McFly RPS: Ciruela

Dec 27, 2010 19:02

Titulo: Ciruela
Categoría: RPS, McFly
Personajes: Danny Jones y Dougie Poynter
Género: drama, traumas, violencia, drogas
Advetencias: MUY DURO + contiene sexo homosexual.
Publicado: 14/08/10, en McFly Spain
Derechos de autor: Este fic es mío, Aura Black ©

Este fanfic es para mayores de edad. No lo leas si no los tienes. +18



Ciruela

Danny daba tumbos por el local, sin ver nada. Jodido humo... Aunque no era el humo, que también. Si veía tan borroso era por las copas que llevaba encima. ¿Dónde coño está el baño?

En realidad le daba igual el baño, pero su cabeza se había tragado su propia excusa, ese "tengo que ir al baño" que había usado para escaparse de la chica que le estaba magreando. Su cabeza a penas funcionaba ya.

En lugar de llegar al baño, vio la puerta del local. Aire... Salió y se dejó caer en el escalón.

Pasaron unos minutos. Muchos, pocos, quien sabe. Danny ni se daba cuenta. De pronto el roce de una tela fría, alguien que se sienta a su lado. Humo. Este humo huele bien... esto... Sí, huele a porro. A porro con maría de la buena. Y Danny levanta la cabeza de entre las piernas y mira al desconocido de al lado. Le cuesta enfocar. Más bien no puede. Pelo largo y liso, chaqueta larga de cuero, pantalones del mismo material. Cadenas.

―¿Quieres? ―le dice el tipo, que ve a Danny completamente empanado con el porro.
―Sí.

El tipo le pasa el porro y Danny hace una calada. Luego otra más profunda, llenándose los pulmones.

―¿Aburrido eh?
―¿Aburrido?

Danny no se aburre. ¿Un sábado noche en un local chulo como este? No, no se aburre. El problema es otro.

―Normal, las tías aquí dan asco.

El pecoso abre mucho los ojos, dando otra calada. Parece que el tipo no iba desencaminado del todo.

―Son todas unas pijitas, niñas de papá y mamá. Niñas que salen a lucir palmito y que las cacen.

Danny no dice nada.

―No me gustan las presas fáciles. Las chicas salvajes molan más, ¿no es cierto?
―Sí.

Danny dice que sí porque le parece que lo que le dice el tipo raro tiene sentido. Aunque en su estado actual en realidad nada tiene demasiado sentido. Él siempre ha ligado con las "pijitas", con las presas fáciles. Se acerca, sonríe, baila un par de canciones y se las folla toda la noche -si aguanta. En realidad no hay nada de malo con las presas fáciles, y otro día Danny se hubiese levantado, habría entrado otra vez en el local y habría elegido la más tetuda sin pensárselo dos veces.

Hoy es distinto. Hoy Danny no sólo está borracho, está frustrado. De hecho está así de borracho porque está frustrado. Frustrado porque hace tiempo que no folla toda la noche. Porque se acerca, sonríe, baila un par de canciones... pero cuando empieza el toqueteo hay algo que no funciona. Por eso hoy cuando el tipo habla, Danny cree que tiene razón. Que el problema son las chicas.

El tipo se levanta.

―Bueno, yo me voy a otro sitio. Con chicas de verdad.

****

Danny sale del local, furioso. Ha seguido al tipo, ha ido en busca de las "chicas salvajes" -y las ha encontrado- pero su problema no se ha solucionado. Todo ese cuero le ha excitado, sí, también el sonido de los látigos y los gemidos de la gente. La chica con la que se ha liado -bajita, poca cosa, rubia de pelo corto con flequillo- le gustaba. Pero cuando ella le ha tocado ahí ha pasado lo de siempre. Así que Danny la ha dejado plantada y ha decidido irse. Seis cubatas más borracho que antes y aún más frustrado.

****

Dougie se despierta con unos fuertes golpes en la puerta que se mezclan con timbrazos. Se incorpora en el sofá -otra vez ha vuelto a quedarse dormido- y apaga la tele. De camino al recibidor da un vistazo al reloj de la cocina: son las cuatro y media de la madrugada. Ya sabe quien será incluso antes de mirar por la mirilla. Otra vez Danny borracho volviendo de fiesta… Lo que Dougie no sabe es que esta noche no debería abrir la puerta, que está cometiendo un grave error al dejar pasar a su amigo.

El primer aviso le llega ya de entrada, cuando Danny le empotra contra la pared más cercana. Le ha empujado a lo bestia, sin ningún miramiento, y sus huesos han emitido un golpe seco de esos que realmente duelen. Pero Dougie no puede quejarse, no puede recriminarle nada a Danny, porque antes de que pueda reaccionar se encuentra con el pecoso comiéndole la boca como un salvaje.

Y Dougie, a pesar de la brusquedad, a pesar del daño que siente en la espalda y en el hombro que Danny le aprieta contra la pared, no se resiste. El enano se deja hacer, porque ahora mismo, aunque el instinto le diga que algo no va del todo bien, tiene a Danny besándole, y si eso no es lo que ha estado deseando desde ni se acuerda cuando, que le corten una mano.

Danny besa al rubio sin parar, fuerte, brusco, dominante. Su lengua manda y sus dientes marcan. Llegan incluso a hacer sangre a Dougie, pero el pecoso no se detiene, no se preocupa, no le importa.

El enano intenta separarse un poco de la pared, para no clavarse tanto los huesos, pero cada vez que hace intención de moverse, Danny le empotra con más fuerza. Ni puede ni sabe hacerle parar y la situación se le está volviendo desagradable por momentos. Pero entonces Danny vuelve a morderlo y él tiene una idea: le muerde de vuelta.

―¡Auch! ―se queja Danny, separándose por fin.

Segundo aviso: la mirada de odio.

―Danny… ―intenta decirle.

Danny no seas tan bruto, Danny no hay prisa, Danny ¿por qué me muerdes?, Danny me haces daño.

―Cállate ―le espeta el otro, autoritariamente.
―Danny estás muy borracho… no deberíamos…
―¡Te he dicho que te calles!

Tercer aviso: ese grito autoritario con tintes despectivos y dejes de peligro.

―Tú querías esto, ¿verdad? ―dice Danny con un tono de voz terriblemente calmado y neutro.
―Danny, ¿qué pasa?

Y vuelve a empotrarle contra la pared. Pero esta vez no le sujeta, pues se desabrocha los pantalones y los deja caer al suelo. Dougie no se mueve, está petrificado observando cómo Danny se baja los calzoncillos y se deshace de esas dos prendas chutándolas un poco más lejos. Le coge la mano a Dougie y se la coloca alrededor de su polla.

―Microbio, tú me estropeaste esto, tú me lo vas a arreglar ―le susurra en el oído, amenazante.

El enano, que empieza a estar asustado, no puede más que obedecer. Porque está acostumbrado a hacer lo que Danny le dice; porque a pesar de los pesares, tener su polla en la mano le gusta; porque no es capaz de razonar; porque se tiraría de un puente si su pecoso se lo pidiese; porque el enamoramiento enfermizo, quizás podría calificarse de obsesión, le empuja a decirse a él mismo que Danny no le hará daño, que en algún momento la cosa cambiará, que todo irá bien. Y porque además de todo eso, hay otra cosa…

Una fiesta, mucha gente, música, alcohol. Borrachera, las tantas de la madrugada, acabar el la piscina en bolas. Ahogadillas, salpicaduras, peleas, roce bajo el agua. Dougie que no puede evitar empalmarse cuando ya se han rozado demasiadas veces. Danny que incomprensiblemente, al notar la erección de su amigo en otro roce provocado por su ahogadilla, se pone duro también. Vergüenza, momento de desconcierto, el enano que se la agarra a su amigo y le alivia. Danny que no entiende nada, que simplemente se deja hacer porque, joder, qué gusto da. Que se corre. Que cuando se fija en la cara del rubio, que le mira como esperando algo, se da cuenta de lo que ha pasado y nada deprisa hacia la escalerilla para huir del lugar. Dougie que maldice al pecoso por irse y se resigna a pajearse él mismo, con la mano aún caliente, observando el rastro de semen que flota en el agua.

Dougie sabe que Danny se asustó, que lo que pasó le cogió por sorpresa. Pero ahora ha venido él mismo a buscarle, ahora realmente quiere, ahora se lo pide -ordena en realidad. Su instinto le dice una cosa, sus esperanzas otra. Las pecas le confunden.

Envuelve el miembro de su amigo con la mano y lo desliza lentamente, de la base a la punta. No sabe muy bien qué hacer, porque está flácido, pero sorprendentemente con un par de caricias más se endurece lo suficiente como para empezar a “trabajar” bien. Mira a Danny y lo descubre mirándose su miembro, mordiéndose el labio inferior, completamente concentrado a pesar de su borrachera, como si estuviese analizando algo.

Dougie le pajea, hace los movimientos que le gustan a él y nota como la polla del pecoso se endurece más, se va elevando, crece. En algún momento Danny gime, y al gemir tira la cabeza atrás. Entonces le descubre, descubre al rubio observándole. Instantáneamente, la expresión de placer se ve enturbiada por la rabia y Dougie, que sonreía satisfecho, traga saliva y vuelve a tener esa sensación, esa que le dice no.

―Disfrutas con mi polla ―otra vez ese tono neutro tan escalofriante―. Genial… genial…

Le pone las manos en los hombros y le empuja hacia el suelo. Dougie no sabe de dónde saca la fuerza. Vale, sí, él es un enclenque, pero Danny está borracho. Sus piernas ceden y él, rascándose con toda la pared -y esto ya le va a dejar marca- acaba de rodillas al suelo.

¿Cuarto aviso? No, ahora la cosa ya ha cruzado el límite y Dougie aunque quisiese no podría escapar.

―Danny, ¿qué…?

La pregunta muere en sus labios al alzar la vista y ver su mirada. Danny contesta a su manera, colocando su entrepierna justo delante de su cara. Dougie sigue sin poder pensar, es como si le hubiesen arrancado el cerebro de cuajo. Aún así le cruza por la mente que igual si lo hace, si se la come a Danny, éste tendrá lo que ha venido a buscar y esta experiencia extraña y desagradable terminará.

Por eso el rubio se mete la erección en la boca y empieza a lamerla. Cierra los ojos enseguida, pues bastante asco le da hacer lo que está haciendo como para encima, verlo. Sabe que no lo debe estar haciendo demasiado bien, ya que la polla de Danny no palpita como cuando le pajeaba, pero ¿qué puede hacer? No tiene ni idea de cómo hacer una mamada. Intenta abstraerse de la situación y acordarse de alguna experiencia suya. Entonces decide acompañar su boca con trabajo manual. Da resultado, lo puede sentir. Demasiado resultado para su gusto, pues Danny empieza a follarle la boca. Él intenta retirar la cabeza, porque tanta profundidad le da arcadas, pero choca contra la pared. El golpe le hace cerrar la boca, con lo cuál…

―¡Serás cabrón! ―ruge Danny, y Dougie no puede esquivar la bofetada que el pecoso le propicia.

El golpe ha sido tan fuerte, que el enano no aguanta la verticalidad y acaba golpeándose contra el suelo. Ahora ya no es una sensación de peligro, ahora Dougie tiene miedo.

―Ni se te ocurra volver a morderme ―le avisa el pecoso recuperando ese tono escalofriante.

Le coge del pelo y tira de él, haciendo que el rubio grite y que las lágrimas aparezcan en sus ojos, ojos que cierra al tiempo que abre la boca, porque Danny tiene una mano en su nuca y le empuja, e introduce toda su erección dentro de la boca del pequeño. Éste nota cómo esa masa que horas antes era comida sube por su esófago y se queda estancada, sin poder salir ya que una obstrucción -sí, la polla de Danny- lo impide. Dougie hace un esfuerzo y traga, traga para no ahogarse. Lo malo es que al hacerlo le ha dado placer al pecoso, que con la presión en su nuca le indica que siga. Y Dougie mueve la lengua mientras sus lágrimas ruedan mejillas abajo, succiona y masajea los testículos con un solo deseo en mente: que Danny se corra ya.

El pecoso gime, gime cada vez más seguido y más alto. Su sentido de la realidad hace horas que no funciona del todo bien y ahora mismo no sabría decir si realmente ha ido a ese local con chicas en cuero o no. Su cerebro tampoco es capaz de discernir si realmente Dougie se la está chupando o si se trata de un sueño, pero en este momento le da igual, porque real o no el placer que siente es tan intenso que cualquier otra consideración está fuera de lugar.

Por fin, por fin se va a correr. Dougie lo nota y sigue lamiendo mecánicamente, por fin algo aliviado porque sabe que pronto todo se acabará. Sin embargo de repente Danny se mueve hacia atrás, retirando la polla de su boca. Y él no entiende. ¿Por qué para ahora? Se iba a correr. Cuando alza la vista y ve esa sonrisa torcida junto a esa mirada de loco, Dougie lo comprende. Y sólo alcanza a pensar: mierda, mierda, mierda. Afortunadamente para él, el instinto de supervivencia hace que su cuerpo reaccione.

Se escapa a gatas de debajo de Danny y se incorpora para salir corriendo de la casa -sí, de su propia casa-, pero el pecoso sólo tiene que hacer un par de pasos hasta la puerta para alcanzarle. Le agarra del cinturón y tira de él impidiendo que Dougie consiga abrir la puerta. Y entonces éste, ya desesperado, grita, grita pidiendo socorro.

Error.

****

Me están moviendo… no, arrastrando. Abre los ojos y ve correr el techo de su casa. Alguien le estira de un brazo. ¿Qué pasa? Entonces enfoca la vista y ve, ve el perchero tirado en el suelo, y lo recuerda. Danny le ha golpeado para impedir que gritara. En un instante vuelve a ser consciente de lo que está pasando, y aprovecha que está pasando cerca de la escalera para agarrarse a un barrote con el brazo libre.

―Danny, Danny, para, por favor…

Cuando dice Danny, no sabe a quien le está hablando. Porque su amigo ha dejado de serlo, su pecoso ya no existe y ahora sólo sabe que tiene a un monstruo en su casa dispuesto a violarle. Sorprendentemente, Danny le suelta.

―Da…

No puede decir nada más, porque Danny le mete algo en la boca. ¿Una… ciruela? Dougie no tiene tiempo de pensar en nada, tras la ciruela viene un trapo de cocina que Danny le anuda en la nuca a forma de mordaza.

―Así no gritarás más ―le dice con una sonrisa que en otras circunstancias parecería amable y con ese tono de voz que parece haberle poseído esta noche.

Dougie intenta decir algo, pero la ciruela se lo impide. Estoy perdido.

―Pensaba llevarte a la cama, pero se ve que te gustan las escaleras, así que por mí no hay problema…

El enano no logra comprender las intenciones del pecoso hasta que le hace levantarse y le mueve hasta un par de metros más adelante, donde los escalones ya están más altos que sus cabezas, y le ata una muñeca en un barrote con otro trapo. No, no puede ser. Y sí, sí es, porque Danny hace lo mismo con la otra mano, atándola en otro barrote, aún más arriba, y Dougie ya no tiene escapatoria posible.

No puede hacer absolutamente nada cuando Danny le baja los pantalones ni tampoco puede impedir de ninguna forma que le separe las piernas bruscamente. Lo único que hace es llorar, llorar y morder la maldita ciruela, que a pesar de ser extremadamente dulce le sabe como el peor té amargo del mundo. Y sigue llorando cuando Danny se la mete hasta el fondo, con un solo movimiento potente que le desgarra por dentro.

Las lágrimas se le acaban cuando el pecoso empieza a entrar y salir, siempre violentamente, haciendo que por primera vez en la vida desee, de verdad, morir. Y es que la primera embestida ha sido como si le hundiesen un cuchillo adentro, pero las siguientes son como volver a clavar el cuchillo y rehurgar en la herida una y otra vez. Dougie cree se va a desmayar de un momento a otro, y realmente lo desea. Desmayarse, que su mente se escape de esta tortura, no sentir nada de lo que Danny le hace. Pero por alguna razón su alma resiste, resiste hasta el final.

Hace rato que sus muelas han encontrado el hueso de la ciruela -y lo han triturado- cuando nota por fin un temblor en su culo y un líquido esparcirse. No oye a Danny gemir, ni siquiera nota ya su presencia. Sólo siente ese maldito dolor.

De repente cae al suelo y, ahora sí, pierde el conocimiento.

Ojalá no me despierte nunca.

McFLY ❣, pones, FANFIC ❣, dougie poynter, rps, danny jones

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