Mar 29, 2011 21:53
Había caballos en todos mis sueños y cuadernos. Pasaba las mañanas cantando como ellos y dibujándolos en los jardines de un antiguo castillo. Me convertía en un caballo, corría y, a veces, sacaba alas. Mis pantalones se llenaron de hoyos mientras imaginaba que atravesaba el mundo sobre un caballo que quería conocer el fondo del mar y los bosques encantados. Ellos me miraron crecer desde sus ojos de madera, esas cajas que guardaban tornados, aventuras y viajes en el tiempo. Aún espero a los caballos.
marzo