[Fic] [Bleach] 17/Junio | 2 - Sospecha
Fandom: Bleach
Pairing | Género: Kurosaki Ichigo | Gen/Angst/Drama.
Palabras: 1177.
Rating | Advertencias: T | Spoilers hasta el cap 186 del manga / cap 111 de anime.
Notas: Escrito para el primer quinesob.
2 - Sospecha
Antes de que pasara, llevaba un par de semanas notando una mala sensación en el pecho. Tenía sospechas de que él notaba algo parecido, pero ninguno se atrevía a decirlo por miedo a que, al confesarlo, se hiciera gigante y no podrían volver a estar como estaban ahora. Ocultándolo, ignorándolo. Como si todos esos años que se pasó él en la Soul Society no hubieran existido.
Será el estrés, se repetía, como si a fuerza de pensarlo se fuera a volver realidad. Pero la opresión no disminuía. De hecho, aumentaba. Y, con el paso de los días, confirmó que él también lo notaba. Le oía despertarse alguna noche, con una sacudida, y le escuchaba levantarse e ir al baño para que ella no le oyera mientras el intentaba, lentamente, recuperar la respiración.
Algo en el ambiente estaba cambiando. Algo grande, fuerte estaba a punto de aparecer.
Pero Masaki e Isshin no se habían pasado nueve años fingiendo no recordar la época en la que él era shinigami en vano. El teatro que habían estado interpretando (que, irónicamente, les había traído la felicidad) les había hecho unos expertos, y lo más importante en ese momento era que Ichigo no se enterara de nada. De Karin y Yuzu no había que preocuparse, eran bastante pequeñas, pero él… iba a cumplir 10 años dentro de poco y no era tonto. Estaba un poco enmadrado, le habían mimado un poco pero había sido inevitable, dados los problemas que habían tenido para tenerlo Isshin y ella. Se lo habían puesto muy difícil. Suspiró recordando todos lo que habían ocultado todo ese tiempo.
No era que no fueran felices, eso no era fingido. De lo que no se hablaba desde hacía muchos años (desde que la Soul Society se enteró de su embarazo) era de la antigua ‘profesión’ de su marido.
Isshin Kurosaki no era un shinigami cualquiera. Nació entre la nobleza, su familia era una de las cinco familias más ricas y con más status que poblaban en ese momento el Gotei 13. En realidad, sería más correcto decir que había sido. Por unos acontecimientos que Isshin nunca le llegó a aclarar a su mujer, la familia estaba en declive. Aún así, todavía conservaba mucha fuerza e influencia de la que poseía antaño. Pese a ello, su entrada a la academia de shinigamis y posterior paso a los escuadrones lo había conseguido mediante sus propios méritos.
Estuvo mucho tiempo en el cuarto escuadrón, porque era lo que a él le gustaba. No obstante, le habían acabado trasladando al seis, por evidentes razones. No sólo era que su zampakutoh fuera de las de tipo agresivo, si no que, además, el tenía demasiada fuerza y no controlaba el kidoh todo lo bien que se debería esperar de un sanador de la cuarta. Si bien es cierto que al principio había estado bastante fastidiado por la medida, con el tiempo se había acabado alegrando con el cambio. Sus habilidades mejoraron, y fue escalando puestos hasta llegar a ser el cuarto de la sexta división.
Ahí fue cuando empezaron los problemas. Le destinaron a un pequeño pueblo ‘Karakura, ¿no te suena?’ para que terminara de coger experiencia contra los hollows en el mundo real.
A él le pareció bien, no le vendría mal cambiar un poco de aires. Cual fue su sorpresa cuando, un día, mientras rastreaba un reiatsu sospechoso que salía de una calle poco transitada, encontró a su viejo amigo Kisuke Urahara. Bueno, eso creía él, lo que había pasado era que el rubio, tan manipulador como siempre, había estado liberando un poco más de su fuerza espiritual con el propósito de que Isshin diera con él. Y le esperaba tranquilamente sentado al sol fuera de la tienda.
Pese a que habían pasado unos cuantos años desde que Kisuke dejara la Soul Society, su amistad seguía intacta, y, además de pasar muchas tardes juntos recordando y hablando, le prestaba muchos artefactos útiles para la vida en el mundo real. Como un gigai, por ejemplo.
Se acostumbró a él, y empezó a cogerle el gustillo a hablar con la gente, moverse entre los humanos, siempre teniendo las Gikongan a mano por si aparecía un Hollow.
Pasaron las semanas y ocurrió lo verdaderamente inesperado de la historia. Ella. Masaki.
Recién mudada a Karakura, un día se encontró con el gigai de Isshin, y estuvo hablando con él un rato. Le pareció un poco raro, con tanto ¡PYON!, pero bastante gracioso, al fin y al cabo. Al de unos días se volvieron a encontrar y, aunque Isshin metió la pata unas cuantas veces (lógicamente, no la conocía) ella hizo como que no se daba cuenta. Lo que Isshin no sabía, era que Masaki había podido ver espíritus, shinigamis y hollows desde siempre. Y que ya se había fijado hacía mucho en él.
Poco a poco, se fueron enamorando, hasta que no pudieron ocultarlo, ni ocultarse nada entre ellos. Isshin nunca volvió a usar los gikongan "conejito Chappy", bajo amenaza de muerte a Urahara. Y siguieron juntos por espacio de seis meses, hasta que llegó el momento de volver a la Soul Society.
A partir de ahí se precipitaron las cosas. Masaki se quedó embarazada, e Isshin nunca quiso volver al Gotei 13. Le fueron a buscar, por supuesto, pero no hubo manera de hacer que regresara, ni por las buenas ni por las malas. Y hubo malas, más que buenas. El peor momento fue cuando apareció el teniente de su división, con el que se enzarzó en lo que parecía una lucha a muerte. Al final, con el orgullo más herido que su cuerpo, el teniente regresó. Nunca supo que dijo para que les dejaran en paz, pero se lo agradeció, ya que no vino a por él ningún shinigami más.
Llegaron a un acuerdo mutuo de no comentar su pasado como Dios de la Muerte, en pos de la tranquilidad de su pequeña familia.Rompió el contacto con Urahara (éste lo entendió) excepto para pedirle gigais resistentes cada cierto tiempo. Y el rubio, como genio que era, le proporcionaba unos que duraban años.
Así fue como el contacto con todo lo que no fuera el mundo real, los humanos, y su familia se rompió, como si nunca hubieran estado ahí.
Y, después de nueve años de relativa tranquilidad, esa sensación. Decidió hablar con él esa noche, no podían seguir ignorando el problema, cuando era evidente que algo les estaba rondando.
Pasó el día mucho más tranquila de lo que había estado las anteriores dos semanas. El haber tomado por fin la decisión de hablar con él sobre el peligro que, sospechaba, se cernía sobre ellos, parecía que la angustia que atenazaba su garganta disminuía un poco la presión, le daba una tregua.
Se vistió, y vio que ya era la hora de ir a buscar a Ichigo a kárate.
Nunca llegó a hablar con Isshin. Esa tarde, lluviosa, oscura, y estando delante de su hijo, un hollow al que llevaban buscando los shinigamis más de cincuenta años se la llevó por delante, mientras ella protegía a Ichigo.
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Pairing | Género: Kurosaki Ichigo | Gen/Angst/Drama.
Palabras: 1177.
Rating | Advertencias: T | Spoilers hasta el cap 186 del manga / cap 111 de anime.
Notas: Escrito para el primer quinesob.
2 - Sospecha
Antes de que pasara, llevaba un par de semanas notando una mala sensación en el pecho. Tenía sospechas de que él notaba algo parecido, pero ninguno se atrevía a decirlo por miedo a que, al confesarlo, se hiciera gigante y no podrían volver a estar como estaban ahora. Ocultándolo, ignorándolo. Como si todos esos años que se pasó él en la Soul Society no hubieran existido.
Será el estrés, se repetía, como si a fuerza de pensarlo se fuera a volver realidad. Pero la opresión no disminuía. De hecho, aumentaba. Y, con el paso de los días, confirmó que él también lo notaba. Le oía despertarse alguna noche, con una sacudida, y le escuchaba levantarse e ir al baño para que ella no le oyera mientras el intentaba, lentamente, recuperar la respiración.
Algo en el ambiente estaba cambiando. Algo grande, fuerte estaba a punto de aparecer.
Pero Masaki e Isshin no se habían pasado nueve años fingiendo no recordar la época en la que él era shinigami en vano. El teatro que habían estado interpretando (que, irónicamente, les había traído la felicidad) les había hecho unos expertos, y lo más importante en ese momento era que Ichigo no se enterara de nada. De Karin y Yuzu no había que preocuparse, eran bastante pequeñas, pero él… iba a cumplir 10 años dentro de poco y no era tonto. Estaba un poco enmadrado, le habían mimado un poco pero había sido inevitable, dados los problemas que habían tenido para tenerlo Isshin y ella. Se lo habían puesto muy difícil. Suspiró recordando todos lo que habían ocultado todo ese tiempo.
No era que no fueran felices, eso no era fingido. De lo que no se hablaba desde hacía muchos años (desde que la Soul Society se enteró de su embarazo) era de la antigua ‘profesión’ de su marido.
Isshin Kurosaki no era un shinigami cualquiera. Nació entre la nobleza, su familia era una de las cinco familias más ricas y con más status que poblaban en ese momento el Gotei 13. En realidad, sería más correcto decir que había sido. Por unos acontecimientos que Isshin nunca le llegó a aclarar a su mujer, la familia estaba en declive. Aún así, todavía conservaba mucha fuerza e influencia de la que poseía antaño. Pese a ello, su entrada a la academia de shinigamis y posterior paso a los escuadrones lo había conseguido mediante sus propios méritos.
Estuvo mucho tiempo en el cuarto escuadrón, porque era lo que a él le gustaba. No obstante, le habían acabado trasladando al seis, por evidentes razones. No sólo era que su zampakutoh fuera de las de tipo agresivo, si no que, además, el tenía demasiada fuerza y no controlaba el kidoh todo lo bien que se debería esperar de un sanador de la cuarta. Si bien es cierto que al principio había estado bastante fastidiado por la medida, con el tiempo se había acabado alegrando con el cambio. Sus habilidades mejoraron, y fue escalando puestos hasta llegar a ser el cuarto de la sexta división.
Ahí fue cuando empezaron los problemas. Le destinaron a un pequeño pueblo ‘Karakura, ¿no te suena?’ para que terminara de coger experiencia contra los hollows en el mundo real.
A él le pareció bien, no le vendría mal cambiar un poco de aires. Cual fue su sorpresa cuando, un día, mientras rastreaba un reiatsu sospechoso que salía de una calle poco transitada, encontró a su viejo amigo Kisuke Urahara. Bueno, eso creía él, lo que había pasado era que el rubio, tan manipulador como siempre, había estado liberando un poco más de su fuerza espiritual con el propósito de que Isshin diera con él. Y le esperaba tranquilamente sentado al sol fuera de la tienda.
Pese a que habían pasado unos cuantos años desde que Kisuke dejara la Soul Society, su amistad seguía intacta, y, además de pasar muchas tardes juntos recordando y hablando, le prestaba muchos artefactos útiles para la vida en el mundo real. Como un gigai, por ejemplo.
Se acostumbró a él, y empezó a cogerle el gustillo a hablar con la gente, moverse entre los humanos, siempre teniendo las Gikongan a mano por si aparecía un Hollow.
Pasaron las semanas y ocurrió lo verdaderamente inesperado de la historia. Ella. Masaki.
Recién mudada a Karakura, un día se encontró con el gigai de Isshin, y estuvo hablando con él un rato. Le pareció un poco raro, con tanto ¡PYON!, pero bastante gracioso, al fin y al cabo. Al de unos días se volvieron a encontrar y, aunque Isshin metió la pata unas cuantas veces (lógicamente, no la conocía) ella hizo como que no se daba cuenta. Lo que Isshin no sabía, era que Masaki había podido ver espíritus, shinigamis y hollows desde siempre. Y que ya se había fijado hacía mucho en él.
Poco a poco, se fueron enamorando, hasta que no pudieron ocultarlo, ni ocultarse nada entre ellos. Isshin nunca volvió a usar los gikongan "conejito Chappy", bajo amenaza de muerte a Urahara. Y siguieron juntos por espacio de seis meses, hasta que llegó el momento de volver a la Soul Society.
A partir de ahí se precipitaron las cosas. Masaki se quedó embarazada, e Isshin nunca quiso volver al Gotei 13. Le fueron a buscar, por supuesto, pero no hubo manera de hacer que regresara, ni por las buenas ni por las malas. Y hubo malas, más que buenas. El peor momento fue cuando apareció el teniente de su división, con el que se enzarzó en lo que parecía una lucha a muerte. Al final, con el orgullo más herido que su cuerpo, el teniente regresó. Nunca supo que dijo para que les dejaran en paz, pero se lo agradeció, ya que no vino a por él ningún shinigami más.
Llegaron a un acuerdo mutuo de no comentar su pasado como Dios de la Muerte, en pos de la tranquilidad de su pequeña familia.Rompió el contacto con Urahara (éste lo entendió) excepto para pedirle gigais resistentes cada cierto tiempo. Y el rubio, como genio que era, le proporcionaba unos que duraban años.
Así fue como el contacto con todo lo que no fuera el mundo real, los humanos, y su familia se rompió, como si nunca hubieran estado ahí.
Y, después de nueve años de relativa tranquilidad, esa sensación. Decidió hablar con él esa noche, no podían seguir ignorando el problema, cuando era evidente que algo les estaba rondando.
Pasó el día mucho más tranquila de lo que había estado las anteriores dos semanas. El haber tomado por fin la decisión de hablar con él sobre el peligro que, sospechaba, se cernía sobre ellos, parecía que la angustia que atenazaba su garganta disminuía un poco la presión, le daba una tregua.
Se vistió, y vio que ya era la hora de ir a buscar a Ichigo a kárate.
Nunca llegó a hablar con Isshin. Esa tarde, lluviosa, oscura, y estando delante de su hijo, un hollow al que llevaban buscando los shinigamis más de cincuenta años se la llevó por delante, mientras ella protegía a Ichigo.
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