Fandom: Marvel MCU
Pairing | Género: Steve Rogers/Tony Stark | Angst / AU.
Palabras: ~6.700 este capi/ ~36.000 total.
Rating | Advertencias: MA | AU universitario.
Notas: Las mismas que en el primer cap. Siento muchísimo haber tardado, lo repasé mil veces, mi pobre beta cambió de trabajo y fue todo un despropósito hasta que conseguimos organizarnos. Prometo no tardar tanto para el último. Y Feliz Navidad :*
Cap 6: Principio de incertidumbre
Cuanta mayor certeza se busca en determinar la posición de una partícula, menos se conoce su cantidad de movimiento lineal y, por tanto, su velocidad.
Tony deja la habitación de Steve cuando considera que los ronquidos de Clint hacen segura la escapada. Vuelve a su casa, aún de noche, y tiene intención de hacer algo útil, pero cae rendido en el sofá y duerme ocho horas de un tirón. Cuando se despierta, piensa que ha sido un sueño hasta que se mira en el espejo y se ve una marca morada debajo de la clavícula.
Se toca en ella, y duele, y por mucho que intenta reprimirlo algo parecido a la felicidad explota en su estómago.
**
Tony no sabe tener una relación. Cuando tenía dieciséis se encaprichó hasta la saciedad de Rumiko, una estudiante de intercambios rica y preciosa que no soportaba el tiempo que él pasaba trabajando y le exigía más de lo que él le iba a dar.
Cortaron, ella se lió con el gilipollas de Tiberius Stone y poco después se volvió a Japón.
Tony no lo echa de menos. No echa de menos los dramas, no echa de menos tener que quitarse más horas de dormir para cumplir con lo que se suponía que era normal dar a la pareja; no echa de menos los celos ni la indignación y humillación al verles salir de aquella habitación.
Rumiko aún tenía los ojos rojos, el pelo despeinado.
Desde entonces no se ha molestado en estar con nadie más allá de la primera noche, excepto para repetir otras noches, siempre con cuidado de mantener las distancias. No se siente mal, porque siempre lo deja claro, y, si no es suficiente con su actitud, la fama le ahorra la mitad de los problemas.
Tony Stark es el eterno soltero y no se planteaba cambiar eso.
Con énfasis en el “aba”.
Necesita no pensar, necesita más gente alrededor.
**
Pepper le mira, sospechosa, en cuanto entra a su despacho en la Torre Stark.
-¿Qué has hecho?
-¿Qué? ¿No puede ser que tenga ganas de trabajar?
-No.
-¿De verte?
-Qué has hecho, Tony Stark.
-No he hecho nada, Pepper Potts.
Ella frunce el ceño y Tony se va a hacer daño de morderse el labio para no sonreír.
-Iba a ir a verte igualmente -dice. Abre una carpeta y le va pasando papeles-. Tienes que firmar aquí, aquí y aquí. Y mañana tienes que venir a una reunión de-
-Luego me preguntas que por qué no vengo mucho a verte, Pepper.
-No te creas que me olvido de que hay algo que no me dices.
A Tony no le sorprende porque Pepper nunca olvida nada.
**
JARVIS empieza a parecer una persona, literalmente. Tony trabaja en él en todos sus ratos libres, le añade procesos, respuestas, modula la voz. Empieza a salirle bien el sarcasmo, y Tony se siente absurdamente orgulloso de ello.
-Señor Stark, no ha establecido la seguridad de Steve Rogers en el edificio, solo en la casa. Necesito que me indique cómo proceder.
-Para qué quieres saber cómo proce-. Oh.
Mira a la pantalla y ve que Steve habla con la recepcionista, abajo en la primera planta de la Torre. Sonríe hasta que le duele la cara.
-No conozco el protocolo “Oh”, señor.
-Muy gracioso. Dile que pase, y añádele donde proceda.
**
Los siguientes días no se distinguen unos de otros, son un borrón de tiempo gastado en sexo y reírse y esconderse. La habitación de Steve la descartan rápido porque a) Clint y b) estudiantes por los pasillos. Así que están lo que pueden en casa de Tony, y la otra mitad es Steve intentando quitar horas al sueño para estudiar para los exámenes.
Puede que no fuera la mejor idea haber empezado lo que sea que tengan en este momento, pero Tony no consigue sacar las fuerzas para arrepentirse.
Se encuentra compartiendo las horas muertas en la universidad, intentando concentrarse en cosas que no sean SteveSteveSteve y consiguiéndolo menos de lo que espera. Tony trabaja, trabaja y trabaja y le manda a Steve mensajes con lo que le quiere hacer. Una vez, a última hora de la tarde, cuando ya casi no queda gente por las clases, Steve le contesta uno diciéndole que vaya a los baños de su edificio.
Es urgente, le dice.
Entra en el baño y no le da tiempo ni a decir el nombre de Steve; se encuentra dentro de uno de los cubículos en segundo y medio, solo necesita otros dos para empalmarse, cuando la mano de Steve se apoya en su estómago.
Tony piensa Steve, y piensa Dios; tiene los labios rojos, las mejillas ardiendo, el pelo pegado a las sienes.
Steve le baja la bragueta y mete la mano en sus pantalones, y Tony deja de pensar.
*
-Deberíamos cambiar las sábanas y ducharnos.
-Lo máximo que estoy dispuesto a hacer es cambiarme de habitación, Steve. Y si quieres ducharme lo vas a tener que hacer a mano.
Steve ríe, porque están los dos igual de cansados, llenos de sudor y pegajosos. Tienen momentos raros, aún, incluso después del sexo. Tienen momentos en los que Tony no sabe qué decir, no es capaz de hablar porque sabe que lo que diga le puede dejar en posición vulnerable. Y está desnudo y exhausto pero es otra vulnerabilidad la que le da miedo.
En las últimas semanas, Tony se ha dado cuenta de un pensamiento que le aterroriza, y es que quiere estar con Steve todos los días.
(Lo repite para sí mismo y las palabras le suenan irreales, sí, pero no falsas).
Si Tony no fuera Tony, si fuera alguien diferente, supone que la idea no tendría que asustarle como lo hace, porque Steve es la persona más amable que conoce, es bueno, intrínsecamente bueno, siempre intenta pensar lo mejor de las personas, pero no se deja mangonear, es testarudo y tiene demasiado claras las ideas. A Tony le da miedo eso, también, porque sabe que llegará un momento en el que Steve le vea, vea lo malo que tiene, y se aleje.
Espera el inevitable momento de la caída y seguramente no debería aferrarse a lo que disfruta ahora, pero está fuera de su control.
Steve le agarra por detrás, le acerca a él y le pone contra su pecho, le hace sentir en casa, realmente en casa, le hace sentir seguro y satisfecho; saciado. Tony tampoco tiene control sobre su mano, al parecer; coge la de Steve y entrelaza los dedos de ambos.
Tras él, contra la piel húmeda de su espalda, Steve suspira.
**
Bruce y él siguen trabajando a destajo, cada vez más cerca de una solución.
Uno de los días, en la universidad, Tony se gira un segundo hacia el pasillo, con la suerte de que justo lo cruza Steve. Tony nota que hay una clara intención de ambos en no dirigirse la mirada. Se imagina que estará apretando la mandíbula para no sonreír, como está haciendo él.
Se fija en la probeta que tiene entre manos y no recordaría lo que tenía que hacer con ella ni aunque su vida dependiera de ello.
Bruce respira y parece que se ríe.
-Llénala, anda.
-¿Qué?
Bruce pone los ojos en blanco, señala el líquido blanquecino y Tony cree que se podría morir de la vergüenza por sí mismo, porque nunca ha estado así.
**
Steve no es virgen, al contrario de lo que Tony pensó originalmente. Tuvo una novia durante la época del instituto. Su primera vez fue en casa de ella un fin de semana que no estaban sus padres, con velas y “te quieros” y todas esas cosas que Tony siempre supo que nunca tendría.
Eso sí, Tony es el primer chico de Steve; cuando sale el tema, se encoge de hombros con indiferencia.
-Es, bueno, es como hacerlo con una chica. Parecido -deja pasar un par de segundos-. ¿Te gustaría hacerlo?
Steve sigue acariciándole el pelo sin responder a la pregunta, con el pecho tocándole la espalda, una pierna sobre las suyas. Tony está destrozado y no parece que a él le hayan siquiera aumentado las pulsaciones, la vida no es justa.
Hasta ahora no había surgido la conversación, pero en medio del roce la polla de Steve se ha metido entre su culo, un fallo de coordinación, en realidad, pero que le ha hecho correrse automáticamente en su estómago.
Ni siquiera él se había dado cuenta de que tenía tantísimas ganas de follar con él. Porque Tony es lo que suele hacer, conocer a alguien y llegar hasta el final, rápido, porque sabe que no le volverá a ver. Pero Steve es distinto hasta en esto; es al contrario, tiene la sensación de que, cuanto más deprisa hagan las cosas, antes se precipitará el final.
Y si hay algo que es Tony, es egoísta; no quiere que llegue, ese final, no aún, se dice, un poco más.
Steve va de bueno, pero en realidad es el demonio, y se lo confirma a Tony cuando pega su cadera a su culo y pasa la polla, de nuevo dura, por él. Tiene todos los escalofríos del mundo, nota como su cuerpo se esfuerza en responder.
Gira la cabeza, Steve se muerde el labio y levanta las cejas.
*
Pueden hacerlo, y pueden hacerlo sin miedo, porque Steve hace mucho que no toca a nadie, y Tony se hace pruebas regulares. Puede que sea autodestructivo, pero no es gilipollas, y lo cierto es que él tampoco ha estado con nadie más allá de Steve, no ese año, no desde lo de sus padres.
Así que Tony da el primer paso, sin apresurarse, porque era más fachada que otra cosa. Sabe que Steve está nervioso, puede notar que es un Paso, así en mayúsculas. Pasan un rato abrazados y besándose, como adolescentes, como si no se hubieran corrido juntos hace media hora. Se roza contra él y mete una pierna entre las suyas, embiste contra su muslo y lame las clavículas, deja que sea Steve el que marque el ritmo y él se entretiene en reconocer los cambios en la respiración, en notar sus dedos marcándole la espalda.
Cuando siente a Steve goteando en su mano, Tony se muerde el labio para controlar la anticipación y los nervios. Se sitúa encima de él, estremeciéndose solo de pensarlo, de imaginarse lo lleno que se va a sentir.
Se alegra de que Steve sea el primero en meses, porque así le va a notar más.
Rebusca entre las sábanas hasta que encuentra el lubricante, coge la mano a Steve y lo esparce por sus dedos. Impresiona un poco ver cómo se expanden sus pupilas y comen terreno al azul. Steve mete la mano entre sus piernas y la temperatura del líquido y la presión contra su entrada le da escalofríos. Se le cierran los ojos cuando entra un dedo, se muerde el labio cuando abre paso al segundo. Steve le baja la cabeza hacia la suya con la otra mano, le besa despacio y coge un ritmo con los dedos en su culo, como si no estuviese haciendo temblar toda la realidad de Tony con ello.
Tony baja los labios, muerde en la juntura entre el cuello y el hombro hasta hacerle daño, a Steve se le curvan los dedos dentro de él y Tony gime y suspira y se abre más, aprieta el culo y empuja con él, más dentro, Steve, más, más más, y piensa “ahora” y dice “espera”.
-Qué, espera, ¿qué? -Steve está como aturdido, no sabe de qué le habla.
-Ahora, ahora, Steve, fóllame ahora.
Aprieta los dientes y Tony se da cuenta de que está aguantando, de que solo el pensamiento casi le hace perder el control y tiene que coger él aire un par de veces, tiene que tocarse un segundo para intentar relajar la tensión.
Steve deja caer la cabeza en la almohada, y rebusca a ciegas con la mano hasta encontrar el bote que ha lanzado Tony antes. Lo usa para embadurnarse a sí mismo mientras Tony lame su oreja, muerde el lóbulo, le susurra guarradas.
-Tony, por dios.
Ríe contra su cuello mientras él se incorpora y se coloca alzando las caderas. Respira e intenta mantener los ojos abiertos, porque la expresión de Steve es impagable en ese momento, pero a mitad de su descenso tiene que cerrarlos porque es excesiva la presión, es excesiva su mirada, es excesivo todo en ese momento.
Baja centímetro a centímetro hasta que está pegado al estómago plano de Steve, cubierto por una película de sudor. Tony frunce el ceño mientras su interior se acostumbra y Steve le acaricia las piernas, de las rodillas a los muslos, sube los dedos hasta donde alcanza, le roza el pecho con las yemas.
Tony se deja caer hacia delante, apoya los antebrazos a ambos lados de su cabeza y le besa; cuando nota que Steve se deja llevar por ello levanta las caderas y se deja caer, y disfruta del gemido de Steve contra su boca, grave y desesperado. Se alza sobre los brazos y mira a Steve desde esa distancia, le matan la cara roja y las pestañas claras y largas y los ojos azules tras ellas; y el ángulo varía con la postura y tiene que cerrar los ojos porque no lo puede soportar, sentirle dentro de él y sentirle dentro, como si ocupase todo su interior, como si no hubiese otra cosa.
Steve le agarra más fuerte de las caderas, le sujeta y levanta contra él las suyas en embestidas largas y firmes, y Tony necesita eso y agarrarse la polla para correrse en su mano, en el estómago de Steve. Casi no se da cuenta cuando le da la vuelta en la cama y Steve le folla con todo lo que le queda, le hunde contra el colchón y solo puede abrir las piernas y abrazarle y sentir cómo tiembla justo antes de quedarse quieto con la frente apoyada contra su hombro. Se queda sin aire un segundo y el orgasmo se le escapa en forma de gruñidos, como nunca hasta ahora, como si le durase años.
Se quedan quietos mucho tiempo, hasta que recuperan la respiración. Cuando eso ocurre, Steve solo dice una frase.
-Eres un mentiroso.
Levanta la cabeza, mira la expresión extrañada de Tony.
-No es parecido a una chica para nada.
Tony ríe a carcajadas.
**
Steve está en la recta final antes de los exámenes, y Tony quiere hacerle caso, de verdad, pero es que lo que está pidiéndole es un imposible.
Comen chino en calzoncillos, tirados en el sofá.
-No es para tanto. Solo son tres días.
-Hmpf.
-Sabes que mi nota…
-Lo sé, lo sé.
Tony patalea (literalmente le da con los pies en los gemelos) y eso no le consigue más tiempo pero sí un beso, largo y húmedo, así que algo es algo.
-Tres días.
Steve asiente y le besa otra vez.
-Ni te vas a enterar.
Tony bufa.
**
Steve le llama al día siguiente. Tony le pone en los altavoces y se permite la sonrisa porque sabe que no hay nadie que pueda verle.
En estos momentos agradece que Steve tenga un móvil prehistórico.
-Sabes que te puedo pasar el examen, ¿verdad?
Ha decidido que le encanta el suspiro-barra-bufido frustrado cuando le incita a hacer trampas y lo provoca a la menor oportunidad. Aunque sepa que la respuesta siempre será no.
-Por quinta vez, Tony, no necesito-
-Ya sé que no necesitas, yo te lo ofrezco para ahorrar estrés.
-En mi caso sería aumentarlo -replica Steve
-A veces los atajos pueden servir, sabes.
-Si algo me ha enseñado el cine es que los atajos solo sirven para perderte y que te maten o te roben.
-Dramatizaciones y falacias, todo.
Steve ríe al otro lado de la línea y Tony no puede evitar hacerlo, también.
**
El último examen termina a las cuatro de la tarde, en teoría. Tony tiene tentaciones de acercarse más a la universidad, pero sabe que le van a ver y no le apetece encontrarse con Clint o con los demás alumnos ni que Steve tenga que lidiar con cotilleos, no ahora, no cuando lo que hay entre Steve y él no tiene ni nombre. Tony sabe que si Clint aún no ha dicho nada es por Steve. Y porque no ha tenido oportunidad aún de pillar a Tony a solas, claro.
Seguro que tiene algo que decir. Se lo puede ver en esos ojillos de rata, el cabrón.
Pepper, muy poco sorprendentemente, ya se lo huele, y Bruce y ella hablan demasiado como para no sospechar, pero de momento ha conseguido esquivarles e ignorarles.
Sabe que no va a durar, pero tampoco sabe qué decir, o qué responder a sus preguntas. A Tony no le gusta etiquetarse pero no saber qué piensa ni él mismo le da un poco de ansiedad, como si la textura de lo que tienen cambiase. Se vuelve arenosa en sus manos. Quiere analizarlo y definirlo y clasificarlo, ponerle nombre aunque sea ridículo.
Pero Steve aparece en ese momento y es también ridícula la manera en la que el sol brilla en su pelo, su sonrisa enorme; hasta sus ojos son ridículos, demasiado azules e imposibles.
El examen ha salido bien, pero eso Tony ya lo imaginaba, porque si bien Steve tiene sus pequeñas crisis, es metódico y sabe perfectamente cuando algo ha ido bien y cuando no. Necesita una nota muy alta así que no se confía en ningún momento, pero hasta que salgan los resultados es poco práctico preocuparse.
Tony no duda en ningún momento que lo vaya a conseguir.
-¿Dónde vamos?
Tony esboza una sonrisa misteriosa.
**
Aún es de noche cuando escucha movimiento en la cama. Gira la cabeza cuando la mitad de la espalda de Steve cruje. Le mira un poco desorientado, como intentando recordar qué hace aquí.
-Te quedaste dormido en el coche, ¿te acuerdas?
-Ah, sí, pero poco más. ¿Dónde estamos, Tony?
Pero sonríe, un poco. Está en calzoncillos y camiseta, se bebe del vaso de agua que le pasa Tony de un trago.
Se le pega un poco el flequillo a la frente y agita la cabeza.
-Mejor te lo enseño.
Le hace un gesto con la cabeza y se acerca al ventanal. Steve aún se está frotando los ojos tras él. Tony coge el mando de la mesilla y aprieta un botón, y a Steve se le corta el bostezo.
-Dios mío, Tony.
La ciudad se extiende bajo sus pies en un manto negro iluminado por sus miles de luces. Los coches avanzan por las avenidas, y Nueva York nunca duerme pero ahora parece más despierta que nunca, para ellos dos.
Steve reconoce la calle.
-Estamos en el Gansevoort, ¿verdad? -Tony asiente-. Pero no recuerdo la entrada.
Se pasa la mano por el pelo.
-Entramos por la discreta. No quería arriesgarme a que me viera nadie. No es que me importe lo que diga la prensa, pero. Bueno.
Pero Steve no es él y tiene derecho a la privacidad. Pero ahora no quiere hablar de eso, no cuando están solos y tienen todo el tiempo por delante.
Se pone tras él y apoya la frente contra la tela suave de su camiseta. Un deja-vu le recuerda otra noche en la que estuvieron en la misma postura, y siente cosquilleos en los dedos cuando piensa en que ahora puede adelantar las manos, rodear su cintura, respirarle.
Steve le coge las muñecas y se da la vuelta, alza las manos hasta su pelo y Tony cierra los ojos contra el toque, suave pero firme contra su cuero cabelludo, su nuca, su mandíbula. Nota la tensión en la entrepierna solo con eso. Steve le besa, suave; le sujeta con las palmas en los hombros y por unos minutos solo hacen eso, lamerse muy poco a poco, besarse con el ritmo bajo mínimos, redescubrirse con los dedos, bajándolos a las costillas, repasándolas una a una. Las pestañas eternas de Steve le rozan en ciertos momentos, es agudamente consciente de cada movimiento sobre su piel, de la lengua que se interna en su boca, del ligero temblor que adquieren sus rodillas.
El cristal está frío en su espalda cuando Steve le gira hasta apoyarle contra él, a pesar de la tela que le separa, y se le escapa un gruñido cuando Steve empieza a bajar las manos por la espalda. Rodean su culo y la parte de atrás de los muslos, hasta que le levanta como si no pesara nada y se pega a él para mantenerle en el aire. Tony escala como puede hasta que enlaza los tobillos tras su culo, se retuerce para mejorar el ángulo de fricción.
Steve le separa del ventanal y le lleva hasta la cama; Tony se toma como algo personal hacer que no recuerde ni su propio nombre.
*
(No sabe si Steve recuerda su nombre al terminar, pero repite tanto el suyo que se da por satisfecho).
*
Hay un ruido insistente en la cabeza de Tony. No lo reconoce, aunque le suena.
-Jarvis, para eso.
Jarvis no contesta, pero sí lo hace una voz profunda, a su lado.
-Shh, Tony, duerme, es mi móvil.
El calor que ocupa su espalda se aparta de él y Tony se queja porque, ¿por qué?.
-Hola, Clint. No, no, estoy bien. Estoy con... -se ríe un poco-. Si sabes para qué preguntas.
Steve suspira y Tony puede oír los gritos de Clint desde su posición.
Finge que se queda dormido.
-Sé que estás despierto.
Tony quiere decirle que Clint tiene razón. Que debería tener cuidado, que debería alejarse, que Tony contamina todo lo que tiene cerca.
No lo hace porque es un cobarde.
-Clint no sabe lo que dice. Ven aquí.
Se vuelve a tumbar tras él y le acerca con el brazo. Tony se muerde el labio hasta hacerse daño para no sonreír.
**
Para cuando se despierta y enciende su propio móvil tiene seis mensajes de Pepper, uno de Bruce, y por último dos de Clint; uno amenazando con partirle las piernas y otro preguntándole si le podría dejar el jaguar ya que le había robado el compañero de habitación.
**
Se ha vuelto algo común que alguno del dispar grupo que han formado aparezca en su casa. Es más raro esto de que que estén todos. Hasta Pepper ha venido, y Tony ha notado su expresión de sorpresa complacida. Supone que se había hartado de llegar y solo encontrarle a él.
Hace recuento de cómo ha pasado, primero Steve, que ahora que por fin ha terminado las clases viene casi todos los días. Ha despertado de una semisiesta en el sofá contiguo al taller solo para ver que Bruce está entrando; Natasha y Clint han aparecido más tarde con una excusa absurda y el último ha sido Thor, que se debía estar aburriendo como una ostra.
Han acabado tirados en el sofá, lanzándose una pelota virtual de las que programa cuando se aburre.
Tony corta el pase que se dirige a Natasha y ella le mira como si su mirada pudiera matar.
-Es muy curioso que seas tú el único que puede ponerse en medio de un pase, Tony.
-Acusaciones infundadas, Natasha. Me decepcionas -contesta, quitándole importancia con un gesto-. Y me aburro, además.
Thor pone cara triste desde su posición en el sofá.
-Yo tengo hambre.
-Siempre tienes hambre, Thor.
-Ahora que estamos todos podríamos hacer algo.
-Algo como qué -pregunta Clint, intentando robarle sin éxito la pelota a Tony.
Al final es Bruce el que tiene la idea.
-¿Alguno quiere burritos?
Seis pares de ojos se iluminan al mirarle.
**
Pepper resuelve todos los problemas logísticos y dos horas después tienen comida como para alimentar a un país de tamaño medio a base de burritos.
Se reparten las tareas casi sin querer: Natasha corta ingredientes, y da un poco de miedo con un cuchillo, Bruce cocina la carne y la salsa, Steve raya el queso y Clint molesta y roba comida, que comparte con Thor.
Tony mira en derredor un segundo.
-Demasiada gente en una cocina. Steve, ven conmigo y vamos a ver qué tengo en el bar que sirva para una fiesta mexicana.
-Ahora lo llaman “enseñar el bar”-se burla Clint.
-No está mal para entrar a alguien-continúa Natasha-. “Eh, ven conmigo, tengo un bar para enseñarte”. No, espera, es lo peor que he oído en mi vida, no funcionaría con nadie.
-Perdona, pero podría hacer que esa frase funcionara hasta con… -Tony se siente estúpidamente insultado en su hombría.
Steve le agarra del hombro y le arrastra, riendo.
-Vamos, Tony. Cuanto más les digas peor.
Cuando ya han salido Tony se da la vuelta y le acerca, poniéndole la mano en la nuca.
-¿Quieres ver mi bar, Steve?
Steve ríe y le besa, húmedo y perezoso.
-Contigo funciona, ¿ves? - Tony susurra contra sus labios, muerde su mandíbula-. Es una frase magnífica.
Siente los dedos de Steve recorriéndole la espalda y suspira contra su hombro. Andan juntos hacia la barra y Tony rebusca. No es demasiado fan del tequila, pero seguro que tiene dos o tres botellas en alguna parte. Abre un armario en la parte más escondida y, bingo.
-Ahora sí podemos pensar en hacer una fiesta mexicana.
Steve pone los ojos en blanco y niega con la cabeza, pero sonríe.
Varias horas más tarde, Tony cree que tiene que ser curiosa la pinta que tienen, la consola puesta, el proyector encendido, Thor con una guitarra de plástico que parece enana en sus manos, todos hablando a voces. Pero lo cierto es que está tan borracho que le da igual.
-Bruce, necesito que te quedes en casa y cocines para mí. Te pago el doble, no, el triple que lo que te den en la universidad. Y acceso libre a, no sé, a todo lo que quieras.
-No sé de qué hablas porque estoy tan lleno que no puedo pensar. Y borracho, también. Clint, cómo puedes seguir comiendo.
Clint suelta una risa alcoholizada y se encoge de hombros mientras se mete un puñado de nachos en la boca.
Thor sujeta la guitarra y mira a la televisión mientras la consola anuncia que su turno está a punto de empezar.
Le toca Eye of the tiger y Tony se tambalea para levantarse.
-Uh. Estoy bien.
-Ya veo -replica Steve.
Natasha se bebe lo que queda en la botella de un trago y Bruce le mira con admiración. Clint vocaliza entre nacho y nacho.
-Sangre rusa. Tiene la tolerancia al alcohol de un caballo.
Natasha le pega un capón, pero ríe, lo que ya indica que algo le está empezando a afectar.
El móvil de Clint hace un ruido y él teclea en el móvil compulsivamente. Natasha le mira mal y a Tony le entran ganas de picar, de ver qué puede sacar de ahí.
-Qué pasa, Clint. ¿Te has echado novia y no nos dices nada?
-Cállate, Stark.
-Oh, dios, Steve, qué ven mis ojos, ¿se está sonrojando o estoy alucinando borracho? Dime la verdad.
-Deja a Clint en paz, Tony.
-Shh, aguafiestas. ¿Es un chico? -responde Tony, apoyándose en el brazo del sofá. Clint se mete el móvil en el bolsillo y frunce el ceño.
-Nada que te importe, cotilla. De verdad, eres peor que Coulson.
Tony se lleva una mano al pecho.
-Este insulto no te lo perdono, Clint. Dinos quién es, anda. Una pista. ¿Es de la universidad?
-No. O sea, no te voy a decir nada, déjame.
Pero cuando se niega no le mira a él, sino a Natasha. Tony no va a sacar nada de Clint mientras esté ella delante, así que se lo apunta (si tiene suerte y el alcohol le deja recordarlo) porque sacárselo otro día va a ser como quitarle un caramelo a un niño.
-Tony.
-Bueno, vale -disimula, y miente-. Pero porque me lo pide Steve. Vamos, que nos hemos quedado sin alcohol.
Steve frunce el ceño.
-Lo que igual es hasta buena idea.
-Steeeeeve, que me sigas.
Al final Steve le sigue. Tony sonríe.
**
En vez de llevarle a por más reservas, Tony se da la vuelta y le agarra de los hombros, le besa y es correspondido al momento.
Tony tenía pensado hacer un poco el tonto y realmente ir a por más tequila, pero hay una necesidad desesperada que se le enciende con Steve y que nunca había experimentado, y de repente se siente menos sobrio, más centrado. Steve le roza con las manos los costados y le aprieta contra él y Tony pierde hasta las ganas de beber.
-Sabes qué, Steve -mete los dedos bajo la cinturilla de sus pantalones y disfruta del estremecimiento que recibe a cambio.
-Dime. Qué. Dime.
-Sin que sirva de precedente, que le den al alcohol.
Tardan una cantidad de tiempo vergonzosa en llegar a su cuarto y cuando lo hacen están semidesnudos, aunque Tony puede ver que Steve ha traído la ropa en la mano, pero en cuanto entran la tira al suelo y le agarra de nuevo a ambos lados de la cara, besándole como si fuera lo único que le atara a la vida en ese momento.
Tony se quita los pantalones y los empuja bajo la cama de dos patadas, después se pone de rodillas y se los baja a Steve de una vez, hasta más abajo de los muslos.
-Oh, sí -susurra contra la ingle de Steve, que tiene las manos alrededor de su cabeza, sin llegar a tocarle, como si le hubiera pillado tan de sorpresa que no supiera qué hacer con ellas. Acaba por apoyarlas en sus hombros. No es como si a Tony le hiciera falta algún estímulo adicional que no sea Steve duro como una piedra, su estómago plano perlado de sudor bajo la camiseta, esos ojos mirándole desde arriba. Tony le pega dos golpecitos entre los muslos, murmura contra ellos y Steve abre las piernas todo lo que le dejan los pantalones.
Tony repasa los músculos con los dedos, notando que a veces tiemblan un poco, como dos columnas bajo un terremoto. Hunde los dedos en sus rodillas y acerca la nariz por encima del vello oscuro, saca la lengua y repasa su ingle. Steve quiere apremiarle, lo nota, pero es demasiado pronto para eso, y Tony se lo pone como reto personal.
Separa la cabeza y acerca la lengua peligrosamente a la punta, rozándola un segundo sin detenerse, y Steve se sacude bajo el toque, pero Tony levanta su polla con un dedo, tocándola lo menos posible para arrastrarse abajo, donde los testículos. Apoya su peso en la lengua y lame, suave y tentativo desde ellos hacia arriba, una vez, otra. Las manos de Steve se ponen tensas en su pelo, no llega a tirar y Tony sonríe, baja de nuevo, lame la ingle, respira sobre ella.
-Tony -hay una urgencia casi extraña en Steve, a medias entre el ruego y la orden.
El alcohol lo envuelve todo en un halo de irrealidad y se mezcla eso con la voz de Steve, la mano que baja y sube de su nuca al pelo, empuja un segundo y se arrepiente, se aleja, pero vuelve, y Tony se acerca por fin y mira hacia arriba. SSe balancea y Tony aprovecha para meterse en la boca la punta enrojecida y húmeda. A Steve se le escapa un murmullo de satisfacción que se convierte en casi gemido cuando tras la punta abre más la boca, deja que entre hasta que le roza el fondo de la garganta, echa la cabeza hacia atrás y vuelve a repetirlo.
Los dedos de Steve le aprietan ahora los hombros, un poco más cuando tiene la nariz casi pegada a su estómago, un poco menos cuando sale, susurra su nombre y le apremia, un poco, le empuja tan suave que casi ni lo nota pero para ser Steve sabe que es bastante, que es mucho.
Está al borde y aún ni siquiera ha empezado, no realmente. Es hasta sorprendente porque antes de Steve Tony había hecho esto un par de veces, tres como mucho, y aunque nunca le había disgustado no es tampoco su actividad favorita en la cama.
Con énfasis en el “antes de Steve”, porque ahora lo disfruta por él, disfruta deshaciéndole en cachitos, haciendo que se desborde solo con la lengua y que ruegue algunas veces. Es aún mejor cuando le desespera hasta que le ordena.
Le gustaría ir un poco más allá, es el pensamiento difuso que tiene en la mente ocupada por el alcohol y por los ojos de Steve y las manos de Steve. Cabecea hacia delante y hacia atrás en un ritmo cambiante, mueve la lengua en movimientos circulares alrededor, una mano la coloca rodeándole, siguiendo el movimiento de su boca, la otra la estira por abajo y hacia atrás, pero controlando, no tiene la seguridad de que puede hacerlo. Pero igualmente parece servir porque Steve aparta las manos de su cuello y se sujeta a la pared con una, se tapa los ojos con la otra y Tony no quiere parar pero tampoco quiere perder detalle de su cara.
-No me hagas esto, Steve, déjame verte, eso es, la mano fuera.
-Joder
Suena a lamento, avergonzado y excitado; mira hacia abajo y Tony tiene los ojos fijos en él, y sabe que el ángulo es criminal, porque lo ha vivido, y Steve vuelve a agarrarle del cuello, le tira del pelo en una caricia temblorosa, “Tony, voy-” y gime, se queda sin respirar durante segundos mientras llena la boca de Tony, que traga y traga y traga.
Tony se levanta y apoya la cabeza en su hombro. Steve le pega contra él en un abrazo y no puede evitar moverse contra su muslo, Steve ríe un poco y susurra en su oído.
-A ver qué podemos hacer con eso.
**
Aún tardan un rato en bajar y para entonces las cosas están… desmadradas. Por decirlo suavemente.
Para empezar, Thor tiene una manzana en la cabeza y Clint está a punto de dispararle una flecha. Lo mejor de todo es que Tony sabe que Thor no está ni medio borracho, el cabrón. Y si no lo sabía, se lo confirma la sonrisa enorme que les dedica en cuanto les ve.
Tony sospecha que tiene que ver con que tengan el orgasmo pintado en la cara.
-Como abras la boca, Thor, voy a cambiar todas tus notas.
-Amig-
-Todas, Thor.
Su risa atruena en el salón, se le cae la manzana al suelo, una flecha pasa a tres centímetros de su oreja.
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Después del día de los Burritos, como Tony lo llama en su cabeza, empieza a ser raro el día que está solo en casa. No solo por Steve, que va y viene y se acomoda a él como si de alguna manera siempre hubieran estado juntos; sino por todos. Bruce y él trasladan todo lo que necesitan del laboratorio de la universidad al de la Torre, mucho más completo que el de su casa; lo que significa que la mitad de los días acaban volviendo a su casa, a veces a dormir, a veces a cenar; la mayoría para seguir investigando. Les queda un mes para conseguir estabilizar la mezcla y poder presentar el proyecto a concurso, y Tony tiene claro que después de cuatro explosiones controladas, hay algo que no termina de encajar.
Le suena haber visto hace algunas horas a Clint y Nat por la casa, aprovechando el terreno de atrás para que Clint entrene. Steve ha llegado algo más tarde, pero Tony ha archivado la información automáticamente y ha seguido con el nuevo diseño, porque a veces hasta él recuerda de dónde sale su dinero.
Le pregunta directamente a JARVIS dónde están antes de subir. Es ya de noche, al parecer, y a Tony le sorprende encontrarse con que se han quedado los tres.
Clint y Natasha están tirados en uno de los sofás, dormidos. Clint tiene la cabeza apoyada hacia atrás y la boca abierta. Emite un ligero ronquido.
Steve debe oírle entrar, porque mira hacia atrás y a Tony le sorprende ver una sombra de culpabilidad.
-Hey, estaba-
Pero Tony no le hace caso porque escucha “industrias Stark pasó a manos de el joven y brillante, aunque siempre polémico hijo de Howard, Anthony” y su atención se centra en la pantalla y está ahí. Están. Los dos.
Es un documental. Un jodido documental sobre su padre y lo mucho que hizo por la industria y lo- Tony no puede seguir escuchando.
Abre la boca pero no termina de decir nada porque se ahoga, y ahora ya no escucha nada, de repente todo lo que puede ver es a sus padres, pero no cómo salen en los documentales si no como les vio última vez, los moratones de su madre y la sangre de su padre y ambos tan blancos y-
Tony balbucea algo que no sabe si tiene demasiado sentido y sale del cuarto esperando que no se note demasiado la huída, sin registrar que Steve apaga la tele y le sigue.
El suelo de la cocina está frío bajo sus pies desnudos.
-¿Estás bien?
La mano de Steve le pesa en el hombro y le duele y le quema; Tony tiembla bajo el toque, se siente expuesto. Aparta la mano cuando está más calmado, y no mira a Steve a los ojos mientras le dice que está bien, que solo necesita su dosis de cafeína. Steve también quiere. Prepara el café en silencio y para Steve pone uno de los que le gustan, negro y dulce.
Le alcanza la taza. Parece diminuta cuando la rodea con las manos y le mira con preocupación.
-Jarvis no lo puso al momento pero cuando le dijimos que no se veía el canal se puso. No nos dijo nada, no sabíamos que fuera-
No quiere oírlo.
-No te preocupes, no pasa nada, es solo que -suspira y hace un gesto que puede decir cualquier cosa, para que Steve lo rellene con lo que le interesa en su cabeza pero no le pregunte más.
Steve insiste y Tony odia a Steve.
-Tony.
-Es solo que no-, joder, Steve, ¿acaso ves alguna foto de mis padres en toda la puta casa?
Coge aire y Tony puede ver cómo encajan los engranajes dentro de la cabeza de Steve. Tony está bien, Tony está bien mientras nadie dice nada de sus padres y no les ve y no les recuerda. Otra parte de su cerebro piensa en cómo actualizar los protocolos de Jarvis. Lo primero que hizo al instalarlo fue controlar las cadenas y filtrar siempre todo lo que nombraba a alguno de sus progenitores y que le permitiera saber lo que decían de su empresa. El algoritmo le había costado sudor y sangre pero estaba prácticamente perfeccionado.
El problema era que no tenía controlado que alguien pidiera que lo quitara.
Antes solo estaba Pepper, y Pepper no lo hubiera desactivado, porque ella hubiera sabido.
-Lo si-
-No lo hagas. No me importa. Está todo bien, porque siempre estaba bien y antes no había ningún problema y ahora vienes, venís, y de repente tengo todo patas arriba y -no habla de la casa, no habla de la puta casa-, y no puedo soportarlo, no tengo por qué ver eso, no tengo por qué. Ver. Nada.
No está borracho, pero se siente como si lo estuviera. Se siente como si tuviera el sol en las entrañas, como si pudiera lanzárselo a la cara y quemarle y quemarlo todo.
Steve parece dolido pero no le importa, no en este momento. Se le endurece la mirada (esos ojos azules, brillantes como estrellas, jode mirarlos).
-Fuiste tú quien nos ha invitado, y fuiste tú quien me trajo y fuiste tú quien-
-Quien qué, eh, Steve. Quién fui.
-El que vino a joderme la vida a mí.
Oh, eso duele, sí que duele; y Tony no quiere dejar que tenga la última palabra pero Steve coge la cartera de encima de la mesa y se va apretando los nudillos en puños.
Cuando Steve desaparece da instrucciones para que JARVIS haga salir a Clint y a Natasha y después bloquear toda la casa, bloquear las puertas y las llamadas. Él apaga el móvil y se mete al taller.
Bebe más tiempo del que trabaja.