Segunda tanda de viñetas para la tabla de temas musicales (la encontraréis
aquí). Esta vez sí que están relacionados entre sí. Las escribí hace un tiempo, pero hasta ahora no he podido publicarlas. Espero que os gusten :)
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#011 ~ Prendí otro fuego por ella
Fandom: Fringe/Ficción original
Personajes: OC.
Ticket: Los personajes de Fringe, así como sus universos y demás no me pertenecen a mí. Sólo me enamoré de ellos.
Tema: Unplugged (PG)
Bonus track: Spoilers de la Season 5.
Carátula: La idea que tengo con esto es ambientarlo en ese universo de la S5 que me ha enamorado tanto. Con personajes propios o usando los de la serie. Según vaya avanzando, lo veremos.
La cerilla se iluminó en medio de la oscuridad. Parpadeó durante unos segundos que parecieron horas y cuando parecía que estaba cercana apagarse, se precipitó hacia el suelo, donde se consumió por completo, dejando una negra marca en el adoquín de piedra, junto con todas las demás. Miró hacia el otro lado de la calle, donde el rectángulo de luz todavía seguía allí, imperturbable. Ni una señal, ni un mensaje que le hiciera pensar que las cosas habían cambiado. Nada.
Sacó una nueva cerilla de la caja y repitió el ritual. A su lado, la farola amenazaba con fundirse y dejarle en la completa oscuridad. Y después de las horas, la ventana seguía con las cortinas echadas y la luz encendida.
Sólo cuando toda esperanza parecía vana, la luz de apagó. Mell se sobresaltó y apagó de un soplido la cerilla que tenía entre los dedos. Se guardó las manos en los bolsillos y esperó, en la penumbra, mirando hacia la fachada del edificio con el corazón latiéndole dentro del pecho, en la boca del estómago, en la garganta, en el cerebro. Apenas parpadeaba.
Pero allí estaba. Como todas las noches, un pequeño brillo, casi imperceptible para alguien que pasara sin fijarse demasiado por la calle, apareció en la ventana. Después, las cortinas se descorrieron y la luz se hizo más intensa.
-Mell -susurró alguien, y entonces sintió que el corazón se le salía por la boca. Se separó de la pared junto a la que se escondía y acercó al círculo parpadeante que proyectaba la farola sobre el suelo-. Ahí estás...
-Como todas las noches.
El muchacho asomado a la ventana sonrió y su sonrisa quedó velada en la penumbra de la habitación en la que estaba. Sólo él fue testigo del gesto. Nadie más. Así era como debía ser. Nadie más debería saber aquello. Si alguien se enterara, ambos estarían en un buen lío. Obviando el hecho de que eran dos hombres (y los invasores se oponían a las relaciones entre iguales ya que, hasta el momento, nadie había averiguado cómo hacer que dos hombres concibieran entre sí, aunque realmente esa era la menor de sus preocupaciones), Mell era un 'asqueroso revolucionario' y Roy un lealista, un militar con uno de esos tatuajes en la mejilla, que no se podía permitir una falta ni un borrón en su expediente o ya nadie querría tenerle a su lado.
Se miraron en la distancia, sin decir ni una palabra, porque no lo necesitaban y no querían alertar a ningún soldado que estuviera de ronda cerca de allí. Y así permanecieron, hasta que el ruido de botas caminando en una calle cercana despertó a Mell de su ensueño.
-Tengo que irme -dijo, mientras miraba a Roy. Había tantas cosas que quería decirle, pero tenía tanto miedo... Miedo a que aquello que tenían (eso que no era gran cosa) se quebrara por el exceso de palabras; miedo a que les descubrieran y ambos acabaran en manos de los invasores; miedo de que él no quisiera ir más lejos, a que a él le bastara con mirarse en la distancia, pero sin hablarse ni tocarse; miedo a descubrir cosas que no quería descubrir por hablar demasiado; miedo a que, al tocar su piel, ésta estuviera fría como el hielo, que sus labios no correspondieran con los suyos, a que sus manos no se movieran sobre él.
-Como todas las noches -respondió Roy, con una sonrisa amarga pintada en los labios.
Sin decir nada más, Mell echó a andar calle abajo. Eran tiempos difíciles aquellos en los que vivían y cada noche, cuando abandonaba la calle de Roy, pensaba en qué hubiera sucedido si ambos se hubieran conocido en una situación diferente.
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#012 ~ Balada de un encuentro fugaz
Fandom: Fringe/Ficción original
Personajes: OC.
Ticket: Los personajes de Fringe, así como sus universos y demás no me pertenecen a mí. Sólo me enamoré de ellos.
Tema: Unplugged (PG)
Bonus track: Spoilers de la Season 5.
Carátula: La idea que tengo con esto es ambientarlo en ese universo de la S5 que me ha enamorado tanto. Con personajes propios o usando los de la serie. Según vaya avanzando, lo veremos.
-Me voy a la cama, Roy -dijo Ellan, levantándose costosamente del elegante sofá tapizado en negro y colocándose bien la bata de seda sobre sus definidas curvas. Los rizos le cayeron a los lados del rostro suavemente, descansando sobre su pecho. Le miró desde arriba, con una mirada a caballo entre la interrogación y la sensualidad-. ¿Vienes?
-En un momento, cielo.
Ellan suspiró.
-Te espero entre las sábanas... desnuda...
Empezó a andar hacia la puerta del salón con paso lento, pero cuando desapareció por el pasillo y Roy oyó cómo cerraba la puerta de la habitación, se levantó y apagó la luz del salón. Cogió uno de esos pequeños farolillos que decoraban el aparador junto al sofá y lo encendió con una cerilla. Después, cerró la puerta y se dirigió hacia la ventana. Descorrió las cortinas. Se asomó. Allí estaba él, bajo la farola, como todas las noches. En la penumbra pudo distinguir la sonrisa que llegaba después de tanto tiempo de espera. Mell se acercó hacia la ventana y se quedó allí, parado en medio de la calle, en silencio. Roy acercó el farolillo a su rostro y sonrió también.
-Mell -susurró, por miedo a que alguien le oyera, ya fuera Ellan o alguien que rondara cerca. Siempre tenía miedo de que alguien le oyera-. Ahí estás.
-Como todas las noches -respondió él, como hacía siempre.
Lo que hacían estaba mal. Ambos lo sabían, aunque no se habían atrevido a hablar de ello. De hecho, por no atreverse no se había atrevido ni a hablar. Roy no tenía ni idea de qué pensaba Mell sobre todo aquello, ya que Mell era sólo una proyección física y distante de lo que él realmente deseaba. Porque no deseaba a Ellan. No, por dios. Tampoco la detestaba (aunque una parte de él sintiera repulsión al tocar su piel, era repulsión hacia sí mismo, hacia alargar tanto una mentira, hacia susurrar palabras que no eran verdad en oídos de alguien que pensaba que sí eran verdad), pero, por supuesto, no la deseaba. A quien deseaba era Mell. O, más bien, lo que Mell representaba. No quería a Mell. ¿Cómo podía quererle? No sabía quién era. Pero una parte de él quería, irracionalmente, saltar de la ventana y fundirse con el muchacho en un abrazo y en un beso profundos; otra parte de él sabía que aquello era, simple y llanamente, imposible.
De repente, Mell giró la cabeza hacia un lado. Había oído algo que él no.
-Tengo que irme -dijo, susurrando.
-Como todas las noches -respondió, como siempre, Roy.
Mientras Mell se alejaba por la calle y él entraba de nuevo en el salón y corría las cortinas, pensó qué locura transitoria le había llevado a empezar aquello. Ni siquiera se acordaba de cómo había conocido a Mell. Tan sólo se acordaba de que todas las noches estaba bajo su ventana, como una extraña versión de Romeo y Julieta. Si lo pensaba, ni siquiera sabía quién era Mell. Pero, ¿acaso eso le importaba? Su padre se había puesto hecho un basilisco de saber todo aquello, de siquiera pensar que su adorado hijo veía, en el sentido más estricto de la palabra, a un hombre con ojos cariñosos y que ni siquiera sabía quién era o qué era. Eso podría costarle muy caro pero, ¿qué importaba?
-¿Roy? -preguntó la voz queda de Ellan desde la habitación de al lado-. ¿Vienes?
Roy suspiró y apagó el farolillo con un leve soplido. Todas las noches eran idénticas. Mell venía y se iba y Ellan se empeñaba en demostrar con creces que eran marido y mujer y que el suyo era un matrimonio satisfactorio. Y noche tras noche, Roy pensaba en lo desgraciado que se sentía, en lo triste que era vivir una vida llena de mentiras, de caricias falsas, de pensamientos ocultos y de encuentros desde las alturas, sin hablar, sin siquiera tocarse.
Estaba seguro de que, como todas las noches, cuando Ellan cayera exhausta a su lado después de hacer el amor y él consiguiera conciliar el sueño, soñaría con Mell. O, más bien, soñaría con su piel, con sus labios y sus besos, con su carne caliente pegada a la suya.
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#013 ~ Lo que tu gesto da
Fandom: Fringe/Ficción original
Personajes: OC.
Ticket: Los personajes de Fringe, así como sus universos y demás no me pertenecen a mí. Sólo me enamoré de ellos.
Tema: Unplugged (PG)
Bonus track: Spoilers de la Season 5.
Carátula: La idea que tengo con esto es ambientarlo en ese universo de la S5 que me ha enamorado tanto. Con personajes propios o usando los de la serie. Según vaya avanzando, lo veremos.
Se había casado con Roy porque su padre se lo había ordenado así: era una joven promesa dentro del ejército lealista y familias con el pasado de la de Ellan, llena de insubordinaciones y distintas muestras de rebeldía, necesitaban limpiar su nombre y aquel chiquillo con el tatuaje recién hecho y el uniforme todavía brillante parecía ser la mejor opción de todas. Por supuesto, a Ellan no le había gustado la idea en ningún momento, pero tampoco le atraía el hecho de ser perseguida por el pasado familiar. Así que accedió.
Y desde la primera vez que Roy se metió a la cama con ella, supo que no tenía nada que hacer.
Lo notó en la manera que tenía de acariciarla; había estado con otros hombres, aunque su padre desaprobaría esas afirmaciones, y las caricias de Roy no se parecían en lo más mínimo a aquellas otras que había recibido en la oscuridad de un coche en medio de una calle vacía o en un callejón lejos de miradas indiscretas. Lo notó en la manera desapasionada que tenía de besarla e incluso en la manera de mirarla. Era como si se estuviera esforzando en tener una erección, en fingir que aquello le gustaba. Pero estaba claro que no era así.
No lo había hablado con él. Hablarlo habría equivalido a asumir la derrota y a firmar un acuerdo de divorcio. Y, por tanto, enfadar a su familia y añadir un nuevo error a su amplio historial. Así que decidió continuar con la farsa.
Aquella noche no fue distinta. Se escurrió hacia su dormitorio y se deslizó entre las sábanas. Se quedó mirando al techo en la oscuridad. Quedos susurros venían del salón, pero ella prefería no saber qué pasaba al otro lado de la pared. Creía que era mucho más feliz sin saber cuáles eran los asuntos de Roy y, si llegado el caso, su marido se metía en algún lío, no saber nada le facilitaría las cosas. Así que se dio la vuelta e intentó no pensar.
Al cabo de un rato, se incorporó y dijo:
-¿Roy? ¿Vienes?
No oyó a su marido pronunciar una sola palabra, pero si que pudo escuchar cómo arrastraba los pies sobre la alfombra del pasillo. Después vio cómo su sombra entraba en la habitación y, lentamente, se metía en la cama.
Con un dedo, Ellan acarició la espalda desnuda de su marido.
-Roy...
Él se apartó ligeramente y se tumbó sin siquiera mirarla.
-Ahora no, Ellan. Ahora no.
Se acomodó sobre la almohada y se puso a dormir. O a fingir que dormía. Ya había jugado muchas otras veces a ese juego y, aunque ella no se lo tragaba, hacía mucho que había desistido ante la idea de hacerle cambiar de opinión. Con un suspiro, se tumbó a su lado y se quedó mirando al techo. Lo único que esperaba era que Roy no se metiera en un lío o no le metiera a ella en un lío. Ni siquiera podía imaginar la cara de su padre al comprobar que los invasores tenían un motivo más para perseguir a su familia.