Nanowrimo : Ignatius

Dec 02, 2008 14:51

Bueno, esta es por ahora, la última escena que he escrito de la historia. Corresponde a Ignatius, y ha sido sin duda de las más difíciles que he tenido que afrontar, ya que el meollo de la historia está a punto de desvelarse.

A partir de aquí y primeramente, tengo que hacer una revisión a fondo de todo el relato, para hacerme una idea global de lo que he hecho, y después continuar. La periodicidad será semanal, hasta que consiga llegar al final de todo esto.



Ignatius

Ídalir se llama a tierra de Ull,

donde hizo sus salas;

el Álfheim a Frey regalaron los dioses

en tiempos remotos.

Una tercera estancia donde los clementes dioses

techaron con plata una sala;

Valaskjálf se llama, un Aesir la construyó

en tiempos remotos.

Skökkvabekk la curta y allí las frías onda

podían romper;

allí Odín y Sága beben cada día,

alegres, en jarras de oro.

Después de su excursión al cementerio, Ignatius pensó detenidamente en todo lo que había visto y oído, y se encaminó hacia el coche, para volver de nuevo a su casa, donde Inaeternias y Hector le esperaban. Cuando esta mañana había salido, no le había contado la verdad, o al menos,toda la verdad a Inaeternitas.

Cuando ella le había preguntado a donde iba, Ignatius no supo que decir. ¿Que se puede hacer cuando tienes algo que contar pero lo que has de decir es algo tan increíble que no puedes ni plantearte que nadie lo sepa?. Sin duda, no le hubiese importado que Inaeternitas supiese todo lo que el viejo padre le había contado, pero el tenía duda al respecto. A pesar de todo lo visto y todo lo vivido, todavía se resistia a pensar que aquello era algo más que su imaginación. Demasiado increíble como para ser verdad.

Ahora que se iba a casa de nuevo, no tenía muy claro que era lo siguiente que debía hacer. Por un lado le había sido revelada una historia y una serie de acontecimientos que si llegaban a ser verdad y cumplirse, sin duda la suerte de la humanidad era de lo más siniestra, aunque bueno, eso no significa que los humanos no se merecieran el castigo de acabar convertidos en carbón por un gigante de fuego. Pero le había costado demasiado llegar a conseguir todo lo que tenía como para perderlo . Ya podía venir los Aesir. o el mismísimo Sursum corda con la historia del fin del mundo, pero su hijo era demasiado pequeño y había vivido demasiado poco como para que el, en el caso de que pudiese hacer algo para evitar el advenimiento del ragnarok, no lo hiciese.

El contacto con las manos del hombre le había provocado una extraña sensación que le había abrasado por dentro. Además de que había podido leer lápida escrita con caracteres rúnicos, cosa que le sorprendió muchísimo, parecía como si una puerta dentro de su cabeza se hubiese abierto a un almacén en donde se guardaba el conocimiento de muchos hombres durante muchos siglos.

Las cosas que veía Ignatius eran de lo mas variadas. Algunas de ellas le sonaban, y hasta podía entenderlas. Complejos rituales, sortilegios, hechizo y todo tipo de magia que había sido almacenada durante tanto tiempo que muchas de ellas estaban escritas en unos idiomas que ya habían sido olvidados hace mucho tiempo.

Ignatius no lo comprendía demasiado bien, o por lo menos no estaba seguro, pero tenía ese poder en las yemas de sus  dedos. Podía sentirlo a través de su cuerpo, recorrer cada célula, cada poro de su piel, cada parte de su organismo estaba impregnado de aquel poder y aunque no tenía nada claro si podría canalizarlo o no, por lo menos iba a intentarlo.

A aquellas horas apenas dos personas pasaban por allí, y el resto de la calle estaba completamente desierto. Quería experimentar ese poder en sus manos y ver en que  se podía convertir la lanzarlo hacia fuera, como si fuese un géiser de energía.

No tenía demasiado claro como hacerlo , o como provocarlo, pero lo intentó. Cerró los ojos y se concentró. Trató de visualizar algo en su cabeza pero no notó nada, salvo un pequeño cosquilleo en la palma de sus manos. Notaba algo, pero no pasó de eso. Se sintió un poco frustrado, y lo intentó en repetidas ocasiones, pero no consiguió más que ese cosquilleo en sus dedos.

Subió al coche, y arranco. El suave ronroneo del motor se mezcló con el de la calefacción a toda potencia. Comenzó a maniobrar para salir del angosto aparcamiento en donde había conseguido encajonar el coche, pero no pudo hacer más. Un violento golpe en el coche hizo que todos sus huesos temblaran, e Ignatius pensó que se había chocado contra el bordillo, pero el golpe había sido demasiado fuerte como para que solo fuese una piedra.

Como pudo, Ignatius salió del coche y lo vió. Delante de el, vió el hombre más alto que había visto en su vida. Si los ojos de Ignatius le engañaban por lo menos debía pasar de los tres metros como mínimo. Vestía una basta túnica de piel de algún animal muy grande, y su arma era un enorme mangual que tenía la punta totalmente erizada de oxidados clavos, como si fuese un macabro erizo.

-Un gigante ... - eso fué lo único que acertó a balbucear Ignatius, mientras trataba de ponerse a salvo de la mirada y del pestilente olor de aquel maldito engengro.

El enorme ser le miró con una sonrisa malévola. Estaba claro que los gigantes no eran esos tontos de tamaño XXL que hacían creer las historias,sagas y demás. La mirada de aquel gigante emanaba malicia y sobre todo un profundo conocimiento de todo lo que rodeaba. Sus ojos eran de color amarillento, y su enorme cuerpo, peludo y deforme, se giró pesadamente hacia Ignatius. DE su boca, llena de dientes negros , salió un rugido cuando le vió, y se lanzó hacia el, blandiendo en su mano el enorme mangual directamente hacia el.

Fue tal el impetu que Ignatius, de forma totalmente inconsciente, dió un salto hacia la derecha, esquivando la salvaje acometida del gigante, que se estrelló contra los coches que seguían aparcados en la acera,dos de los cuales quedaron hechos añicos. El gigante quedó un poco aturdido durante unos momentos, pero Ignatius sabía que se encontraba en un grandísimo peligro, ya que no tenía ni idea de como iba a salir de aquel trance. No tenía nada que hacer ante aquella bestia, y aunque sabía que dentro de si estaba el poder suficiente para enfrentarse a aquella bestia, no tenía claro como hacerlo, y mucho menos como desencadenar ese poder.

El gigante se dió la vuelta de nuevo, y sacudió su enorme cabeza y buscó a Ignatius. Se había refugiado detrás de unos contendedores de basura mientras trataba de pensar a toda velocidad que podía hacer. ¿Correr?, eso era una locura, teniendo en cuenta las zancadas que debía dar aquella bestia, con lo que lo descartó por completo. El gigante soltó un enorme rugido mientras golpeaba con violencia todo lo que le rodeaba. Tal era su fuerza que la tierra temblaba con cada golpe.

Un cuervo se posó en uno de los árboles que bordeaban un pequeño parque que había a la derecha. Se quedó mirando la escena, y a continuación, hablo:

Sé dónde, Odín,

ocultó su ojo,

profundo en la famosa

fuente de Mímir -;

Mímir bebe hidromiel

cada mañana

de la prenda pagada por Valföðr.

¿Podrías saber más?

El cuervo se quedó mirando a Ignatius. La verdad es que el no sabía que pensar al respecto. Todo aquello era demasiado increíble como para poder pensarlo  de una forma razonable. El cuervo graznó de nuevo y voló suavemente hasta donde estaba Ignatius,  que se había movido hasta una esquina en donde el gigante hasta el momento no podía verle. La bestia husmeaba el aire y trataba de buscarlo entre los restos de los coches destrozados.

- No puedes enfrentarte a este Jotun, Forni, todavía no. Sabes donde esta el conocimiento de los antiguos, pero todavía no sabes usarlo y mucho menos, utilizarlo como arma que te permita vencer en la batalla. Escucha mis palabras y haz lo que debes hacer. Busca a Mimir, y bebe de la fuente de la sabiduría. Es la única manera de que consigas convertirte en lo de que verdad eres.

Ignatius, perplejo, no supo que decir. Sabia que Hugin y Munim, los cuervos del viejo padre, volaban a traves de los nueve mundos para mantenerle informado de todo lo que ocurría. Sabía tambien que aquellos cuervos podían hablar y eran sabios,muy sabios con lo que no se le ocurría otra cosa que pudiese ser aquello. ¿Acaso el ser un intrumento en manos de los dioses no era sino un destino de lo más extraño?. Lo único que se podía hacer, y teniendo en cuenta de que la enorme bestia no tardaría mucho en encontrarle, y seguramente lo que le aguardaba no era demasiado bueno, con lo que aquello, aunque fuese una locura, era su única opción.

¿Donde puedo encontrar a Mimir? - preguntó Ignatius al cuervo que seguia mirándole fijamente.

- Mimir se encuentra en cerca de las raices del Yggdrasil. Es allí donde custodia la fuente de la sabiduria, de la cual deberás beber y de esta forma completar tu camino. De esa forma, dominarás el arte del seidr, y sabrás en cada momento que debes hacer. Pero hazlo rápido. La volva y la madre estan en serio peligro, y sin ellas, no hay futuro más allá de lo que falta para que las arenas del ragnarok terminen de verterse.

Mimir, el fresno Yggdrasil, los nueve mundos. Sin duda Ignatius, buen conocedor de la cosmogonía nórdica, le parecía una hermosa historia tejida durante siglos, pero que aquello pudiese tener visos de verdad era algo que ni siquiera podía imaginar, pero cada vez que oía el rugido del gigante acercandose hacia el , sabía que tenía que hacer algo, y de forma inmediata, por que su vida corría peligro.

¿Como puedo encontrar a Mimir ? - pregunto Ignatius al cuervo. No tengo idea de como puedo llegar hasta la fuente de la sabiduria, por que ni siquiera creo que eso exista salvo en mi imaginación.

Es muy sencillo - dijo el cuervo - Sigueme y te llevare yo mismo hasta la frontera entre el Midgard y el Jotunheim. Desde allí, encontrarás el camino que te llevará hasta la fuente de la sabiduría. Y ahora, date prisa por que Thorkir el gigante, esta a punto de encontrarte y acabar con tu vida.

Ignatius, perplejo, se quedó durante unos segundos pensando en como hacer caso al cuervo. Como diablos iba a seguir a aquel cuervo hasta donde el decía?. Su respuesta pronto fué contestada cuando sintió como su realidad se alargaba y se contraía. No sintió dolor, pero si una sensación extraña por todo el cuerpo que le recorrió desde la punta de los pies hasta la cabeza. Sintió como su cuerpo se contraía. Sus manos se convertían en alas y su cuerpo se tornaba ligero, tan ligero que cuando comenzó a aletear, vió como se elevaba por encima del sueño. El gigante no se percató de su huida, convertido en pájaro, y seguía buscandole por los alrededores de su destrozado coche.

Sigueme, Forni, debemos volar hasta un lugar lejano, pero el viento del norte nos hará veloces. Ignatius, ahora convertido en un cuervo de negras alas comenzó a volar hacia los confines de su propio mundo. Volaron  durante largo rato, hasta que las estrellas adquirieron un color intenso y brillante. Parecían pequeñas bombillas colgadas de una bóveda semicircular, que cubría todo lo que Ignatius veia.

Poco a poco, todo lo que veías se fue convirtiendo en un horizonte blanco y y humedo, con una espesa niebla que no dejaba ver nada de nada de por donde estaban volando.

Ignatius cuervo,volaba a ciegas, siguiendo la estela del cuervo que le llevaba hasta la encrucijada entre en Midgard, el mundo de los hombres, y el Asgard, el mundo de los Aesir. Todo aquello era tan alucinante que Ignatius cuervo, aun totalmente sobrepasado de la situación, estaba totalmente anonadado ante lo que estaba sucediendo delante de sus ojos asombrados.

Ignatius , a medida que se acercaban, un enorme tronco. Era tan enorme y ancho que sus ojos no podían abarcarlo todo. Vió una cantidad indeterminada de ramas, que se perdían tanto hacia arriba como hacia abajo. El cuervo comenzó a descender entre las ramas a una velocidad vertiginosa, e Ignatius Cuervo tuvo serios problemas para seguirle.

Por fin, el cuervo se posó en un pequeño tronco caído que había en un claro de lo que parecía un pequeño bosque de densos pinos.En cuanto llegó al suelo, Ignatius comenzó a tener la misma sensación que le recorría todo el cuerpo. Su cuerpo volvió a hacerse más grande y cuando abrió sus ojos, pudo comprobar que había recobrado su forma humana.Institivamente, compobró que todo estaba donde debía. Hacía un frío intenso,y trató de que su cuerpo entrara en calor, pero esa era un poco complicado. Estaba totalmente desnudo tirado en el suelo y tratando de recuperar la conciencia de si mismo.El cuervo habló de nuevo.

Estas ahora mismo en el lugar donde confluyen las encrucijadas de todos los mundos que reposan sobre el fresno Yggrasil. Es por estos lugares por donde Veðrfölnir , con su aguda vista, vigila todo lo que sucede en todos los lugares, para que los Aesir esten al corriente de lo que hacen los hombres, y por donde Ratatösk la ardilla, viaja veloz en sus viajes a través de las ramas para hacer llegar a Nidoggh todos las noticias que ocurren al largo de los diferentes mundos que aquí reposan.

Desde aqui encontrarás un camino que te llevará hasta la base del arbol. Alli encontrarás que es donde sus raices se entierra profundamente en la tierra primigenia y antigua que alimenta al fresno, y en donde además de las nornas, es donde reside Mimir el gigante, guardian de la fuente de la sabiduria. Habla con el y pidele que te deje beber de esa fuente, ya que de esa forma conocerás lo que tienes que saber para que, llegado el momento de la batalla tus fuerzas esten listas para la empresa en la que estas a punto de embarcarte.

Yo vi un salón, lejos del Sol,

sus puertas miran al Norte y se encuentra en Naströnd;

gotas de veneno son vertidas a través de la salida de humo,

alrededor de sus paredes se enroscan serpientes.

Yo vi allí atacar a través de salvajes ríos,

a hombres tramposos y también a los asesinos,

a los hacedores de mal con las mujeres de los hombres;

allí, Nidhögg sorbía la sangre de los muertos,

y los lobos devoraban a los hombres. ¿Podrías saber aún más?

La vieja gigante sentada,

hacia el Este, y sostiene a la raza de Fenrir;

entre ellos bajo apariencia de monstruo

pronto robaría el Sol del cielo.

Ten cuidado, Forni, y procura salir con vida de este envite, ya que tu destino pende de un fino hilo, el cual esta muy cerca de romperse.El cuervo salio volando y se perdio de nuevo entre la bruma.

Y alli estaba Ignatius.Aturdido, solo y desnudo en un lugar que ni conocia y posiblemente muy pocos humanos lo hubiesen hollado antes.Se incorporo y trató de orientarse, aunque todo aquello era tan irreal que lo primero que tuvo que hacer fue tranquilizarse.

Madre mia, Ignatius, como diablos has terminado aqui - dijo en voz alta para intentar animarse un poco -  sin duda, los dioses tenían un extraño sentido del humor al ponerle en aquella situación. tirado en medio de ninguna parte, y encima desnudo, pero se dio cuenta de que tenia que ponerse en marcha rapido. No sabia exactamente que se encontraría en aquel lugar, pero debía ponerse en marcha ya.

Comenzó a caminar, y vió un pequeño camino que bajaba serpenteando hacia el interior del bosque, perdiendose en la oscuridad de aquel lugar  en donde apenas había luz y no se oia ni un solo ruido. A medida que se iba adentrando en aquel lugar, la oscuridad iba siendo haciendo mucho mas densa,y llegó un momento en el que no vió casi nada. Tenía frio , pero en ese momento no le importaba demasiado. Estaba centrado en intentar escapar de aquel lugar, y aunque fuese en paños menores, estaba dispuesto a encontrar a Mimir.

Despues de mucho rato bajando por aquel camino,Ignatius comenzó a ponerse un poco nervioso. En todo aquel tiempo, no había encontrado a nadie y aquel paraje estaba sumido en un silencio sepulcral, que no hacia aquel sitio el lugar más agradable y tranquilizador del mundo.

Llego por fin a la base del gran arbol. El lugar estaba sumida en una especie de penumbra que daba al lugar una luminosidad extraña y antinatural.Al lado de la base del enorme tronco,se veía una fuente de la que salía un hilo de agua. Al lado de la fuente, el gigante Mimir estaba sentado a un lado de la fuente.

- Te estaba esperando, Forni -  hacia muchos inviernos que esperaba este momento, en el cual un hombre llegase hasta aqui para pedirme algo que ningun mortal me había pedido.

- No se muy bien que hago aquí, Mimir - dijo Ignatius. En los ultimos días me han pasado tantas cosas que nose muy bien como encajar todo esto con lo que yo creía y pensaba sobre muchas cosas.

Las creencias -  respondió Mimir,obedecen mas a deseos que a certezas. Muchas veces lo que ven nuestros ojos es dificil de encajar para nuestra cabeza, que suele estar cerrada por lo que hemos aprendido y nuestra forma de ver la vida. De esa forma, llegado el momento de saber y conocer la verdad, no somos capaces de admitirla y mucho menos aceptarla.

Tu estas aqui por que necesitas saber, por que necesitas tener el conocimiento de aquellos que te precedieron. De esta forma, podrás enfrentarte a tu destino con la seguridad de que lo llevarás al final con todas sus consecuencias. Ahora bien, Forni, si quieres el conocimiento deberás dar algo a cambio. El conocimiento siempre exige sacrificio, y eso es lo que debes pensar. ¿Que estas dispuesto a sacrificar para llegar a conocer lo que la fuente guarda?

Ignatius pensó durante unos instantes las palabras que Mimir le había dicho. No sabía hasta que punto estaba dispuesto a llegar, pero pensó en héctor y en Inaeternitas, y decidió que sus vidas eran lo más importante y valioso que el tenía y nunca había tenido, con lo que su respuesta fué clara, sencilla, y concisa.

- Dime que es lo que pides, Mimir, y yo te lo daré. Necesito la sabiduría si de verdad quiero completar mi destino

Que estes dispuesto a esto - dijo Mimir con rostro serio - dice mucho de tu espiritu y de Allföðr ha escogido sabiamente a su paladin en esta batalla. Has de entender, Forni, que ni siquiera los Aesir se escapan al destino. Todo esto no es mas que un reto al azar, al destino y a la suerte, y por eso tu debes luchar y convertirte en lo que ya eres. Te dejaré beber de la fuente, pero antes, deberás darme uno de tus ojos, como prenda de tu interés y ganas de completar tu destino. ¿Aceptas el trato?

Ignatius no vaciló en la respuesta que le dió a Mimir.

- Eso ya se lo pediste antes a alguien, y de mi vas a obtener la misma respuesta. Estoy dispuesto a sacrificar eso para conseguir la sabiduria que necesito.

Mimir le miro largamente - asi sea entonces, humano. Quizas tu linaje sea recordado por esto , cuando todo lo que existe haya desaparecido.

Veit ek, at ek hekk

vindga meiði á

nætr allar níu,

geiri undaðr

ok gefinn Óðni,

sjalfr sjalfum mér,

á þeim meiði,

er manngi veit,

hvers af rótum renn.

ignatius, nanowrimo

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