Capitulo 4
Al llegar junto a Daiki, suspiró profundo.
-¿Esta todo bien?-
Kei asintió con la cabeza y bajo la mirada.
-¿Qué ocurre?-
Kei miró a su alrededor.
-Acompáñame a mi habitación-
Le dijo mientras lo tomaba de la mano y se lo llevaba, Daiki lo miraba preocupado. Cuando estuvieron en la habitación de Kei, este se dejó caer de rodillas al suelo.
-Debí notar que no se sentía bien, el médico me dijo que aguanto demasiado tiempo el dolor, seguramente fue desde que tu y yo estábamos con él en la biblioteca, debí saberlo-
Dijo lleno de frustración mientras se llevaba las manos a la cara.
-No ganaras nada llenándote de rabia, ahora él estará bien y eso es lo que importa ahora-
-¡¡Es que debí saberlo!!-
Daiki miró a Kei y se arrodillo frente a el.
-No siempre puedes saberlo todo, lo importante es que es solo una lesión que tiene remedio, tranquilo-
Le dijo Daiki mientras lo abrazaba con ternura, Kei hundió su rostro en el pecho de Daiki y trato de calmarse.
-Si tú no estuvieras a mi lado… estaría vuelto loco-
Dijo Kei con un poco más de calma.
-Es por eso que siempre estaré a tu lado-
Dijo Daiki mientras le acariciaba suavemente la cabeza.
-Me siento realmente mal, no quise ser tan duro con Ryutaro… ahora por mi culpa el-
En ese momento Daiki tomó el rostro de Kei entre sus manos.
-No es tu culpa que se haya lastimado, fue solo un accidente-
Le dijo con suavidad.
-Un accidente que pudo evitarse si no lo hubiese mandado a limpiar la biblioteca-
-Deja de buscar razones para culparte, eso no arreglará nada-
En ese momento, Daiki besó la lágrima que corría por la mejilla de Kei.
-Tienes razón-
Dijo con la mirada triste, Daiki le regaló una sonrisa y lentamente fue acercando su rostro al de Kei, mientras aún lo sostenía en sus manos. Lentamente comenzó a acortar la distancia y finalmente posó su labios sobre los de Kei, el cual respondió al suave contacto de manera inmediata, después de eso, ambos se separaron.
-Ahora lo que tienes que hacer es cuidar de él, que esa sea tu forma de pedir perdón, ¿no lo crees?-
-Tienes razón-
Dijo Kei con una sonrisa mientras se aferraba a Daiki y este correspondía a aquel abrazo.
-¿Sabes que te amo?-
Le preguntó con ternura.
-Si, lo sé-
Dijo Daiki con una sonrisa, después alguien tocó a la puerta y ambos se separaron de prisa. Kei se puso de pie al igual que Daiki.
-Joven Kei, ¿aún van a salir con el caballo?-
Kei miró sonriente a Daiki.
-¿Aun quieres tu lección?-
-Claro-
Respondió sonriente.
-Bien, entonces vayamos-
Y así, ambos salieron de la habitación.
En aquel pequeño cuarto, Ryutaro se encontraba recostado en su cama, la fiebre había cedido al igual que el dolor en su tobillo, simplemente estaba dormido, Ryosuke había tenido que dejarlo solo por unos momentos puesto que aún tenía trabajo por hacer.
Al abrir despacio los ojos, trató de reincorporarse, miró a su alrededor.
-¿Cómo… llegue aquí?-
Se sentó sobre la cama y sintió un ligero dolor en su tobillo, trató de tocarlo, dejó salir un suspiró y volvió a recostarse sobre la cama, dejó salir un suspiro y se llevo un brazo a la frente.
De pronto, escuchó como la puerta se habría lentamente, se reincorporó lentamente y miró al chico que entraba.
-Ryosuke-
Dijo un poco sorprendido.
-¡Ryutaro!-
Exclamó el chico aliviado, llevaba consigo una bandeja con un poco de comida y un vaso con leche caliente, la dejó sobre la pequeña mesita de madera y se acercó a su amigo.
-Que bueno que despertaste, haz estado inconciente casi todo el día-
Le dijo Ryosuke mientras tocaba su frente con delicadeza.
-Al fin cedió la fiebre, debes tener hambre-
-Un poco… ¿Cómo llegue aquí?-
Preguntó confundido.
-Yo te traje, al verte inconciente sobre el suelo me asusté mucho, de verdad, pero ya te atendió el médico, es probable que el joven Kei venga más tarde-
Al escuchar esto ultimo, los ojos de Ryutaro se abrieron de par en par.
-¿El sabe lo que me paso?-
-Si, de hecho vino a verte cuando recién el médico te había atendido, de verdad se veía preocupado-
Ryutaro dejó salir un suspiro e intento salir de la cama, pero en el momento en el que su pie toco el suelo, le dolió.
-Aún no debes ponerte de pie, el doctor dijo que necesitas reposo, así que anda, mejor come algo-
Ryutaro se quedó sentado en la orilla de la cama mientras Ryosuke acercaba la mesita de madera para que el menor pudiese comer algo y el tomó asiento en la pequeña sillita.
-¿Cómo fue que me encontraste?-
Preguntó mientras se llevaba un poco de comida a la boca.
-Iba a buscarte para contarte algo cuando te vi tirado en el suelo…-
-¿Ah si? ¿Qué ibas a contarme?-
Preguntó Ryutaro curioso mientras masticaba.
-Por ahora olvídalo-
Respondió Ryosuke mientras se sonrojaba un poco.
-Mmm… esto es sospechoso… anda, cuéntame-
Ryosuke miró de manera suplicante a Ryutaro, pero este no estaba dispuesto a ceder ante tal curiosidad.
-Escuche que… la mitad del equipaje del joven Yabu llegó hoy y… su acompañante también…-
-Vaya, por eso estas tan nervioso ¿cierto?-
Dijo Ryutaro mientras continuaba comiendo.
-¡No estoy nervioso!-
-Entonces estas que brincas de alegría-
Dijo Ryutaro con una sonrisa burlona.
-Es obvio que este feliz, después de todo tiene mucho tiempo que no lo veo…-
-Si claro…-
Exclamó Ryutaro con cierta intriga.
-¿Y que más escuchaste?-
-Nada más…-
Dijo Ryosuke tímidamente, Ryutaro lo miró incrédulo.
-Mientes-
Dijo mientras tomaba un poco de leche, Ryosuke dejó salir un suspiro.
-¡Ah! Pues si no me crees no lo hagas, ahora voy por agua caliente para tu pie-
Dicho esto, Ryosuke se puso de pie y salió de la habitación, Ryutaro solo se quedó sonriente mientras terminaba con el ultimo pedazo de pan.
Las clases de equitación habían terminado y Kei llevaba a Daiki a casa.
-No tenías por que traerme, haces que parezca una chica-
Reprochó Daiki mientras se cruzaba de brazos mientras caminaba.
-No lo veas de esa forma, esta a punto de obscurecer y no puedo quedarme tranquilo si vuelves solo-
Daiki miró de reojo a Kei el cual le sonreía, entonces se detuvo y un par de pasos después Kei también se detuvo.
-¿Qué ocurre?-
Preguntó extrañado, Daiki seguía de brazos cruzados mientras desviaba la mirada.
-¿Tanto te molesta que te acompañe a casa?-
Preguntó preocupado, entonces Daiki lo miró con ternura.
-Por supuesto que no me molesta, tu eres mi mejor compañía-
Terminó con una amplia sonrisa, Kei se acercó a el y recargo sus manos sobre los hombros del menor.
-¿Entonces que ocurre?-
-Solo quería detenerme para…-
Mientras decía esto, jaló a Kei del cuello de su saco y lo acercó lentamente a su rostro.
-Alguien puede vernos-
Dijo Kei en voz baja pero sin dejar de mirar a Daiki.
-No hay nadie-
Respondió Daiki con voz seductora, después acercó más a Kei hasta que al fin logró besarlo dulcemente. El mayor respondió a aquel beso de forma inmediata mientras que con sus manos tomaba el rostro de Daiki. Ambos se besaban dulcemente, despacio, a un solo ritmo, repartiéndose besos cortos y profundos, entrelazando sus lenguas suavemente, hasta que lentamente se separaron y se miraron fijamente.
-Si esto va a ocurrir cada que te acompañe a casa, lo haré más seguido-
Daiki dejo salir una risita.
-Mejor continuemos con nuestro camino, comienza a obscurecer y tu aún debes ir de regreso-
Kei asintió sonriente, ambos se separaron y continuaron con su camino, mientras lo hacían, la mano de Kei buscó la de Daiki, ambos entrelazaron sus dedos y continuaron caminando.
Las cosas en la casa de la familia Yabu estaban demasiado apresuradas, a pesar de que pronto seria hora de descansar, la servidumbre no dejaba de ir de un lado a otro, preparando todo para le llegada del joven Kota, la madre estaba más que ilusionada con tal acontecimiento.
Mientras que el joven sirviente de Kota, se encontraba en su habitación, desempacando sus pertenencias, acomodando sus libros, en cuanto terminó, recordó lo sucedido aquella mañana.
-Después de cuatro año vuelvo a verte… Ryosuke… no puedo creer que no me hayas reconocido…-
Dijo para si mientras observaba su reflejo en un pequeño espejo.
-Bueno, han pasado cuatro años, pero ahora puedo buscarte, al fin serás mío, este tiempo me he dado cuenta lo mucho que te necesito… Ryosuke-
Dicho esto dejó salir un suspiro.
-Mañana, cuando el joven Kota vuelva, le pediré permiso para salir-
Y con una sonrisa, se sentó sobre un pequeño escritorio, abrió un pequeño cajón y sacó de el una carta vieja.
-Aún recuerdo cuantas veces intenté enviarte esto… pero siempre es mejor hacer estas cosas frente a frente-
Con un nuevo suspiro, guardó de nuevo aquella carta, sonrió de nuevo y salió de su habitación, era hora de cenar y la señora quería verlo para platicar acerca del joven Kota.
Ya estaba casi completamente obscuro y Kei apenas llegaba a casa.
-Joven Kei, la cena esta servida-
-Gracias, muero de hambre-
Dijo amablemente mientras se dirigía al comedor.
-¿Qué hacías tan tarde afuera?-
Al escuchar esa voz, Kei se congeló.
-Padre…-
-Te hice una pregunta-
Dijo el señor fríamente.
-Solo salí caminar un poco, tarde más de lo debido, discúlpeme-
Dijo mientras se inclinaba un poco.
-¿De nuevo con el hijo de la familia Arioka?-
Kei se quedó en silencio y solo asintió con la cabeza.
-Últimamente te dedicas a jugar demasiado, cuando hay cosas que debes hacer, que no se te olvide que primero son tus obligaciones-
-Eso nunca lo he olvidado padre-
Dijo Kei serio mientras tomaba asiento.
-Bien, me alegra al menos escuchar eso, ahora cenemos en paz, tengo hambre y mañana temprano debo partir-
-¿Un nuevo viaje?-
Preguntó Kei curioso.
-Debo cerrar un negocio en la capital, deberías acompañarme-
Kei miró asustado a su padre, no deseaba ir.
-No puedo padre, estoy invitado a una cena mañana y no puedo faltar, de verdad lo siento-
-¿Una cena?-
-Mañana vuelve el hijo de la familia Yabu, y harán un baile en su honor-
-Bien, me agrada que te relaciones con esa familia, tienen negocios interesantes, deberías tratar de negociar con ellos de alguna manera-
Kei bajó la mirada, odiaba esa actitud en su padre, pero no podía hacer nada, después la criadas llegaron con la cena y ambos comenzaron a comer en silencio.
Al terminar, el padre de Kei se puso de pie y se marchó sin decir nada, Kei se quedó unos minutos más en el comedor mientras dejaba salir un suspiro, de pronto una de las criadas se acercó a él y le dijo amablemente.
-Joven Kei, ¿desea un poco de chocolate caliente? Tal vez eso lo ayude un poco-
Kei le sonrió a la criada.
-Esta bien, tengo algo que hacer, mejor prepara un poco de agua caliente-
La criada asintió y ambos se dirigieron a la cocina, pero justo ahí estaba Ryosuke, quien llevaba un bote con agua caliente en los brazos.
-¿A dónde vas con eso?-
Le preguntó Kei.
-Joven Kei, voy con Ryutaro, es hora de lavarle el pie como indicó el médico-
-Dame eso, yo lo haré-
Dijo con una sonrisa.
-Pero joven… ¿usted?-
Preguntó Ryosuke incrédulo.
-¿Qué?-
Preguntó con frialdad.
-No, eh… esta bien joven…-
Dicho esto, Ryosuke le dio el bote con agua a Kei.
-Ya puedes ir a descansar-
Dijo Kei mientras se marchaba rumbo a la habitación de Ryutaro. Ryosuke solo se reverenció y lo observo alejarse, después dejó salir un suspiro.
-Primero lo castiga y después quiere cuidarlo…-
Al murmurar esto, sintió un gran dolor en su cabeza, una de las criadas lo había golpeado en la cabeza.
-No digas esas cosas, sabes que todo lo que el joven Kei hace es por el bien de Ryutaro-
-Eso lo dudo…-
Dijo Ryosuke mientras se frotaba la cabeza y se marchaba a su pequeño cuarto.
Kei llegó al pequeño cuarto de Ryutaro, y como pudo abrió la puerta, observó como el chico estaba sentado en la orilla de la cama, con una vela encendida mientras leía un libro. Al parecer el menor no le había tomado importancia al sonido de la puerta.
-Te tardaste…. Pensé que ya no vendrías-
Dijo mientras sus ojos seguían clavados en su lectura.
-¿Qué? ¿Ahora no llegas quejándote de nada? Al menos dí algo-
Continuo Ryutaro aún leyendo, entonces Kei se aclaró la garganta.
-De lo único que debo quejarme ahora es de la desagradable cena que acabo de tener-
Ryutaro conocía perfectamente esa voz y era obvio que no era la de Ryosuke, de pronto sintió como su respiración se detuvo y bajó lentamente su libro para girarse y ver hacia la puerta, se quedo aún más helado al ver a Kei ahí de pie.
-¡Joven Kei!-
Exclamó Ryutaro al mismo tiempo que trataba de ponerse de pie rápidamente, pero su tobillo le dolió de inmediato y estuvo a punto de caer al suelo, de no ser por que Kei dejó el bote en el suelo y se apresuró para atrapar a Ryutaro para que no cayera.
-Ten más cuidado, no debes moverte demasiado-
Dicho esto, lo ayudó a sentarse de nuevo sobre la cama.
-Lo siento… joven Kei-
Dijo Ryutaro mientras bajaba la mirada.
-No tienes por que disculparte… soy yo quien te debe una disculpa-
Dijo Kei mientras se sentaba en la pequeña sillita de madera quedando así frente a Ryutaro, separados únicamente por la mesita de madera.
-No diga eso joven Kei… yo fui el único que no tuvo cuidado… perdón por los problemas ocasionados-
-Ya deja de disculparte, mejor hagamos esto a un lado y…-
Dicho esto Kei levantó la pequeña mesita y la hizo a un lado.
-Perfecto, ahora solo falta el agua y tu medicina-
-¿Eh?-
Exclamo Ryutaro confundido mientras observaba como Kei se acercaba el bote con agua caliente y tomaba un trapo que estaba sobre la cama, de nuevo tomo asiento y miró a Ryutaro.
-Anda, sube tu pie, con cuidado-
-¿Qué? ¡Joven Kei! ¡Usted no puede-
-Si puedo, así que solo guarda silencio-
Lo interrumpió Kei mientras tomaba con delicadeza el pie de Ryutaro y lo colocaba sobre su pierna, con suavidad comenzó a quitarle los vendajes, los dejó sobre la mesita de madera, exprimió el trapo y comenzó a frotar suavemente el tobillo de Ryutaro.
-Si te duele dímelo, no quiero lastimarme-
Ryutaro estaba ligeramente ruborizado.
-Usted jamás le lastimaría, después de todo las manos de un pianista son suaves y delicadas-
Ante tal comentario, Kei dejo salir una sonrisa mientras continuaba frotando suavemente el tobillo de Ryutaro.
-Yo ya no soy un pianista, nunca lo fui-
Dijo con melancolía.
-Por supuesto que lo es, solo que usted no lo quiere ver así-
Las palabras de Ryutaro eran firmes.
-Ahora veo que Takaki no es el único que piensa reprocharme eso-
-Yo no soy quien para reprocharle nada joven, simplemente dí mi punto de vista-
Dijo con firmeza, Kei simplemente sonrió. Así, continuo curando el pie de Ryutaro.
-Joven… ¿su padre ha vuelto?-
Preguntó con cierta timidez.
-Solo para cenar, al parecer se marcha mañana temprano, pero con una cena tuve suficiente, es realmente desagradable-
-¿De nuevo lo molesto con los negocios?-
Kei miró fijamente a Ryutaro y le dijo sonriente.
-¿Cómo lo sabes?-
-Bueno, es de lo único que habla con su padre, siempre he estado presente lo molesta con ese tema-
Declaró Ryutaro un poco serio y apenado. Kei simplemente dejó escapar un suspiro.
-Pues si, mi padre solo habla de eso conmigo, ¿pero que puedo hacer?-
-Dígale lo que realmente desea de su vida, no puede continuar así joven-
-Hablas como si fueras mas grande que yo-
Dijo Kei con melancolía mientras dejaba de frotar el pie de Ryutaro solo para remojar de nuevo el trapo en el agua caliente.
-No es eso joven, simplemente que me preocupo por usted-
En ese momento Ryutaro se dio cuenta de sus palabras y se apresuró a decir.
-Todos nos preocupamos por usted…-
-Gracias, pero por ahora estoy bien tal y como estoy-
Dicho esto, Kei dejo el trapo a un lado.
-Supongo que con esto es suficiente…-
Después comenzó a buscar con la mirada el frasco que el medico había dejado y lo vio sobre el pequeño buró.
-¿Podrías darme aquel frasco?-
Ryutaro miró hacia su buró, se acercó y tomo el frasco, se lo entregó a Kei, y este al tomarlo, rozó un poco los dedos del menor, provocando que este se sonrojara, pero Kei no sintió nada en especial.
Después pudo sentir la fría pomada sobre su tobillo y los largos y finos dedos de Kei sobre su piel.
-¿Duele?-
Preguntó Kei preocupado, Ryutaro solo negó con la cabeza. Al terminar, tomó de nueva cuenta las vendas y comenzó a cubrir el pie de Ryutaro, cuando terminó le sonrió al menor.
-Bien, listo, ahora será mejor que descanses-
Y así, bajó delicadamente el pie de Ryutaro y lo ayudó a recostarse, este simplemente se dejó llevar por las atenciones de Kei.
-Ahora a dormir, pediré que traigan tu desayuno a buena hora, nos veremos mañana-
Dijo Kei con una sonrisa mientras arropaba a Ryutaro con las cobijas.
-Gracias joven Kei-
-No es nada, ahora duerme-
Dicho esto, Kei terminaba de acomodar las cobijas, dándole una palmadita a Ryutaro en el pecho, este sacó su mano y tomó delicadamente la mano de Kei.
-Joven Kei, ¿puedo pedirle algo?-
Kei estaba sorprendido ante el contacto de Ryutaro.
-¿Qué ocurre?-
Preguntó ligeramente atónito.
-¿Tocará el piano para mi algún día?-
Ryutaro no se atrevía a mirar a Kei, este le sonrió y le dijo con voz amable.
-Cuando te recuperes-
Dicho esto, se soltó del suave agarre de Ryutaro, apagó la vela y antes de salir dijo.
-Buenas noches-
-Buenas noches… joven Kei-
Y así, Kei salió de aquel cuarto y comenzó a caminar de regreso a su habitación, con una amplia sonrisa en los labios, aún sintiendo la cálida mano de Ryutaro sobre la suya.
A la mañana siguiente, las cosas estaban casi listas en la casa de la familia Yabu.
-No se olviden de limpiar perfectamente cada rincón, en espacial las ventanas-
Indicaba la señora.
-¿Ya esta limpia la habitación de mi hijo?-
Preguntó la señora a todos los sirvientes mientras lo observaba trabajar, entonces el sirviente personal de Yabu se acercó a la señora.
-Si señora, todo esta en orden para cuando el joven Kota vuelva-
-Muchas gracias, ¿A que hora dijiste que llegaría?-
Preguntó la señora emocionada.
-Calculo que después de mediodía ya estará aquí señora-
Respondió el chico con amabilidad.
-De acuerdo, aún hay tiempo para organizar una gran merienda-
Dicho esto, la señora comenzó a caminar rumbo a la gran cocina para dar indicaciones acerca del desayuno. El joven caminó detrás de ella.
-Quiero que preparen un gran almuerzo-
Indicó la señora y todos en la cocina dejaron lo que estaban haciendo para seguir las ordenes, de pronto, una criada se acercó a la señora.
-Disculpe usted señora, pero he de decirle que nos faltan unos ingredientes para la cena de esta noche-
-De acuerdo, ve al pueblo y trae todo lo que haga falta-
Dicho esto, la señora tomó su pequeña bolsita que siempre colgaba de su muñeca y de ahí sacó unas cuantas monedas.
-En seguida señora-
Dijo la criada reverenciándose, al ver a la chica alejarse, el joven que acompañaba a la señora tuvo una idea.
-La acompañare por si debe traer cosas pesadas, con su permiso señora-
Esta accedió y el joven salió detrás de la criada.
Mientras tanto, en la casa de la familia Inoo, Ryosuke le llevaba el desayuno a Ryutaro, quien sorprendentemente se encontraba despierto tratando de cambiarse de ropa con cuidado. Cuando Ryosuke entro, el chico se encontraba sin camisa.
-Ah… perdón-
Dijo Ryosuke tras cerrar la puerta.
-Ya terminé-
Respondió Ryutaro mientras se ponía una camisa limpia.
-¿Acaso te pusiste de pie para tomar tu ropa?-
Preguntó Ryosuke de mal humor.
-No, mi ropa limpia siempre esta en este cajón-
Dijo Ryutaro señalando el cajón de un mueble cerca de la cama, un mueble pequeño con solo tres cajones, algo viejo y desgastado.
-Bien, entonces todo esta bien, te he traído el desayuno, no puedo quedarme mucho tiempo-
Dijo esto último con pesar.
-Esta bien, no te preocupes, ve a hacer tus deberes, puedo desayunar solo-
Ryosuke sonrió amargamente, le acercó la mesita de madera para que Ryutaro pudiese comer un poco cómodo.
-Bien, ahora debo irme, tengo que ir por unas frutas al pueblo, ¿quieres que te traiga algo?-
Preguntó con una sonrisa traviesa.
-Estoy bien, pero sabes, podrías traerme un libro de la biblioteca cuando tengas tiempo-
-De acuerdo, nos vemos más tarde-
Dicho esto, Ryosuke se despidió con una sonrisa y salio del cuarto, Ryutaro comenzó a tomar su desayuno con tranquilidad.
Cuando Ryosuke llego a la cocina, una criada le entrego una pequeña lista.
-No te olvides de nada ¿entendido?-
Le dijo mientras le daba un costalito con monedas.
-Si-
Respondió con firmeza.
-No es mucho así que puedes ir solo, no tardes demasiado por que necesitamos eso para el desayuno, el joven Kei no tarda en despertar-
Ryosuke asintió y salió casi corriendo de la cocina.
Al llegar al pueblo comenzó de inmediato a buscar las cosas de la lista, en realidad no era mucho, lo cual era un alivio, al menos por ahora no tendría que cargar costales.
El rato pasó y ya llevaba casi todo lo de la lista en un pequeño costal.
-Ahora solo falta… ¡ah! ¿En dónde venden las especias?-
Se pregunto torpemente mientras caminaba por las calles buscando la tienda de especias, mientras caminaba, escuchó algo, o más bien a alguien, gritando un nombre que hizo que el corazón se le detuviera por un segundo.
-¡¡Yuto-kun, aquí esta!!-
-Tranquila, no hay por que gritar-
Ryosuke se giró de inmediato, sabía que aquella voz provenía de atrás, y al ver al chico se quedó helado.
-Es… es… es él… el mismo de ayer… Yuto-
Murmuró para sí, deseaba acercarse, hablarle, saludarlo, poder decirle algo, pero sus piernas no le reaccionaban, en ese momento solo se quedó perdido observando al chico alto, apuesto que tenía a unos cuantos metros de distancia, sonriente como siempre, con facciones más maduras, pero aún así lindo.
-Estoy aquí…-
Murmuró de nuevo mientras intentaba con todas sus fuerzas que sus piernas reaccionaran, pero fui inútil, entonces, sin darse cuenta que estaba a la mitad de la calle, parado y sin moverse, una carreta chocó contra el, tirándolo al suelo y haciendo un estruendoso ruido.
-¿Niño estas bien?-
Preguntó el señor que llevaba la carreta.
-Si… creo-
Dijo aún en el suelo.
-No deberías quedarte así a la mitad de la calle-
Le dijo el señor molesto, Ryosuke estaba a punto de levantarse cuando vio una mano frente a el.
-¿Estas bien?-
Esa voz, era él. Sorprendido levantó la mirada, sentía como la respiración le faltaba, pero hizo todo lo posible por disimular su asombro, y tomando la mano del joven, se puso de pie y recogió el costal que llevaba con las compras.
-¿No te hiciste daño?-
Preguntó preocupado.
-No… estoy bien, gracias-
Respondió con una sonrisa.
-Me alegra, deberías tener más cuidado-
-Sí, eso ya me lo dijeron-
Respondió torpemente mientras se rascaba la cabeza.
-Bueno, si estas bien me retiro, tengo cosas que hacer-
El joven estaba a punto de marcharse cuando Ryosuke logró hablarle.
-¡Yuto! Tu eres Yuto…. ¿Cierto?-
Preguntó con cierta timidez. Aquel joven lo miró y le sonrió.
-Así es… Ryosuke-
Sí era él, y lo había reconocido, en esos momentos tenía el deseo de abrazarlo y de decirle lo mucho que lo había extrañado, pero no iba a hacerlo delante de todo el pueblo. Además de que podrían pensar que estaba atacando a un joven señor, puesto que a pesar de que ambos eran sirvientes, las ropas de Yuto eran más elegantes que las de Ryosuke.
-Haz… crecido bastante-
Añadió con torpeza.
-Si, eso me dicen todos, en cambio tu no lo haz hecho mucho-
-Lo que pasa es que yo si crecí con normalidad-
Respondió con una sonrisa burlona.
-Vaya, tan sincero como siempre-
Dijo Yuto mientras reía.
-¡Yuto-kun! Debemos irnos-
Escucharon gritar a la criada no muy lejos del lugar.
-Debo irme, de verdad que fue un gusto encontrarte después de tanto tiempo-
Ryosuke se perdió ante la mirada tierna de Yuto.
-Yo… a mi… a mi también me dio gusto verte…-
Dijo con torpeza. Yuto estaba por irse cuando de pronto se acercó a Ryosuke y le susurró al oído.
-Ven esta noche, a la casa de la familia Yabu, te espero en la puerta trasera-
Dicho esto, le dio un pequeño y discreto beso en la mejilla y se marchó. Ryosuke se quedó helado, sentía sus mejillas arder, estaba feliz, torpemente se llevó la mano a la mejilla y se ruborizo aún más.
-Tengo que irme-
Dijo torpemente al sentir que la gente lo observaba, y comenzó a caminar de prisa en busca de lo único que hacia falta comprar, las especias.
Ya eran pasados de medio día y toda la servidumbre, junto con los padres, esperaban al joven Kota con ilusión. Dentro de la casa todos hacían sus deberes, la señora tomaba el té y el señor leía un libro, Yuto estaba mirando por la ventana cuando al fin divisó la carroza.
-El joven Kota ha llegado-
Dijo sonriente acercándose a los señores, quienes se pusieron rápidamente de pie, la señora se arregló el vestido y su elegante sombrero mientras caminaba hacia el gran portón.
-¡Abran la puerta! ¡Mi hijo ha llegado!-
Gritó el señor, y un par de mayordomos abrieron el portón de la casa, dejando entras aún más la radiante luz del sol a la casa, minutos después la carroza se detuvo justo frente a la casa, el chofer bajo despacio y abrió la puerta, saliendo de ahí un joven alto, apuesto, vestido como siempre, elegante.
-Madre, padre, estoy en casa-
Dijo el joven con una sonrisa amable, la señora comenzó a derramar lágrimas y abrazó con fuerza a su amado hijo.
-Kota… cuatro años han pasado y al fin vuelves a mi lado-
-Madre, me alegra ver que se encuentra bien-
Dicho esto, la señora se alejó de su hijo mientras limpiaba con elegancia el resto de sus lágrimas.
-Padre, ¿Cómo ha estado?-
-Feliz de que al fin mi hijo vuelve a casa-
Dijo el señor con una amplia sonrisa mientras abrazaba fuertemente a su hijo.
-Gracias padre, madre, los extrañé-
-Anda, entremos, el almuerzo esta listo y debes tener hambre-
-Claro madre-
Dijo sonriente mientras entraba detrás de sus padres a su casa. En la puerta, Yuto le dio la bienvenida.
-Bienvenido a casa joven Kota-
-Yuto, veo que llegaste bien-
-Así es, ahora vaya a almorzar que debe tener bastante hambre-
Kota le sonrió a Yuto y le dio una palmada en la espalda.
-Se siente bien estar en casa, me muero por ver a Kei y a Daiki-
Dijo sonriente mientras se alejaba y caminaba rumbo al gran comedor.
“Fue así, donde todo dio inicio, muy pronto, una dulce obsesión esta por despertar, cambiándolo todo radicalmente."
Siguiente Capitulo