¡Buenas! Sí, ya estoy de vuelta, y traigo ideas nuevas conmigo. En fin, espero que mi ausencia no se os haya hecho larga jaja. Recordad: TODO Bleach pertenece a Tite Kubo, nada es mío (pobre de mí... x-D).
Fandom: Bleach
Pareja: Ichigo/Rukia
Tema: #7 - Mordaza
Número de palabras: 1060
Resumen: "Al fin Yuzu y Karin se dieron cuenta de que las peleas servían como tapadera de sucesos más importantes."
Género: Romance/Humor.
"Mordaza"
Al oír los insultos que su hermano gritaba a pleno pulmón, y las réplicas de Rukia, que no se quedaban atrás en cuanto a potencia, entornó los ojos. No eran más de las ocho de la mañana, y ya se encontraban discutiendo.
- ¿Otra vez están peleando? - preguntó una Yuzu algo preocupada, a la vez que se servía su desayuno y tomaba asiento en la mesa que presidía el comedor, junto a Karin.
- Sí. Parece que Ichi nunca va a cambiar… - contestó ella, bastante más serena que su hermana. La niña conocía muy bien qué clase de relación llevaban aquellos dos, y estaba segura de que en cinco minutos, cuando se diesen cuenta de que si no dejaban de lado sus rencillas llegarían tarde al instituto, se volverían a comportar como personas más o menos civilizadas.
- ¿Piensas que si Ichi-nii sigue así Rukia-chan se enfadará de verdad algún día? - inquirió en voz baja, ya que los adolescentes aún estaban en la casa; se podían ver sus pies por el pequeño espacio que quedaba libre entre la puerta y el suelo.
- Lo dudo mucho - contestó como si fuera lo más obvio del mundo -. Lo único que ocurre es que a veces llegan a ser igual de tozudos, nada más - concluyó con un tono de lo más firme, totalmente segura de la certeza de su afirmación.
- Si se mira así es cierto… - pareció analizar las palabras de su hermana. Cuando pasaron unos cortos instantes, dibujó una expresión alegre en su rostro, y volvió a hablar -. Tienes toda la razón, Karin-chan.
De repente, el silencio no sólo se hizo en el comedor, si no que también inundó el pasillo en el que los dos Shinigamis discutían hacía poco. Yuzu sonrió abiertamente al suponer que habrían dejado de pelear. Poco después, llevada por la curiosidad, fijó la vista de nuevo en la rendija. Quería conocer a toda costa la causa de la reconciliación.
La niña pudo distinguir a los pies de Rukia, que parecía estar de puntillas, y a los de su hermano mayor, que estaban más cercanos a los de la chica que antes. Ella, al no comprender por completo lo que allí ocurría, llamó la atención de su acompañante tirándole de la manga del pijama.
- ¡Karin-chan, Karin-chan! - con aquellos llamados sorprendió a su hermana, que, ajena a la escena, se bebía con tranquilidad su leche. Ésta, algo desganada, siguió la dirección que marcaba el pequeño dedo índice de Yuzu, e inmediatamente entendió lo que estaba pasando. Se podría asegurar que ella siempre había sido alguien bastante suspicaz.
- No tienen remedio… - masculló, llevándose una mano a la frente.
- ¿Por qué dices eso? - ante su insistencia, Karin sólo pudo lanzarle una mirada de lo más significativa, y suspirar de forma ligeramente resignada.
- ¿Recuerdas que Ichi está en esa edad?
A Yuzu no le hicieron falta muchas más explicaciones para llevarse ambas manos a la boca, en señal de sorpresa, y que sus mejillas se coloreasen de un intenso rojo.
- ¿Entonces nuestro hermanito y…?
La niña no pudo terminar la frase, porque su ruidoso padre se plantó en la sala, casi por arte de magia. Nadie sabía de dónde había salido, o no al menos hasta que miraron hacia la ventana del comedor, que estaba abierta de par en par. Desde luego no se podía negar que Isshin era una persona, cuanto menos, impredecible.
- ¡¡Papá trae pan!! - chilló entusiasmado, agitando las bolsas del supermercado al que había ido.
- ¿No puedes entrar por la puerta como las personas normales o qué? - comentó Karin, con marcado escepticismo.
Sus palabras provocaron que Isshin se pusiese a llorar de forma exagerada, mientras abrazaba desconsolado a su otra hija.
- ¡Karin ya no quiere a su dulce padre…!
Yuzu ni tan siquiera se percató de que estaba siendo estrujada; estaba demasiado absorta en asimilar del todo el hecho de que su gruñón hermano estuviese besando a una chica como para apartarse de los brazos del loco hombre.
- Ichi-nii tiene novi… - quiso murmurar, mas Karin le tapó las boca con extrema rapidez.
- ¿Qué decías? - preguntó un Isshin algo más calmado, mientras se apartaba de su pequeño cuerpo y le dedicaba una mirada cargada de curiosidad.
Yuzu contempló de reojo a su hermana, que le estaba lanzando señas de claro significado: "no digas ninguna palabra más".
- Nada, nada… Era sólo una tontería… - respondió en su tono de voz habitual, aquel tan dulce e inocente, del que era imposible dudar.
Isshin se olvidó pronto de lo ocurrido, y anunció de manera despreocupada que iba al servicio. Por fortuna, Rukia e Ichigo se acababan de marchar, así que la pequeña mentira funcionó a la perfección.
Cuando Yuzu se aseguró de que nadie les podría oír, se aproximó a su hermana.
- ¿Por qué ordenaste que me callara? No creo que a papá le molestara saber que Ichi-nii sale con Rukia-chan - afirmó, convencida de que lo que decía era completamente lógico.
- No es por eso - hizo una pausa y le dio otro sorbo a su leche -. Piensa por un momento en cómo se pondría cada vez que les viese juntos. No quiero tener que tragarme cada mañana más peleas entre Ichi y el viejo loco que habitualmente.
Yuzu no necesitó esforzarse demasiado para que en su cabeza se ilustrase la escena. Un padre ilusionado en exceso y un hijo que respondía a sus exclamaciones con patadas no era un plan muy apetecible para la hora del desayuno.
- Entiendo.
- E imagina cómo se lo tomaría Ichi si se enterara de que le hemos pillado con las manos en la masa y que, para colmo, nos hemos chivado.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de la niña al imaginar a su hermano aún más hostil y malhumorado que de costumbre.
- Ya veo, mejor me quedaré callada - declaró, un poco temerosa de las consecuencias que podrían haber tenido sus anteriores palabras.
- Mejor.
Karin se levantó y dejó su taza en el fregadero, dando por concluida la conversación. Yuzu, por su parte, se llevó una pequeña porción de su desayuno a la boca, mientras se repetía concienzudamente que lo más adecuado sería mantener la mordaza que le impedía decir nada bien tensa.