-¿Y bien?
Potter detuvo el juego que llevaba con la comida y su tenedor - ¡al fin! - y lo miró en cambio.
Hecho; Potter no se veía como la persona más resuelta que se podía encontrar, en realidad, por los movimientos continuos que hacía debajo de la mesa, o por la forma en la que se desordenaba el cabello cada vez que tenía la jodida oportunidad, se veía bastante nervioso.
No que a Draco le interesara, o no demasiado. Potter lo había invitado, a él, a una cita, sin ser obligado. Draco no tenía por qué perder su tiempo con alguien así, y ahí se encontraba, esperando lo que Potter tenía que decirle. ¿Por qué lo hacía? ¿Cómo podría verse sobre esa silla, intentando obtener cualquier… migaja que Potter le podría soltar?
Era patético.
Y no podía evitarlo.
-Lo de esa noche… -dijo Potter finalmente, mirándolo. Y, aunque no parecía menos nervioso, ya que su cuerpo seguía moviéndose, sus ojos estaban tintados con bastante seriedad. Eso calmó un poco la ansiedad de Draco-… Lo de esa noche fue bastante especial.
Draco arqueó una ceja y Potter suspiró.
-A lo que me refiero… Supongo que te habrás dado cuenta el efecto que tienen en mí las perforaciones y los tatuajes -dijo suavemente.
-También te calienta mi actitud -respondió Draco como afirmación, con una sonrisa maldita.
-Bien, sí -Potter enrojeció muy adorablemente-. A lo que me refiero, es que no sólo es porque tienen todos esos aretes, o esos tatuajes, que fue especial. Fue porque fuiste tú… Y he estado pensando, bastante, toda esta semana. Sobre la heladería, lo que hablamos, y cómo lo disfruté. También pensé en lo que dijiste, sobre mis amigos no sabiendo…
Potter se calló, e inhaló una gran cantidad de aire, antes de verlo con una firmeza que Draco no había esperado, pero que hizo que su cuerpo se calentara. Harry Jodido Potter se veía caliente de cualquier manera.
-Y me dije, o me obligué a admitir, que me gustaría repetir -dijo con una pequeña sonrisa-. Algo completamente absurdo, porque tú eres Draco Malfoy.
Draco se tensó de inmediato.
-Y yo soy Harry Potter, y es totalmente irrazonable que tengamos sexo y que nos atraigamos el uno al otro y que disfrutemos de nuestra compañía, aún cuando sólo sea de forma… hasta ahora, únicamente física.
-Yo no quiero tener relaciones únicamente físicas, Potter -dijo Draco arqueando una ceja-, si quisiera eso, tú no serías mi primera opción, tampoco.
Los ojos de Potter brillaron positivamente posesivos, y Draco se sintió deleitado. ¿Podría ser que Harry era una persona celosa?
-Lo sé -respondió tragando saliva, inclinándose sobre la mesa y Draco se estremeció porque Potter tenía un brillo en la mirada que lograba esa reacción en él-. Escucha, Draco. Ese día, en la heladería, estaba demasiado sobrecogido por todo, diablos, ¡nos besamos en el Callejón Diagón! En una heladería de niños, con familias comiendo -su expresión se vio horrorizada por un momento-. La noticia salió en el Profeta a la mañana siguiente, ¿acaso no la leíste? Por eso fue que Ron nos interrumpió, porque leyó, leyó, que a mí me iban los hombres y que me había besuqueado con Draco Malfoy.
»Creo que eso es más que suficiente para decir que no quiero sólo una relación física contigo, Malfoy. ¡Ni siquiera estoy seguro de ser gay! Pero sé -continuó cuando vio que Draco abría la boca para hablar-, sé que me atraes y me… calientas más que otra persona que hubiese conocido. Y quiero repetir, e, increíblemente, no sólo quiero repetir el sexo, o la increíble mamada que haces, quiero repetir la estúpida conversación que tuvimos… Diablos, que estamos teniendo en este momento.
Draco parpadeó, bastante sorprendido por la explosión que acababa de tener Potter.
No, el no había leído la noticia. Desde el juicio de su familia no le había interesado leer ese periódico de porquería y mentiras. Aún así, con lo que acababa de decir él, sólo le estaba dando la razón. Potter no creía ser gay, tal vez sólo pensaba en estar pasando una etapa homosexual o algo. Sí reconocía que el sexo era increíble, y que disfrutaba de su compañía, pero no lo quería para siempre… No que Draco lo quisiera para siempre, pero era la cuestión en sí. Era como ponerle un límite.
¿Draco quería eso? Podría salir horriblemente lastimado.
Se lamió los labios… Aunque ahora entendía por qué su madre lo había tratado tan extraño.
-Nunca quise -continuó Potter, ausente de sus pensamientos-, nunca quise mostrarme así -dijo más calmado apoyando la cabeza en una de sus manos-. Ron no me habla, Hermione me esconde libros sobre la sexualidad y la infancia por la casa, Ginny prácticamente me ignora, aún cuando no éramos novios en un principio. No quiero una relación pública en este momento, con la guerra tan cerca… Pero… Pero quiero tener algo contigo.
Potter… Potter era estúpidamente Gryffindor, abriendo su corazón de esa manera a alguien como Draco, quien podría destruirlo en un santiamén. Le daba armas y más armas para atacarlo, y Draco no sabía qué hacer.
Respiró hondamente, cerrando los ojos e intentando pensar en qué era lo que quería.
Quería a Potter, eso era claro. Las palabras que había dicho sobre calentarlo y el sexo habían ido directo a su entrepierna. Quería una relación, ¿pública? No al comienzo, ¿luego? Diablos, sí. No quería estar escondiéndose. ¿Se arriesgaría a ser lastimado? Tendría que hacerlo. ¿Lastimaría a Potter? Sólo si él lo lastimaba primero.
Abrió los ojos.
Potter lo miraba expectante, lamiéndose los labios nerviosamente.
Tal vez no era tan malo tener a un confianzudo Gryffindor como amante.
-De acuerdo -dijo asintiendo, estudiando la idea-. Supongo que tenemos que hablar sobre cuáles cosas sí podemos hacer, ya que me imagino que cenar en familia y salir por la comunidad mágica están veteadas.
Potter le regaló una sonrisa muy dulce.
*
El resto de la cena Draco jodió con la comida. Claro, escuchó a Potter también, quien hablaba sin cesar sobre cosas mundanas que a Draco le causaban gracia -bizarramente- o simplemente viendo cómo Potter se detendría a mitad de un bocado y lo miraba con sus ojos dilatados y con una pequeña sombra de deseo.
Draco decidió que amaba esas miradas de reojo. Así que se dedicó a ganarse tantas como podía. Succionando de más el cubierto, lamiéndose los labios, jugando con su copa y sacando bastantes indirectas sobre la práctica de la lengua cuando se comía espagueti.
Que a Potter cada vez se le desequilibrara más la respiración sólo lo hacía sentir mejor. Sabía que el color en sus mejillas no se trataba únicamente del vino -que él había escogido porque Potter era un inculto-, sino de la forma en la que Draco le rozaba la pierna con la suya, o jugaba con sus dedos unos segundos nada más por si alguien los veía.
No le gustaba esconderse, pero eso sólo sería al principio. Cuando Potter estuviera tan metido en él que le fuera difícil sentirse como una sola persona, entonces es cuando estaría mejor hacerse conocer.
Mientras tanto, se daba cuenta que entre los fetiches de Potter no sólo estaban la atracción por perforaciones, tatuajes, atuendos negros y actitudes rebeldes. Sino que también estaba la atracción por la comida y el cuerpo de Potter.
A veces veía la tarta de chocolate con la que Draco fingía correrse como si quisiera cubrirlo con toda la crema en ella y luego comer trocito a trocito de las almendras sobre su piel.
Era, inesperadamente, cachondo.
-Voy al baño -dijo Draco sonriéndole, levantándose suavemente y cubriéndose la erección que tenía en los pantalones con la suficiente lentitud para que Potter la viera.
Si Harry era al menos un poco inteligente, entendería la invitación.
Cuando llegó al baño, obviamente no pudo usar el urinario, así que se dedicó a lavarse las manos, esperando a ver si Potter tenía las suficientes pelotas de buscarlo. Sabía que era algo temerario tener relaciones en un baño de un restaurante italiano cuando Harry le había dicho bien claro que no quería una relación pública.
Pero Draco tenía ganas, y Potter debía acostumbrarse de que, si él cedía en algunas cosas, pedía lo mismo a cambio. Y tener sexo en un lugar público se le antojaba en ese momento.
Se estaba secando las manos cuando sintió dos brazos atraerlo hacia un pecho firme. Se quedó un poco sorprendido, porque honestamente no había escuchado la puerta al abrirse, pero se le olvidó rápidamente cuando sintió el aliento y la voz de Potter justamente en su oreja.
-Eres más perverso de lo que te di crédito -respiró Harry, besándole la piel debajo de la oreja.
-Siempre me has subestimado -respondió Draco meneando las nalgas para que se frotaran contra la ingle de Potter.
-¿Le he hecho, cierto? -dijo Potter con un tono divertido.
A Draco le hubiese gustado follárselo, pero era la primera vez de Harry, y no quería que fuera en una sala de baño de un restaurante. Tal vez en otra ocasión, cuando Potter se sintiera lo suficiente cómodo con él.
Mentalmente se pateó por ser tan Hufflepuff.
Sus pensamientos fueron maleducadamente interrumpidos por la lengua de Potter, quien había practicado bastantes veces con la pasta, porque la sabía usar muy bien a un lado de su cuello.
Permitió que Potter lo llevara hasta el granito de los lavamanos, inclinándolo para que se apoyara en él. Draco se lamió los labios y miró a Potter a través del espejo.
Se veía muy bien, detrás de Draco, besándole la parte del hombro que podía al aflojar el cuello de la túnica de Draco. Su cabellera negra hacía un contraste bastante hermoso con la rubia casi blanca de Draco.
Los párpados se le cerraron solos cuando sintió las manos de Potter en su trasero.
-¿Puedo? -la voz de Potter sonaba tan ronca y sexy que la pregunta le costó entrar al cerebro de Draco. Cuando lo hizo, sin embargo, se sintió divertido de que Harry le preguntara semejante estupidez cuando estaba doblado sobre un lavamanos sacando su culo y arqueando su espalda.
Sabía que si abría la boca diría eso, así que optó por torcerse y besar a Potter hasta darle a entender que sí, sí podía follarlo hasta partirlo en dos. Potter besaba muy bien ahora, al parecer aprendía bastante rápido, y eso consiguió que el libido de Draco subiera aún más.
Potter asintió y Draco sintió la magia envolverlo. La puerta se cerró -un hechizo para no permitir a nadie entrar-, el silencio del restaurante murió -un hechizo para que nadie escuchara lo que hacían adentro y ellos no pudieran escuchar lo que pasaba afuera. Draco se sintió sorprendido, tener un amante con esa habilidad mágica también iba a ser extraordinario
Los pantalones de Draco cayeron con velocidad, y escuchó a Potter cuando se le trancó la respiración al darse cuenta que no llevaba ninguna ropa interior bajo ellos.
-¿No llevas…? -al parecer le costaba hablar cuando tenía sus manos ocupadas con las nalgas de Draco, no que a él le importara.
-A veces no -respondió un poco jadeante, lamiéndose los labios secos y arqueando más la espalda.
Potter pareció captar la indirecta, porque le subió más la túnica y comenzó a besar la expansión de piel con reverencia. Draco se dejó, abriendo los ojos y mirándose en el espejo. Realmente se veía muy bien, ligeramente sonrojado, con Potter en su espalda, arqueándose y teniendo los labios rojos. El Draco del espejo le sonrió libidinosamente y le guiñó un ojo.
Cuando sintió los primeros dedos llenos de lubricante se preguntó exactamente cuáles libros le había prestado Granger, pero dejó de pensar en ella de inmediato, estaba sintiendo cosas mucho más entretenidas, después de todo.
Potter no dudaba en estrecharlo, movía sus dedos con firmeza, al parecer estando curioso, porque tocó todo lo que podía con ellos, las paredes cálidas, la próstata, todo lo que alcanzaba. Se mordía el labio mientras trabajaba, y cada vez que escuchaba que Draco dejaba salir un gemido más fuerte que los anteriores, se estremecía.
Era delicioso.
Cuando al fin Potter sacó los dedos de su interior, Draco era una patética masa sobre el granito, ni siquiera teniendo las fuerzas para verse en el espejo. Gimió cuando sintió a Potter entrar en él y se arqueó con fuerza cuando las manos de Harry le rotaron un poco las caderas causando una fascinante sensación. Abrió los ojos.
Potter lo miraba a través del espejo, con la expresión más lujuriosa y anhelante con que alguna vez alguien había visto a Draco. Sus ojos se quedaron fijos en los del otro, mientras que Draco comenzaba a empujarse hacia atrás y los gemidos de Harry se hacían cada vez más audibles.
Potter lo estaba follando tanto con la polla como con la mirada, metiéndose en su cerebro como si usara la legeremancia, aún cuando Draco sabía que ese no era el caso.
Tuvo que cerrar los ojos cuando Potter comenzó a moverse más fuerte y más rápido, y Draco sabía que estaba haciendo ruidos y jadeándole que lo hiciera más fuerte aún, más rápidamente aún, pero no podía escucharlo. Sólo veía los ojos de Potter a través del espejo y sentía el cuerpo de Potter detrás de él, poseyéndolo.
El pecho de Harry se extendió por completo en su espalda, una de sus manos le jaló la argolla del pezón, y la otra lo mordió el cuello y Draco se corrió con un fuerte grito, dejándose caer sobre la superficie en la que estaba apoyado.
Sintió a Harry correrse también y suspiró contento. Potter le besó el cuello, antes de girarlo y besarlo más profundamente.
Draco sonrió en el beso, pensando que este asunto de ser el secreto gay de Harry Potter tenía sus recompensas.
Desde el comienzo