Vampire Knight: Kaname senpai... do me now, please.

Nov 04, 2009 20:22



TÍTULO: Nada más que deseo por la sangre.
FANDOM: Vampire Knight (anime).
PERSONAJES: Kuran Kaname/Kyryuu-Cross Zero
RATING: 18 - M
COMENTARIOS: Regalito para Sineh, que me pidió que le regalara sexo mazmorril XD No es gran cosa.
ACLARACIONES Y ANTECEDENTES: Sigo el anime, no el manga, pero vamos, que la historia y todo es la misma. Sólo por si acaso.
ADVERTENCIAS: Spoilers? Sí, toda la primera temporada, o sea, lo que viene siendo Vampire Knight, pero ninguno para Vampire Knight Guilty.
MÚSICA: Saving Abel - Addicted. “I’m so addicted to all the things you do when you’re going down on me in between the sheets, all the sounds you make with every breath you take... I want to take my love and hate you till the end”.


Realmente le daba pena. “De cazador a presa”, pensó. Le había tenido durante más tiempo del que quería admitir, y ahora, cuando lo veía de aquella manera, sólo podía reirse de sí mismo. “Nivel E... patético. Y más patético por mi parte”.Zero era probablemente la persona más orgullosa y arrogante que había conocido en su vida, contando con que vivía rodeado de vampiros pretenciosos que se creían mejores que el resto del universo. Y Zero no era sólo eso. Era terco como nadie y no solían importarle las consecuencias de lo que hacía cuando creía que lo que hacía era lo correcto. Esto es, el cien por cien de las veces. Por eso se había encarado con Kaname y lo había desafiado delante de todos. Por eso había rechazado las pastillas y por eso estaba él allí. Como si no tuviera otra cosa mejor que hacer que salvar la vida de una de las personas que más odiaba. Y le fastidiaba que le fuese tan necesario, y no poder tener siempre un ojo encima de Yuuki y... todo en general. La situación, estar en la Academia Cross, rodearse de estúpidos vampiros que no sabían lo que es el respeto por la raza, conservar a Yuuki estúpidamente enamorada. Tareas de niños que un pura sangre como él no debería estar haciendo. Pero tenía claro que aquél era un muy pequeño precio a pagar por conseguir los poderes que le permitirían conseguir sus objetivos. Los medios eran lo de menos, y ahora “los medios” eran aquella criatura frente a él, eso, encadenado a una pared sobre un sello protector que no servía de nada. Sediento y desesperado. Luchando contra el hambre y contra sí mismo a la vez, y un destino marcado por la sangre. Por una parte debía acabar con aquella pesadilla y cumplir con su deber de cazados, quitarse la vida y hacerle un favor al mundo. A Yuuki. A sí mismo. Por otra parte, debía luchar y recuperar el control. Para protegerla de lo que la rodeaba.

Para Zero, Yuuki siempre estaba en peligro. La razón era que Kuran KAname siempre estaba cerca. Ese chico le producía tanto asco como admiración. Casi todas las noches, mientras patrullaba, lo veía a través de la ventana. Leyendo un libro, hablando con alguno de sus lacayos o simplemente mirando al infinito. Siempre pensaba que no importaba lo que pasase, Kaname nunca parecía feliz. Una vez se dio cuenta de que la única vez que sonreía era cuando Yuuki aparecía. Y le daba demasiada rabia, y demasiada envidia por ser capaz de arrancarle una sonrisa tan hermosa. La sonrisa de Kaname era, a parte de algo insólito, lo más bello que había visto en toda su vida. Incluso podía recordar la primera vez que lo vio sonreir. Todo aquello junto y el ser consciente de ello le revolvía el estómago y le llenaba más de rabia. Y Zero Cross tenía demasiado odio, e ira y rencor... y todo lo proyectaba contra el líder de la clase nocturna. Porque no es que fuese de pensar mucho las cosas, y para él era tan simple como cualquier regla de tres. “Los vampiros son malos; Kuran Kaname es un vampiro; Kuran Kaname es malo”. O también “Soy cazador de vampiros; Kuran Kaname es un vampiro; tengo que exterminar a Kuran Kaname”. Para él no existían términos medios.

Sin embargo, los razonamientos del otro vampiro eran más retorcidos y complejos. Zero era una marioneta y tenía que aprender a manejarlo. Él era la nobleza, el más importante de toda la raza... y ahora iba a entregar su sangre a un Nivel E. Al último ser en el mundo que merecía ser llamado vampiro. Debo estar perdiendo la cabeza.

-Es increíble que aún conserves tu propia conciencia.

Zero ya no podía hablar. Era un cúmulo de instintos y de voces que le gritaban que se contuviese. Sentía que había enloquecido, y no estaba demasiado lejos de la verdad.

Kanama se acercó, arrodillándose frente a él para poder ver su triunfo reflejado en aquellos ojos llenos de arrogancia. Pero se encontró con nada más que el deseo por la sangre... negado. Estaba en el más terrible de los estados, y aún así conservaba su integridad... seguía renegando de los vampiros y su propia naturaleza, y con ello demostraba una vez más su desprecio. Por supuesto, eso le hacía enfurecer. Pero no quedaría así... iba a domesticar a aquél problema como fuese.

Las palabras de Kaname se perdían en u cabeza. Estaba allí y le hablaba, pero no podía responder. No lo comprendía, pero su cuerpo no obedecía a su mente. O lo hacía a duras penas, y sentía que estaba a punto de perder el control por completo. Y Kaname se le plantaba delante, a un palmo de distancia. Con ese olor en su sangre, inconfundible. No era sangre cualquiera, ni era la de Yuuki. Era la sangre que nadie podía tener. Nadie excepto él, porque Kaname prácticamente le obligaba a beberla. Cuando fue consciente de que podía tenerla se dio también cuenta de cuánto la necesitaba. Pero no, no era necesidad solamente... era en su mayor parte deseo. Deseo de su sangre, deseo por él. Por su tacto, por un roce, por su cuerpo y todo lo que le gustaba. Deseo por todas las cosas por las que no se perdonaría jamás.

Por eso cuando Kaname se acercó a él y sujetó su mandíbula, acercándose mucho (demasiado), Zero sintió el placer llevarse la agonía, y sus ojos pasaron a reflejar todo lo que Kaname quería ver. Ahora mismo era un animal, y estaba siendo domado. Sus párpados estaban entreabiertos, como soñoliento. Su respiración se había relajado y dejaba el peso de su cuerpo seguir la dirección del joven Kuran inconscientemente. Miraba embobado cómo sus labios se movían, pero no le importaba lo más mínimo lo que quiera que fuese que estaba diciendo. Él sólo quería morder. Y Kaname se encontró con la desagradable sorpresa de querer ser mordido. En un ataque de ira bastante bien controlado para ser quien era, había agarrado a la bestia, dispuesto a hacerleentender quién mandaba. Sólo había necesitado tocarle. Un pequeño gesto como aquél y ya era suyo. Nunca había visto algo tan hermoso. Aquella belleza salvaje sometida por fin, y rogándole con la mirada que le tocase. Que le dejase beber. Lo que fuera pero que les acercase. Quería tenerlo, y Kaname quería tenerlo a él, para su sorpresa y disgusto. Quería entregarse, por primera vez en su vida. Y aliviar el dolor de aquella pequeña criatura. Era algo suyo, algo entre ellos... inexplicable, repentino, sin sentido alguno per significándolo todo. Al final, de no querer ni siquiera verse, a querer fundirse.

No es que hubiesen dejado de odiarse, las cosas no eran tan fáciles. Era más bien que por un momento se comprendieron perfectamente el uno al otro. Estaban sincronizados y aquello, por lo que quiera que fuese, les hacía querer más. Unirse más allá. Quizás fue por eso que Kaname besó a Zero en los labios, mientras aún sujetaba su cara. Probablemente el único beso en su vida que había dado “porque sí”. Sin una intención oculta tras ello, sin fingir, y sin buscar otra cosa más que el placer.

Zero sintió como una corriente eléctrica le recorría todo el cuerpo. Sus labios temblaron levemente, y cerró sus ojos poco a poco, notando cómo sus párpados caían prácticamente solos. Al cerrarlos fue cuando se dio cuenta de la enorme sensación. Un estado de placer totalmente diferente a cualquier otra cosa. Algo a otro nivel. Y en contraste con el dolor y el pánico que acababa de sentir era demasiado para reprimir el gemido que soltó contra los otros labios. Kaname estaba perdiendo la razón. No sólo le estaba besando, sino que sentía una presión en el pecho que le decía que explotaría si no era mordido enseguida. Era un beso demasiado lento y demasiado suave para el deseo que crecía dentro de ambos, y de repente la habitación parecía estar en llamas. Parecía que la temperatura del aire aumentaba por segundos. Se separaron lentamente, y Kaname dejó escapar un pequeño gruñido ante sde rodear a Zero con un brazo para sujetar su cabeza contra su cuello. Con fuerza. Porque el otro aún se negó (durante dos segundos), a beber, aunque sólo fuese para retrasar lo inevitable.

Primero lamió el contorno de su cuello, palpando la superficie para encontrar la vena que le daría lo que necesitaba desesperadamente. Con ese primer contacto, tan cálido y tan húmedo, Kaname sintió como si las rodillas le fueran a fallar en cualquier momento. Pero entonces llegó. Zero clavó los dentes en su carne, rasgando piel, músuclo y vasos a su paso. Y era demsaiado bueno. La sangre le manchaba ahora la boca, y corría en pequeños ríos por su propio cuello al escapar por la comisura de sus labios. Kaname respiraba con fuerza y entre dientes, luchando por no dejar escapar gemidos histéricos y con el cuello expuesto. Totalmente expuesto, sin esforzarse por tapar que le quería justo donde estaba.

Zero se agarró a su camisa con tremenda fuerza, a punto de rasgarla. Ahí estaban los dos, arrodillados, abrazados y desenvolviéndose en respiraciones frenéticas y desacompasadas. Y Zero no podía más. El instinto podía definitivamente con él una vez que se había entregado por completo. Porque cuando Kaname se le había entregado, significaba que él se había entregado a Kaname. Desde que habían juntado sus cuerpos, se habían dado cuenta de ambos de que el otro estaba igual de excitado. El sentimiento compartido de ser el vencedor y a la vez el vencido lo hacía todo mucho más fácil. No sabían quién había empezado, y quizás lo habían hecho al tiempo, pero movían sus caderas el uno contra el otro y cada roce, cada contacto, era una tortura. Y el placer cada vez más y más intenso. Tanto que las lágrimas asomaron a los ojos de Zero, que aún seguía succionando la sangre del cuello del otro, mientras éste ya ni se molestaba en cubrir sus intensos gemidos.

-Sigue, Zero...

El joven Cross parecía ir recuperando su ser con cada trago, cada vez que por su garganta corría el líquido de la vida. Hasta que llegó el momento en que sabía lo que estaba haciendo, en el que volvía a ser quien era, y a pensar como siempre pensaba... y aún así no pudo parar. Aquello era demasiado bueno. Siempre había creído que la vida no sería más que miseria para él, y lo tenía asumido. Pero ahora era feliz, y no le importaba nada más que ver correrse al vampiro que tenía entre sus brazos.

Empezó a succionar con más fuerza si cabe, y acelerando el movimiento de su cadera. Tardó poco en venirse, arrancando su boca del cuello del joven Kouran, y gritando su nombre, dejando caer su cabeza hacia atrás y acariciando con su pelo la mano que sujetaba su espalda. Y Kaname no necesitó más para alcanzar un orgasmo infinito. La fricción, el calor de sus labios en su cuello, el dolor intenso de cada succión y finalmente la visión de Zero en éxtasis fueron la culminación de aquella locura transitoria o como quisieran llamarlo a partir de ahora. El pura sangre agarró al prefecto de la clase diurna por el pelo, estirando con fuerza y empujándolo contra su boca, creando un caos de sangre alrededor de sus labios. Tras eso, quedaron así, temblando, sujetándose el uno al otro temiendo tener que mirarse a los ojos y tener que decir algo para lo que ninguno de los dos tenía palabras.

Finalmente Kaname se separó despacio, mirando al suelo, dejando a Zero sentado sobre sus talones, con la barbilla tocando el pecho y el pelo cubriéndole la cara.

-Tengo lo que necesitas. Cuando lo necesites, ven por ello; tenemos un trato.

-No... no quiero tratos contigo, Kaname.

-Lo recordaré cuando vuelvas a caer al Nivel E y mi sangre sea la única que pueda salvarte.

De súbito, volvió de nuevo hacia él, lo levantó del suelo agarrándolo por el cuello de la camisa y comenzó a limpiar con su lengua los restos de sangre seca y coagulada del cuello de Zero, acabando en su boca, lamiendo sus labios y haciendo que el otro se deshiciese en los suyos.

-Y no estoy hablando sólo de la sangre. Límpiate, no queremos que nadie sepa lo que acaba de ocurrir aquí. Buena suerte, Cross.

Zero se quedó allí, solo, durante quién sabe cuánto tiempo más. Pensó en cómo había llegado a ese punto. En cómo había dejado que Kaname le afectase de esae manera. Y en cómo desearía poder acabar con él, pero admitiéndose que volvería a buscar su refugio, su sangre y su cuerpo.

kaname/zero, vampire knight, fanfic

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