Pues ahí está, miércoles a las seis, Picadilly. Ha quedado con la chica misteriosa cuyo nombre no recuerda y está hecho un flan. Sí, un flan. De huevo, no de vainilla, porque a Lancelot no le gusta el flan de vainilla, que le da náuseas.
También le da bastante náusea, rodamientos de cabeza y encogimientos de tripa pensar que ha quedado con una chica. Su primera cita. Y encima no sabe cómo se llama, y ella es muggle y es guapa y Lance tiene como la impresión de que es un poquitín excéntrica.
PEro bueno, lo principal es que van a tener una cita y él no sabrá cómo llamarla. Viva. Viva. Bravo, Lance, si te viera tu padre...
Abbie llega unos diez minutos tarde. Once. Es que un cuarto de hora es demasiado, pero no va a llegar puntual, ¿verdad? Eso sí, se ha esmerado especialmente en arreglarse. Lleva una camisa color burdeos de corte imperio, ancha por debajo de los pechos, pero hasta debajo del culo, que se ajusta de nuevo a ella. Debajo, unos shorts muy shorts negros (más que nada para que no le digan que enseña las bragas) y unas largas piernas al descubierto hasta sus sandalias de tiras. Se ha recogido el pelo en un moño medio suelto, y completa el conjunto con un colgante y unos pendientes a juego de la madre de Sylvie. ¡Genial!
Rápidamente localiza a Kenneth y se acerca a él, sonriente (pero con moderación).
-Perdón por el retraso, -dice, intentando parecer tímida.- El tráfico, ya sabes.
Pues Lance ni cuenta se había dado de que la chica sin nombre llegaba tarde. Igual estaba demasiado ocupado intentando superar el pánico, quién sabe. En cuanto la ve, se encoge un poco de hombros y medio sonríe, dándose cuenta en seguida de que le ve las piernas.
Es que a ver, centrémonos. Lancelot va a un internado donde el vestuario especifica que las faldas deben llegar por debajo de las rodillas, ¿vale? Y luego están los calcetines, porque hace un frío de muerte allí en escocia donde Merlín perdió el sonotone.
No es que Lance esté muy acostumbrado a ver demasiada chica en las chicas, digamos, y tiene dieciséis años. Estas cosas le afectan.
-Eh... no p... nopppp... no pasa nada. Ni cuenta me he dado, jaja. Hm. ¿Qué quieres hacer?
Abbie quiere enrollarse con Kenneth, esto lo tiene claro. Pero no sabe si es bueno ser tan directa. A lo mejor sí. Aunque tartamudea un poco, y puede que eso signifique que en realidad no sea bueno ser directa. Además, una señorita lánguida no diría algo así tal cual.
Baja los párpados y sonríe un poquitín a Kenneth, mirándole a través de las pestañas.
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También le da bastante náusea, rodamientos de cabeza y encogimientos de tripa pensar que ha quedado con una chica. Su primera cita. Y encima no sabe cómo se llama, y ella es muggle y es guapa y Lance tiene como la impresión de que es un poquitín excéntrica.
PEro bueno, lo principal es que van a tener una cita y él no sabrá cómo llamarla. Viva. Viva. Bravo, Lance, si te viera tu padre...
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Rápidamente localiza a Kenneth y se acerca a él, sonriente (pero con moderación).
-Perdón por el retraso, -dice, intentando parecer tímida.- El tráfico, ya sabes.
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Es que a ver, centrémonos. Lancelot va a un internado donde el vestuario especifica que las faldas deben llegar por debajo de las rodillas, ¿vale? Y luego están los calcetines, porque hace un frío de muerte allí en escocia donde Merlín perdió el sonotone.
No es que Lance esté muy acostumbrado a ver demasiada chica en las chicas, digamos, y tiene dieciséis años. Estas cosas le afectan.
-Eh... no p... nopppp... no pasa nada. Ni cuenta me he dado, jaja. Hm. ¿Qué quieres hacer?
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Baja los párpados y sonríe un poquitín a Kenneth, mirándole a través de las pestañas.
-¿Me invitas a tomar algo?
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