Sanzo había pasado la noche entera jugando con su gameboy en el salón. Tanto se había aplicado en la tarea que terminó durmiéndose allí mismo, apoyado en la mesita y en la peor postura posible.
No fue intención suya, jamás por sí mismo dormiría en un lugar tan a la vista de todos, pero sucedió sin advertirlo siquiera. Podría recordarlo cuando despertara.
Había jugado y fumado sin parar hasta que mandó la consola al carajo bajo la determinación de no volver a tocarla más. Se quedaría con la última puntación porque ya estaba harto, incluso se había sentido un tanto desquiciado aquella noche.
Definitivamente, el premio no merecía de él tanto esfuerzo.