Autor: Usagi-Asakura
Fandom: World Series: Hetalia.
Disclaimer: Personajes a Hidekaz Himaruya.
Claim: España/México [Antonio/Pedro]
Tabla: Relaciones #3-Pareja.
Advertencias: Universos alternos, mucho OOC de mi parte. Algunas cosas que están fuera de mi propia imaginación. Dedicado a musa_hetaliana, que siempre tienen buenas tablas. Por favor, si tiene línea histórica, ni me he dado cuenta. Gracias. Como siempre, he usado el nombre de Pedro para México, aunque haya más nombres que en verdad me están gustando, ya veré más adelante si lo cambio.
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3.-Pareja.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se dio el lujo de tomarse unas merecidas vacaciones, así que disfrutó la vista que en ese momento le estaba dando el viaje. A través de la ventana del auto podía observar a las gaviotas revolotear por encima de algunos troncos que se lograban ver a los lejos, el ruido de las olas golpeando las rocas de aquella avenida le hicieron pensar en todo y nada a la vez. Cerró los ojos un momento, recargó su cabeza en el asiento y suspiró.
-¿Estás ya cansado? -preguntó su acompañante, quien no dejó de mirar la calle-. Si lo deseas, podemos parar para que comas algo.
Pedro no dijo nada, siguió concentrado en aquel lugar. Pensando en por qué había aceptado esa invitación. Desde hacía tiempo no lograba entender del todo al joven que venía a su lado, ¿qué pretendía con él? Demasiadas veces se había hecho esa misma pregunta.
Antonio a veces le era muy confuso. Algunas veces sentía que le coqueteaba descaradamente y otras muchas que no le importaba en lo más mínimo, ¿realmente le quería? ¿O sólo era un pasatiempo?
Se acomodó sus cabellos, los cuales se movían aparatosamente; tenía la ventaba abierta y el aire le llegaba directamente. Dejó caer su cabeza en el respaldo del asiento y miró de nuevo el lugar. Tan pacífico y lleno de frescura.
-¿Qué sientes por mí? -preguntó Pedro.
Antonio se detuvo, logrando que Pedro se asustara por aquella acción.
-¿A qué vino eso?
Pedro trató de ignorar el tono tan incómodo que había utilizado el joven, se acomodó de nuevo los cabellos en un acto de distracción, miró otra vez hacia el mar tratando de disimular el acongojo que sentía. Debía admitir que la respuesta a su pregunta no le había gustado.
-¿Estás molesto?
-¿Por qué debería?
Ambos callaron por un momento.
-Apurémonos -musitó Pedro.
El hispano no se me movió y, sin previo aviso, tomó al otro por el cuello y le besó. Pedro sintió cómo se acaloraba ante la intromisión de la lengua ajena y se removió, incómodo, por el ardor de su cuerpo ante aquella caricia.
-Eres mi pareja -dijo Antonio al término del beso.
Pedro volvió a callar, le acarició las mejillas con una de sus manos y le besó dulcemente. Recargó su cabeza en su hombro, haciendo que el sonido de su corazón se acompasara al del otro. Tan perfecto, que pensó que soñaba.
-Bien -confesó el latino.
-Joder… -se quejó antes de soltarle y arrancar el auto de nuevo-. Si no fuera porque sé que esta avenida es tan transitada... -le miró de soslayo-. Mierda, apurémonos.
El latino rió y asintió antes de volver a posar sus ojos en el paisaje que tanto le estaba gustando. El viaje sí que le relajaría.