Una cosa que llevo francamente mal es que me intenten tomar el pelo. Puede que sea porque no me queda mucho, pero me pone de muy, muy mal humor.
Yo ya sé que hay prácticas laborales en España, tanto por parte de la empresa como por parte de los empleados, que son tan habituales aquí como impensables en un país “de verdad”, pero resulta que yo no soy un trabajador habitual. No lo soy en el sentido de que hace ya años que le di la vuelta a la tortilla
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y dejé de ser demandante de puesto de trabajo y pasé a ser oferente de fuerza de trabajo. Es un cambio importante a nivel psicológico: dejas de verte a ti mismo como alguien que necesita algo (un trabajo) de otra persona y pasas a verte como alguien que tiene algo (unas aptitudes profesionales) que otra persona quiere. Las negociaciones son entonces mucho más igualitarias, con las dos partes tratando de convencer a la otra de sus virtudes y negociando en pie de igualdad las condiciones de su cooperación, no de algún tipo de semiesclavitud alienante. En otras palabras: soy bueno, lo sé, la empresa lo sabe y yo sé que lo sabe. Tampoco soy un trabajador habitual en el sentido de que, mira tú por donde, soy abogado y conozco mis derechos.
A finales de la semana pasada me di un hartazgo horrible a trabajar, hasta el punto de que el jueves salí a las cinco menos cuarto de la mañana, me fui a casa, dormí tres horas, me duché y a las nueve y media ya estaba otra vez en la oficina (de donde no salí hasta las diez de la noche, por cierto). Bien, soy un buen profesional, o me tengo por uno, y eso quiere decir que cuando hay una emergencia se puede contar conmigo: no soy de los que se les cae el boli a las seis y cinco minutos y no quieren saber nada de lo que pasa tras su horario normal. Soy flexible y sé adaptarme a las necesidades del trabajo, siempre estoy allí para hacer un esfuerzo extraordinario cuando hace falta.
Lo que no soy es tonto. Ser un profesional quiere decir que cobras por lo que haces, de hecho eso es lo que diferencia a un profesional de un aficionado. Es por ello que hoy, pasada la tormenta, he escrito a RR.HH. (que en esta empresa tiene el eufemístico nombre de People & Culture) para preguntar cual era exactamente el proceso de compensación de esas horas, si se pagaban o se compensaban con otras horas de descanso y a quién tenía que notificarlas. La respuesta de RR.HH. ha sido, textualmente, como sigue:
“No se pagan horas extras en las oficinas. Como los salarios son más altos de lo que marca el Convenio, no hay esquema de compensación de horas extras.”
Lo cual es una solemne tomadura de pelo. Lo de que no se paguen horas extra en las oficinas, pues puede ser una política de empesa (ilegal, pero bueno), pero la “explicación” es de una desfachatez absolutamente insultante y por la que me siento muy ofendido. No soy laboralista, pero sé positivamente que lo único que dicen los convenios respecto a los salarios relacionados con las horas extra es como se calcula la base. Lo que es más, la cláusula de compensación y absorción (que es eso de que no te suben el IPC anualmente porque lo absorbe el complemento voluntario, por ejemplo) sólo aplica a subidas salariales y además en partidas iguales, no a las horas extra. No hay absolutamente ninguna relación entre los salarios de convenio y la obligación de la empresa de compensar mis horas extra, sea con descanso, sea pagándomelas al precio que hemos pactado por mi hora de trabajo. En otras palabras: yo he firmado un contrato con esta empresa en el que se especifica que por 1.756 horas de trabajo al año voy a cobrar X euros y si trabajo más, una de dos: o me pagan esas horas extras o me dan vacaciones extra para que el número vuelva a bajar a 1.756. Ser un buen profesional, comprometido y flexible, quiere decir que estás dispuesto a distribuir esas 1.756 horas de la forma más efectiva para la empresa. Bajo ningún concepto quiere decir que vas a trabajar más horas y encima gratis . Comprometido, sí, puta y poner la cama, no.
Y me siento personalmente ofendido porque la empresa haya intentado colarme se
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mejante bulo. Hace falta tener falta de respeto por un trabajdor, que encima es miembro del departamento legal, para creer que se puede tragar semejante pamplina. Más allá de que me paguen o no me paguen me siento insultado por esta respuesta. ¿Qué tendrá que ver que mi salario sea mejor que el del convenio? ¡Mi salario es mejor de lo que fija el convenio porque mi puesto es mucho más exigente y hace falta pagarme lo que me pagan para tener un profesional como yo aquí! ¡Si es que es oferta y la demanda! En Clifford Chance no pasaban estas cosas. Y, sí, no me cabe duda de que hay ciertos puestos y ciertos salarios que conllevan tal responsabilidad que se espera de quien los ostenta que dedique al puesto todo el tiempo que sea necesario. Pero el mío no es uno de esos puestos, ni de esos salarios.
Para rematar, el email (porque esto que os cuento me lo han dicho... ¡por escrito!) continua:
“Estos esfuerzos extraordinarios deben reflejarse en el PDD (Performance Development) y por lo tanto tenerlos en cuenta para el merit salary review. Lo que pasa es que dados los tiempos en los que estamos va a ser complicado que para el ejercicio 2011 haya merit salary review, pero tu performance formará parte de tu histórico y se tendrá en cuenta en futuros procesos de revisión."
Lo cual me recuerda al final de Casablanca. Estoy viendo a Rick diciendo “Tú sigue echando horas extra, que se te compensará. Tal vez no ahora, tal vez ni este año ni el año que viene, pero será pronto y por el resto de tu vida(1).” Vamos a ver, mi mérito es mi profesionalidad, la cantidad y calidad de mi trabajo y mi flexibilidad, no el trabajo que hago gratis. Más que nada porque no hago trabajo gratis, al igual que la empresa no paga a quien no trabaja para ella. Es de cajón. No me interesa estar 48 horas arrastrándome muerto de sueño (24 de ellas en sábado, encima) para invertir en un hipotético aumento de sueldo en un par de años. Así de sencillo. Además es que una empresa que me trata así no me da confianza, no está jugando limpio. RR.HH. sabe que me tiene que compensar esas horas, sea económicamente, sea dándome vacaciones adicionales (y si no lo sabe es que sus profesionales dejan muchísimo que desear), una empresa que intenta engañar a sus trabajadores no es donde quiero trabajar.
Ya había cosas que me estaban haciendo dudar de la conveniencia de seguir en Vestas, pero esto ha sido la gota que ha colmado el vaso. No que no me quieran remunerar el esfuerzo extra, sino que me tomen por tonto y me intenten engañar con una mentira tan descarada.
Una vergüenza. En cuanto pueda, me largo. Por estas cosas creo en el liberalismo, porque las empresas que tienen actitudes como esta pierden a los mejores profesionales del mercado. No sé a quien van a coger cuando yo me vaya para mi puesto, pero le deseo suerte porque hay mucho, mucho que hacer.
En fin.
Arthegarn_____________
(1) Ya sé que la cita del doblaje original en español no es exactamente así. Estoy usando conscientemente la traducción que se usa en la versión española de Play it Again, Sam (pésimamente traducida como “Sueños de Seductor”) que me viene mejor y además se parece más a la frase en inglés original.