermoso. Tenía que regresar y aclarar eso.
Regresó al departamento de Alfredo, estaba abierto pero no había nadie en él. Papillon vio todo el desastre que tenía Alfredo en su habitación y vio una hoja que decía: Nuevo descubrimiento: Si quieres hacer que el Elfo aparezca di Montoto 3 veces
Papillon dijo entonces:
-Montoto, Montoto, Montoto y entonces en el sofá un hombre de mediana estatura de barba pero que brillaba apareció.
-Muy buenos días - me llamo Silos el Elfo - ¿En qué puedo ayudarle?
- Silos - ¿Tú sabes a donde se fue Alfredo?
- Oh si, ese hombre y sus planes. Me desesperan. Me ha dicho que no diga nada en caso de que preguntara.
- No me digas eso, tengo que hablar con el
- Bien, mire un elfo da información pero tiene usted que contestar una pregunta acerca de Alfredo para que yo pueda darle esta ayuda.
-Se todo de Alfredo.
-Bien, entonces sabrá que es una chataga.
-¿Una chataga?
- Sí. Alfredo se lo ha dicho.
Y Papillon recordó, una vez de niños, Alfredo lo había invitado al rancho de su padre, y ahí estaban los dos, montando unicornios cuando de repente el de Papillon se detuvo:
- Ha visto una chataga - dijo Alfredo -
- ¿Una qué?
- Una chataga
- ¿Qué es eso Alfredo?
- Chataga es aquello que no es pero que te hace no ser, que vive en un agujero que brilla pero que no da luz. Un ser que no es ser pues no se atreve a ser y que no quiere dejarte ser, que vive en el fango lodoso y que no deja caminar a los unicornios. Chatagas son cuando no puedes dormir y chatagas son cuando a pesar de que has tomado agua tienes sed. Chataga es cuando estas triste y no sabes porque y chataga crece cuando tú no quieres crecer. Solo alguien como tú y yo las podemos ver pues somos inmunes mientras estemos juntos mientras nada nos haga retroceder. Chataga no vive donde hay amor. Donde tú y yo somos la chataga no puede ser.
No sabía porque pero aquella descripción le había quedado clara a Papillon. Ahora su mente estaba de vuelta en el departamento con el elfo. Y le dijo:
- Chataga es aquello que no es pero que te hace no ser, que vive en un agujero que brilla pero que no da luz. Un ser que no es ser pues no se atreve a ser y que no quiere dejarte ser, que vive en el fango lodoso y que no deja caminar a los unicornios. Chatagas son cuando no puedes dormir y chatagas son cuando a pesar de que has tomado agua tienes sed. Chataga es cuando estas triste y no sabes porque y chataga crece cuando tú no quieres crecer. Solo alguien como tú y yo las podemos ver pues somos inmunes mientras estemos juntos mientras nada nos haga retroceder. Chataga no vive donde hay amor. Donde tú y yo somos la chataga no puede ser.
- Vaya Señorita - dijo el elfo sorprendido - para recordar eso después de tanto tiempo usted debe de amar a Alfredo, es una lástima.
- ¿Una lástima?
- Si, Alfredo conoce un mar
- Mar - Aquí en esta ciudad no hay mar
- Oo, sí que lo hay, Alfredo conoce el Universo y ha visto ese mar. Justo en la esquina de la calle Ramsés Malpica y Giorgio Valencia hay una puerta en una casa azul abandonada. Si usted dice 3 veces Montoto (la clave preferida de Alfredo) en esa casa la puerta se abrirá y una vez que usted cruce se encontrará en el mar del olvido, el más profundo del universo.
-Y ¿A que ha ido ahí Alfredo?
- Alfredo ha logrado convertir su esencia en una piedra Señorita y va a tirarla al mar.
Papillon salió corriendo, usó sus alas y llegó a la esquina de Ramsés Malpica y Giorgio Valencia a la puerta azul. Parecía algo de locos que ahí estuviera el mar pero no dudó pues sabía que Alfredo estaba ahí, podía sentirlo: Montoto, Montoto, Montoto y la puerta se abrió.
La orilla de una playa estaba del otro lado de la puerta en efecto y en la orilla, un hombre, Alfredo, parado con las manos en los bolsillos. Papillon corrió como nunca y gritó: Chatagas!!!
Alfredo volteo y tenía en su cara una sonrisa con mucha paz - ¿Chatagas?
-Alfredo - dijo Papillon - no hagas esto, me invadirían las chatagas.
-¿Quién eres?
Papillon comenzó a llorar - No sabes quién soy Alfredo, has tirado mi esencia al mar.
- Dime quien eres
- Soy Papillon, soy una mujer que te ama. Siempre te he amado y hoy me di cuenta de cómo te necesito Alfredo.
- Papillon, tu mereces algo mejor, alguien que crea en el amor, alguien que te quiera mucho más que yo.
- Eso no es posible Alfredo, tú lo sabes
- He tirado tu esencia al mar.
- Has tirado mi esencia al mar pensando que yo jamás estaría contigo, pero…
Papillon le dio un beso a Alfredo y su esencia entró al organismo de Alfredo de nuevo, Alfredo había tirado la esencia de Papillon al mar pensando que esto jamás ocurriría. Alfredo recordó todo, como la amaba, como la deseaba, Alfredo sintió como las chatagas se iban de su cuerpo, la tomo de su cintura, la pegó contra la suya, se recostaron en la arena y Alfredo que era de color naranja se volvió uno con Papillon que era de color naranja también.
7.-Arcangel:
A Alfredo le salieron alas a partir de ese día y por primera vez en su vida se sintió ligero.
Fin.