(no subject)

May 27, 2006 22:07


Hola! Soy nueva en esta comunidad, y aunque llevo mucho tiempo en el fandom de House, esta es la primera muestra no inglesa de gente interesada que he encontrado, así que me he decidido a escribir un fic de mi OTP, espero que os guste.

Titulo: The H world
Fandom: House MD.
Disclaimer: House, Wilson, el PPHT y demás personajes o lugares mencionados en la serie no me pertenecen. Rating: NC-17
Personajes o parejas: House/Wilson
Número de palabras: 3.646
Género: PWP.
Advertencias: Relacionado con el episodio 2x22. Spoilers mínimos, sin embargo.
Sumario: Wilson acepta ir a casa de House a ver un maratón de capítulos de The L world. (http://www.plus.es/codigo/especiales/?id=510725)

THE H WORLD

James Wilson picoteaba con los palillos dentro de la caja de arroz chino sin mucho interés, atrapando de vez en cuando una gamba o un brote de soja y llevándoselo a la boca sin mucho entusiasmo. A su lado y en el centro del sofá, abierto de piernas, con una apoyada en la mesita de café y la otra flexionada, con aspecto de maharajá y tarareando alegremente entre bocados, Gregory House engullía a una velocidad insana sus tallarines tres delicias.

House era fascinante. O mejor dicho, su falta de ética lo era. James no dejaba de mortificarse por todo el jaleo que habían montado con Cuddy esos dos días, mientras que su amigo no sólo no le daba la menor importancia, sino que había ido corriendo a la oficina de la interesada a contarle su jueguecito de detectives.

Aunque Cuddy no se había enfadado con ellos -¡Dios guarde a la bendita mujer designada para controlar el huracán House!- James seguía sintiéndose culpable por haber estado indagando en su vida privada. Y House seguía tarareando felizmente, mirándole de vez en cuando y sonriendo con aquella expresión tan suya de “te tomas todo demasiado a pecho.”

Además, desde que habían salido del hospital, Wilson tenía la desagradable sensación de que su amigo le estaba ocultando algo más, pero decidió no preguntar. La peor parte de tener un amigo brutalmente honesto es que siempre, SIEMPRE, contestará a tus preguntas, por lo que es mejor tener muy claro que quieres oír una respuesta.

-La comida china siempre me pone cachondo - Al parecer, Greg ya había terminado de comer. Casi nunca hablaba si estaba saboreando algo que le gustase, y cuando ya no quedaban ni las migas, solía decir alguna barbaridad para que el resto de comensales perdiesen el apetito. Pero James estaba acostumbrado, así que tragó sin ninguna dificultad una ultima gamba y dejó la caja de comida encima del montón de basura que se iba acumulando a un lado de la mesa. House solamente limpiaba un instante antes de irse a dormir, cuando limpiaba.

-¿Sólo la comida china? ¿Acaso estimula tu Zen?

-Mmmh - House puso cara de concentración - Más bien estimula mi zen-tro.

-¡Oh, por favor! - James no pudo evitar una sonrisa ante tan pésimo intento de juego de palabras - Si sigues tan ingenioso, probablemente la gente deje de tenerte miedo...

-En realidad, preferiría que las conversaciones que aquí se den, aquí se queden.

-Por supuesto.

-Gracias.

- Quería decir que por supuesto que lo prefieres...

Con una fingida mirada de desprecio, House programó el TiVo y la maratón de capítulos de the L world empezó, deprimiendo aún más si cabía al pobre Wilson.

La primera vez que House le dijo que seguía esa serie, se sorprendió. Los programas de televisión que House solía ver eran más... -¿cómo decirlo?- simples: Blackadder, Bob Esponja, Hospital General, el del tío que parecía un idiota y que hacía cosas de carpintería y otros que Wilson no recordaba. Ninguno era especialmente intrigante, pero considerando que House estaba bastante chalado, parecía tener sentido que viese esas cosas. Y había que reconocer que algunas -Hospital General, sin ir más lejos - llegaban a enganchar si las veías a menudo.

Pero the L world era diferente. Mejor dirección, mejores actores, trama más interesante. Más cercano a Sexo en Nueva York, Queer as Folk, Mujeres desesperadas o Perdidos que a Bob Esponja o a las carreras de los Monster Trucks.

Más tarde, Wilson comprendió el porqué de la pasión de House con la serie, al preguntarle si le gustaba más Dana o Shane y él le respondió que no conocía los nombres de las chicas, porque nunca veía la serie con sonido...

Y sin comerlo ni beberlo, allí estaban los dos, viendo una serie sobre las vidas y enredos de un grupo de lesbianas, sin sonido. Wilson decidió catalogar ese momento como uno de los más curiosos que había vivido con House.

Conocía a Gregory House desde hacía casi una década, y podía decir con cierto orgullo que lo conocía casi mejor que nadie, pero aún así, seguía siendo un genio impredecible. Siempre había pensado en su amistad como un viaje a un país exótico del que nunca habías oído hablar: nuevas costumbres, nuevo lenguaje, nueva comida..., el H world, pensó con una sonrisa mientras una pareja discutía en la pantalla del televisor.

-¿No sería más interesante saber por qué están discutiendo esas dos? - Sabía que no tenía lógica tratar de rebatir las decisiones de House, pero la situación le estaba animando a pincharle un poco.

-Si quiero ver un argumento retorcido, veo Hospital General, gracias.

-Entonces, ¿por qué ves esto? - James hizo un gesto con la mano señalando la pantalla, en el momento preciso en el que hubo un corte de escena y Shane apareció entrando en casa de una rubia muy explosiva y, en cuestión de segundos, comenzaron a besarse y a acariciarse los pechos. House le miró un instante levantando las cejas y fijó su vista de nuevo en la pantalla, donde una escena cada vez más erótica se iba desarrollando lentamente. Ni siquiera consideró necesaria una contestación.

Wilson se distrajo un rato mirando la escena, sintiendo como se excitaba al ver a las dos mujeres. Pero al percibir que su mano, abandonada en la pierna izquierda, había empezado a subir inconscientemente hacia su regazo, se detuvo. No le apetecía comportarse como un estudiante de instituto ante su primera película porno, pero empezaba a sentir los efectos de una necesidad urgente. Miró de refilón a House para ver si se había dado cuenta del detalle.

Pero House miraba con gesto impasible la tórrida escena sexual entre las dos hermosas mujeres. Su nivel de concentración y las arrugas de su entrecejo eran los mismos que tenía al observar una radiografía, y Wilson no pudo sino admirarle. James sabía cuanto morbo le daba el tema de dos mujeres juntas. Tenía una interesante videoteca sobre el tema, y unos cuantos libros estratégicamente situados entre innumerables tomos médicos.

Volvió a mirar el televisor sin prestarle mucha atención, pensando nuevamente en la ocurrencia que había tenido acerca del H world. También le sorprendía haber pensado con tanta naturalidad en las preferencias pornográficas de su amigo, el conocer hasta esos aspectos tan íntimos, si bien era cierto que a la mayoría de los hombres les excitaba pensar en eso.

-¿Por qué a los hombres nos atrae tanto ver a dos mujeres enrollándose?

-Porque es mucho más sexy que ver a un amigo que no calla cuando tiene que estar en silencio.

Esta vez Greg había respondido sin mirarle, dejándole bien claro que no tenía ganas de charlar, y Wilson puso los ojos en blanco antes de volver a concentrarse en la pantalla, donde la escena de sexo había llegado al clímax, terminando para dar paso a un poco más de trama.

Mientras una de las protagonistas -Wilson no recordaba su nombre - hablaba con su hermana, House se levantó y se dirigió hacia el dormitorio. La conversación parecía ser bastante intensa, pero ni se molestó en buscar el mando y darle volumen hasta que su anfitrión volviese. De todas formas, ya había perdido el hilo argumental hacía mucho tiempo.

Era evidente que House veía la serie exclusivamente por las escenas de sexo, lo que parecía un tanto ridículo. Para eso era más sencillo ver pornografía, y así se lo hizo saber a Greg cuando volvió, sentándose pesadamente en el sofá y dejando un par de objetos que James no llegó a ver en el suelo. House le miró seriamente y comenzó a hablar con su tono más pedante.

-No tienes sutileza, Wilson. Lo interesante de the L world y lo que la diferencia de una porno es, precisamente, el hecho de que tienes que esperar un buen rato hasta ver una buena escena, y que en el momento en el que empieza dicha escena, estás esperando ver lo máximo posible - Sonrió espesamente y le guiñó un ojo al decir esto, haciendo que James sintiese un rubor inexplicable- pero como es una serie de televisión decente, sólo ves un poco de erotismo, lo que aún te inflama más.

-¿Te inflama? - preguntó Wilson con un poco de sorna.

-¿No es lo que te ha pasado a ti hace un rato, cuando no podías tener la mano quieta?

¡Mierda!, pensó Wilson ruborizándose del todo. Había sido un gesto mínimo, y estaba seguro de que a House le había pasado desapercibido. Pero era un hecho indiscutible que al Doctor no se le escapaba ni el más mínimo detalle, y también sabía como interpretarlo todo. No cabía duda que por eso era tan bueno en su trabajo, pero resultaba un tanto espeluznante que aplicase esa habilidad en el trato con las personas.

Siguieron viendo la serie en completo silencio. Apenas se oían ya ruidos de la calle, y la única luz de la habitación era la que provenía del televisor. James sabía que no debía mostrarse avergonzado, o House lo torturaría con comentarios maliciosos durante meses; pero en su interior, estaba rezando para que la serie terminase pronto y pudiese hacer una salida digna del apartamento.

Sus plegarias, sin embargo, fueron respondidas con una serie de escenas lésbicas de alto voltaje alternando entre dos parejas de mujeres.

Intentó que su postura fuese natural y estática, y ni siquiera se atrevió a mirar de refilón a House, por miedo a que él lo estuviese mirando para burlarse. Pero tanta precaución sólo le condujo a una paranoia cada vez mayor. Casi podía sentir los ojos azules de su amigo clavados en su cara, gritando “¡No tienes autocontrol, Jimmy!” Tras unos instantes que parecieron horas, no pudo soportarlo más y decidió hablar para romper la tensión del momento que él mismo se estaba creando.

-¿Y por qué diablos te gusta verlo sin sonido? - Se giró rápidamente para cruzar sus ojos con los de House, pero para su disgusto, éste estaba mirando a la pantalla con la misma cara de concentración de antes.

-¿Cómo dices?

-¿Por qué no pones el sonido? ¿No sería más excitante oír los gemidos y la música?

-Me resulta más excitante sin sonido -contestó House apartando la vista un segundo para mirarlo fijamente y susurrar con voz ronca - Así puedo oír tu respiración entrecortada.

James tuvo que hacer esfuerzos para no caerse del sofá. House y él solían provocarse y tontear de vez en cuando, pero nunca en un tono tan serio como el que acababa de utilizar. Luego se preguntó si realmente estaba respirando tan fuerte, y si el hecho de haber pasado una velada tan extraña lo estaban incentivando para...

-¡House! - se giró enfadado para encararlo. Acababa de darse cuenta de que todo, TODO lo que había pasado esa noche estaba premeditado, y bien premeditado, por el doctor que se sentaba a su lado ahora sonriendo fieramente y mirándole con esa suficiencia suya tan atractiva. - ¿Por qué diablos llevamos más de hora y media viendo esta estúpida serie sin volumen?

-Para que le dieses muchas vueltas a la cabeza, por una parte, y así satisfacer mi lado sádico, y para que te excitases con la tensión sexual homoerótica por otra y así satisfacer... otras cosas.

Y dicho esto le enseñó los objetos ya olvidados que había traído de su viaje al dormitorio: un tubo de lubricante y un paquete de toallitas húmedas.

Wilson iba a insultarle, pero House se le adelantó, atrapando su corbata y tirando con fuerza, haciéndole perder el equilibrio en el sofá y caer en el hueco entre su pierna flexionada y la que se estiraba apoyándose en la mesita del café. Wilson miró hacia arriba, sorprendido, para encontrarse con un primer plano de la cara de House y, un poco más abajo, una erección considerable marcándose contra los vaqueros.

-¡Pero Jimmy, qué directo eres! ¿Ni siquiera me vas a decir cosas bonitas antes de usar mi cuerpo?

Antes de que James pudiese agredirle por su descaro, le ayudó a incorporarse un poco y le lamió las comisuras de los labios, sonriendo malvadamente y murmurando “miau”. Sus labios se juntaron y comenzaron a besarse levemente, toques y pequeñas succiones mientras maniobraban para estar en una posición cómoda y que House no sufriese por una mala postura de su pierna. Abrazándose y acariciándose la cara, el pelo, la espalda, todavía muy castos y tentativos, comenzaron a besarse con más entusiasmo, explorando sus bocas, friccionando sus lenguas y mordiendo sus labios.

El frenesí del momento iba creciendo a pasos agigantados. Wilson podía contar con los dedos de las manos el número de veces que habían pasado de un plano de insinuación a un contacto real más allá de un beso o una caricia durante todos sus años de amistad, y eso siempre había sido propiciado por un momento importante en sus vidas o por una gran borrachera, y siempre de forma espontánea. Por eso, el hecho de que Greg hubiese planeado los acontecimientos de esa noche ponía a James un poco nervioso. House debió notarlo, porque dejó de desabrocharle los botones de la camisa y le tomó la cara entre las manos para cruzar sus miradas.

-Estás pensando a tanto volumen que los vecinos van a pasar para quejarse.

-Pensaba que tus vecinos estaban acostumbrados a todo tipo de ruidos y molestias.

-Son gente testaruda, no se rinden con facilidad.

-Greg...

House le besó con más fuerza y deslizó sus manos por dentro de su camisa, acariciando su estómago y subiendo hasta su torso. James no pudo evitar gemir dentro de la boca de su mejor amigo al sentir como sus pezones eran pellizcados y masajeados por sendos pulgares. La boca de House le abandonó para recorrer su mandíbula, cubriéndolo de pequeños besos, hasta llegar a su oreja.

-Jimmy, haznos un favor a los dos y deja de darle tantas vueltas a todo - susurró mientras deslizaba su lengua por la caracola de su oreja, lamiéndole obscenamente. Era todo lo que Wilson necesitaba para desconectar: House se las había apañado para encontrar uno de sus puntos débiles, de aquellos que le hacían olvidarse de toda racionalidad. Sintió vagamente como las manos de House volvieron a la tarea de desabotonar su camisa y se armó de valor para comenzar a explorar el cuerpo junto al suyo por debajo de la vieja camiseta de los Rolling que él mismo le había regalado hacía unos años.

Tras la costosa operación de quitarse las prendas superiores separando sus cabezas lo menos posible el uno del otro, la boca de House bajó hasta el cuello de Wilson, frotando su tierna carne con su áspero mentón. James sabía que al día siguiente llevaría quemaduras de barba por todas partes, pero en ese momento el ardor en su piel era fuego para sus entrañas, y no lo cambiaría por nada. Siempre cortés y considerado, se lamió los dedos antes de acariciar los pezones de Greg y llevarlos al mismo grado de excitación que los suyos, duros y sensibles por las atenciones que estaban recibiendo, casi dolorosas debido a la constante fricción, pero nada de extrañar en una persona árida como Greg.

Había pasado una eternidad, o eso le parecía, cuando House se decidió a dar un paso más en su encuentro. No pudo evitar gemir en anticipación cuando una de las grandes y cálidas manos del médico envolvió su sexo por encima del pantalón, mandándole oleadas de placer por todo el cuerpo. Sus propias manos volaron a los vaqueros del hombre más mayor, que debían sentirse demasiado estrechos para ser confortables. De un tirón desabrochó los botones, mientras Greg hacía lo propio con el botón y la cremallera de sus pantalones de traje, que dejaban muy poco a la imaginación. James se acercó un poco más a House para que ambos tuviesen mayor facilidad de contacto, y siseó al sentir como su amigo, tras jugar con la goma de su ropa interior de manera provocativa, le tomaba con una mano y comenzaba a masturbarle con golpes de muñeca lentos y firmes.

James se abandonó por unos instantes, intentado en vano que no se escapasen esos ridículos gruñiditos de placer que solía provocar cuando estaba disfrutando - todas sus mujeres lo habían encontrado conmovedor, pero él se sentía estúpido - y ondulando las caderas en movimientos circulares, acompasados con el ritmo de la mano de Greg, que subía y bajaba inexorablemente, deteniéndose de vez en cuando a acariciar con el pulgar la corona enrojecida de su pene. Finalmente, el movimiento cesó y House le miró con cara de impaciencia. James se inclinó a coger el lubricante y dejó caer unas gotas pastosas en su mano. House siguió con sus caricias mientras él trataba de buscar una postura que le permitiese seguir ondulándose y a la vez tener a Greg a la distancia conveniente para devolverle el favor.

Una vez encontrada la postura, comenzó a extender el lubricante en el inflamado miembro de House, acompasando sus movimientos a los de éste, pero con mayor delicadeza. Siempre le había fascinado el pene de Greg. A diferencia de casi todo el mundo que había conocido - los pacientes no contaban en esos temas, porque un médico siempre (o casi siempre, claro) los mira con ojos de médico - House no estaba circuncidado, y esto a Jimmy le resultaba curiosamente excitante. Sabía que era mucho más sensible al tacto, y por eso tenía cuidado al comenzar ritmos más rápidos que el que ahora se habían marcado, pero la forma en que la piel terminaba en un dulce y sensible nódulo carnoso bajo su corona era un pensamiento excitante. Le encantaba acariciar ese punto y subir con el dedo hasta la base, sintiendo como el rígido miembro se estremecía de placer.

Greg había acelerado el ritmo de fricción y le miraba intensamente. Intercambiaron un par de besos rápidos, pero realmente ninguno de los dos estaba con humor para mucho romanticismo. Sus manos cada vez se movían más rápido, marcando un ritmo frenético. Se las apañaron para acabar medio abrazados, la frente de Wilson apoyada en el hueco del hombro de Greg, que respiraba entrecortadamente. La fricción era abrumadora, y James creía estar a punto de estallar cuando sintió a Greg tensarse completamente, siseando, mientras una humedad cubría su mano. No necesitó más incentivos, y él mismo gimió desde lo más profundo de su garganta al sentir el orgasmo recorrer su cuerpo.

Se quedaron exhaustos unos segundos, todavía abrazados, respirando entrecortadamente. Sintió los labios de House en su pelo, y estuvo a punto de conmoverse. Seguro que las putas que contrata no reciben ese trato cariñoso al acabar sus funciones, pensó James sonriendo y mordiéndole levemente la juntura del cuello con el hombro.

Siempre eficiente y maniático, Wilson alcanzó las toallitas húmedas y comenzó a limpiarlos a ambos. House se cruzó las manos en la nuca y lo observó sonriendo levemente.

-Parece que nos hemos perdido el final - murmuró James mirando de refilón al televisor, pasando los dedos por el pelo áspero de Greg.

-No creo que nos hayamos perdido gran cosa - contestó House con un suspiro de satisfacción- estas series modernas son todas iguales.

-Nada como un clásico, ¿no?

- Exacto - hubo un momento de incómodo silencio en el que House se incorporó y fijó su mirada en la pared. Luego se giró hacia Wilson y, mordiéndole una oreja, se apartó definitivamente de él - Es ya un poco tarde, y mañana tengo tres horas de la maldita consulta. ¿Vas a quedarte a dormir abrazadito a mí o vas a irte a tu casa a pensar en lo maravilloso que soy?

- Creo que sería una mala idea quedarme...- dijo James con una sonrisa triste.

James tenía muchas ilusiones, pero pocas esperanzas. Le hubiera ilusionado que Greg se hubiese puesto en pie todo lo rápido que su pierna le permitía y hubiese andado hasta la puerta para echar el candado y decir algo como “no puedes ir a tu apartamento si estás secuestrado”, o que le hubiese cruzado el bastón frente al cuerpo al hacer el ademán de levantarse del sofá y, negando con la cabeza y sin decir una palabra más hubiese señalado hacia la única habitación de la casa... O simplemente, que dijese en tono entrecortado “por favor...”

Eso hubiese bastado para que James se lanzara a sus brazos y se quedase allí para toda la eternidad.

Pero él simplemente se acomodó en el sillón mientras James se levantaba y se adecentaba la ropa, pasándose las manos por la camisa y los pantalones, que habían quedado demasiado arrugados por los cambios de posición en el sofá. Cuando sus ojos se cruzaron antes de que James saliese por la puerta, House sonrió levemente, sin separar los labios, y musitó un “Estoy de acuerdo”, haciendo que James sonriera con cierta amargura que no llegó a sus ojos.

No es que House le hubiese ofrecido quedarse obedeciendo a una falsa cortesía. James conocía muy bien el H world. Si le había dicho que quería que se quedase esa noche, lo hacía sinceramente. House nunca hacía nada por cortesía, más bien al contrario. Pero James sabía reconocer cada mirada, cada gesto y cada sentido de lo que House hacía o decía, y estaba claro que, al igual que él, valoraba demasiado su amistad como para arriesgarse a algo más que un poco de flirteo en las conversaciones desenfadadas que solían tener a lo largo de todos los días y, muy esporádicamente, algún beso, caricia o toque intimo, como aquella noche.

Arriesgarse a algo más serio les conduciría por ese camino que desdibuja la amistad y crea un vínculo más serio. Y estaba bien demostrado que ninguno de ellos era un genio en lo que a mantener vínculos se refería.

Curiosamente, y aunque eso le consoló lo suficiente para salir contento de casa de House, esa noche, dando vueltas en su cama, demasiado grande, demasiado fría, descubrió que ese razonamiento había dejado de consolarle mientras cerraba los ojos para encarar otra noche en solitario.
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