[Fic] [Kuroko no basuke] como un enorme puzzle sideral - parte 2

Oct 27, 2015 08:46

Fandom: Kuroko no basuke
Pairing | Género: Aomine Daiki/Kagami Taiga/Kuroko Tetsuya, Aomine Daiki/Kagami Taiga, Kagami Taiga/Kuroko Tetsuya, Aomine Daiki/Kuroko Tetsuya. | Angst, poliamor, tríos
Palabras: ~7.600 (esta parte), 20.600 en total.
Rating | Advertencias: MA | Spoilers de toda la serie.
Notas: Parte 1.


como un enorme puzzle sideral - parte 2

you're the needle on the hay
you're the water at the door
you're a million miles away
it doesn't matter anymore

fireproof - the national

*

Tetsuya parpadea fuerte para no quedarse dormido.

Le gustaría quedarse, pasar la noche ahí mismo, pero la angustia en su estómago le hace levantarse. Una vez desaparecida la adrenalina de la excitación y el orgasmo empieza a asumir lo que ha pasado y no sabe dónde se supone que están ahora.

¿Qué pinta el tercero en una pareja?

Así que se incorpora en la cama, se desembaraza del nudo de brazos que le retienen y se levanta. Kagami ya está medio dormido pero le interroga con la mirada.

-Hablamos mañana, ¿vale? Ahora no… Mejor me voy.

-No hace falta que…

-Lo sé. Duerme, Kagami-kun.

La vuelta al apellido le hace callar, o quizá sea la expresión de Tetsuya. No sabe qué cara lleva porque solo siente un pánico ciego, si tiene que ser sincero.

Aomine no está dormido, pero se lo hace, así que no se molesta en decirle nada. Sale de la habitación recogiendo la ropa que le parece que es suya, se termina de vestir en el salón.

Llega a su casa demasiado tarde, arrastrando los pies y helado por ir solo con el kimono. Se da una ducha y después, aún mojado, se mira en el espejo por primera vez en toda la noche. Tiene marcas en el pecho y en el hombro. No sabe de quién es cuál. Le duele el labio inferior (eso ha sido Aomine) y aún siente el fantasma de Kagami en su espalda, el calor de su orgasmo bajando por ella.

Apoya la frente contra el espejo.

*

La siguiente vez que se ven las cosas han cambiado, pero menos de lo que se esperaba. Kagami se pone un poco nervioso, al principio, no sabe si puede tocarle o no.

No debería ser tan entrañable, pero Tetsuya hace tiempo ha asumido que nunca le va a salir nada como se supone que debe. Se encuentran delante de las notas y ambos han aprobado, Tetsuya bastante mejor que Kagami pero pasables al fin y al cabo. Vuelven a clase en dos días y es casi un alivio algo de normalidad.

Tetsuya levanta el puño.

-Kagami-kun.

Kagami resplandece cuando lo ve y se lo choca sin dudar.

*

Aomine es más complicado pero, claro, siempre lo ha sido. Se vuelven a ver en un partido amistoso de Kise, ese mismo sábado, porque ha preferido no pasarse por casa de Kagami al menos un tiempo. Quizá quieran volver a hacerlo con él pero antes de nada necesita...

Necesita saber que van a poder continuar con la amistad, los tres, antes de que vuelva a pasar nada, si es que tiene que pasar. Porque no podría soportar perderles (perder a Aomine, otra vez, perder a su luz; a ninguna de ellas dos). Llega más tarde y les localiza entre el público. Busca una cabeza rosa a su alrededor pero Momoi no parece estar, por una vez. Más alejados, Takao y Midorima le miran un segundo, el gesto de saludo de Midorima es casi imperceptible.

-¡Kuroko! -grita Kagami, gesticulando como si fuera posible no verles.

Tetsuya suspira. No tenía que haber venido. Nigou asoma la cabeza por la cremallera de la bolsa y le gime.

-Tú también les echas de menos, eh.

Va hacia ellos sorteando piernas que no saben bien qué les choca hasta que ya ha pasado. Le han guardado un sitio, o simplemente puede ser que nadie se atreve a sentarse al lado de Aomine.

-Aomine-kun, Kagami-kun. ¿Qué tal va el partido? ¿Kise-kun?

Aomine gruñe. Parece que no se lo va a poner fácil. Kagami suspira.

-Se supone que está recuperado, pero solo un mes con el destrozo que se hizo… Ya sabes lo duras que son las consecuencias de copiar a la Generacióooon de los Milaaaaaagros... -lo dice poniendo tono ominoso y haciendo comillas en el aire.

Aomine tose y oculta el gesto y eso fascina a Tetsuya, porque hay pocas cosas capaces de hacerle sonreír cuando está así, en su mundo y enfadado con los demás.

-Imbécil, no hace falta que lo digas así.

-¿Cómo lo estoy diciendo? Estoy hablando normal, ¿verdad, Kuroko? No es mi culpa que fuerais los milaaaaaa-OUCH

El empujón con el hombro que le da Aomine es merecido pero no parece importarle demasiado.

Tetsuya se sorprende aguantando la risa.

*

Al final del tercer tiempo, sustituyen a Kise. No van ganando por demasiado pero, igualmente, no piensan cometer el error de sacar la gran baza que es copiar a sus antiguos compañeros de equipo. Incluso desde donde está, puede ver que Kise está como mucho al cincuenta por ciento de su capacidad.

Tetsuya cree que ganarán, de todas maneras. Pero da un poco de pena verle en el banquillo, después de todo lo que hizo.

Un ladrido suave se escapa de sus piernas. Aomine y Kagami levantan a la vez la cabeza y le miran, uno con incredulidad y el otro con más miedo que otra cosa.

-¿Qué? No quería que se quedase solo en casa… Shhh, Nigou. Te saco ahora.

-No me puedo creer que…

-Lo hace siempre, creo que me odia en secreto.

-¿Pero cómo te puede dar miedo una cosa así?

Aomine mete la mano en la bolsa y Nigou saca la cabeza para mordisquear los dedos mientras gira la cabeza hacia Kagami.

-¿Ves? No pasa nada. Qué raro eres.

Desde su lado solo puede ver a Kagami, que intenta controlar una sonrisa sin éxito mientras mira a Aomine. Tiene las mejillas encarnadas.

En ese momento, para él, ha desaparecido todo lo que en ese campo no sea Aomine Daiki.

Tetsuya piensa una vez más que la invisibilidad se le va de las manos. No le suele importar, no normalmente, ya sabe que en general la poca presencia es algo inherente a él y disfruta dando sustos a la gente. Le gusta tenerlo para el baloncesto. Le gusta la sensación de hacer magia, de hacer desaparecer la pelota o hacer desaparecer a los demás.

Se da cuenta de que en ese momento no le gusta. Al lado de las personas con más presencia que ha conocido en la vida, está temiendo haber desaparecido de verdad, tiene la sensación de no estar ahí, de no estar en ninguna parte.

No puede competir con Aomine.

No le pasaba desde Teiko y es imposible que gane algo en esta situación.

Empieza a hablar pero antes de llegar a decir nada se calla porque no tienes derecho, piensa.

-¿Kuroko?

Kagami le habla. Ambos le están mirando con miméticas expresiones preocupadas, el ceño fruncido. Les quiere aplastar contra sí mismo.

-Es casi el final del partido. Voy a aprovechar a sacar a Nigou antes de que termine.

Sonríe, falso, falso, falso y esperando que no noten que está destrozado más que otra cosa, porque no sabría cómo explicar por qué.

*

El parque está ocupado solo por algunos críos, y Nigou retoza por la hierba mientras Tetsuya, tumbado sobre el banco, deja que el calor del sol primaveral le bañe.

Mirando al cielo, escuchando los pasitos de Nigou mientras busca el sitio en el que se pueda poner más guarro, se da cuenta de que la ha cagado por completo.

Era solo Aomine, era él, su luz en el baloncesto y después, también, aunque no coincidieran absolutamente en nada. Eran Daiki y Tetsuya y eran uno. Y dejaron de serlo. Y luego llegó Kagami y tendría que haber sido más fácil porque se parecen pero no son lo mismo, esa franqueza, ese apoyo constante; él era otra cosa. Se enamoró de muy poco a poco, día a día, pase a pase. Incluso el no ser correspondido era más sencillo, porque incluso como amigo, Kagami le hacía tremendamente feliz.

Cualquier cosa es más fácil que esto, este sufrir que es estar enamorado de los dos.

Es la primera vez que lo analiza de verdad y se da cuenta de que no sabría elegir, incluso aunque pudiera. La luz de ambos ha llegado un punto que es tan igual en esencia, aunque tenga diferencias superficiales, que las ve mezcladas, los bordes se desdibujan y ahora ya…

Ya no sabe nada.

Escucha unos pasos y sabe que son los de Kagami, siempre demasiada energía para todo. Se queda al lado del banco. Tetsuya abre los ojos y le mira desde abajo.

Nigou ladra intentando llamar su atención, pero Kagami le ignora.

-Hey.

-Hey -responde, volviendo a cerrar los ojos.

-Qué pasa, Kuroko.

Todo pasa.

-Nada.

-No mientas, Tetsu. Eso ha sido una puta huida en toda regla.

Aomine se apoya en la espalda del banco y tapa el sol que le daba. Se pone al lado de Kagami y asoma la cabeza junto a la suya.

-No sé qué hacer.

-¿Con qué?

No le gusta mentir así que dice la verdad.

-Con vosotros.

Está perdido. La voz rasposa Aomine es la que le contesta.

-Ven con nosotros.

-¿A dónde?

Termina Kagami.

-A casa.

La proposición es obvia. No es cosa de una vez, quieren otra, quieren más. Él también quiere.

Levanta una mano y tapa el sol que le da en los ojos. Le miran desde arriba y siente que le ciegan ellos más, como si le doliera mirarles.

Quería confirmar que podrían seguir siendo amigos y lo que hace es confirmar que es un kamikaze emocional. Porque sabe que no es bueno, sabe que va a acabar mal y que va a comerse la decepción cuando se cansen o se aburran o entiendan que por algo se llama pareja y es entre dos.

Se lanza sin paracaídas ni red.

*

La segunda vez no es mejor pero lo es, a la vez. Hay más coordinación y menos tensión y más naturalidad. La segunda vez es aún de día y Tetsuya puede ver bien todo, cómo se forman las marcas cuando araña la espalda de Kagami o muerde las caderas de Aomine. La segunda vez Tetsuya aprende que a Kagami le gusta chuparla casi tanto como que se lo hagan y lo mejor de ser tres es que puede hacerse a la vez: Tetsuya entre sus piernas y Aomine con las suyas a cada lado de su cabeza, follándole la boca. La segunda vez aprecia realmente las partes buenas que tiene ser más de dos. La segunda vez descubre que Aomine aún recuerda lo mucho que le gusta que le abran con la lengua, profundo y sin dejar que se mueva, que le pongan a cuatro patas y le laman hasta convertirle en un desastre que olvida hasta su nombre.

Kagami dice “quiero probar yo también” y “dime cómo, Aomine” y éste se ríe y le coge de la nuca. Tetsuya muerde la almohada porque Aomine le guía “así, mete más la lengua, sal y ve hacia abajo, vuelve arriba, ponla dura y, eso te gusta, ¿sí, Tetsu?” y su voz rasposa diciendo guarradas mientras la lengua de Kagami está dentro, dentro, dentro es demasiado.

La segunda vez no está nada mal.

*

Las clases empiezan y hay menos tiempo para verse entre entrenamientos, conocer a los nuevos de primero, a pesar de ser el principio de curso ya tienen cosas para hacer en casa... A veces solo les da tiempo a juntarse donde Kagami y ver la televisión; a veces solo está Kagami y se sientan y hablan y parecen dos amigos sin más.

Tetsuya piensa que lo tiene bajo control. Le gustaría, en parte, hablar del tema, establecer unos límites, pero no es una conversación que se vea capaz de mantener. Normalmente inician ellos el sexo y suele bastar con la mirada de Aomine retratando sus ganas, no hacen falta palabras. Compartir pizza y hablar después es cada vez menos incómodo.

Las discusiones entre Aomine y Kagami dan la sensación de haber disminuido o al menos Tetsuya deja de ser testigo de ellas. Parecen más relajados y él se tranquiliza, también, se le calma la ansiedad constante de esperar a que todos sus encuentros sean el último.

Un día, antes de salir, Kagami le coge de la nuca y le besa y Tetsuya se queda en blanco porque (sorpresa) no han hablado de nada de esto. No sabe si quiere que acabe en algo, porque nunca han estado ellos dos solos y no le parece del todo bien respecto a Aomine incluso aunque sospecha que no le importaría demasiado.

Pero Kagami sonríe y cierra la puerta. Solo ha sido una despedida.

*

Así que así están las cosas ahora. Va a clase, se sienta donde nadie se va a fijar en él e intenta atender mientras su mente no se cansa de repetir escenas de su último encuentro.

Kagami cojea en un entrenamiento y a Tetsuya le parece que todos lo pueden ver, cómo no lo van a hacer.

Kiyoshi les visita un miércoles y van todos a cenar. Kagami come hasta que asombra hasta a los del restaurante, como siempre, y Tetsuya le mira desde su esquina, con su bol de ramen casi sin empezar.

Todos gritan y entre el barullo Kiyoshi se sienta a su lado. Parecen invisibles.

-¿Te puedo hacer una pregunta sobre algo que no es de mi incumbencia y terriblemente indiscreta? -si fuera otro, se negaría con un corte, pero es él, así que asiente

-No puedo prometer que vaya a contestar.

-Me parece justo. -Deja pasar segundos, pero se le hacen eternidades-. ¿Qué hay entre tú y Kagami-kun?

Suelta el aire que estaba reteniendo y casi sonríe. Si supiera responder esa pregunta, todo sería mucho más fácil en su vida.

Se encoge de hombros.

-No quiero incomodarte. Pero me preocupa, me ha dicho Hyûga que últimamente os véis mucho con Aomine-san, ¿verdad?

A lo mejor se les ve en la cara. A lo mejor tiene escrito en la frente que ayer tenía los dedos de uno metidos en la boca y los del otro en el-

-¿Kuroko-kun?

-¿Qué es lo que te preocupa, Kiyoshi-san?

-Tú. Te voy a decir la verdad, me pareció notar en su momento algo entre Aomine-kun y Kagami-kun que, no sé. Pero ahora le veo contigo y no sé qué pensar, aunque está claro que hay algo entre los dos.

Cómo explicas algo que no sabes lo que es. Kiyoshi sigue hablando.

-¿Es algo más? ¿De los tres? Riko me ha dicho que estoy loco, igual estoy diciendo tonterías.

Se pregunta si él ha pasado algo parecido. Quizá ese cariño que ve ahora entre Riko, Hyûga y él sea un remanente de algo que vivieron, quizá un solapamiento de estar enamorados de la misma persona, quizá algo más complicado.

Se pregunta si Aomine, Kagami y él serán capaces de hacerlo cuando todo termine.

-Si tuvieras que elegir, Kiyoshi-senpai, entre quedarte en un partido hasta el final a cambio de una lesión o retirarte a tiempo, ¿qué elegirías?

Kiyoshi ríe, a pesar de que es un golpe bajo por su parte.

-Tú ganas, Kuroko-kun. Ya sabes la respuesta. Pero ten cuidado… No te lesiones tanto como para no poder volver a jugar.

Kagami se termina el último bol de la montaña y grita, levantando los brazos.

*

Es la sexta cuando dan un paso más, y Kagami y Aomine lo han hecho entre ellos pero poco; le dice al oído, solo un par de veces, solo para probar (Kagami lo había hecho antes, en Estados Unidos, el verano antes de volver a Japón. Tetsuya tiene celos de todos los que le han tocado antes de él, antes de ellos dos). Aomine y él no lo hicieron nunca, eran jóvenes e inexpertos y había demasiadas cosas sin decir entre ellos.

Esa vez Aomine está sobre él a cuatro patas, con los brazos a cada lado de su cabeza y, tras él, Kagami saca los dedos hundidos en lubricante y coloca la polla. Se queda quieto unos segundos mientras le acaricia la espalda, los costados, la nuca. “Vamos, vamos, Kagami”, dice, en esa voz demasiado grave para alguien de su edad. Kagami llena los pulmones antes de adelantar las caderas y entrar en él.

Le pregunta si duele (“no, está bien, sigue” susurra Aomine) pero Tetsuya puede ver que miente. Le besa para que lo olvide, para que olvide el dolor (“shh”); le coge de la cara y le alisa el ceño (“shhh, Daiki-kun”). Él cierra los ojos y Tetsuya mira cómo pasa por todos los estados, desde el dolor del principio a la incomodidad de después, a cuando empieza a disfrutarlo. Aomine gime con la cabeza apoyada en su hombro y es casi como si sintiera contra sí mismo las embestidas de Kagami.

Nota cómo Aomine empieza a perder el control, le muerde el pecho, Tetsuya baja la mano entre ellos dos y (“mírame, hazlo por mí”). Ve el orgasmo cuando alza la cabeza, en primera persona, con los ojos azules clavando la mirada en los suyos.

Ésa es la mejor. Es la mejor hasta que viene la siguiente, y otra más, y después Tetsuya pierde la cuenta de las veces que se despierta en medio de la noche rodeado de brazos que pesan demasiado y rodillas que se le clavan en la espalda.

*

No amanece con ellos, si puede evitarlo.

Cuando se despierta y aún está oscuro fuera no quiere que llegue nunca la mañana. Quiere quedarse ahí, entre las dos personas que más quiere, para siempre. Quiere despertarse con ellos y aguantar los gruñidos de Aomine cuando se levanta y quiere que Kagami le haga el desayuno y besarse mientras el olor de las tortitas inunda toda la cocina.

A veces le parece ver a Aomine con los ojos semiabiertos, pero nunca se atreve a hablar, por si es la oscuridad la que le engaña. A veces le parece que Kagami le agarra demasiado fuerte para estar dormido.

Nunca dicen nada, así que Tetsuya prefiere asumir que es su imaginación.

*

Aomine no es dado a las muestras de afecto, lo sabe, porque cree que así puede disimular mejor lo hasta las trancas que está de Kagami. Pero él no le deja encerrarse; le agarra por detrás, le hace reír, pelea con él. Tetsuya se empieza a meter en esa dinámica gracias al pelirrojo pero hay algo en Aomine que le dice que no es del todo bienvenido, una reticencia, una pequeña separación.

Un día están los tres en casa, Kagami y Aomine tirados cada uno en un sofá. Tetsuya vuelve de la cocina, lanza una manzana al aire y se la pasa a Kagami como si estuvieran en medio de un partido. Kagami se levanta automáticamente y le sigue el juego con una sonrisa; encesta en una canasta imaginaria, gritando “¡y Seirin gana de nuevo la Copa de Invierno!”.

La manzana revienta contra el suelo y el jugo se desparrama y escucha un “idiotas” de Aomine y después Kagami se abraza a Tetsuya, riendo como un energúmeno, le besa la mejilla y le despeina.

Desde donde está, puede ver cómo a Aomine le cambia la cara.

Parece dolido, quizá, y Tetsuya lo nota aún más ahora que le ha visto estar bien, estable, con Kagami; con él, también. Intenta alejarse de Kagami pero no funciona. Pasan demasiado tiempo juntos, se coordinan, están en sincronización total.

*

A partir de ahí no puede evitar darse cuenta de algo que llevaba pasando casi desde el principio: Aomine no toca a Tetsuya si no está Kagami.

Al menos no fuera del sexo. No le toca cuando están los tres matando tiempo en casa, ni cuando salen ellos dos del instituto y Aomine se les junta por el camino si ha salido pronto del suyo.

Es incluso más evidente con las muestras de cariño de Kagami, pequeños gestos de recibimiento en casa o de despedida, a pesar de que el pelirrojo lo hace con Aomine también. Hay una sensación diferente entre ellos dos, no se tocan más de lo necesario. Están ligados por una cuerda que parece estar demasiado tensa y que ninguno sabe cuándo va a ceder.

Seguramente Aomine está entendiéndolo todo mal, porque Kagami no ha dejado ni un día de mirar al prodigio como lo que es, con la fascinación de cuando le conoció. Ahora está de algo más, más cariño, más sonrisas que A Tetsuya le hacen apartar la mirada como si se estuviera colando sin permiso en algo que no es suyo.

Tiene que recordarse continuamente que en teoría solo está de paso.

*

Es tras un entrenamiento especialmente doloroso cuando Riko les da la noticia de un torneo regional de baloncesto de fin de semana.

Es prácticamente amistoso, les dice, y no se llevarán a casa más de unas medallas en caso de ganar, pero permitirá a los de primero salir a jugar (saben que tardará en ocurrir, realmente, en cuanto empiecen las Copas de verdad) y así pueden ver cómo de bien ruedan en partidos con las nuevas configuraciones. Además, el sorteo de contrincantes es el mismo día, así que no pueden preparar estrategias específicas, sino que deberían hacerlo para todos.

Hablando de los de primero, Tetsuya levanta la mirada y les busca. No puede evitar reírse cuando les ve alejados, intentando huir de la mirada analítica de Riko.

Se le corta la risa cuando dirige la mirada a Kagami. No está centrado y ha entrenado a medias, sin ganas.

Deberían hablarlo.

(No lo hacen).

*

Lo peor de todo es que durante unos días, unas semanas, durante los minutos en los que las endorfinas post-coitales le dejaban pasar la barrera de la preocupación continua, llegó a pensar en que podría haber algo más.

O más bien se permitía soñar con ello. Se permitía pensar que eso que llegaba a atisbar en la mirada de Kagami, incluso en la de Aomine, a veces, cuando le pillaba antes de que girase la cabeza hacia el lado contrario, podía aumentar y convertirse en algo tangible, en algo que pudieran disfrutar los tres.

Llegó a pensar que en un futuro podrían ser ellos tres. Fantaseaba con ello de vez en cuándo; con cómo sería si Aomine le quisiera a él también con ellos dos en un tipo de relación diferente pero no por ello peor.

Siempre han hecho las cosas diferente así que qué más daría que esto también lo hicieran así.

Sabía que eran solo fantasías pero a veces estaba bien soñar. Todas desaparecieron en cuanto notó esta separación de Aomine. Le recuerda en parte a la época final de Teiko, pero tiene una cualidad completamente diferente. Ahora deberían saber lo que hacen.

Y aún así...

Y aún así parecen condenados a repetir los mismos errores.

*

El viernes salen con Himuro y éste arrastra a Murasakibara con ellos. Aomine no parece estar disponible (ignora sus llamadas y responde a los mensajes con un seco “no puedo”) así que van ellos dos. Kagami se hace el duro pero Tetsuya puede ver que tiene ojeras pronunciadas y que en general parece… triste. No hay otra palabra para esa sonrisa a medias.

Cuando Tetsuya le pregunta si le pasa algo, Kagami se limita a decir que no quiere hablar del tema. Tetsuya sabe que solo sale porque el plan es de Himuro.

Beben cerveza y se ponen al día, dividen las conversaciones sin querer. Murasakibara le cuenta a Tetsuya, a su manera, que está entrenando y de verdad le fascina el cambio que consiguió originar una derrota en él. No esperaba que cambiase, porque la parsimonia con la que jugaba siempre chocaba demasiado con su propia pasión. Tantas discusiones y nunca consiguió ver la que guardaba Murasakibara bajo todas aquellas capas de indiferencia.

No es consciente de lo mucho que bebe Kagami hasta que gira la cabeza después de un buen rato y Himuro le está sujetando la muñeca para que no pueda llevarseel vaso a la boca. Kagami se la aparta de un empujón, asegura que está bien articulando de tal manera que hace ver que no está nada bien y se termina el vaso de un trago.

*

Himuro y Kagami llevan demasiado tiempo en el baño. Murasakibara frunce el ceño cuando Tetsuya se lo hace notar y deciden ir a por ellos. Tiene un mal presentimiento en el estómago y verle sentado sobre los fríos azulejos se lo confirma.

Oh, mierda.

Gracias a Murasakibara no hay mucho problema en levantarle del baño y arrastrarle fuera del bar. Anda a duras penas y la culpabilidad de Tetsuya se le hace una bola en medio del estómago, no le deja sentir nada más.

Al menos están cerca.

-Ahhh, Kagami-chin pesa demasiado. Muro-chin, le voy a dejar aquí tirado.

-Si hacemos eso le llevará Kuroko-san sólo y no quiero que se lesione, aunque sea un poco idiota-Tetsuya da un respingo al escuchar eso-. No me mires así, sabes por qué te lo digo. No he visto a Taiga así desde... No sé, nunca.

Tetsuya se quiere morir.

-Mira, yo… -llegan a la puerta de la casa de Kagami y Tetsuya abre con su llave, Himuro pone los ojos en blanco-. Yo no os voy a decir cómo llevar vuestra vida. No sé el rollo que tenéis con Aomine porque Kagami es especial hasta para contarme eso pero, por favor. Arréglalo.

Le dejan caer en su cama y, cuando va a salir a acompañarles a la puerta, Kagami le agarra con la mano de la suya.

Himuro niega con la cabeza.

-Lo siento, Himuro-san -por no acompañarles, por joder a Kagami, por hacerlo absolutamente todo mal.

Murasakibara se asoma por la puerta y mete prisa a Himuro. Le estira de la camiseta y le arrastra hacia a la puerta.

-No es a mí a quien tienes que decirle eso.

Escucha el portazo y se apoya en la mano de Kagami que sujeta con las suyas. Lo sabe, joder. Lo sabe.

-Oye, Kuroko. -Está borracho y con los ojos cerrados, habla casi contra la almohada.

-Intenta dormir, Kagami-kun.

-Taiga-susurra.

-Intenta dormir, Taiga-kun.

-Kuroko, ven. Kuroko, ¿por qué no te gusta Aomine?

El corazón se le desboca al escuchar esas palabras.

-¿Qué quieres decir?

-¿Por qué no te gusta?

-Claro que me gusta. Me gustáis los dos. ¿Kagami-kun?

Le responde un ronquido de caballo. Tetsuya se tapa la cara con las manos.

*

Lo ve como un accidente, como una caída cuesta abajo y sin frenos. No sabe qué es lo que tiene que hacer mejor que hace años, cuando dejó de coger sus pases y de hablarle y de quererle.

Y, como la mayoría de los accidentes, ocurre demasiado rápido y sin que lo vea venir.

*

Un martes por la mañana, la semana previa al torneo, Kagami falta a clase. Tetsuya tarda un rato en darse cuenta, porque no están juntos en las dos primeras, pero cuando hace investigaciones (es decir, pregunta a Koganei, asustándole en el proceso), descubre que nadie le ha visto desde ayer al mediodía.

Desde la mañana de la resaca, Tetsuya ha visto cómo se ha ido deshaciendo todo lo que había pensado que podría conseguir. Kagami no recordaba nada, pero estaba molesto consigo mismo por haber bebido tanto, y con Aomine por llevar desaparecido tres días, con Tetsuya por existir.

Le busca. Le busca por el instituto sin éxito, le busca por el campo de baloncesto y no aparece. Le llama al móvil y le envía mensajes. Escribe a Himuro también y espera una respuesta enfadada con él, o una acusación, pero solo le pide un poco de tiempo para que pregunte él también.

Le sobresalta el sonido del teléfono cuando le llama un número que no conoce pero es Alex, a la que ha contactado Himuro. Que no se preocupe. Que Kagami está con ella desde ayer, que no ha dormido en casa. Que está yendo hacia allí ahora.

-¿Qué ha pasado?

Ella suspira llena de tristeza y Tetsuya tiene el corazón en un puño.

-¿No lo adivinas, Kuroko? -No, claro que no. Ya no sabe nada-. Mira, mejor habla con él.

*

El thuc, thuc rítmico de de la pelota dando botes, en esa cadencia especial de Kagami que reconocería en cualquier parte, le pone nervioso. Gira la esquina y le ve de lejos; está él solo en el campo, mientras el atardecer empieza a hacer difícil ver dónde se apunta.

Ni con esas falla, sin embargo.

Según se acerca, empieza a darse cuenta de que algo está mal. Kagami está jugando con furia, contra la nada, marcando canastas imposibles y yendo de un lado a otro del campo en un contraataque fantasma contra nadie.

En una de ellas, lanza la pelota tan fuerte contra la madera que le parece que comba toda la canasta; por un segundo teme que la rompa.

Deja ir la pelota y Kagami mira durante unos segundos hacia el cielo. Tetsuya se agacha a por ella.

Se da cuenta al acercarse de que tiene los ojos cerrados. Kagami aprieta los puños y abre los ojos y Tetsuya quiere llorar porque parece devastado.

-Kagami-kun, ¿qué pasa?

-Ya no quiere seguir con esto -¿Qué?-. Aomine.

Oh, dios, piensa Tetsuya. El nombre maldito.

Kagami tiene sangre en los nudillos. Tetsuya le pregunta si han peleado, pero al parecer es simplemente Kagami liberando frustración contra una pared. Por lo que le puede sacar, prácticamente no ha dormido en toda la noche y lleva al menos una hora en la cancha sin parar. Tetsuya le agarra del codo, intentando no ser invasivo, y le arrastra hasta casa.

Kagami se deja hacer.

Le pregunta si quiere que se quede pero la respuesta es negativa.

- ¿No quieres hablar?

Kagami le mira desde arriba y nunca le ha parecido tan alto; con la expresión sombría y los ojos rojos y la cara pálida.

-No creo que haya nada que decir. Ni que hacer.

Asiente y se va arrastrando los pies, confiando en que pueda dormir.

Confiando en poder dormir él mismo.

*

Los siguientes días no son días, son nubes que pasan por delante de él sin dejarle ver nada. Es. Es otra vez tener quince años y “no puedo coger tus pases” y el no te quiero que se escuchaba entre las sílabas. Solo que esta vez, en vez de perder a uno, ha perdido a dos.

Escribe a Aomine sin recibir respuesta y a partir del tercer mensaje deja de intentarlo. Se le ocurre llamar a Momoi, que le contesta como si estuviese esperando que contactara con ella. Cuando llega parece cansada, triste; ni siquiera le ahoga cuando le ve de un abrazo.

Momoi da un trago al café, se aparta el pelo rosa de la frente.

-Ojala pudiera ayudarte, Tetsu-kun -le cuenta, con voz afectada-, pero lleva sin encender el móvil unos días. Casi no habla ni conmigo.

Pone la cabeza entre los codos, apoyada sobre la fría madera de la mesa.

-Cuándo aprenderé, Momoi-san.

Ella sonríe, con la tristeza de alguien que ha vivido un amor no correspondido durante más tiempo del que está dispuesta a confesar.

-Al final todo se pasa, Tetsu-kun.

*

Tetsuya toca un timbre que no ha tenido que usar en mucho tiempo. Kagami le abre la puerta y parece que no le va a dejar pasar, pero Tetsuya viene preparado con su mejor cara de cordero degollado.

Kagami nunca ha sabido resistirse.

Es egoísta, pero si pasa un día más sin hablar con Kagami de esto se va a tirar por un puente.

-Anda, pasa.

-¿No molesto?

Kagami se encoge de hombros.

-Mi único plan para ahora era darme una ducha.

Se sientan en la mesa y Kagami le sirve té. Le recuerda a aquel desayuno que acabaron haciendo los tres, ellos dos de resaca. Parece que han pasado años.

-Ya sabía que iba a dejarlo.

-Aomine-kun, ¿dices?

Se siente estúpido. Quién, si no.

-Mmh. No se sentía cómodo, creo, con algunas cosas.

-Conmigo. No se sentía cómodo conmigo.

No lo niega.

-No creo que fuera exactamente eso. No hablábamos de ti, al principio, sabes. Antes de que tú nos dijeras que lo sabías. E incluso después, eras como tabú. Hablábamos lo justo, si ibas a venir, mierdas de esas, pero nunca nada...

-¿Relevante?

-Eso.

Tetsuya digiere la información. Es la primera vez que hablan del tema. Es la primera vez que hablan de algo.

-¿Cuándo se os ocurrió... ya sabes?

-Estábamos borrachos. Aomine sabía lo que yo sentía por ti.

Thum-thum, hace su corazón. ¿Desde entonces?

-¿Qué quieres decir, por mí? -dice, pero le sale hasta un gallo-, ¿desde cuándo?

Sonríe y le mira por el más breve de los segundos a los ojos.

-Desde siempre. No tengo ni idea de cómo no lo viste. Tú con todas tus cosas de la luz y de las sombras que dices sin que te cambie la puñetera cara y no te das cuenta de lo que haces en los demás.

-Creía que…

-Daba un poco igual, ¿no? Tú tampoco es que…

-No, yo, yo también. Desde hacía tiempo, al menos. -Kagami le mira sorprendido pero triste también, como arrepentido-. Pero pensé que lo vuestro era más… en fin. Más correspondido.

-Yo también lo pensé, al principio. Pero luego empezó a cambiar todo, y hablamos aquel día de ti y me dijo que él querría también. Contigo.

-Y al final yo lo he jodido todo.

-No es tu culpa.

Pero sabe que sí que lo es.

-¿Te importa que me pegue la ducha?

Niega, pero le mira mientras se dirige al baño. Le gustaría acompañarle como lo han hecho otras veces (no quiere recordarlo pero lo hace, los tres en el ínfimo cubículo bajo el agua, tropezándose entre ellos al entrar, Kagami en medio y Tetsuya detrás y Aomine delante. Era perfecto para salir más sucios que limpios, para cargarse la mampara, para olvidar que no le querían), pero espera en el sofá con las rodillas subidas.

Piensa en Aomine y hace memoria de todas las veces que notó esa tensión (¿fue ahí cuando empezaron sus problemas? ¿Fue cuando Tetsuya se empezó a dar cuenta de que eso que le salía automático con Kagami no sabía si lo tenía permitido con Aomine?). Recuerda ahora las miradas preocupadas de Kagami, que quizá estaba más en medio de dos fuegos de lo que estaba él mismo.

Quizá lo había entendido todo mal.

Kagami sale de la ducha vestido con unos pantalones y le hace un gesto para que le siga. Cuando llega ve que está sentado en la cama, una cama que de repente parece más grande con solo una persona.

-¿Quieres dormir hoy aquí?

-Pero…

-Dormir, quiero decir.

Es un alivio, saber que están en la misma página al menos en eso. Asiente y Kagami le lanza unos pantalones viejísimos y obviamente de un Kagami más adolescente; aún asi le quedan enormes. Para cuando termina de vestirse Kagami ya está metido en la cama y levanta la sábana para él. Tetsuya se mete y agradece que apague la luz porque cuando le agarra y le atrae hacia él, quiere llorar.

Quizá lo hace, por la oportunidad perdida y porque la otra vez Aomine se quedó solo por un montón de cosas pero esta vez ha sido él, que le ha quitado lo que era suyo.

Los labios de Kagami están sobre su sien, le acaricia el pelo hasta que se queda dormido.

A la parte 3

fic: como un enorme puzzle sideral, ! fanfic, * fandom: kuroko no basuke, rated: ma, long: multichap

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