May 09, 2010 19:13
La continuación del one-shoot. Lj es una MIERDA. Lo he dicho con anterioridad, ¿verdad? :).
¡COMENTS, PLEASE!
Regresa a su morada con el rabo entre las piernas. No ha tenido valor de contarle la verdad, su gran verdad. Que lo amaba como nunca creyó amar y que dicho sentimiento era más afilado que una cuchilla: su perdición.
Bojan se hunde en el enorme sofá que compró hace poco para su piso de “entre semana” en Barcelona.
Hecho un ovillo, encoge su diminuto ser debajo de una mantita olvidada en una esquina y se tapa con ella en busca de cobijo.
No enciende el televisor, no pretende pisar la habitación… esta es demasiado grande y él demasiado pequeño para perderse en un lugar tan inmenso. Trémulo; olvidado por el mundo; inquieto… mejor llorar allí y ahora, tomando decisiones que no quería tomar.
Si no quería sufrir una muerte espiritual prematura, lo mejor sería marcharse del país. Tal vez en el Arsenal fuera todo más sencillo. Allí apenas lo conocían y las noches en la vieja Londres podían ser más calientes entre los brazos de algún desconocido con la bragueta demasiado abierta.
Sí. Sería mejor así. Mañana se lo comunicaría a Pep. Su marcha al Arsenal. Debía poner tierra de por medio antes de que aquel amor lo acabara de consumir.
Y es que un Bojan más delgado de lo que ya lo era ahora podría causar un poco de grima a la vista. Era todo pellejo y huesos, desde hacía unos meses que no se alimentaba bien.
¿Para qué? Si por él fuera se alimentaría de todas las vanas ilusiones que cada noche lo visitaban cuando rozaba sus calzoncillos.
Mas la ilusión tiene las patitas muy cortas, y se esfuma, evaporándose como una humareda poco densa, para quedar ante él el tupido velo de la realidad. Tan oscuro y cruel.
Qué más quisiera su alma que perdurar minuto a minuto de ensueño en el eterno letargo de sus labios…
Rozándose el labio inferior, Bojan se sobresalta cuando alguien pica al timbre insistentemente. El de Linyola alza una ceja y mira su reloj de pulsera.
¿Quién sería a aquellas horas?
El mariposeo de su pecho, que aún parece no haberse enterado de “la movida”, fantasea con que se trate de Gery. Un Gery apasionado y varonil que se ha dado cuenta tras poner un pie fuera del bar de que está enamorado de él.
Un Gerard que ha derrapado con su Audi de ensueño en su búsqueda y lo besará nada más abra la puerta, guiándolo con un camino de besos y caricias a la cama, para finalizar el encuentro con una noche de amor que nunca en su vida podría olvidar.
Pero sólo era Blanca.
Su novia. Su tapadera. Aunque ella no se sabía tapadera, desde luego.
Bojan realza su mueca de fastidio y ella parece percatarse de que algo no va nada bien. Está apoyada al marco de la puerta, y como Bojan no la invita a pasar, ella misma se auto invita, caminando por su lado, contoneándose.
Hecha una rápida ojeada al comedor en penumbra y se sienta, seguidamente, en el lado derecho del sofá. Observa con escepticismo la manta enrollada a su lado y el televisor apagado.
El delantero la sigue tras cerrar la puerta, y sin muchos ánimo para según qué visitas, se sienta de nuevo. Mira en frente, sin dedicar un saludo a la que es su chica.
- ¿qué te pasa?- pregunta Blanca. La joven catalana hubiera optado por montar un pollo por el poco entusiasmo de su chico tras su llegada pero, Krkic tenía muy mala cara, estaba pálido y sus ojos enrojecidos.
Bojan niega con la cabeza mientras hace un ademán de indiferencia con el brazo izquierdo.
- No es mi mejor día.- contesta él, entonces agarra el mando que está en la mesita auxiliar, y enciende el televisor.
Blanca lo estudia en silencio, fijándose en cada una de las tensas facciones del chico de los ojos verdes. Muerde su labio y encoge las piernas, desnudas, destapadas porque la faldita de infarto así lo ha requerido.
Sus cascadas de castaño cabello ondulado caen por encima de su escote, preparado para ejercer su mejor función en aquella noche.
Pero Bojan parece no estar por la labor de reparar en sus encantos, y eso a la joven le repatea en su orgullo de mujer.
- Nunca es tu mejor día. Mucho menos conmigo…- ataja ella, entrecerrando los ojos hasta ocultarlos en dos rendijas afiladas.
- Tú no sabes nada, Blanca.- contesta Bojan, que haciendo zapping con el mando da con un documental sobre sulicatos africanos.
- ¡No sé nada porque no te da la gana que lo sepa, Bojan!- recrimina ella, la crispación elevándose a la máxima potencia hasta erizar su cabello pulidamente requetepeinado.
Entre ellos se forma una atmósfera hostil la mar de habitual.
Y es que el de Linyola no quiere estar con ella. No la quiere. La chica no quiere entender que esa docena de veces que él había roto con ella en los últimos meses tenían el significado claro de que las cosas entre ellos no iban nada bien.
Pero volvían, una y otra vez, porque Blanca lloraba, amenazaba, y apelaba al cariño que se tenían desde niños. Y Bojan no podía con aquello. Si él estaba sufriendo por amor, por el amor imposible de su Gery, no quería que Blanca sufriera lo mismo que él.
Gran error por su parte. Porque la frustración conlleva asumir el nacimiento de cierto grado de agresividad, externa o interna.
Era por eso que regresaban. No obstante, la situación actual no era la más propicia para tener a una Blanca con minifalda sentada en su sofá a aquellas horas de la madrugada.
- Lo siento. He sido un borde- se disculpa él agachando la cabeza.- ¿quieres tomar algo?- inquiere. Aún queda una oportunidad para mostrarse cortés.
- Sí…- ella comenzaba a estar sofocada, y acababa de llegar. Pero siempre lo estaba ante los desplantes de Bojan.
El canterano se pone en pie alisándose el pantalón. Camina arrastrándose dirección a una cocina aún a oscuras por las pocas intenciones del dueño de la casa por pasearse por ella en aquella víspera.
Le ofrece un café, pero ella niega desde su posición, demandando algo más fuerte. Bojan ya ha bebido un tanto en el bar con Gerard, así que saca una botella de agua fría de la nevera y da dos grandes tragos.
A Blanca le lleva una cerveza, la única bebida alcohólica que tiene en su hogar y parte de nuevo al comedor para acabar sentado nuevamente.
Se vuelca en prestarle atención al objeto inanimado en su mano, apurando la botella con un nuevo trago. Estaba sediento.
Blanca también debía de estarlo, porque la rapidez con la que bebe su cerveza no era normal.
Le hubiera gustado tanto haberse hecho el tonto y no abrir la puerta… de ser así, ahora estaría soñando como un niño, tapadito hasta los ojos en su sofá, mirando la infinidad de cenefas del techo.
- Esto no puede seguir así, mi amor.- la botella de cerveza es olvidada a los pocos segundos, apartada a un segundo plano en el borde la mesa.- te quiero demasiado.- suspira Blanca, muy pálida a pesar de los kilos de maquillaje que la avalan a la hora de parecer un sucedáneo de mujer fatal. - te hecho de menos. Ya no me demuestras tu amor…
Escéptica, toca con la puntas de sus dedos el brazo de Bojan. Al comprobar que él no se mueve, pero tampoco la evita, acrecienta su caricia hasta el tanteo de sus dedos. Aprieta, y siente a Bojan estremecer.
Agarra la mano de él y la guía hacia su muslo. Los dedos de Bojan se contraen hasta que sus nudillos crujen sin piedad y daña a los oídos de ella. Abre mucho los ojos y cuando cruzan miradas, Bojan juraría que el rimel negro de ella se corre manchando su párpado móvil.
¡Pero qué pintada que iba! Parecía una mona…
Evita su mirada y aparta la mano de la caliente piel desnuda de la ilerdense. Blanca frunce el ceño, y menos decorosa, se lanza contra él, dándole un mordisco en el cuello.
Bojan jadea por la sorpresa y no tiene más remedio que encararla visualmente. La chica suspira, profanando su intimidad a golpe de suspiros calientes, que chocan con las mejillas sonrojadas del delantero.
- ¡¿Cuánto tiempo hace que no estamos a solas?! ¿Cuándo piensas hacer el amor conmigo de nuevo, Bojan? ¡¿CUÁNDO?!.- le grita ella, agarrándolo por los ojos.
Lloriquea y su faz se transforma. Ahora no sólo su párpado móvil está manchado de rimel, sino que sus orbes enormes color café lloran un río negro de pintura, angustia y orgullo mancillado.
- Que sea un tío no significa que siempre tenga que apetecerme follar, Blanca.- la vuelve a apartar él, que le encantaría salir corriendo de allí, arrancar una cortina y atársela a Blanca a la cintura para que así no enseñará más aquellas horribles bragas trasparentes.
- ¿SIEMPRE? ¿APETECER?- histérica, se planta en pie delante de él, con las manos apoyadas en las caderas.- ¡LLEVAMOS CINCO MESES SIN ACOSTARNOS JUNTOS! ¿¡TE CREES QUE EXAGERO!? ¿QUÉ SOY TONTA? ¡TÚ TE ESTÁS BURLANDO DE MÍ!
“ - Y créeme, que me pasaría otros cinco sin volverlo a hacer. O mejor aún: toda una vida…” - medita él, concentrado en su botella de agua que seguro no lo delataba, a diferencia de sus ojos.
- Blanca, no estoy de humor…- lleva sus manos a sus sienes para apretarlas. Comenzaba a dolerle muchísimo la cabeza por la tensión.- será mejor que acabes la cerveza y te vayas, porque de verdad, que hoy no es mi mejor día…
- ¡NO!.- siempre había sido muy obcecada con todo y para todo. Cuando Blanca quería algo no paraba hasta conseguirlo, y ese era uno de los defectos que siempre pusieron a Bojan Krkic, en un pasado, de los nervios.
Vuelve a sentarse, lo agarra de las manos y las enlaza con las suyas.
- Mírame, por favor…- balbucea ella con un hilo de voz que roza la penuria. - no puedes dejar de amarme, no lo podría soportar… LO SABES- con los labios rojos intactos en su pincelada de carmín y gloss, la catalana renquea a la espera de una reacción.
- Yo te quiero mucho.- espeta Bojan, con la mirada apagada tras su séptima necrosis espiritual.
- Demuéstramelo. - exige nuevamente, y sus manos sudorosas guían las del chico hacia sus pechos, en punta, preparados para inhalar un golpe de aire fresco.
Bojan no contesta y cree sumergirse en una nueva utopía adversa. En su sueño había muchas variables aterradoras, y en ellas, era él quien suplicaba clemencia y amor a un Gerard próximo… pero cuando lo tocaba con los dedos, cuando buscaba sus manos no daba con su piel, ni con sus huesos…
Insistía; proseguía intentándolo una y otra vez mentalmente; Gerard lo sonreía; el pecho redondo de Blanca era tan pálido como su mismo nombre; pelea para tocar aquel trozo de carne que visualiza y que no logra la esperada tangibilidad; un gemido escapa desde las profundidades de la garganta de la chica, que se sube a sus rodillas y lo besa en el cuello…
- Bojan… ¡Te amo muchísimo!- resopla, domando las muñecas de Bojan para que le acaricie los pechos de un lado para otro. Sus pezones se anteponen durísimos, y cuando menos lo espera el de Linyola, Blanca se los mete por la cara.
- Para… para…- molesto porque con sus insinuaciones le está desmoronando su quimera, intenta apartarla de nuevo, pero es un poco tarde… ella le ha bajado la bragueta del pantalón.
En blanco, aguanta la respiración, y se tele transporta a su bienaventurado sueño. Cuando al fin puede tocar la carne de Gery la sabe caliente, sudada y el “pum, pum” maravilloso de su corazón lo hace sollozar.
Vivo; único; ese es Gerard Piqué en todo su esplendor, y una vez más logra tocarlo en la maraña de su ensoñación, indescriptible para el resto del mundo.
Y cae en la cuenta de que tal vez aquella fuera la última vez que el placer se adueñaba de su pubis al pensar en él. Por lo tanto, debía aferrarse a la perceptible epopeya que significaba tocar el cuerpo de Blanca.
“Una vez más…- se dice en su interior- … sólo una, corazón.”
Blanca lo besa en los labios y él deja que su lengua repte por su paladar.
“Me queda muy muy poquito para desterrar este sentimiento…”
Pletórica, creyéndose bella y deseada de una buena vez por todas, Blanca sonríe y su rostro tiznado con huellas verde oscuro y rimel manchan el cuello de Bojan al pasearse por su piel.
Obliga a la mano del blaugrana a viajar por entre sus muslos, alcanzado la tira de las braguitas y entrado en contacto con sus labios rasurados.
Bojan está mirando a su novia, pero no la está observando. Su iris se concentra en el punto muerto de su imaginación fatídica.
Y sus dedos no están tocando una vulva dilatada, no; no están imponiéndole que penetren la vagina de ella, ni se está manchando con los fluidos corporales de la chica.
Todo ello forma parte de la gran mentira de su vida.
- Ahhhhhhh.- Blanca gime como una perra en celo, se muerde los labios y bruscamente intenta bajar el pantalón de Bojan todo lo que puede para dar con sus calzoncillos.
Su mano prosigue intacta, sellada a fuego sobre el corazón de Gerard. El latido cesa mientras que los segundos trascurren, y cuando el dulce sonido se pierde en la lontananza, Bojan sabe que lo echará de menos siempre, que nunca lo olvidará y que el amor es el sentimiento más bonito y doloroso que los seres humanos podrían sentir jamás.
Las paredes vaginales de la joven se contraen; Bojan traga saliva y llora en silencio porque el corazón de Gerard ha dejado de latir.
Las tinieblas aguardan pacientes cuando Blanca mete la mano dentro de sus calzoncillos…
FIN.
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