24.
Kim Jaejoong lo tiene todo. Belleza, carisma, dinero, inteligencia, físico, encanto. Nómbralo, él lo tiene.
“Hola” Esa sonrisa coqueta, a la que sabe nadie puede resistirse se forma en sus labios, sin embargo el chico detrás de la caja registradora no lo mira más de lo necesario, mucho menos regresa el gesto.
“¿Qué vas a ordenar?” Es su única respuesta, y Jaejoong quiere tirarse al suelo y llorar, hacer una rabieta ahí mismo, en medio de una cafetería llena de estudiantes que seguramente lo conocen.
Porque había pasado un exacto de veinticinco días desde que entró por esa pequeña puerta y con el sonido tan cliché de una campanilla, fijó su vista en el apuesto barista.
Alto, delgado, con esos brazos que ruegan por un cuerpo para abrazar (preferiblemente el suyo), su pequeño rostro y este estúpidamente sexy lunar sobre sus estúpidamente sexys labios, Jung Yunho -como había descubierto gracias a la placa metálica en su pecho- era un sueño.
Y desde entonces había hecho de todo por llamar su atención: desde tímidas sonrisas hasta las más horribles indirectas que de “in” no tenían ni la tilde. Incluso había tropezado deliberadamente en el perfecto suelo de madera, esperando obtener al menos un “¿Estás bien?” por parte del moreno -Aquel había sido el peor de todos, Yunho solo se dedicó a limpiar el desastre, mientras él lloraba la pérdida de su camisa favorita-
“Un americano, por favor”.
25.
JaeJoong tiene veinticinco días entrando a esa cafetería y ya ha perdido la cuenta de las personas que se han estrellado contra el perfecto cristal antireflejante de la entrada. Pero ese día el saldo es blanco.
En el pequeño cartel pegado justo en el centro de la puerta, donde todos pueden verlo, encuentra su oportunidad.
“Se solicita empleado”.
26.
El uniforme es horrible, no, es más que horrible, es... tan feo que no puede encontrar un adjetivo que lo describa. Sin embargo vale la pena, porque Yunho está ahí y-
"Kim, si yo fuera tú movería el trasero hacia esa mesa"
Yeon Dahee, la única chica entre los empleados del café es linda, amable con los clientes, siempre con una sonrisa en el rostro. Pero cuando se trata de él, no hace más que gritarle por cada detalle, mirarlo con desdén y tal vez esté loco, pero durante la hora que comparte con la rubia, sus propinas parecen disminuir.
No es que eso le quite el sueño, pero en verdad le parece extraño.
En ese momento Yunho entra por la puerta -la campanilla anuncia su llegada y hasta parece irónico que esta vez sea Jaejoong quien está detrás del mostrador- y la rubia se vuelve encantadora: sonríe más, se torna más amable, deja de gritarle y Jaejoong puede jurar que menea un poco más las caderas al caminar.
"Yunho" ella sonríe, Jaejoong entiende: al parecer los encantos del barista la atraparon también.
27.
El último cliente se va y no tiene que mirar el reloj para saber que es hora de cerrar.
Jaejoong ama el turno nocturno, porque solo quedan Yunho y él; no hay rubias sonrientes, ni estudiantes coquetas y aunque el moreno aún no habla más de lo necesario, Jaejoong está contento.
"Yunho-ssi, es hora de cerrar" Anuncia, haciendo su camino hasta los vestidores, donde comienza a sacarse el uniforme -aún horrible, en su opinión, jamás le quedaría tan bien como al barista- Yunho entra y de nuevo no dice nada "No eres muy hablador ¿cierto?" pero Jaejoong lo ha visto charlar con Dahee, sonreírle.
"No" y Jaejoong siente como su corazón es arrollado, quemado, para después ser pisoteado por nativos americanos que bailan la danza de la lluvia sobre él y termina mojado.
Pero el sentimiento no es nuevo, así que se recupera rápido, o eso quiere creer. Jaejoong sonríe.
"Me iré primero" entonces recuerda el largo y solitario camino a casa.
28.
Dahee comienza a ponerle de nervios. La rubia de botella -porque por favor, la chica lleva el rubio más horrible que Jaejoong ha visto- tiene el turno de la tarde, así que sus horarios no coinciden más de un hora - usualmente durante el almuerzo, cuando la cafetería se encuentra a su máxima capacidad- sin embargo, a penas Yunho entra a escena Dahee no hace más que intentar llamar su atención -y no, eso no es lo que Jaejoong hace; no-.
"Yunho ¿puedes pasarme las servilletas?" Jaejoong estaba libre y mucho más cerca.
"Yunho, la máquina de espresso no funciona" nunca estuvo conectada.
"Yunho ¿estás ocupado este sábado?" y el moreno sonríe, como no había hecho con Jaejoong, pero no responde.
Y por supuesto no puede quedarse de brazos cruzados.
Así que el día veintiocho, Jaejoong entra a la cafetería usando un nuevo perfume, dulce -más no demasiado- un nuevo corte -un par de centímetros menos, pero aún es lo suficientemente largo para enmarcar su rostro, el flequillo cae con gracia sobre su frente- y el mayor cambio, supone él: su cabello, antes castaño, ahora reluce negro -y el contraste con su pálida piel parece digno de una obra de arte. Nadie dudaría que en su vida anterior Jaejoong fuera la Monalisa misma-
Esa tarde Yunho entra puntual, tarda un poco más en el vestidor y su mano descanza un par de centímetros más cerca a la del pelinegro sobre el mostrador.
Jaejoong tropieza más veces de las que pede contar, derrama tres cafés, destruye un pastelillo de chocolate y como siempre, el moreno se encarga del desastre.
"Me iré primero" dice Jaejoong más tarde, Yunho guarda algo en su bolsillo y promete cerrar.
29.
Es el día veintinueve y Jaejoong tiene el turno de la tarde. Para cuando llega, Yunho está ahí, tras la caja registradora como la primera vez que lo vio. JaeJoong le pide a su corazón que por favor deje de saltar de esa forma y agradece mentalmente tener un poco de tiempo a solas en los vestidores.
Se abotona la camisa y está a punto de colocarse el delantal cuando algo llama su atención: en el perfectamente limpio linóleo resalta un pequeño papel arrugado. Seguramente Dahee no lo notó, por pasarse la tarde observando a Yunho, en lugar de barrer.
Con un suspiro Jaejoong lo toma y por costumbre lo revisa.
JaeJoong, tu cabello se ve diferente hoy, ese corte te va bien.
¿Te gustaría
Reconoce la letra: Yunho.
Curioso, abre el casillero del moreno y encuentra más notas.
Jaejoong, tus sonrisas son hermosas, no me gusta ser
la razón por la que no sonríes más. Tal vez el viernes podamos
Jaejoong, deberías ser más cuidadoso.
El sábado estoy libre ¿por qué no
Jaejoong...
A penas puede creerlo.
Encuentra una pluma junto al resto de ellas y escribe una rápida respuesta en la más reciente.
Tal vez el viernes ¿qué tienes planeado?
-
A/N: Tardé más de un año en completar esta cosa. Pero ugh, no sabía como escribir el final, aunque bueno, el que escribí tampoco es muy bueno que digamos. Lo siento muy apresurado, pero quería sacar adelante esto.
Este fic fue el primero que escribí, aunque hasta ahora puedo terminarlo y ya publiqué un YooSu, este bebé tiene un lugar especial en mi corazón.
Bueno, vamos con las aclaraciones: las notas están así porque obviamente YunHo nunca las terminó.
Estoy pensando en escribir una "secuela" o algo así, que sería más o menos el mismo pero desde el punto de vista de YunHo. Porque para ser honesta, a mi también me intriga lo que pensaba ¿Les gustaría?
No sé, espero que no lo odien mucho.