4º y último fic del festival de crossovers 2/2

Dec 26, 2014 10:52

Perdonad que no hiciese ayer la entrada, pero ya sabéis, Navidad...

En fin, finiquitamos publicaciones mientras pensamos actividades nuevas para el año que viene, esperemos que haya aún más participación.





Catherine Willows levantó las cejas al ver entrar a los dos miembros de la unidad de élite de Hawái con sendos anillos en sus manos. Los dos hombres se miraron, conscientes de que, con la prisa y la confusión, habían olvidado quitárselo.

Como era habitual en ellos, se quitaron las alianzas en un gesto idéntico que parecía programado y las guardaron en sus bolsillos.

-No preguntes- dijo Danny-, porque no tenemos ni idea de cómo ha sucedido.

Catherine intentó mantener una expresión neutra, sin lograrlo demasiado.

-Ha tenido que ser esa estúpida copa- musitó Steve llamando la atención de la supervisora forense-, no recuerdo nada desde que la hemos tomado.

Nick, que acababa de llegar, también se quedó con aquellas palabras.

-Disculpa, ¿qué acabas de decir de una copa?

-Ayer. Estábamos tomando algo en un bar y una joven insistió en invitarnos a una copa. Luego se fue.

Los dos miembros del CSI les contaron el otro caso que se encontraban investigando esos días, con la esperanza de que pudiesen recordar algo más.

-Imagino que la camarera también estaba involucrada, porque la tal Emma no tocó nuestras bebidas en ningún momento- dijo Danny después de que los dos diesen una detallada descripción de la muchacha. Acto seguido, Steve les proporcionó una muy precisa descripción de la camarera, a pesar de que solo la había visto un momento.

-Esa es la Super memoria del SuperSEAL- explicó el nativo de Jersey ante la atónita mirada de los miembros del CSI.

-¿No recordáis nada aparte de eso? Se supone que las mujeres deberían intentar que os fueseis con ellas, para poder clonaros las llaves de vuestras habitaciones, o robaros vuestras cosas, directamente, en el caso de que fueseis tan inconscientes como para llevarlas al hotel.

Steve y Danny se miraron intentando recordar algo más.

-No os preocupéis, aún es pronto para recuperar la memoria. Iréis recordando conforme pasa el día, al menos eso es lo que le sucede al resto de las víctimas.

Nick le dio un par de palmaditas a Danny en la espalda, a modo de apoyo. Por supuesto, a Steve no le gustó nada aquello, puesto que lo que sí recordaba de la noche anterior, eran ciertos comentarios de su compañero sobre Stokes, su cuerpo y su sonrisa.

Mientras los dos policías Hawaianos se dirigían a la oficina, Nick y Cath se quedaron solos, y el hombre no pudo evitar soltar una risita.

-Hubiese pagado mucho dinero por ver la cara de las dos chicas cuando, tras drogar a estos dos, ellos deciden casarse en lugar de pasar la noche con ellas.

Catherine se atragantó con su café y, en cuanto pudo volver a hablar, se unió a la broma.

-Ahora mismo deben tener los ánimos por los suelos

-Dentro de lo malo, ha sido hasta una suerte que esas chicas hayan dado con vosotros dos- le dijo Nick a Danny cuando estaban tomando un café- Ahora tenemos una descripción muy exacta y podremos encontrarlas con facilidad.

-Me alegro de que mis penurias sean causa de alegría para ti- comentó el detective sin pizca de rencor

-Tampoco es para tanto, hombre.

-Me he casado… con un SEAL… que es mi jefe… y un hombre

-¡Bienvenido al siglo veintiuno!

-¿Sabes Nick? No me estás siendo de ayuda.

El asistente de supervisor soltó una carcajada.

Y mientras, Steve no sabía qué hacer para interrumpirlos. Estaba cerca de la puerta, pensando una excusa para apartar a Danny de ese hombre -al fin y al cabo, el del cuerpo espectacular era él, no Nick cuando Sara se apiadó de él.

-Chicos, creo que tenemos nueva información- dijo asomándose a la sala en la que estaban. En cuanto salieron, Steve caminó junto a su amigo.

-¿Por qué has ido a tomar café con él?

-Tú dijiste que no querías.

-Ya, pero podía ir a hacerte compañía, si no querías ir solo.

-Vaya estupidez, Steve. No es que no quisiese ir solo, es que Nick también quería tomar un café.

-Acabas de desayunar, ¿en serio te hacía tanta falta?

-Si a eso que hemos tomado le llamas desayuno… habiendo un buffet libre en la cafetería del hotel y me llevas a ese cutre bar a tomar veneno. En serio que a veces creo que me odias.

Steve se detuvo.

-Yo no te odio, Danno…- murmuró

-Vamos, Capitán, no te quedes ahí parado- le dijo el rubio cuando se percató de que su jefe no seguía caminando con él.

Ese día no les llevó a ningún sitio, no conseguían localizar a Frederick y se preguntaban si, tal vez, había desistido de encontrar a Danny en Las Vegas - porque estaba claro que lo había buscado en el cuerpo de policía de Las Vegas, y en las zonas cercanas a los Edwards -, o estaba esperando hasta tener dinero suficiente para viajar a Hawái.

Mientras Sara y Greg se dirigían al Fruit Loop - zona de cruising- y Cath y Nick hacían lo mismo con los determinados locales conocidos por su especial “ambiente”, Danny y Steve regresaban al hotel para prepararse para otra noche de largos paseos dejándose ver por el Strip.

-Danny… Tengo que salir un momento, por favor, aunque te llamen los del CSI, no vayas a ninguna parte sin mí.

-¿No te fíes de que ellos me cuiden bien? Creo que Nick tenía asignado este turno.

Steve apretó los dientes y contó hasta tres.

-El no es yo. Y tú eres mi compañero.

Danny le dedicó una sonrisa, pues sabía de buena tinta los que pasaba por la cabeza del SEAL en ese momento, por todas aquellas veces que McGarrett se embarcaba en alguna de sus aventuras en solitario, o con algún otro que no era Daniel Williams.

-Estaré aquí hasta que regreses.

-Gracias- dijo Steve, aliviado. Tras despedirse con un gesto seco de la cabeza, salió de la habitación.

Al poco rato, el móvil del policía comenzó a sonar. Sonrió, creyendo que sería Steve para comprobar que no se había ido a ninguna parte, pero su ceño se frunció al comprobar en la pantalla que se trataba de un número que no conocía.

-Williams

-¿Detective?- dijo una voz femenina.

-Sí. Soy yo.

-Buenas noches. Disculpe que le moleste. Soy Susan Richmond, secretaria de Stan Edwards.

-¿Ha ocurrido algo?

-Oh, no. No se preocupe. Como sabe, ellos están visitando a los padres de Rachel y el Señor Edwards me ha pedido que le envíe un paquete con ropa de Grace que Rachel ha comprado aquí. No quiere que la niña vaya cargada cuando regrese en el avión a Hawái.

-Ya, entiendo- Danny soltó un gruñido. Como Rachel siguiese enviándole paquetes con ropa, iba a tener que buscar una casa más grande-. ¿Cuál es el problema?

-La verdad es que me da un poco de vergüenza admitirlo, pero no encuentro el papel en el que me habían apuntado su dirección. Podría llamarlo a él, pero me da un poco de miedo que se entere de que lo he perdido.

-No se preocupe. De todas formas, ahora mismo estoy en Las Vegas. Puedo ir por ahí y recogerlo.

-¿En Las Vegas? ¡Qué casualidad! Pues… eh… no. Dígame en qué hotel está y se lo dejaremos en la recepción.

-¿De verdad? No me importa ir hasta ahí.

-Sólo faltaría. Encima de que nos ahorra el envío…

-Muy bien, pues estoy en el Bellagio.

-Perfecto. Mañana mismo tendrá ahí el paquete. Un placer. Espero que disfrute de su estancia en Las Vegas.

-Gracias. Muy amable.

La comunicación se cortó y Susan sintió cómo se aflojaba la presión del cañón de la pistola que se apretaba contra su sien.

-Lo has hecho muy bien- le dijo su atacante.

-¿Qué va a hacer ahora?

-No puedo permitirme que avise a nadie.

El silenciador evitó que saltase la alarma. Pronto, en la habitación solo quedó el cuerpo inerte de la señorita Richmond.

-Verá. Cuando alguien viene a casarse estando tan perjudicado como lo estaban ustedes dos, tardamos en hacer el papeleo un par de días. Por si se arrepienten- le dijo la mujer tras el mostrador.

-No estábamos borrachos- dijo Steve ante la escéptica mirada de su interlocutora-, nos habían drogado.

-Hemos oído muchas excusas. No tiene ni que darnos explicaciones. No he formalizado este matrimonio, tranquilo. De todas formas, me gustaría que se quedase con los papeles, de recuerdo. De todas las parejas que han venido y se han arrepentido, ustedes dos son los que más felices he visto.

-El señor McGarrett ha dicho que le subamos algo de cenar.

-¿En serio?-Danny sonrió acercándose a la puerta y pensando en todas las bromas sobre lunas de miel que iba a gastarle al marine cuando éste regresase-. Espero que no se trate de ninguna broma con piña- dijo abriendo.

Al salir al pasillo, solo encontró el carrito con la cena. Intentó buscar al camarero, para darle una propina cuando algo pesado le golpeó la cabeza.

*****************************

Steve volvió al hotel dándole vueltas a la cabeza, sin saber si le alegraba o le entristecía la noticia de que Danny y él no estuviesen casados en realidad.

Lo lógico era que ahora sintiese que se quitaba un peso de encima, pero la verdad es que, desde que había hablado con la mujer de la capilla, sentía un nudo en su estómago.

Ese nudo se transformó en taquicardia cuando se acercó a la habitación y vio la puerta entreabierta y el carrito del servicio de habitaciones delante.

-¿Danno?- al no obtener respuesta, Steve entró en pánico y se dirigió a uno de los dos cuartos de baño de la Suite- ¿Estás ahí? ¡Danno!, ¡¡DANNO!!

El rubio no estaba en ningún lugar de la habitación. ¿Acaso el detective había ido a investigar sin él? Tal vez ese estúpido de Stokes lo había llamado y se habían ido. No es que tuviese nada en contra del CSI, pero desde que sabía que Danny no tendría ningún tipo de problema en conocerlo más a fondo, no le gustaba la idea de que estuviesen juntos y solos los dos.

Además, Danny le había prometido esperarlo, y si había algo que sabía de su compañero, era que jamás le engañaría, a diferencia de muchas otras personas de su vida. Y nunca dejaría la puerta abierta.

Intentó contactar por teléfono y cuál fue su sorpresa al oír el “In the Navy” que tenía asignado como tono de llamada en el móvil de su amigo desde el primer día que trabajaron juntos. Tanto el teléfono como la cartera de su compañero estaban en la mesilla. Estaba claro que algo había ocurrido.

-Vamos a tranquilizarnos- dijo Nick mientras Steve caminaba de un lado a otro de la oficina-. A lo mejor ha salido.

-No, no ha salido. Le había pedido expresamente que no lo hiciese, y no se iría sin avisarme.

-A lo mejor surgió algo, algo urgente que hizo que saliese.

-¿Sin su móvil? ¿Sin su cartera?

-Reconozco que es un poco extraño…

-Se lo han llevado, y solo hay una persona que ha podido llevárselo.

-¿Cómo iba a saber que Danny estaba aquí? ¿Y en el Bellagio, concretamente?

-No lo sé, no lo sé. Pero ha tenido que enterarse.

-Steve, Nick- D.B dio un par de golpecitos en la puerta-. Venid a ver esto.

Acababa de llegar el cadáver de Susan y, dado que la habían encontrado en la propia oficina, no hacía falta tener mucha imaginación para suponer quién había sido, y que Frederick la había utilizado para localizar a Danny.

En el registro de llamadas del despacho, se encontraba el teléfono del detective como última llamada.

Durante aquella noche y el día siguiente, el CSI y Steve trabajaron a contrarreloj, sabiendo que a Danny no le quedaba mucho tiempo. El equipo se centró en la puerta de la habitación y en la bandeja que había en el pasillo. El hecho de que siguiese ahí, y de que el cuerpo de

Susan había sido descubierto poco después de su muerte, les daba un margen de horas bastante limitado, lo que facilitaba mucho la búsqueda.

Mientras Archie se dedicaba a las cámaras de vigilancia del Hall, Sara había encontrado una huella parcial en la bandeja que más tarde les confirmaría que pertenecía a Frederick.

Además, solo una persona había preguntado en qué habitación estaba Daniel Williams y con quién estaba. En el registro de llamadas a las habitaciones, descubrieron que alguien había llamado a su Suite una media hora antes de la supuesta desaparición del detective.

-Seguramente llamase para saber si Steve estaba con él- dijo Greg- y fue así cómo supo que Danny estaba solo.

-¡Maldita sea! Sabía que no tenía que haberme ido- dijo Steve reprimiendo las ganas que tenía de golpear algo. Se metió las manos en el bolsillo, sintiéndose impotente, y sus dedo comenzaron a juguetear con el anillo, mientras a su cabeza acudían flashes de besos, roces de piel, caricias y gemidos que provocaron que se le cortase la respiración mientras miles de mariposas volaban en su estómago.

Mientras, un Danny en ropa interior y visiblemente magullado, intentaba prolongar su estancia en la incómoda silla en la que estaba atado. Frederick alternaba sus visitas con golpes, caricias, cortes y besos. Y el detective no podía adivinar de qué humor vendría cada vez, así que optaba por provocarlo, aumentar su odio. Prefería los golpes que aquellos besos que le hacían añorar aquellos que Steve le había dado.

-Tengo algo- dijo Catherine después de treinta y cinco horas, cuarenta minutos y veinticinco. Veintiséis, veintisiete… segundos-. Ahora que Archie nos ha dado un rostro, hemos averiguado la identidad de Frederick. Se llama William Taylor, y hemos encontrado un alquiler en Paradise que se corresponde con ese nombre y que fue realizado en los meses en los que calculamos que pudo haber llegado a Las Vegas.

A Steve eso de no poder conducir e ir en la parte de atrás del coche de Nick- a quien odiaba un poquito cada vez que se detenía a mirarlo y que, la verdad, tampoco es que tuviese una sonrisa tan especial- lo ponía de mal humor, con lo que se pasó el viaje removiéndose inquieto en su asiento mientras tamborileaba con los dedos en todas las superficies duras que encontraba. Esto desesperaba a Stokes y provocaba la diversión de Sara.

-Ya casi hemos llegado- dijo Nick

-¿Esto no puede ir más rápido?- gruñó Steve, sabiendo que si él estuviese al volante ya hubiesen llegado a su destino.

-Voy lo más rápido que puedo.

-Seguro que el detective Williams está bien- dijo Sara, conciliadora.

-Lleva treinta y seis horas con ese demente vengativo…

Los dos miembros del CSI se miraron, la idea ya se les había pasado por la cabeza, pero tenían la esperanza de que Frederick se recrease un poco en el momento. Al fin y al cabo, llevaba demasiado tiempo planeando su venganza como para apresurarse ahora.

Llegaron a una casa de planta baja. Desde una distancia muy prudencial, intentaban decidir cómo abordar la situación. Con la cámara térmica pudieron ver que había dos personas en el interior, una estaba en una cama y Steve no pudo evitar que la rabia se apoderase de él al imaginarse lo que Frederick podría haber hecho con su compañero… o lo que pretendía hacer en ese momento, ya que una figura se acercaba a la cama lentamente.

-Entremos- dijo

-Lo mejor será intentar entrar- comentó Nick-. Podemos hacernos pasar por revisores del gas o por inspectores de algo.

-No, entramos y punto- insistía Steve

Sara y Morgan se miraron y sacudieron la cabeza. Se quitaron los chalecos y se acercaron a la puerta con paso resuelto.

Un hombre que no se parecía a Frederick les abrió la puerta. Las mujeres fruncieron el ceño ¿un cómplice?

-¿Puedo ayudarlas en algo, señoritas?

-Nuestro coche se ha averiado y nuestros móviles están sin batería- Morgan le dirigió una mirada avergonzada- creo que hemos hecho demasiadas fotos esta noche… ¿podemos usar su teléfono para llamar a la grúa?

-Claro, cómo no- el hombre se hizo a un lado y las dejó pasar indicándoles dónde estaba el teléfono.

-Vaya, qué casa más bonita- dijo Sara

-Muchas gracias, vivo aquí solo co…

Les llegó ruido de conmoción y algo parecido a un grito femenino. Tanto el hombre como ellas corrieron hacia la habitación. Allí encontraron a un Steve McGarrett con su arma en la mano y expresión avergonzada mientras una anciana gritaba desde su cama llevándose las sábanas a la altura del cuello.

-Mamá, ¿qué ocurre? ¿Quién es usted? ¿Qué hace en mi casa? ¡Llamaré a la policía!

-Lo siento, lo siento… pensé…

Sara y Morgan no sabían si reír, llorar o hacer un video, porque nadie se iba a creer esto nunca.

-No se preocupe, caballero- dijo Sara-, somos de la policía. Estamos buscando a uno de los nuestros, que ha sido secuestrado, y las pistas nos conducían a esta casa. Lo lamentamos mucho.

-Yo mismo le pagaré la ventana…- decía McGarrett- lamento haberla asustado, señora.

-No puede entrar así en la casa de ancianas, caballero- le reprendió la mujer, ya recuperada del susto y dirigiéndole una mirada interesada-. ¿Dónde estaba usted hace cuarenta años, eh? Si hubiese entrado en mi habitación así hace cuarenta años tal vez la historia hubiese sido otra.

*****************************

-¿Y ahora?- dijo Catherine cuando volvieron a estar fuera de aquella casa del verdadero William Taylor, que se mostró muy sorprendido de que alguien hubiese utilizado su nombre como falsa identidad. Nick y Greg todavía no se explicaban cómo el SEAL les había dado esquinazo para entrar por la ventana de aquella forma, pero desde luego empezaban a intuír que aquellas amenazas de Danny de “tú estate quietecito, que te conozco” de los días previos no eran una forma de hablar.

-D.B. sigue buscando datos y nos llamará en cuanto sepa algo- dijo Vartann

-No tenemos tiempo- refunfuñó Steve, que había sido amenazado con ir al calabozo si seguía actuando por su cuenta.

-Estamos pasando su foto por todo Las Vegas, tiene que haber alguien que lo haya visto y buscando datos de si algún otro William Taylor ha alquilado algo.

Steve lamentó por primera vez en mucho tiempo que la teniente Rollins hubiese abandonado Inteligencia.

Mientras, el rubio detective de Jersey había conseguido aflojar las cuerdas que le tenían presas las manos- después de varias horas intentándolo, gracias-, y se debatía entre lanzarse directamente sobre Johnson o esperar a que el hombre volviese con ganas de amor y se le acercase como había hecho hacía unas horas.

Desde aquel intento de acercamiento ante el que Danny había reaccionado especialmente mal, las visitas del hombre habían sido especialmente violentos. Danny había intentado tranquilizarlo, pero el loco no había aceptado demasiado bien el rechazo.

-Mira lo que has hecho- la voz de Frederick lo sobresaltó-. No entiendo por qué has tenido que ponerte así. Ahora tu rostro está todo hinchado.

Al parecer, por fin se había calmado, y le limpiaba la sangre de la cara con un trapo húmedo. La delicadeza con la que lo hacía era igual que la violencia con la que había estado cortando y golpeando al detective hacía unas horas, con lo que resultaba difícil de creer que se tratase de la misma persona.

Era algo que solía ocurrirle a la gente trastornada.

-Hasta así eres hermoso- murmuraba, y Danny tuvo que esforzarse para no lanzarse a su cuello en ese preciso instante. Aún no podía confiar en sus brazos, que habían estado demasiado tiempo en la misma posición-, pero me gustaría que estuvieses bien antes de follarte.

-Haberlo pensado antes- murmuró el detective.

-Eres tú quien me obliga a hacerlo- Frederick no hizo caso de la provocación de su rehén, y eso solo podía significar que tenía más ganas de amor que de pelea-. Si no fueses tan condenadamente difícil…

-No es fácil ser amable cuando te atan a una silla.

-Y tiene sentido del humor, ¿quién lo iba a decir?

Pronto, Frederick se empezó a poner cada vez más cariñoso, y cada vez con más ganas de tocar al rubio. Cuando se abalanzó a su entrepierna con una mano mientras la otra se agarraba a su cabello para poder mordisquearle el cuello, el detective vio su oportunidad, se lanzó hacia delante con toda su fuerza y aprovechó sus libres y ya menos entumecidas manos para inmovilizarlo.

-Vale, es el momento de intervenir- dijo Nick cuando vio estallar la lucha en su cámara térmica. Por fin habían encontrado la casa. No había sido fácil, ya que primero dieron con una dirección y luego con otra, hasta que una agradable ancianita se dio cuenta de que preguntaban por ese chico tan agradable que la ayudaba a cargar las bolsas de la compra y les dio un nuevo nombre.

Hacía rato que Steve insistía en entrar ahí, hasta insinuó que podía lanzar una bomba de gas lacrimógeno-la tengo aquí mismo, en el bolsillo- y entrar a por Danny pero, viendo que Frederick no se despegaba de su nueva víctima, ninguno de los miembros del CSI le permitió hacerlo.

Nick, particularmente, no veía la hora de terminar con aquel caso, porque ahora mismo se estaba planteando esposar al Capitán McGarrett al volante de su coche para que dejase de dar vueltas y sugerir locuras.

-Un día más con él y me volveré loco.

-Compréndelo- dijo Sara con una sonrisa-, es su marido el que está ahí.

Cuando entraron, Danny estaba un poco en desventaja, ya que, a pesar de que la silla se había roto, las patas permanecían pegadas a sus piernas y trozos de las mismas se clavaban a sus pantorrillas. Eso no le impidió darle una patada en los genitales a su agresor, que reanudó su ataque con más furia.

Tan enfrascados es su lucha estaban, que no se percataron de que habían entrado hasta que Steve arrancó al asesino de encima de su compañero. Por supuesto, Nick y Greg se hicieron cargo de Johnson con rapidez antes de que el SEAL descargase la furia contenida que acumulaba desde hacía algo más de un día. Eso dejó el campo libre al marine para correr al encuentro de su amigo.

-Danno… Danno… ¿Estás bien?

-Más o menos- masculló el detective, a quien no había una sola parte del cuerpo que no le doliese- Ayúdame a levantarme.

-Deberías esperar a que llegase la ambulancia.

-Por Dios, Steve. Ayúdame. O al menos sácame esos estúpidos trozos de madera que se me están clavando en las piernas.

El moreno se apresuró a soltar las cuerdas mientras lanzaba miradas preocupadas al cuerpo del detective.

-Estoy bien, Steve. Solo algo magullado.

-¿Algo magullado, dices? Por Dios, Danny, ¡estás hecho un cuadro… en technicolor!

-Yo también me alegro de verte- masculló el rubio extendiendo la mano y agitando los dedos en un gesto que indicaba claramente que quería incorporarse y necesitaba ayuda.

Suspirando con resignación, el marine lo hizo.

Por suerte para Danny, no tenía heridas excesivamente graves, salvo quizá unas cuantas costillas rotas que, de milagro, no habían perforado ningún pulmón. Los médicos, sin embargo, decidieron que lo mejor era que se quedase ahí un par de días, para descartar posibles complicaciones.

-Vete al hotel, Steve. Tienes una bonita y enorme cama esperándote y no es como si yo no pudiese valerme por mí mismo- le dijo cuando los miembros del CSI, que habían ido a visitarlo, abandonaron la habitación. Sara se había inclinado a darle un beso de despedida y le había susurrado al oído un ”Él te quiere de verdad, ¿sabes?” antes de marcharse guiñándole un ojo.

-Estoy bien aquí- dijo Steve con testarudez mientras se removía por enésima vez en su silla reclinable, intentando buscar una posición más cómoda.

-Ya se ve, ya…- el detective sabía que no habría forma de convencer a su compañero de que se fuese, así que optó por cambiar de tema-. En cuanto me den el alta, nos vamos de aquí. Nunca creí que diría esto, pero no veo la hora de volver a Hawái.

Steve le miró con algo a medio camino entre la angustia y la esperanza.

*****************************

Danny apretó una vez más la mano que tenía en el bolsillo. Desde que habían salido del hospital y le habían dado sus objetos personales, se encontraba apretando la alianza cada cierto tiempo. Era como volver a revivir el momento en que Rachel y él se habían divorciado: solía aferrarse a aquel anillo como si así pudiese evitar que su mujer se fuese de su vida para siempre. Esta vez era distinto, sin embargo… Eso no quitaba que fuese incapaz de hablar con el marine que se sentaba frente él en el avión militar.

-Steve, babe. Gracias por intentar reservar en primera clase, pero no puedo esperar un día más para irme de este lugar.

Durante horas, trató de reunir el valor suficiente para hablar.

-Escucha…

El marine, que había permanecido muy silencioso desde que habían rescatado al detective, le dirigió una mirada atormentada que no le gustó en absoluto. El valor volvió a abandonarlo y simplemente abrió la palma de su mano. La marca circular que se veía junto a la joya como prueba de que no la había soltado en horas.

-Sobre eso… el día en que desapareciste… Había ido a la Capilla a hablar con ellos. No han enviado los papeles, no estamos casados- el Capitán no dijo nada sobre que esos papeles estaban ahora en su maleta.

-Ah- de todas las respuestas que Steve esperaba, esa no era una de ellas.

-Danny… Yo… verás… yo no puedo seguir así. Desapareciste y yo solo sabía que ese loco te mataría. Que se vengaría y yo… y tú y yo… sin esto ser verdad…

-No recuerdo demasiado de aquella noche, pero creo que nosotros… que tú y yo…

Steve se incorporó y se sentó junto al detective, cogió la mano del detective y la cerró, quedando el anillo de nuevo atrapado entre las manos de los dos.

-No puedo perderte, Danny

-¿Estás diciendo lo que creo que dices?

-Supongo que sí, ya sabes que estas cosas no se me dan bien.

-De todas formas, me alegro de que no estemos casados.

Steve se sorprendió ante las palabras de su compañero, ¿acaso no había escuchado lo que acababa de insinuar?

-¿Cómo dices?

-Imagínate cómo se pondrían Kono y Grace si llegamos con la noticia de que estamos casados y ellas no han podido participar en la ceremonia. Nunca oiríamos el final.

El rostro del marine se relajó en una sonrisa. Danny se dio cuenta de qué era lo que atormentaba al moreno y no pudo evitar besarle. No era el primer beso que compartían, pero sí era el primero del que eran conscientes.

Y también el primero de muchos más.

- festival: crossovers, - publicaciones: fanfictions, fandom: csi-las vegas, fandom: hawaii five-0

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