(no subject)
Título: Trágame.
Clasificación: T
Genero: Comedia
Fandom: Original
Claim: Dido/Personaje-aun-sin-nombre (?)
Palabras: 517
Beta:
akane_kinomoto
Trágame
Era tarde y estaba oscuro. Había sido el último día de trabajo y mañana volverían en un avión, lleno de humanos, a su país natal.
¿Por qué no?
El alcohol había subido a su cabeza y ella lo sabía; quería pretender que estaba aun más borracha, que mañana por la mañana no recordaría nada y que podría divertirse sin tener que dar esas tontas explicaciones cuando ambos dejaran de estar tan festivos.
Empujándola contra la pared, él profundizó aun más el beso, mientras sus manos se deslizaban por debajo de la liviana camiseta de algodón que ella llevaba. La sensación envió una señal eléctrica por su columna haciéndola arquear violentamente la espalda y golpear la cabeza contra la puerta. O al menos eso esperaba. Una mano ahora estaba enredada en su cabello azabache, evitando cualquier golpe, mientras que la otra seguía luchando hábilmente con las endemoniadas presillas del sostén. Quizás demasiado hábil para alguien que debería estar borracho.
Un poco confundida, Dido llevó sus manos al pecho de su compañero para separarlo, esto no estaba bien.
Él la miró confundido con sus ojos oscuros detrás de sus gafas ovaladas; sólo tenía los primeros botones de su camisa escocesa desabrochados, dejando ver la remera de algodón blanco, levemente manchada por su labial. Mantenía perfectamente el equilibrio, sin tambalearse en absoluto.
- No estás borracho - sentenció consternada.
Metiendo sus manos en los bolsillos delanteros de sus jeans, bajó su mirada al suelo, algo avergonzado, dejando escapar una risa nerviosa.
- Tú tampoco.
Esa fue su única defensa.
El ambiente de la habitación rápidamente se volvió tenso y Dido, por primera vez en mucho tiempo, no supo qué hacer. Allí estaba, en la pequeña habitación de un hotel en Estambul, con su compañero de trabajo tres años menor que ella. ¿Qué se suponía que hiciera? ¿Cómo arreglaría esto?
- Sería mejor que volviera a mi cuarto - se excusó tímidamente, abriendo la puerta para salir de allí.
Él parecía tan confundido y avergonzado como ella.
- Sí, sería lo mejor… - murmuró mientras la puerta se cerraba.
Luego de varios intentos por poner sus pensamientos en orden, Dido se rindió, dejándose caer sobre la cama, con la cabeza hundida en la almohada. Quería ser tragada viva por alguna cosa, la tierra, el colchón, lo que fuese. Desde el Instituto no se sentía así. Sus treinta años se habían dividido, dejando solo a una niña de quince allí, confundida, avergonzada y arrepentida; como aquella vez…
- Al menos, Cibeles no estaba aquí para sermonearme.
Ese era el único lado bueno que le encontraba al asunto mientras se daba vuelta para mirar al oscuro techo.
Aunque, quizás la peor parte serían las diecinueve horas de vuelo sentada al lado de su compañero, el mismo con el que casi se acuesta, sin una buena excusa para explicar lo sucedido esa noche.
Gruñó ante la expectativa de cómo sería el viaje, tapándose la cabeza con la almohada y presionándola fuertemente sobre su rostro.
- Trágame…
Clasificación: T
Genero: Comedia
Fandom: Original
Claim: Dido/Personaje-aun-sin-nombre (?)
Palabras: 517
Beta:
akane_kinomoto
Trágame
Era tarde y estaba oscuro. Había sido el último día de trabajo y mañana volverían en un avión, lleno de humanos, a su país natal.
¿Por qué no?
El alcohol había subido a su cabeza y ella lo sabía; quería pretender que estaba aun más borracha, que mañana por la mañana no recordaría nada y que podría divertirse sin tener que dar esas tontas explicaciones cuando ambos dejaran de estar tan festivos.
Empujándola contra la pared, él profundizó aun más el beso, mientras sus manos se deslizaban por debajo de la liviana camiseta de algodón que ella llevaba. La sensación envió una señal eléctrica por su columna haciéndola arquear violentamente la espalda y golpear la cabeza contra la puerta. O al menos eso esperaba. Una mano ahora estaba enredada en su cabello azabache, evitando cualquier golpe, mientras que la otra seguía luchando hábilmente con las endemoniadas presillas del sostén. Quizás demasiado hábil para alguien que debería estar borracho.
Un poco confundida, Dido llevó sus manos al pecho de su compañero para separarlo, esto no estaba bien.
Él la miró confundido con sus ojos oscuros detrás de sus gafas ovaladas; sólo tenía los primeros botones de su camisa escocesa desabrochados, dejando ver la remera de algodón blanco, levemente manchada por su labial. Mantenía perfectamente el equilibrio, sin tambalearse en absoluto.
- No estás borracho - sentenció consternada.
Metiendo sus manos en los bolsillos delanteros de sus jeans, bajó su mirada al suelo, algo avergonzado, dejando escapar una risa nerviosa.
- Tú tampoco.
Esa fue su única defensa.
El ambiente de la habitación rápidamente se volvió tenso y Dido, por primera vez en mucho tiempo, no supo qué hacer. Allí estaba, en la pequeña habitación de un hotel en Estambul, con su compañero de trabajo tres años menor que ella. ¿Qué se suponía que hiciera? ¿Cómo arreglaría esto?
- Sería mejor que volviera a mi cuarto - se excusó tímidamente, abriendo la puerta para salir de allí.
Él parecía tan confundido y avergonzado como ella.
- Sí, sería lo mejor… - murmuró mientras la puerta se cerraba.
Luego de varios intentos por poner sus pensamientos en orden, Dido se rindió, dejándose caer sobre la cama, con la cabeza hundida en la almohada. Quería ser tragada viva por alguna cosa, la tierra, el colchón, lo que fuese. Desde el Instituto no se sentía así. Sus treinta años se habían dividido, dejando solo a una niña de quince allí, confundida, avergonzada y arrepentida; como aquella vez…
- Al menos, Cibeles no estaba aquí para sermonearme.
Ese era el único lado bueno que le encontraba al asunto mientras se daba vuelta para mirar al oscuro techo.
Aunque, quizás la peor parte serían las diecinueve horas de vuelo sentada al lado de su compañero, el mismo con el que casi se acuesta, sin una buena excusa para explicar lo sucedido esa noche.
Gruñó ante la expectativa de cómo sería el viaje, tapándose la cabeza con la almohada y presionándola fuertemente sobre su rostro.
- Trágame…