One Tree Hill. Lucas/Peyton. #29 - Salida.

Apr 05, 2007 02:09

Título: Cuando no podemos escapar de nuestro pasado.
Autora: deepclouds.
Fandom: One Tree Hill.
Pareja: Lucas/Peyton.
Tema: #29 - Salida.
Total de palabras: 5.238.
Notas de la autora: ¡Penúltimo fic! Me quedó largísimo, madre mía. Bueno, pues a ver qué os parece (es un dramón, pero me divertí mucho escribiéndolo)… ya llega el final.
Tabla: aquí.

-Hermanito! ¡Enhorabuena! -Nathan abrazó a Lucas-. ¡Enhorabuena, Brooke! -le dio dos besos.
-Pasad, chicos -dijo Haley apretujando a Lucas entre sus brazos-. Esperamos que os guste la fiesta. Tenemos mojitos.
-¡Guau, mojitos! -exclamó Brooke, entusiasmada, agarrando por el brazo a Lucas.
-¡Mirad quién está aquí! -Gritó Haley a la multitud de invitados que había en la sala-. Ey, Lucas, Brooke, mirad quienes están aquí. ¡Venid!
-¡Peyton! -gritó Brooke, abrazándola.
-¡Jake, tío! ¿Qué tal? -Lucas palmeó el hombro de Jake.
-¡Cuánto tiempo! -dijo éste.
-Lucas… -Peyton bajó la mirada-. Hola -sonrió-, enhorabuena chicos.
-Peyton... -Lucas la abrazó suavemente-. Me alegro mucho de volverte a ver.
-¡Sí, Peyton y Jake han estado desaparecidos! -exclamó Haley.
-¿Qué tal os va, parejita? -preguntó Brooke sonriendo. Lucas parecía sorprendido.
-Bien, bien -murmuró Peyton.
-¿Sabéis que se encontraron en Rhode Island cuando Peyton fue allí a la Escuela de Arte? -dijo Brooke demasiado alto.
-En realidad yo era el camarero de la cafetería -dijo Jake-. Pero Peyton me animó y ahora soy compositor. Y ella artista. Tiene una exposición la semana que viene.
-Vaya, Peyt, eso es genial. Sabía que lo conseguirías -sonrió Lucas.
-Gracias -dijo Peyton, sonrojada. Hacía tanto que no la llamaban Peyt…
-Sí, pero te he echado de menos en la universidad, mejor amiga -dijo Brooke rodeando su cuello con un brazo-, menos mal que tenía a Luke…
-Parece que nuestros sueños se han hecho realidad, ¿eh, chicos? -Dijo Haley-. Yo soy cantante, Nathan jugador profesional, Brooke será una importante diseñadora de moda, Luke un gran escritor, Peyton dibujante, Jake compone para una discográfica… Es genial.
-Sí -dijeron todos. Sí que lo era. Se habían graduado, y ahora todos tenían una gran carrera profesional por delante.

*****

La mortecina luz de la mañana entraba por la ventana de la cocina, a través de las cortinas de gasa semitransparentes. En la pequeña radio roja de una esquina sonaba un viejo éxito del 2005, Lyla, de Oasis.

Una mujer de mediana edad, con el cabello liso y castaño oscuro por los hombros extendía mermelada sobre unas tostadas. Iba bien vestida: traje de falda y chaqueta de diseño y un pañuelo de seda blanco Hermès alrededor del cuello. Los muebles de la cocina también parecían caros, y ésta estaba completamente equipada. Sus uñas eran perfectas, y no había ninguna marca en la laca escarlata que las coloreaba.

-Hola cariño -un hombre ataviado con un traje grisáceo y una camisa azul cielo, con el cabello rubio y corto besó a la mujer en la mejilla y se dejó caer en la silla de la mesa redonda de la cocina.

-¡Mamá, Keith me está tirando del pelo! -una niña de unos cuatro años, con cabello liso castaño oscuro y ojos azules entró medio llorando en la cocina.
-Oh, Sammie… ¡Keiiiitth! ¡Baja ahora mismo!

Un niño rubio de unos seis años, con ojos oscuros, con una mueca traviesa y una nariz salpicada de pecas bajó.

-Keith, Samantha, tenéis que llevaros bien como buenos hermanos, porque cuando mamá o yo no estemos, os tendréis a vosotros para cuidaros. Mirad por ejemplo al tío Nathan y a mí -dijo el padre.
-Lucas, cielo, no creo que ese sea el mejor ejemplo -masculló ella riéndose.
-¡Brooke! Estoy intentando dar un sermón a los niños -sonrió él. Se volvió hacia ellos-: ¿Me habéis entendido?

Ambos asintieron obedientemente, recogieron sus pequeñas mochilas coloreadas y besaron a sus padres.
-¡Ahí está el autobús! ¡Aquí tenéis vuestros almuerzos, portaos bien! -Brooke abrió la puerta trasera de la cocina y los niños salieron corriendo.

-Yo también tengo que irme a la editorial, Brookie, tengo que revisar dos novelas que me han mandado -dijo Lucas, distraído.
-Yo iré más tarde a ver cómo han quedado las fotos del reportaje para la nueva temporada de mi firma -Brooke rodeó a Lucas con sus brazos y lo besó en los labios-. Te quiero.
-Yo también -dijo él apartándole un mechón del flequillo. Ella se volvió bruscamente hacia la encimera de la cocina, dándole la espalda.
-Eh, ¿qué te pasa? -preguntó él suavemente, agarrándola por la cintura.
-Nunca me dices que me quieres.
-Brooke, eso no es verdad… -chasqueó la lengua.
-Llevamos siete años casados -murmuró para sí.
-Y los que nos quedan -sonrió él, besándola en el cuello-. Me voy. Te quiero -dijo en tono meloso. Ella sonrió y le despidió con la mano.

Acto seguido, se sirvió una copa de vino y le dio un trago.

*****

Mientras se tomaban su primer mojito, Brooke preguntó:
-¿Dónde está el pequeño Collin?
-Oh, con mis padres -dijo Haley. Nathan la abrazó.
-¿Collin? -Preguntó Peyton-. Así que es verdad… Dios, me alegro mucho por vosotros, chicos, ¿cuántos años tiene? Siento haber estado tan ausente estos años…
-Cuatro, y no te preocupes -Haley le guiñó un ojo-. ¿Sabéis qué? ¡Estoy embarazada! Sois los primeros en saberlo, pero va a haber otro nuevo Scott en la familia -sonrió Haley.
-¡Ajá, por eso no bebías mojito! -dijo Brooke, como si hubiera pillado a Haley.
-Ya verás, hermanito, ahora os toca a vosotros -dijo Nathan, que se había casado con Haley en el instituto.
-Pero Nate, ¡si Brooke y yo nos casamos pasado mañana, no querrás que empecemos ya a tener hijos! -dijo Lucas riéndose. Brooke lo abrazó y Peyton se rió algo incómoda. Jake la atrajo hacia sí. Al final habían acabado juntos. Y Brooke y Lucas también. Es más, iban a casarse pasado mañana.
-Ey, Jake, y Jenny, ¿qué tal? -preguntó Haley refiriéndose a la hija que Jake había tenido a los dieciséis años.
-Mayor -sonrió-, ya tiene ocho años. Le encanta Peyton -dijo-, como a mí.

*****

-Nunca me dices que me quieres -dijo un hombre de unos treinta años, vestido con una camisa a cuadros y unos pantalones chinos.
-Vamos, Jake, no empieces, por favor -dijo una mujer de la misma edad, con el cabello rubio y rizado, mientras trenzaba el pelo a una niña de siete años, pecosa, de ojos azules y cabello rizado largo, de un rubio algo más oscuro que el de su madre.
-¿Os estáis peleando? -preguntó la niña, alzando la vista.
-No, claro que no, Lizzie -dijo la mujer, que vestía moderna, con unos vaqueros y una blusa negra ceñida, pero cuyos ojos verdosos parecían tristes, y hacían ver que había sufrido demasiado para la edad que tenía.

Jake sacó unos gofres de un aparador y comenzó a prepararlos, mientras ella encendió la radio.
-Eh, mira, esta canción de Lyla, de Oasis, ¡del 2005! Qué tiempos aquellos, cuando tenía diecisiete años… -dijo nostálgica.
-Peyton… no cambies de tema -dijo Jake, arrancando la hoja del calendario que colgaba de la pared y dejando a la vista la fecha de ese día. Cinco de mayo de 2019.
-¿Qué pasa aquí?- preguntó una quinceañera con el cabello teñido de rojo fuego, toda vestida de negro (pantalones de tejido vaquero negro de pitillo, cinturón de tachuelas, sudadera ajustada negra con capucha) y calzada con unas gruesas botas negras con hebillas plateadas. Llevaba puestos unos auriculares de los que salía una música atronadora, y se maquillaba de modo que su piel pareciera muy pálida, sus ojos muy oscuros y sus labios púrpuras, y llevaba las uñas pintadas de negro mate.

Peyton terminó la trenza de la pequeña, que vestía vaqueros, Converse negras y una camiseta rosa llena de purpurina, y le cogió un auricular a la joven de quince años.

-¡Hey, Jenny, cómo mola! -gritó, y ambas se pusieron a moverse al sonido de la guitarra eléctrica.
-Jenny, cuántas veces te he dicho… -empezó Jake.
-¡Papá, déjame en paz! ¡Tú no me entiendes como Peyton! ¡No sabes nada! -chilló Jenny, agarrando una mochila negra llena de pinchos y saliendo dando un portazo.
-Es una fase, se le pasará -dijo Peyton encogiéndose de hombros y besando a Lizzie. Jake se llevó las manos a la cabeza, agotado.

-¿Por qué tenía que salir a ti?
-O a Nikki -farfulló Peyton, refiriéndose a la madre de Jenny, que había abandonado a un Jake de dieciséis años y a su hija nada más nacer.
-Ni lo menciones -advirtió.
-Como quieras. De todas formas yo no era tan radical, ni nada de eso. Era una animadora, ¡por el amor de Dios! Sólo escuchaba punk y llevaba camisetas de grupos -se encogió de hombros.
-Te admira -comentó Jake.
-Me voy a la revista, hoy es el último día para entregar mi tira -cogió un bolso negro acolchado, besó otra vez a Lizzie y se acercó a Jake-. La llevas al colegio, ¿no? -Le dio un rápido beso en la mejilla-. Después la recogeré yo, vamos a merendar a casa de Haley y Nathan para que Lizzie juegue con Cassidy y Martha, y hagan rabiar a Devon.
-¿No puedo ir yo? -preguntó.
-Hace mucho que no charlo con Haley. Esta noche seré toda tuya -forzó una sonrisa.
-De acuerdo -él la besó en los labios-. Te quiero.
-Yo también -se despidió con la mano.

Jake suspiró y se sacó la alianza de oro que llevaba desde hacía seis años. Jugó con ella entre sus dedos y miró su interior, donde ponía “Peyton”.

-Papá -dijo Lizzie-, ¿por qué Jenny siempre llama Peyton a mamá?
-Es una fase -murmuró, cogiendo a la pequeña de la mano.

*****

-Bueno, amiga, ¿qué tal los chicos de Rhode Island? -dijo Brooke algo achispada, dándole codazos a Peyton y soltando risitas.
-Mmmhh… bi-bien -murmuró tomando un sorbo de su vaso de papel rojo.
-¿Algo destacable? -inquirió, levantando las cejas.
-¡Brooke! -Chistó Peyton-, ¡Jake está aquí!
-Jay, tápate los oídos -Brooke se rió y se inclinó hacia delante, perdiendo el control de sus movimientos.
-Salí con un par de tíos… uh, eh, A.J. y Peter -se inventó.
-Pero nada como el bueno de Jay para darles una patada en el trasero, ¿eh?
-Claro -farfulló, clavando la vista en el suelo.

La realidad no había sido así. Sí, había salido con algunos tíos de la facultad. A decir verdad, se había acostado con ellos simplemente la mayor parte de las veces. Pero eran ellos los que la dejaban cuando, durante el orgasmo, ella gemía y jadeaba el nombre de Lucas. “Lucas, Lucas”, gritaba en voz baja. “Me llamo Anthony”, o Peter o Andrew, o Jason, decían después. “Ya”, soltaba ella. Así, se había ganado la fama de lunática entre los tíos de la Escuela de Arte. Que eran bastante lunáticos de por sí, así que allí para que te considerasen raro tenías que ser muy, muy raro. La chiflada que llama a su novio muerto cuando lo hacía.

Técnicamente, Lucas estaba muerto; y de todas formas, es mejor decir eso que decir que llevas desde los dieciséis años enamorada del novio de tu mejor amiga, al que sólo has podido besar a escondidas unas cuantas veces. Técnicamente, no era una mentira. No puedes querer al novio de tu mejor amiga. Ya había pasado una vez, y había perdido todo.

Si se había quedado con Jake era porque con él eso no le pasaba. Quizá fuera porque lo hacía bien. O quizá, seguramente, porque él era el único que reconocería el nombre de Lucas, y ella estaba decidida a llevarse sus sentimientos a la tumba.

******

-¡Mamá, mamá! -Lizzie corrió hasta los brazos de Peyton, quien la abrazó con dulzura y revolvió los rizos que se le habían salido de la trenza y caían enmarañados sobre la chaqueta de punto con cremallera rosa oscuro.

Los demás niños también corrieron hasta Haley.

-¡Tía Haley! ¡Tía Haley!
-¡Mamá! ¡Cassidy y Martha me están pegando! -gimoteó Devon, señalando a las pequeñas gemelas.
-Tengo que llevarme a los niños de Brooke y Lucas, ambos están ocupados con asuntos de trabajo -explicó Haley.
-Ey -dijo Peyton al cabo de un rato-, ¿te apetece ir al Café de Karen? Al menos a pedir algo para llevar.
-Vale -sonrió Haley, encogiendo los hombros.

Las campanillas de la puerta tintinearon. Peyton asomó la cabeza por la puerta.

-¿Karen? ¿Papá? -llamó.
-¡Peyton! -Larry Sawyer abrazó a su hija cuando la vio entrar-. ¡Hales! ¡Los niños! Pasad, pasad, Karen y yo os invitamos a un café, y a un batido los niños -dijo, guiñándoles un ojo.
-¡Abuelo! -gritó Lizzie.
-¡Mi pequeña Dizzy-Lizzy! -Exclamó alzándola del suelo y dándole vueltas-. ¡Karen! ¡Sal del almacén y ven a ver quien ha venido!

En el café sólo había un par de clientes, no era una hora punta, así que no estorbaron mucho con el alboroto.

-¡Hola!
-¡Abuela! -gritaron Sammie y Keith.
-¡Niños! -exclamó abrazándolos. Después, se volvió hacia Lizzie y la contempló sin decir nada.
-Hola, Karen -sonrió Lizzie.
-Ya te he dicho muchas veces que me llames abuela -la reprendió cariñosamente. Acarició sus rizos rubios oscuros y acarició su mejilla, pensativa-. Eres muy bonita, ¿lo sabías?
-Karen -susurró Larry.
-Oh. Claro -Karen soltó a la niña y se dirigió a la barra del Café, gritando con tono jovial-: ¿Quién quiere un batido de plátano?

Larry se volvió hacia su hija y la tomó de la cintura.
-Cariño…
-No, papá. Karen y tú sabéis cuál es mi decisión -murmuró, cruzándose de brazos.
-Todo el mundo comete errores -la atrajo hacia sí.

*****

El error… el error. Todos habían bebido demasiados mojitos. Todos excepto Haley, que se había quedado dormida, rendida por el trajín de la fiesta. Brooke había sido la siguiente en caer, por el exceso de alcohol.

-Quedaros a dormir esta noche, todos juntos, como en los viejos tiempos -dijo Nathan cuando la fiesta había terminado.

Peyton se escapó de madrugada de la cama de una de las habitaciones de invitados que compartía con Jake y se acercó al dormitorio de Lucas y Brooke.

Habían pasado tantos años… no le veía desde la boda de su padre, Larry Sawyer, con sus madre, Karen, cuando acabaron el instituto. Después, tras saber que Brooke y Lucas irían juntos a la universidad, profundamente enamorados, huyó de su pasado y se marchó a Rhode Island.

Trataba de visitar a su padre y a Karen cuando ellos no estaban, hablaba de vez en cuando con Brooke por teléfono y nada más. Creía que así lo olvidaría, que así lo dejaría de querer.

Observó a Lucas y a Brooke durmiendo y se acercó hasta el cuerpo de Lucas, en silencio. Miró fijamente como el pecho de Lucas subía y bajaba al respirar.

-Esta será la última vez… -“la última vez…, la última vez…”. Las palabras resonaron en su cabeza y vio que una lágrima había caído en la almohada, junto a Lucas.

Se puso en cuclillas y se acercó a su cara. Le acarició con las yemas de los dedos la barbilla, y después fue subiendo por las mejillas, hasta acariciarle el cabello corto y rubio pajizo.

Lucas abrió sus ojos azules lentamente y Peyton se retiró de golpe, sobresaltada.

-Lo siento si te he despertado -susurró.
-No... -susurró él.

A su lado dormía profundamente Brooke, despeinada y resacosa.

-Te he echado de menos -se le escapó a Peyton en un susurro. Deseó que no lo hubiese oído.
-Yo también -sí lo había oído-. ¿Dónde has estado?
-Ya sabes… -hizo una forma amplia con la mano-. Por ahí -se encogió de hombros y se acomodó en la moqueta de la habitación, de pelo corto y mullido.

Él asintió de forma casi imperceptible, y por un momento, ella creyó que lo sabía todo.

-Supongo que... -Peyton alzó la vista hacia Brooke.
-Supongo -susurró.

Se miraron a los ojos durante una pequeña eternidad, y entonces Peyton se puso de pie y se agachó para besar en los labios Lucas, fugazmente, con una mano apoyada sobre el colchón. Cuando fue a levantarse, Lucas la agarró de la muñeca y se lo impidió, atrayéndola de nuevo hacia sí.

Peyton se dejó, y le volvió a besar con un poco más de pasión, agarrándole la cara con la mano que tenía libre.

Cuando se alzó de nuevo, Lucas se incorporó también.

-Ven -susurró, tomándola de la mano y entrelazando sus dedos con los de ella.

En un sigilo absoluto, de puntillas, salieron del dormitorio, cerrando la puerta suavemente.

Peyton sintió que ese contacto le daba una fuerza y una seguridad en sí misma que nunca había tenido, como si fuera capaz de cualquier cosa.

*****

En la casa reinaba un silencio absoluto, mas Peyton no podía conciliar el sueño.

Observó a su lado a Jake dormido, con alguna que otra arruga, pues que ya no eran críos, y le cogió la mano, entrelazando sus dedos con los de él.

No era lo mismo. Ni si quiera cuando practicaban el sexo sentía un contacto tan fuerte como el de aquella vez.

Le soltó la mano, que calló sobre la colcha, y se giró, con los ojos abiertos.

A la mañana siguiente, llevó ella a Lizzie al colegio. Había pedido un día libre, aunque Jake no lo sabía.

Abrazó con fuerza a la niña antes de despedirse de ella, enredando sus largos dedos en los rizos de ella.

Cuando la pequeña salió del coche, Peyton rebuscó una pequeña libretita de tapa de piel fina, y buscó en la letra E “Editorial Scott”.
La sostuvo abierta contra el volante, abrió su móvil y marcó el número.

Al tercer tono, un hombre joven cogió el teléfono.

-Editorial Scott, dígame.
-Eh, sí, hola, eh, quería hablar con, eh, Lucas Scott -balbuceó.
-¿De parte de quién?
-… -apretó el teléfono contra su mejilla.
-¿Oiga?
-Una, eh, amiga.
-Necesitamos su nombre -dijo el joven con impaciencia.
-…
-Perdone, Señora, pero tenemos trabajo, no quiero ser impertinente pero…
-Peyton Sawyer -escupió finalmente.
-Y es… ¿importante? -oyó el garabateo de un bolígrafo.
-Mmmmmsí. Bastante importante.
-De acuerdo -soltó un suspiro-. Veré qué puedo hacer. El señor Scott está muy ocupado, ¿sabe?
-Mmm-hmm -asintió, aunque no le escuchaba. Estaba empezando a hiperventilar, así que echó la cabeza hacia delante y la sujetó con la mano que tenía libre.

-Chiflados… -murmuró Christian Harper, becario de Editorial Scott desde hacía dos semanas y que ya estaba harto de escritores aficionados que llamaban creyendo que Lucas Scott les solucionaría la vida a partir de una novela vulgar y mediocre. Él era el que tenía que soportarlos a todos, pensó. Marcó el número que le conectaba con el jefe y habló-: Señor Scott, otra chiflada al otro lado de la línea -oyó una risa al otro lado del teléfono. Lucas Scott no era como los jefes habituales. Era más distraído y soñador, pero también más amable y agradable-. Según ella es algo muy importante.
-¿Cómo se llama? -la voz sonó enlatada a través del teléfono.
-Peyton Sawyer -Christian escuchó el silencio de su jefe durante unos segundos, como si el nombre le hubiese golpeado.
-Pásamela -ordenó serio y sin contemplaciones, algo que no era habitual en él.
-Enseguida -dijo, algo extrañado
-Un momento, Chris.
-¿Sí, señor Scott?
-¿Te dijo que era importante? -la pregunta sonaba urgente.
-Mmmsí -recordó las palabras de la mujer-. Sí. ¿Puedo hacer algo más por usted?
-No, gracias -musitó, y después murmuró para sí-: Peyton nunca me llama al trabajo.

Peyton nunca le llamaba al trabajo, ni al móvil -el cual, de hecho, no tenía-, si cuando llamaba a su casa para hablar con Brooke, él lo cogía, intercambiaban dos o tres frases de cortesía -los niños, el tiempo, el trabajo; nunca los esposos o esposas-, y le pasaba el teléfono a Brooke, como si quemara.

Cuando quedaban con Haley y Nathan, todos juntos, apenas se miraban a los ojos o hablaban, evitando incluso tocarse o rozarse, y dejando todo reducido a un ritual de mera cortesía. No parecía muy extraño a los demás, pues supuestamente las esposas eran amigas entre ellas y los esposos entre ellos. Supuestamente.

-¿Peyton? -su voz estaba ronca.
-Lucas, tienes que venir a casa, ahora.
-Pero…
-Tengo algo muy serio que contarte -su voz sonaba rasgada, frágil.
-De acuerdo, ahora mismo voy -musitó Lucas, levantándose de golpe de la silla de cuero giratoria. Oyó que Peyton había colgado, y él colgó también, cogiendo casi a la vez la chaqueta de paño azul marino.

*****

Los azulejos de la pared del baño estaban fríos en contraste con el cuerpo caliente de Lucas.

Con urgencia aunque con algo de torpeza, debido a la bebida, Peyton recuerda perfectamente como Lucas la despojó de su top negro de lentejuelas con rapidez. Ella deslizó sus dedos entre los botones de la camisa ya arrugada, que también acabó en el suelo.

Ambos tenían los labios secos.

-Lucas…
-¿Uhm? -murmuró mientras le mordisqueaba el cuello con suavidad.
-Vas a casarte con Brooke.

Lucas no contestó.
-Lucas…
-Peyt -dijo, y la besó.

Y fue como si hubiese pronunciado las palabras mágicas.

Peyton siguió con el beso, alzando los brazos y dejándose caer por la pared, entre los brazos fuertes de Lucas.

-Dios, cómo te he echado de menos -susurró Lucas.

Peyton sonrió con picardía mientras le desabrochaba los pantalones.

*****

Peyton aparcó el coche frente a su pequeña casa de dos pisos, y pensó en el jardín desarreglado del que se ocupaba Jake de vez en cuando.

Cerró la puerta y fue a la cocina a preparar café, pero le temblaban las manos.

Dejó un par de tazas baratas sobre la mesa de la cocina de tablero contrachapado, junto con un plato con panecillos, aunque no tenía nada de hambre, y se apoyó contra el borde de la mesa.

Lucas conducía deprisa su BMW plateado, grande y familiar con tapicería de cuero color crema. Ni si quiera había encendido la radio, y tampoco se dio cuenta.

Los neumáticos chirriaron en la curva de la calle de Peyton, y Lucas la vislumbró a través de los visillos de la ventana de la cocina.

Aparcó, sacó la llave de contacto, y salió del coche, dirigiéndose hacia la puerta principal, de color rojo desgastado.

*****

“Lucas. Lucas”. Cuando esa noche pronunció esas palabras, no se sintió avergonzada, ni sola; de hecho, no se había sentido tan completa en toda su vida como entonces.

Nunca había disfrutado, así del sexo. Llevaba enamorada de Lucas desde que tenía dieciséis años, y no había estado tan cerca de él hasta los veinticuatro. Era como su primera vez.

Él la contestaba, “Peyt. Peyt”, y se sonreían en la oscuridad y el calor del cuarto de baño. Muchas veces recordaría a solas lo que ocurrió aquella noche.

*****

-Hola -murmuró Peyton con la vista clavada en las baldosas blancas de la cocina.
-¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? -preguntó Lucas alarmado.
-Nada, tranquilízate. Sólo que… ya es hora… ya me siento capaz -se corrigió- de contarte algo. Ponte cómodo -susurró.
-Vale -dijo, sentándose en una de las sillas de la cocina.
-Recuerdas a Lizzie, ¿no?
-Claro que la recuerdo. ¿Cómo no voy a recordar a la hija que tuviste con Jake? ¿Está bien? ¿Le ha pasado algo?
-No, descuida -tomó aire-. Dios. Siento vergüenza de mí misma.
-¿Por qué? -dijo en tono comprensivo.
-No me lo vas a personar nunca. Te vas a enfadar muchísimo pro haber tardado tanto tiempo.
-Hey, Peyt… tranquila -la buscó con la mirada-. Sea lo que sea, lo importante es que tú y tu familia estéis bien. No me voy a enfardar, ¿vale? -Peyton asintió levemente y él le acarició el brazo-. A ver, dime.
-¿Te acuerdas de… de esa fiesta que hicieron Nathan y Haley antes de que Brooke y tú os casarais? -Lucas asintió, pero se puso más serio-. Supongo que… recuerdas lo que pasó.
-Peyton, prometimos no hablar de ello nunca más, olvidarlo… tú estabas de acuerdo -dijo cansado. Peyton respiró durante un rato, antes de hablar.
-Conoces a Lizzie, ¿no?
-Sí… -dijo con impaciencia.
-A ver cómo te digo esto… ésa noche… Joder, Lizzie es tu hija, ¿vale? -soltó de golpe.
-¿Qu-qué? -Lucas desencajó la mandíbula.
-¿De dónde demonios crees que han salido esos ojos azules y ese pelo?
-Pu-pues… -se tapó la cara con las manos, en un repentino gesto de rendición-. Siete años… Dios mío, Peyton, ¿por qué no me lo dijiste?
-Estaba asustada -Peyton rompió a llorar-. Además, tú, tú eras tan feliz con Brooke… era nuestro secreto. ¿Qué vamos a hacer? -enormes lágrimas caían por su cara.
-Una vez te dije que podrías contar conmigo siempre, Peyton…
-¿Qué vamos a hacer? -chilló, sacando afuera todo el dolor que había estado guardando desde hacía siete años.
-No lo sé -murmuró Lucas, poniéndose en pie-. Pero encontraremos una solución.

******

Cuando se despertó la mañana siguiente, la luz del amanecer entraba por un pequeño ventanuco del cuarto de baño con cristales translúcidos. Se vio en los brazos de Lucas, aún desnudos, aunque tapada con la camisa de Lucas, y supo que lo de anoche había sido real, había sucedido. Los recuerdos vinieron a su mente en fragmentos: sus dedos en su cintura, su lengua, sus movimientos.

Sonrió, pero de pronto recordó también dónde estaban y por qué.

Se giró y vio a Lucas contemplándola, quién sabe desde hacía cuanto, con una sonrisa en sus labios. Le acarició los hombros desnudos, y ella se sintió reconfortada.

-Hola -susurró en su oído, besándola en el cuello con ternura.
-Hola -sonrió ella. No se había sentido más feliz en su vida.
-Será mejor que nos vayamos. Aún es temprano.
-Sí, claro -murmuró rápidamente, echando en falta el calor de los brazos de Lucas alrededor de su cuerpo.

*****

Peyton, aún llorando, se abrazó a Lucas. Esperó que éste la rechazara, pero no lo hizo. Apoyó la barbilla en su cabeza, pensativo y distante.

-¿Alguien más lo sabe?
-Se lo dije a papá y a Karen cuando Lizzie tenía dos años… aunque Karen siempre lo había sospechado. Me dijeron que debía decírtelo, pero yo estaba tan asustada… nuestra relación era fría, pero nunca quise perderte del todo -estuvieron en silencio antes de que ella volviera a hablar-: ¿Estás enfadado?
-No -dijo suavemente, y negó con la cabeza-. No, porque sé cómo eres. Y sé lo asustada que debiste de sentirte. Y me siento como un cretino por no haber pensado en ello, por haber sido tan irresponsable y haberte dejado sola, Peyton, mi Peyt, con todo eso, que… debiste de estar muerta de miedo. Soy igual que mi padre.
-No, Luke. Tú no lo sabías. Si lo hubieras salido, no hubieras hecho lo que tu padre. Lo sé.
-Peyt… -Peyton sintió que se derretía al oírle llamándola así, después de siete años- Al menos tenías a Jake -Peyton se encogió de hombros y Lucas la miró.
-Nunca estuve enamorada de Jake -dijo de manera franca.
-Oh, Peyt… -Lucas la abrazó con más fuerza y la besó en la cabeza, y después en la frente.
-Tenemos que decírselo a Brooke -dijo Peyton finalmente.
-¿Tenemos? -Lucas levantó las cejas.
-Lucas… -suspiró-. Ya no somos adolescentes.
-No te preocupes… yo me ocuparé de todo -asintió.

******

Peyton estuvo todo el día siguiente ayudando a Brooke con el vestido, cotilleando con ella, probando peinados y maquillajes como cuando eran preadolescentes. Como si fuera otra persona, mientras la otra Peyton esperaba agazapada una señal, una llamada, algo que le dijese qué había sido lo de anoche.

Pero no hubo nada.

El día de la boda, antes de la ceremonia, Lucas apartó a Peyton para hablar en privado, detrás de la iglesia.

-Peyton… -no la miraba a los ojos.
-¿Sí? -preguntó.
-Sobre lo que sucedió… la culpa fue del alcohol. Quiero que lo olvidemos y que no se vuelva a mencionar nunca, ¿vale? -lo dijo en un tono neutro, sin vida.
-Pero…
-Voy a casarme con Brooke -cortó tajante.

Peyton asintió obedientemente, y esa fue la última conversación real que mantuvieron los siguientes siete años.

*****

Un plato se estrelló contra el suelo.
-¿¡Cómo has podido!? -chilló Brooke, fuera de sí.
-Brooke, yo… no lo sabía…
-¡Me da igual! ¡Íbamos a casarnos dentro de dos días!
-¡Fue hace siete años! -Exclamó Lucas, y añadió-: Y además, no sólo fui yo.
-Lucas… -tomó aire- Peyton lleva enamorada de ti desde el instituto.

Lucas no dijo nada.
-Y tú… Dios, si la querías a ella, ¿por qué te casaste conmigo?
-Para no hacerte daño -murmuró.
-Además, ahora…
-Si lo hubiera sabido antes, yo…
-Dios, Lucas, no sé cómo has podido hacerme esto.

*****

-¡Hola Peyton! -Dijo Jake cuando ella le abrió la puerta de su casa-. ¿Llego en mal momento?
-No… -Peyton se secó las lágrimas- No.
-¿Qué te pasa? -puso expresión preocupada.
-… estoy embarazada -explotó, echándose a llorar de nuevo.
-¡Peyton! ¡Eso es fantástico! -gritó, abrazándola y riendo.
-Sí… -musitó, escondiendo la cara en su hombro.
-Peyton Sawyer, ¿quieres casarte conmigo? -preguntó repentinamente.
-Eh… ¿Qué? -Peyton se sentía como atontada, como si ése no fuera su cuerpo.
-Casémonos, Peyton, estás embarazada, Jenny te adora, yo te adoro… sólo faltas tú. Venga, ¿quieres casarte conmigo?

Peyton pensó por un momento en irrumpir en la nueva casa de Lucas y Brooke y decirles que estaba embarazada porque se había enrollado con Lucas en su despedida de solteros. Miró a Jake, y vio la salida que éste le ofrecía.
-Sí -asintió. Jake la abrazó y la besó, lleno de emoción, y ella le correspondió, porque era lo único que tenía.

*****

Brooke se marchó a Nueva York con los niños, el dinero y los ojos anegados en lágrimas. Ahora sería diseñadora y madre a tiempo completo, y alcanzaría los salones de alta costura, un nombre de la talla de Chanel o Prada, la exclusividad de las pasarelas y las mejores revistas. Pero antes de irse, lanzó un secador a la cabeza de Lucas, y ambos supieron que ella nunca se recuperaría de esa herida.

Jake dijo a Peyton que había tenido la suficiente paciencia, que había sabido que no le quería pero esperaba que algún día lo hiciera, pero que ya no podía soportarlo más. Se fue llevándose una Jenny rota y decepcionada que llamó “zorra” a Peyton varias veces y dio patadas y rompió discos antes de irse.

Peyton, Lucas y Lizzie se trasladaron a una casa vecina a la de sus padres, y aunque Peyton y Lucas se querían, ambos sabían que no era así como querían haber terminado. Obligados, juntos por haberse quedado solos.

Por supuesto, Nathan y Haley trataban de mostrarse naturales, pero ellos también estaban decepcionados y encontraban la situación rara.

Jenny, Samantha y Keith venían cada dos fines de semana, y estaban con Lucas o con Peyton, aunque Jenny en realidad no fuese su hija -y ella siempre lo hubiese sabido-, para ella había sido como una madre, así que con el tiempo aprendió a perdonarla.

Ahora que podían estar juntos, Lucas y Peyton sólo tenían sexo una vez a la semana, y ambos sabían que nada volvería a ser como aquella noche en casa de Nathan y Haley.

La pequeña Lizzie notaba la presión del ambiente, el aire enrarecido, los silencios pesados, la culpa que algunas personas cargaban sobre ella injustamente. Iba un fin de semana al mes a estar con Jake, aunque notaba que éste ya no se comportaba igual con ella.

-Ven aquí, hija -Lucas acarició sus rizos y la abrazó-. Eres tan guapa… Te quiero.
-Entonces… no lo entiendo, tú eres el papá de Keith y Samantha, que se han mudado, ¿por qué ahora vives con mi mamá? ¿Y mi papá? -preguntó exasperada.
-Es… complicado… te lo explicaremos cuando seas mayor. Pero quiero que sepas que te queremos muchísimo, todos. Y que somos muy afortunados de tenerte.
-¿Entonces tengo dos papás? ¿Tú eres mi papá? Quiero irme a casa -gimió Lizzie.

A casa…
A casa…
A casa…

El leve llanto de Lizzie resonaba en su cabeza.

*****

Peyton abrió los ojos de golpe, envuelta en sudor y una maraña de sábanas. [CONTINUARÁ]

leyton, fanfic

Previous post Next post
Up