Amada mía,
Creo que te toca a ti escribirme, ¿verdad? ¿Por qué la demora? Estoy impaciente por saber de ti. Además tengo que escribirte sin poemas, que te lo prometí, y no se si me va a salir. Por eso me salen las cartas tan cortas.
Voy a desayunar, ¡he dormido tan mal por tu culpa! No dejas de aparecerte en mis sueños y no me dejas dormir (tranquila, mi insconsciente es más decente que mi consciente y mis sueños son muy puros) (normalmente).
Tuyo,
Alfred