Sep 27, 2005 02:05
Es viernes por la noche, se han fastidiado todos los planes, y más que se fastidiarán. Sentados en el callejón de San Mateo en perspectiva jerárquica, hablamos y bebemos cerveza tres, un poco aburridos. Escucho la conversación de los ultra fumados de al lado, todos chicos jóvenes, guapos, atontados, con rastas. Uno me pasa un porro de maría. Son simples en su coloquio. Uno dice: ¡Qué borracho estoy! Otro pregunta: ¿Quién quiere cali? Otro, muy deprisa: ¡Yo! ¡Yo! Y luego, al rato: Creo que me voy. Qué perreamiento. Y otro: ¿Y qué? ¿Tienes algo mejor que hacer? Y cosa así.
En algún lugar hemos parado no sé por qué. Miro por una ventana antiquísima. Perpleja de lo que veo tras ella. Es una peluquería vieja, hortera. De grifos atrancados, pelos que se quedan sin barrer, manchas permanentes. Una lámpara de araña cuelga del techo, los cristales proyectan luces cambiantes. Una pareja baila, él de traje blanco, ella vestido ceñido gris, falda de vuelo. Las paredes están pintadas de un verde medio, descorchadas, agrietadas en las esquinas. Varias mujeres les miran, sentadas en asientos negros. Los lavaderos de cabeza están a la derecha de la sala, blancos y mugrientos. Se reflejan los bailarines en uno u otro de los tres espejos antiguos enmarcados en dorado, según se muevan. Una escena perfecta: perfecto el encuadre desde donde miro, perfecta la iluminación, perfecta la composición, los giros de los bailarines, sus reacciones, yo dándole vueltas sedada de lo insólito, y sale el hombre exangüe con cara de felicidad fatigada y se limpia el sudor con un pañuelo y mira a la luna y exclama con acento cubano: ¡Ay qué rico, mama! Y yo le digo alguna cosa asintiendo y por supuesto me invita a bailar, y que no sé bailar y miro a mis acompañantes para que me salven pero de pronto estoy dentro de la peluquería, y ponen una bachata y me dice cosas a lo Rodolfo Valentino, como que me corta el pelo y me enseña a bailar y sólo me cobra un beso, niña, y me gustaría estar grabándole porque es un guión perfecto de un estereotipo y lo estoy pasando en grande, y nos reímos y las mujeres me lanzan consejos y me río y me río y me río, mi reflejo en los espejos y las telarañas y la caja registradora y las caras de las mujeres con un universo tras los ojos y las sonrisas y las caderas y las risas.