Aug 20, 2012 12:16
La casa era una de las muchas que estaba en la zona, de las que eran hechas con molde.
El lugar era un pantano. Alguna constructora inteligente y con visión empresarial decidió que era el lugar propicio para una urbanización. Dejando, algunas ciénagas para darle un toque ecológico al distrito londinense de Wandsworth.
Andrómeda sabía que el nombre original del distrito provenía de siglos atrás cuando los hacedores de varitas se asentaron en la zona. La historia muggle es muy diferente; habla de que en ingles antiguo significa encierro, también existe otra teoría la de un hombre llamado Wandell, que le da nombre al rio que cruza la zona, quien no era otro que Wandell Wandmaker, famoso hacedor de varitas del siglo doce.
Esa casa era lo que podían pagar a veinte años, 1993 era una fecha muy lejana como tener una piedra amarrada al cuello que en cualquier momento podría caer.
La casa tenía dos pisos; el primero dividido en una sala rectangular, al otro lado de la puerta estaba el comedor, la cocina, una pequeña zona de lavandería y un jardín con una pequeña ciénaga.
En el segundo piso estaban los dormitorios, el principal donde estarían Ted y Andrómeda tenía un color café moka que les hacía recordar los desayunos de Hogwarts, es por eso que decidieron no cambiar el color, otras dos habitaciones más pequeñas, una sería para la pequeña que estaba en camino y la otra ya se vería a su tiempo.
Ted estaba fascinado. Su nueva casa en Wandsworth estaba cerca a casi todo, incluyendo su trabajo y la casa de sus padres, ubicada en Augustus, a seis calles de ahí.
Una casa desocupada alimentaba una sensación extraña, estaban ahí y todo lo que tenían era ropa, miraban las paredes vacías pero no se desencantaban, el color moka de su dormitorio los atraía. Debían comprar cosas e ir armando la casa, mientras tanto esperaban al bebé.
La última vez que, Andrómeda, vio a su tío Alphard, con quien llevaba una relación bastante cercana por sus ideas liberales, le dio casi en secreto algunos galeones que sirvieron para implementar la casa. Al tío le divertía que por fin alguien de la familia deje el almidonamiento y se atreva a vivir mas allá de la zona de confort que significaba ser un Black.
Lo primero que llegó a la casa fue el dormitorio y luego la cocina, los muebles llegaron como regalo de su primer aniversario por parte de los padres de Ted, decorar esa casa les tomo casi dos años.
Ted vivía feliz, disfrutaba cada espacio, cada momento, el jardín los domingos soleados, todo en general. Aunque no pudo conseguir un trabajo en el mundo mágico, cortesía y regalo de su nueva familia política, consiguió algo que disfrutaba desde siempre, La climatología, ciencia que le intereso desde niño cuando pasaba horas en el parque viendo el movimiento de las nubes o sentía las diferentes intensidades del viento al atardecer, lo hacía en una radio local muggle, cerca a su casa, su trabajo consistía en reportar cada día los pronósticos del tiempo y recomendar a las personas como cuidarse de los cambios de temperatura.
Andrómeda o Meda, como siempre la habían llamado cariñosamente, hacía pociones, casi siempre remedios caseros que vendía entre las amigas. Ya que también tenía acceso negado al mundo mágico.
Meses después de instalarse en su casa nació la pequeña, Nymphadora, el nombre lo escogió Andrómeda, siguiendo una vieja tradición familiar donde las mujeres llevaban el nombre de una constelación o el lexema Dora, nunca supo de donde salió esta costumbre. Su madre rompió esta usanza al ponerle a su hermana menor Narcissa, un nombre alejado de los cánones tradicionales pero que encajaba a la perfección con la personalidad de su hermana.
Ella prefirió no saltar esa tradición. Busco cuidadosamente el nombre y se quedo con Nymphadora que significaba regalo de las nymphas, esos seres etéreos, míticos que inspiran a los dioses y artistas.
Por precaución Dora, como llamaban cariñosamente a la niña, nació en San Mungo, Puesto que Andrómeda aún no confiaba lo suficiente en los artificios muggles como para dejar a esos médicos al cuidado de su pequeña.
La llegada de la niña a la casa, la llenó de risas y la familia de Ted no dejaba de llenar a Dora de halagos, mimos y juguetes. Algunas veces Andrómeda sentía nostalgia y le daban ganas de que su familia, la que había dejado muy atrás sea parte también de esta algarabía, aunque sabía bien que eso jamás sucedería. La niña desde el primer día de nacida dio muestras de ser una bruja.