Embajador.

Jul 28, 2007 02:34

Embajador africano. De cualquiera de los incontables (geografía no es mi fuerte) de los países que componen dicho continente. No todo tiene que estar por debajo del Ebro. La embajada está a escasos kilómetros del centro de Barcelona. A 10, exactamente, trazando una ruta un tanto escabrosa. Y es que, queridos lectores, Santa Coloma no podría ser más África que el Congo Belga.
Es una pequeña gran ciudad de absoluta mierda y ponzoña, que existe en detrimento de la humanidad. Es una tasca inmunda que sofoca gracias a la puta bazofia que destila, que se desprende, de todo, de su arquitectura, de su gente, de su absoluta falta de servicios, de su estar apartado del mundo, del hecho de que la inmensa mayoría de los jóvenes son unos desgraciados echados a perder, por lo que sea, por la moda, por la droga, el crimen, el fracaso escolar, me da igual. Son todos una panda de palurdos. De todos los individuos que he conocido en este inmundo lugar apenas se libran cuatro. Llamado arrogancia, lo que queráis, pero es lo que creo, y como ser humano me creo en pleno derecho de juzgar a otros individuos por sus logros, por su manera de ser y por como demuestran querer hacer su vida.
Santa Coloma es un lastre. Un ancla de varios cientos de kilos que arrastro por no vivir en otro lugar, por no vivir en Barcelona, en una ciudad mayor, en un sitio donde la gente no sepa tu nombre, no te conozca a no ser que tú quieras que te conozcan. Santa Coloma es tener que volver andando, en bus nocurtno o en taxi dos una de cada dos veces que sales fuera, viéndote obligado a salir cada vez que quieras hacer algo. Un lugar pequeño, mal construido, lleno de gentuza o de mala gente. Tal vez esté describiendo uno o dos barrios de Barcelona, pero no deja de ser Barcelona. Este post es completamente subjetivo porque mi odio a Santa Coloma radica en el hecho de que todo lo realmente malo que me ha ocurrida en la vida ocurrió porque Santa Coloma decidió colarse en la existencia hará ya más de un siglo, cuando inmigrantes de todos los lugares decidieron converger en Cataluña por eso de que allí había industria. Pienso, absurdamente, que de haber nacido en Barcelona las cosas serían distintas, y si mi abuela con alzheimer tuviera cojones, sería mi abuelo con alzheimer quien tendría cojones, en efecto.
He perdido aproximadamente unas 24 horas de mi vida caminando, de noche, hacia mi casa, y no hay día que pase que no quiera mudarme de una puta vez. Al fin y al cabo, mi vida entera la tengo en Barcelona.
Recordad, niños, si alguna vez vais por Santa Coloma, no respiréis por la nariz, hacedlo por la puta boca; no miréis a la gente a los ojos y si alguien os pregunta, no tenéis nada encima, estáis yendo a casa. A tomar por culo, hijos de puta.
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