Título: Un lugar en ninguna parte
Fandom: Pretty Little Liars
Ship: Spencer/Jenna
Resumen: El 'accidente' que sufre Jenna en la fiesta de cumpleaños de Emily es algo que altera a todo el mundo. Y, aunque la culpa pesa sobre los hombros de las cuatro chicas, nadie puede comprender hasta que punto esto ha afectado a Spencer.
Notas: Contiene spoilers del 4x09. Un poco AU porque cambia algunos hechos del capítulo. No por el hecho de que Spencer y Jenna se amen, eso es canon. No estoy demasiado contenta con cómo me ha quedado y tengo la sensación de que el final ha sido algo apresurado, pero espero que me lo perdonéis que llevo mucho tiempo sin escribir :P
"So pretty, so smart, such a waste of a young heart..."
Anya Marina - Satellite Heart
Había pasado toda la tarde intranquila, sabía de sobra que una fiesta como la de esta noche era de esas oportunidades que -A nunca se perdía, pero, además, el tener a Jenna en la casa, la había puesto aún más nerviosa. Le costaba admitirlo delante de las chicas, pero hacía mucho que había dejado de sospechar de ella. Con el paso del tiempo, las cuatro amigas habían podido presenciar el decaimiento de la chica, y parecía que la joven de los Hastings era la única a la que le importaba. Aquella mañana, el ver la mano de Jenna temblar al palpar el aire frente a ella en busca de ayuda hizo que se le hundiese el corazón en el pecho y, por un motivo que no sabía explicar, el ver que era Shana la que respondía a esa señal provocó que tuviese que apartar la mirada de la pareja.
Se sentía así desde que descubriesen la relación de las dos chicas y, aunque Spencer se negase a hablar del tema, en lo más profundo de su corazón ansiaba descubrir que no era nada serio. Quería pensar que la joven no era más que otra de la larga lista de conquistas de Jenna, y que, en realidad, no ocupaba ningún lugar en su corazón. Pero jamás había visto a Jenna estar así con nadie antes.
La castaña suspiró, contenta de haberle dado esquinazo a Aria tras haber tenido un encontronazo con la chica que ocupaba sus pensamientos, pero, bastó escuchar cómo Emily gritaba su nombre para que la joven empezase a temblar.
Spencer echó a correr en la dirección de la que venían los gritos, gritando el nombre de su amiga para hacerle saber que iba a su encuentro. La rapidez de su carrera provocó que no mirara bien por donde pisaba y acabó por tropezarse con una raíz suelta y perder el equilibrio. Se precipitó contra el suelo, golpeándose la rodilla. El dolor hizo que se le saltasen las lágrimas y, durante unos instantes, olvidó el motivo de su prisa y se abrazó las piernas, notando sangre brotar de su rodilla. Entonces, otro grito de Emily hizo que olvidase el dolor de la caída. Esta vez, su amiga gritaba el nombre de Jenna.
- No, no, no... -comenzó a murmurar haciendo caso omiso al dolor y retomando la carrera. Sabía que había tenido que pasar algo grave para que su amiga sonase tan preocupada por ella, y la sola idea la aterrorizaba.
Para cuando llegó, la ambulancia ya había llegado y al lugar y Spencer, a través de ojos llorosos, pudo ver como colocaban el cuerpo inerte de la joven en una camilla. Intentó dar unos pasos al frente, tratar de no dejarla sola aunque sabía que no la dejarían entrar en la ambulancia, pero la conmoción le impedía moverse.
- Jenna... -fue la única palabra que pudo articular, el sonido de su nombre rompiéndose en llanto. Los hombros le temblaban y ni siquiera se dio cuenta de que sus amigas también observaban con impotencia cómo se alejaba la ambulancia del lugar.
- ¿Estará muerta? -la voz de Aria fue la primera en oírse.
- No digas eso -susurró Spencer.
- No respiraba cuando yo la he sacado -dijo Emily con voz temblorosa.
- ¡Callaos de una vez! -protestó Spencer, apartándose de las chicas con una mirada incrédula en el rostro.
- Eh, Spence, lo entiendo -dijo Aria con dulzura, acariciándole el hombro- Yo también me siento mal y...
- Tú que vas a entender -respondió la misma con rencor, apartando el hombro de su mano con brusquedad. Ambas chicas compartieron una mirada confundida que provocó un suspiro de frustración en Spencer- No sé vosotras, pero yo no pienso dejarla sola.
***
Spencer odiaba los hospitales. Había oído decir que la gente que decía tenerle manía a los hospitales era por falta de costumbre, pero, en su caso, era al contrario. Había visitado aquellas paredes blancas las suficientes veces como para odiar el lugar y la incertidumbre y el terror que estar allí suponía. El miedo ya había pasado, le habían asegurado que Jenna ya estaba fuera de peligro, pero había una cierta inquietud que se negaba a dejarla ir.
Irónicamente, Toby la había estado consolando por teléfono, el cual también parecía extrañamente preocupado por lo que hubiese podido ocurrirle a su hermanastra, pero sentía que no había sido del todo honesta con él. El chico habría colgado el teléfono pensando que Spencer ya había cubierto el cupo de desgracias para toda una vida y que presenciar otro accidente más la había desestabilizado, sobretodo al tratarse de Jenna, la cual siempre había parecido indestructible. Aunque su novio tenía razón en gran parte, había algo más profundo que la conmoción y el sentimiento de culpa detrás de su reacción. Algo que había dejado de negarse a sí misma hacía ya tiempo y que tenía mucho que ver con la ira que sentía al ver a Shana custodiar la puerta de la habitación en la que se encontraba Jenna.
Sabía que no tenía ningún derecho a presentarse en su habitación, que ella la despreciaba y que no tenía ningún sentido preocuparse tanto por ella, pero no podía evitarlo.
Alzó la vista, temerosa de encontrar la mirada de sabueso de Shana, y sus ojos se agrandaron con sorpresa al encontrar que el pasillo estaba vacío. Se levantó con cuidado y caminó despacio, buscando no hacer ruido, hasta la puerta que la separaba de Jenna. Se asomó por otro de los interminables del pasillo del hospital y encontró a Shana, a una buena distancia de ella, hablando con alguien a quien no conocía. Frunció el ceño, preguntándose qué clase de novia se ponía a charlar mientras su chica estaba en el hospital, pero decidió ignorarlo y aprovechar la ventaja que aquello le proporcionaba.
Si en algo eran expertas Spencer y sus amigas, era en ignorar las normas. Así que, vigilando que nadie la estuviese mirando, abrió la puerta de su habitación y en cuestión de segundos la tuvo frente a sí.
Por una parte, la joven era consciente de que si quería poder pasar algún momento con ella, era mejor que Jenna no estuviese consciente, de lo contrario, ya la habría echado de la habitación y la chica no se sentía capaz de soportar su rechazo. Aún así, verla tendida con los ojos cerrados en aquella horrible cama de hospital le hizo más daño del que había pensado.
Para evitar que nadie la viese allí dentro, se apresuró a bajar las persianas y, sólo entonces, se decidió a acercarse a su cama.
- ¿Jenna...? -preguntó en voz baja, buscando asegurarse de que la chica estaba de verdad dormida.
Hacía tiempo que la veía sin sus características gafas de sol, y se percató de que sus ojos se movían tras los párpados. Por un momento, se vio tentada de escabullirse de la habitación tan pronto como había entrado, pero, la falta total de enfado de la actitud de Jenna la retuvo.
- ¿Shana?
Allí tenía el porqué. Dolida, Spencer permaneció en silencio durante unos segundos, sin saber muy bien si debía irse sin más o aclarar la situación. Sin duda, Jenna se lo referiría a la chica si alguien hubiese entrado y hubiese desparecido sin más y, de un modo un otro, la otra chica acabaría descubriendo que se trataba de Spencer, así que, prefirió decírselo personalmente a ella.
- No, soy Spencer...
- Shana -la cortó Jenna desde la cama. Su expresión pareció enfadada durante un segundo y el reproche en su tono de voz no parecía originado por la confusión, era más bien como si buscase corregir a Spencer- Ven aquí, Shana...
Su voz sonaba grave y rasposa, supuso que había tragado bastante agua en el lago y pensarlo le hizo sentir mal, pero le llamó la atención la determinación que aún así poseía su voz y el énfasis que hacía en la palabra 'Shana'. Al principio, Spencer se mostró confusa y no se decidió a hacer nada, pero, cuando Jenna alzó la mano hacía ella, esperando su cariño, le fue imposible negarse
Se había negado a abrir los ojos, supuso que le daba demasiada vergüenza abrirlos sin sus gafas ahora que había vuelto a perder su visión. Buscando animarla, no sólo aceptó su mano sino que le propinó un apretón cariñoso, acariciándola con el pulgar.
- ¿Te encuentras bien? -preguntó Spencer. Se esforzó por hacer que su voz difiriese lo más posible de la de Shana y que fuera bastante reconocible, para poder asegurarse de que era a ella a la que Jenna quería a su lado y que aquello no era más que una dulce treta para no admitir que ambas deseaban la compañía de la otra.
- Ahora sí -aseguró la chica, una sonrisa abriéndose paso en sus labios, a la vez que devolvía la caricia de su mano.
Permanecieron así un rato, sin decir nada, simplemente disfrutando estar en presencia de la otra. Durante aquellos instantes, los rencores y las dudas desaparecieron, dejando de ser Spencer Hastings y Jenna Marshall durante unos minutos robados. Los nombres y los errores del pasado carecían de importancia ahora que habían pasado a ser simplemente dos personas. Sin pasado, sin malentendidos, simplemente dos personas que se preocupaban la una por la otra. Su historia no estaba destinada a tener un final feliz: estaban destinadas a no poder estar nunca juntas, a no ser capaces de confesar lo que sentían y a ni siquiera saber darle nombre a aquellos sentimientos. Pero, a la vez, también estaban destinadas a robar instantes como aquellos, instantes compartidos en aquel lugar en ninguna parte que les recordaban que, si el destino había decidido separar sus vidas, era porque no era una tontería considerar que había habido un momento en que sus nombres habían estado unidos.