EXO [Reminiscencia, Parte 1: Luz (de mi vida) (5/17)]

Aug 17, 2014 03:22

Título: Reminiscencia
Parte: Primera, Luz (de mi vida)
AU: Reminiscencia!AU
Fandom: EXO
Pairing: Chanyeol/Baekhyun, Kai/D.O, Suho/Chen
Rating: R
Palabras: 8.615
Summary: Baekhyun soñó. Soñó con las sirenas de las ambulancias, con el calor asfixiante sobre la piel. Soñó con un chico hecho de fuego, con un grito sobre el silencio; con otro hombre, de rostro muy joven y ojos muy cansados, leyendo la etiqueta que alguien le había colocado en el pie.
Y de repente, todo seguía pareciendo un sueño, pero él había abierto los ojos y estaba quieto, de pie, en el lugar en el que había empezado todo.
[Reminiscencia (del latín: reminiscentia)
-Acción de representarse u ofrecerse a la memoria el recuerdo de algo que pasó.
-Recuerdo vago e impreciso]


Génesis: Origen, formación.

Control: Situación de estar bajo la dirección, regulación o comando de alguien.

Carga: Cantidad de energía, positiva o negativa, en un cuerpo.

Las tres caras de la fuerza, los tres ejes sobre los que se cimenta la Rueda. La representación del poder de los Reminiscentes.



Parte Primera - Capítulo 5

-¿Podrías, por favor, ponerte esto?

Baekhyun levantó la cabeza justo a tiempo de ver a Kyungsoo - vestido con camiseta negra, vaqueros negros, deportivas negras y con bastante cara de pocos amigos - tenderle una especie de cosa metálica, parecida a una diadema llena de cables, medidores y protuberancias.

-¿Se puede saber antes qué diantres es eso? -preguntó, antes de poder detenerse.

Los labios del otro chico se tensaron, torciéndose hacia un lado en una mueca que indicaba claramente que Kyungsoo no estaba satisfecho del todo con el hecho de que Baekhyun estuviera cuestionándolo - por no decir abriendo la boca - en lugar de obedecer sin más. Muy posiblemente, de hecho, ni siquiera estuviera especialmente contento por tener que perder su tiempo entrenándolo en lugar de limpiar el polvo de las alfombras de los cuartos vacíos o lo que quiera que hiciese en sus ratos libres, y Baekhyun se removió en su sitio, cansado y un tanto incómodo. Una vez más, igual que había hecho antes de acostarse y al abrir los ojos aquella mañana, maldijo mentalmente a Suho por haber nombrado su tutor a Kyungsoo y no a Chanyeol, pero suponía que ya no había nada que pudiera hacerse a aquellas alturas, y menos si el mismo Chanyeol no había conseguido nada.

-Creo que tengo derecho a saberlo -dijo en alto,  tragando saliva al ver que Kyungsoo se acercaba en silencio con el cacharro en las manos, y recordando inconscientemente a Luhan, con su miríada de hilos de plata hundiéndosele en el cerebro-. Por la forma que tiene, eso se coloca en mi cabeza, y parece algo sacado de una película de terror. ¿Va a dolerme? ¿No da descargas o tiene púas ocultas o algo así?

-No -Kyungsoo pareció todavía más exasperado de lo habitual y, parándose frente a él, alargó los brazos para colocarle la extraña diadema en su sitio, fijándole los extremos detrás de las orejas. El metal estaba frío contra su cuero cabelludo y Kyungsoo era pequeño, incluso más que él, pero parecía muy harto a tan poca distancia-. No es necesario que te duela. Estamos tratando de identificar y controlar tus poderes, no de torturarte. Tenemos que saber qué es lo que puedes hacer si queremos que seas útil para Reminiscencia.

-Qué considerados sois -murmuró Baekhyun, logrando que Kyungsoo le dedicase una mirada asesina antes de apartarse, recuperando la distancia inicial entre los dos.

-Déjate de sarcasmo y prepárate para empezar. Hay mucho trabajo que hacer y no tenemos todo el día.

La cabeza de Baekhyun se movió de modo casi automático, asintiendo como un robot y dando su consentimiento para comenzar con todo aquello, pero, en realidad, el chico ni siquiera sabía lo que tenía que hacer. Kyungsoo había venido a buscarlo a su habitación de buena mañana, mientras todavía dormía, y tras pedirle que se vistiera lo había guiado hasta uno de los salones de la planta baja, un lugar que probablemente antes había sido una sala de baile o un comedor, con suelo de madera pulida y un techo inusualmente alto, que ahora estaba casi en ruinas. Había arañazos en el parqué, marcas en las paredes y quemaduras junto a la lámpara, y los únicos muebles que había eran sillas y mesas rotas, apiladas en un rincón. Parecía claro que aquel era el lugar donde los otros Reminiscentes entrenaban, donde desataban sus poderes de agua y fuego y mente para prepararse para las batallas en el exterior. Kyungsoo daba la impresión de estar esperando que él también hiciera algo así, que convocara su poder hasta carbonizar el suelo y llenar de marcas negras las paredes, pero él en su vida se había sentido más perdido.

Había utilizado su poder sólo una vez. Luz, que había salido de su interior cuando Jongdae lo había atacado, pero aquella fuerza había vuelto a quedarse dormida en su interior tan pronto como había vuelto a estar a salvo, y así había permanecido hasta entonces.

-¿Y bien? -estaba diciendo Kyungsoo-. ¿No vas a convocar tu poder?

-No es por nada, pero... ¿Cómo se supone que hago eso?

-¿Es que no te ha explicado nada Chanyeol?

Baekhyun recordaba al otro chico, detenido en la azotea de aquel mismo edificio y con la palma de la mano en llamas, riéndose porque él había parecido - había estado - asustado. Había dado la impresión de ser algo sorprendentemente sencillo cuando lo había hecho él, una cosa casi natural, y ni entonces le había dado explicaciones ni al propio Baekhyun se le había ocurrido pedírselas. Ni siquiera había sido una demostración con fines didácticos, sino simplemente Chanyeol siendo Chanyeol.

-No solemos hablar de poderes, o al menos no de cómo se usan -declaró, haciendo que Kyungsoo arqueara las cejas.

-¿Y entonces de qué habláis?

La pregunta estaba formulada en un tono perfectamente neutro, casi monótono, sin significados ocultos ni segundas intenciones, pero aún así a Baekhyun se le antojó especialmente intrusiva.

-¿No decías que teníamos mucho trabajo que hacer? -replicó-. Chanyeol no es mi tutor, no tenía que enseñarme nada. Creo que… supongo que lo mejor es que empecemos desde el principio.

Tras un instante de silencio, Kyungsoo asintió, meditando sus palabras con expresión seria antes de comenzar a hablar. A Baekhyun le recordó a un maestro recién graduado dando su primera clase en una escuela, serio y dispuesto a dar una buena impresión, sin espacio para equivocaciones.

-Supongo que algo sabes acerca de los poderes de los Reminiscentes -comenzó a decir-. Los básicos, ¿no?

-Chanyeol me dijo que no se reparten de forma casual. Que tienen que ver con cómo morimos, igual que nuestra Pena, y que por regla general son más fuertes cuanto más traumática fue la muerte de la persona.

Kyungsoo asintió.

-Bien. Esa es la teoría inicial, la regla en la que se basa el concepto de este mundo. Todos estamos muertos, no hay dos de nosotros iguales. Un Reminiscente es el retazo de algo que estuvo vivo, con el mismo aspecto exacto que cuando dejó de estarlo. Es el alma humana atrapada en un espacio entre el mundo real y el lugar en el que están todas las cosas rotas, con la misma apariencia exacta que tenía cuando el cuerpo murió -el chico tomó aire, como si acabase de recitar algo que hubiera aprendido de memoria, el mismo discurso que les repetían a todos los Reminiscentes cuando llegaban allí-. Ahora bien, por mucho que nuestros poderes difieran, hay algo que todos ellos tienen en común, y es que pueden clasificarse en tipos. No en tipos elementales, en fuego, agua, mente o rayo -añadió al ver que Baekhyun separaba los labios para preguntar-, sino en tipos que cambian según el modo en el que el Reminiscente emplea la energía a su alrededor para generar poder. En el hecho de que la fuerza provenga de su entorno o de dentro de sí mismo. ¿Lo entiendes?

A Baekhyun le hubiera gustado decir que sí, aunque sólo fuera para ahorrarse el suspiro exasperado que se ganó al negar con la cabeza.

-No he entendido absolutamente nada.

-Hay tres tipos de poderes de Reminiscentes que te interesen, Baekhyun. Control, Carga y Génesis. Apréndetelos. Control es el tipo de poder más corriente, el que tenemos la mayoría de nosotros, y nos permite controlar un elemento presente en el ambiente. Suho, por ejemplo, es un Reminiscente de tipo Control. Tiene potestad sobre el agua, pero no puede crearla de cero. Emplea el agua de las fuentes, de los ríos, de la lluvia; puede incluso convertir en agua líquida el vapor de agua presente en la atmósfera y controlarla, con una precisión asombrosa, pero no puede utilizar agua si no la hay. ¿Está claro?

Esta vez, Baekhyun sí que asintió, y Kyungsoo cruzó los brazos a la espalda. Su voz, sorprendentemente potente para un cuerpo tan pequeño, rebotó en todas las esquinas de la enorme habitación.

-Carga es similar, pero no es lo mismo. Los Reminiscentes de Carga no poseen un control tan meticuloso sobre su elemento, pero son capaces de acumular energía en su interior y utilizarla más adelante -continuó explicando-. Supongo que conoces a Jongdae, y lo has visto utilizar el poder del relámpago a pesar de que el cielo esté despejado. Eso es porque, al contrario que los Reminiscentes como Suho, él puede cargarse en las tormentas; Jongdae se carga cuando hay tormenta, y luego utiliza esa energía cuando le conviene. Esa es también la razón de que pueda moverse tan deprisa: es el propio rayo que lleva dentro el que lo permite cuando sus niveles de poder internos están llenos.

Baekhyun paseó la mirada por las hendiduras en el parqué, por las marcas oscuras en las paredes.

-¿Y no puede ser eso un problema, si te quedas sin energía en mitad de una pelea?

-No sería la primera vez que a Jongdae le pasa, sinceramente -replicó Kyungsoo encogiéndose de hombros, como si aquello fuera lo más normal del mundo. Baekhyun casi podía ver a aquel idiota, detenido en mitad de una pelea y quejándose a gritos porque se había quedado sin fuerzas, y tuvo que contener una sonrisa.

-¿Cuál es el tercer tipo? Falta un poder, ¿no? -preguntó, sin embargo, decidiendo concentrarse en lo que tenía delante antes de que Kyungsoo perdiera la poca paciencia que parecía quedarle ante su suprema ignorancia.

-Sí. Génesis.

-¿Génesis?

-No es un tipo común. Los Reminiscentes de tipo Génesis no controlan el elemento en su entorno, ni pueden cargarse con él, sino que lo tienen dentro. Son capaces de producirlo a partir de su propia energía. Por regla general son… poderosos, por no decir destructivos. Un tanto caóticos a la hora de usar su fuerza.

Esta vez, Baekhyun ni siquiera necesitó que el otro chico le proporcionara un ejemplo.

-¿Chanyeol? -preguntó.

-Chanyeol. Y, al noventa por ciento, tú también.

-¿Yo?

-Cuando atacaste a Jongdae el otro día, en tu universidad, empleaste luz para cegarlo. Y no fue luz del ambiente, ni luz con la que te hubieras cargado antes, porque tu poder no había estado operativo. Fue energía que produjiste desde dentro de ti mismo -explicó Kyungsoo, ladeando la cabeza en el último instante y llevándose una mano a los labios-. O, al menos, eso es lo que vamos a terminar de comprobar hoy.

Baekhyun recordaba la sensación de haberse sentido atrapado, en peligro, con Jongdae gritando contra su oído y quemándole la piel con chispas de electricidad mal contenidas. Había notado cómo algo durmiente salía de su interior, y se había sentido totalmente exhausto más tarde. Lo próximo que había sabido era que Chanyeol lo había estado llevando a su habitación en brazos.

-¿Es esta cosa que tengo en la cabeza algo que tenga que ver con mi tipo de poder? -preguntó, carraspeando para apartar aquel último pensamiento de su cabeza y centrándose en tocar la extraña diadema de metal, que todavía estaba un tanto fría contra su piel.

-Eso es parte del legado de antiguos Reminiscentes -respondió Kyungsoo, sin más-. Reaccionará con tu energía; te ayudará a convocarla más fácilmente, en su máxima potencia, para entrenar.

Aquel cacharro era grande e incómodo, y una parte del cerebro de Baekhyun seguía empeñada en pensar que, por muy legado de antiguos Reminiscentes que fuera, aquel chisme iba a explotarle en la cabeza tan pronto como empezara a hacer uso de él, pero, tratando de olvidarse, cerró los ojos.

-¿Qué es lo que tengo que hacer? -preguntó en un susurro.

-Saca la luz dentro de ti. Si pudiste hacerlo una vez, podrás conseguirlo de nuevo. Piensa en luz y haz que salga.

-¿Simplemente?

-Debería funcionar. Yo no soy un Génesis. Es lo que pone en los libros, y para la mayoría de nosotros es fácil.

“Lo que eres es un profesor horrible.”

Suspirando, Baekhyun decidió rendirse y, con los ojos todavía cerrados, buscar la misma chispa que había encontrado en su interior cuando Jongdae lo había atacado, cuando había temido por su vida y no había sabido qué hacer. En la habitación no se oía absolutamente nada, sólo la respiración tenue de Kyungsoo y los golpes rítmicos de su bota contra el suelo de madera. Fue en ese ruido en el que se concentró  Baekhyun, aquel “tap, tap, tap” constante en el que hizo que sus pensamientos convergieran en uno solo, hasta que toda idea racional se desvaneció y la mente se le quedó en blanco.

Tras sus párpados cerrados todo era negrura. Negrura inmensa e infinita, oscura como la misma muerte. Allí dentro, debería haber sido fácil encontrar algo distinto, algo luminoso, algo cálido, retazos de su poder, pero no había nada. Nada, por mucho que pasaran los segundos, y él estaba empezando a sentirse agotado.

-No puedo… -comenzó a decir, pero Kyungsoo le chistó para hacerlo callar. Notaba su voz más próxima, como si se hubiera acercado más a él cuando había estado sumido en aquella especie de trance.

-Sigue con lo que estás haciendo. El concentrador de poder está reaccionando.

Baekhyun volvió a cerrar los ojos, mordiéndose el labio y concentrándose, hasta el punto de apretar los dientes hasta casi notar dolor y sentir la cabeza dándole vueltas. No estaba seguro de lo que estaba ocurriendo más allá de su propio cuerpo, pero creía sentir las vibraciones de la extraña diadema en su cabeza, una sucesión de pitidos agudos saliendo del metal que la formaba como una alarma indicando el estado de alerta antes de una guerra. Fue entonces cuando lo vio, lo sintió; algo cálido en su interior, latiendo con suavidad en la oscuridad. No había estado allí antes, y Baekhyun sintió el deseo de acercarse a ello, de tocarlo, hasta ser uno con aquella luz blanca, sentir que lo envolvía, dejarla salir como la otra vez.

Notó calor en la punta de los dedos cuando lo hizo; se sintió pleno, completo. Con una sonrisa en los labios separó los párpados… sólo para encontrarse los ojos redondos y enormes de Kyungsoo frente a los suyos, mirándolo con la expresión de exasperación del que acaba de ver un mosquito flotando en su sopa favorita.

-¿Qué ocurre? -preguntó, retrocediendo de un salto al ver a su tutor mirándolo como un búho enorme. La diadema en su cabeza había empezado a zumbar, y ahora sí que Baekhyun empezó a temer que fuera a explotar y facturarle el cráneo.

Su interlocutor le señaló las manos.

-¿Qué es eso? -preguntó, irritado-. ¿Qué has hecho?

Baekhyun extendió los brazos, se observó las palmas de las manos con el ceño levemente fruncido.

-¿Estoy brillando? -murmuró.

Por suerte, eran sólo las manos, pero aún así, la visión era un tanto inquietante. Había luz blanca, suave, que parecía estar saliendo de su piel, tan tenue que probablemente no se habría visto bien de no estar el antiguo comedor del hotel en penumbra. Después de todo lo que había vivido, aquello no tendría que haberle resultado extraño - cosa que sí le estaba pareciendo, por cierto - pero al menos no era desagradable.

-Es… bonito -comentó, sin saber muy bien qué más decir y sintiéndose idiota por ello.

-Es inútil -replicó al segundo siguiente Kyungsoo con voz neutra-. Llevas puesto un concentrador de poder. Se supone que esa cosa tenía que haber hecho que liberaras tu poder al completo tan pronto como dieras con él. Debería ser posible y, justo ahora, creí que lo habíamos conseguido. Antes de esto, estabas brillando: todo tu cuerpo estaba brillando, como si estuvieses preparándote para dejar salir algo, pero… La luz se ha apagado y, ¿todo lo que ocurre es que te brillan las manos?

Baekhyun volvió a observarse las palmas abiertas. Había algo distinto en la piel de esa zona, como si la sangre allí estuviera más caliente y, entrecerrando los ojos, trató de ordenarle a la luz que creciera. La diadema sobre su cabeza volvió a zumbar, y la luz aumentó, se hizo más brillante, hasta que Kyungsoo tuvo que apartar la vista.

-Al menos puedo controlarlo -susurró, encogiéndose de hombros.

-Espero, más bien, que todo esto se deba a una falta de control por tu parte, porque si eso es todo lo que puedes hacer en situaciones normales, creo que vas a aportarnos bastante poco si hay que pelear.

-¡Eh!

-Inténtalo de nuevo, ¿quieres?

Baekhyun se observó las palmas de las manos, rogó mentalmente a la energía que las abandonara. Fue como cerrar un grifo, el modo en el que la luz se desvaneció, volviendo a sumir la habitación en penumbra, dejándolo sintiéndose solo y helado hasta que volvió a llamar a su poder de cero.

La segunda vez fue más fácil. Apenas hubo cerrado los ojos, Baekhyun fue capaz de ver aquella chispa de luz en algún lugar de su alma, se concentró para atraerla, hacerla fusionarse con su cuerpo como si hubiera formado parte de él desde siempre.

-Aquí viene otra vez -oyó decir a Kyungsoo por encima del ruido, del pulso en sus oídos, de la presión que amenazaba con tragarse todo lo demás.

Todo a su alrededor era calor, y Baekhyun se forzó a abrir los ojos. Veía luz, envolviéndolo, iluminando la sala de entrenamiento del suelo al techo. Kyungsoo estaba delante de él, con los ojos tan abiertos que habría resultado cómico, retrocediendo a pasitos cada vez que el círculo de luz aumentaba su radio, hasta que pareció que todo iba a explotar como una supernova, y entonces…

-¡Ahí va, Baekhyun, estás brillando!

El chico parpadeó, confuso. Seguía sintiendo el calor, la sensación de poder, ahora más fuerte que la primera vez que había convocado la luz, pero el círculo brillante se había desvanecido a su alrededor, y ahora todo lo que resplandecía era…

-¿Qué haces aquí, Chanyeol?

Baekhyun se giró justo a tiempo para ver al otro chico parado en el umbral de la única puerta de salida operativa de la habitación, saludándolo con una mano. Obviamente, la voz grave que había hablado para informarle - sin necesidad - de que su piel se había convertido en una especie de lámpara nocturna para niños había sido la suya, y Kyungsoo, que acababa de cruzarse de brazos, no parecía especialmente satisfecho al respecto.

-Creía que Suho te había prohibido entrenar a nadie -comentó sin levantar la voz.

-Me ha prohibido ser el tutor de Baekhyun -afirmó éste, encogiéndose de hombros como si aquellas mismas órdenes no fueran las que lo habían hecho abandonar el Salón de Cristal como una exhalación la noche anterior y le dieran absolutamente igual-. Nadie me dijo nunca que no pudiera venir a echar un vistazo y ver qué tal os iba todo.

-Supongo que a Suho no se le pudo ocurrir pensar que fueras a ser tan insistente.

Si el tono seco de aquelas palabras había afectado a Chanyeol de alguna forma, el chico no lo dejó entrever. Apartándose del umbral en el que había estado detenido, le guiñó un ojo a Kyungsoo y cruzó la sala a zancadas hasta plantarse delante de Baekhyun, que se había olvidado que su piel, ahora de la cabeza a los pies, desprendía un suave resplandor blanco y estaba observando cómo el jersey color verde menta que llevaba el otro chico resaltaba el brillo de sus ojos, el ligero rastro de color de su piel. No iba vestido para patrullar, así que probablemente fuera el propio Suho quien estuviese haciendo la guardia por las calles, en busca de monstruos o lo que quiera que hiciesen cuando salían.

-¿Por qué te has convertido en una linterna humana? -le preguntó, inclinándose para mirarlo y haciendo que Baekhyun diera un respingo. La luz que salía de su piel titiló, aumentando y descendiendo de intensidad, centelleando en blanco, amarillo y plata, y Chanyeol se rió-. Con esa diadema puesta, tienes hasta antenas. Pareces una luciérnaga.

Baekhyun no supo muy bien si clasificar aquel comentario como algo adorable u ofensivo, pero antes de tener tiempo a formarse una opinión, escuchó a Kyungsoo bufar.

-No tiene ninguna gracia. Ha estado concentrando su poder y todo lo que consigue producir es eso.

-Es su primer día.

-¿Recuerdas lo que hiciste tú en tu primer día?

Chanyeol se encogió de hombros.

-Que yo sepa, ‘Soo, tú todavía no estabas aquí por aquel entonces y sólo sabes lo que te ha contado Suho-replicó, girándose para mirar al otro chico. Los ojos enormes de Kyungsoo se pasearon un instante por las marcas negras de las paredes y el techo antes de clavarse en Chanyeol, y Baekhyun se preguntó si habría sido éste quien las había creado al entrenar, con aquellas llamas que parecía fabricar de la nada sin casi pensar en ello-. Y, de todas formas, no puedes pretender comparar a Baekhyun conmigo. Cada Reminiscente es un mundo. Puede que necesite más entrenamiento, eso es todo.

-La mayoría de Reminiscentes necesitan tiempo para controlar su poder, Chanyeol, no para producirlo. Liberar nuestra fuerza es algo intrínseco a nosotros cuando despertamos.

-Puede que su caso sea distinto. ¿No estás aquí tú para entrenarlo? Es lo que Suho quiere, ¿no?

-Chanyeol.

El interpelado le dirigió una sonrisa enorme a Kyungsoo, pero no tardó en girarse hacia Baekhyun, que había estado dividiendo su atención entre escucharlos y detener el parpadeo intermitente de la luz bajo su piel. Lo había conseguido, o eso creía, pero cuando Chanyeol volvió a dedicarle toda su atención, las palmas de sus manos lanzaron un destello involuntario.

-Puedes… ¿Hacer algo con eso? -preguntó éste, señalándole los dedos con un movimiento de cabeza. La luz parecía estar repartida de un modo más o menos equitativo por todo su cuerpo, pero parecía concentrarse más en sus manos, desprendiendo un brillo cálido y suave, como si su propia sangre fuera luminiscente-. ¿Hacer que la luz se haga más fuerte, lanzar alguna especie de rayo o…?

La pregunta había sido planteada como si hacer algo así fuera natural, algo que, como también Kyungsoo parecía pensar, fuera a salir de él de modo automático. Tal vez para ellos fuera así; ellos, que no tenían como Pena no poder tomar forma en el mundo real, y que ya habían hecho de Reminiscencia algo suyo. El chico cerró los ojos, casi rogándole a la fuerza en su interior que hiciera algo, pero lo único que consiguió fue que el fulgor que lo envolvía aumentara de intensidad, sólo un momento, como una bombilla antes de fundirse, para luego apagarse casi por completo con un chisporroteo.

-No funciona -murmuró, arrancándose la diadema de metal de la cabeza con una mano. Creyó haber escuchado a Kyungsoo suspirar, pero cuando subió la vista al primero que vio fue a Chanyeol, con el cuerpo levemente echado hacia delante y los labios fruncidos en un gesto de preocupación-. No sé qué es lo que esperabais de mí, pero está claro que no puedo hacerlo.

-Mejorará con el tiempo -le aseguró Chanyeol, dedicándole una sonrisa que, al contrario que su gesto habitual, era más tranquilizadora que brillante. Baekhyun no las tenía todas consigo, pero se encontró asintiendo casi sin pensar en ello-. Eres un Génesis, ¿no? Y Génesis siempre ha sido el tipo de poder más complicado de controlar. Yo aún no he terminado de dominar el mío y llevo años aquí.

Tal vez aquello hubiera ido destinado a hacerlo sentir más tranquilo, pero todo lo que consiguió fue lograr que una sensación de impotencia aún mayor se le acumulara en el estómago, provocándole el reflejo de unas náuseas que en teoría ya no debería ser capaz de sentir.

-Tú al menos puedes convocar fuego -susurró, observándose las palmas de las manos casi esperando que fueran a empezar a brillar de un momento a otro. Con un poder así, no podía patrullar las calles, ni hacer frente a ningún monstruo. No podría ayudar a Sehun, ni mucho menos defenderse a sí mismo-. ¿Qué puedo hacer yo con toda esta luz? ¿Serviros de linterna si hay que salir de noche?

Chanyeol lo miró con el rastro de una sonrisa en los labios.

-Al menos es un poder bonito. Como una estrella -murmuró, casi como si fuera un secreto que Kyungsoo no debiera escuchar, y la respiración se le cortó a Baekhyun en los pulmones durante una centésima de segundo-. Pero ya verás cómo mejora, con el tiempo. Y mientras tanto ‘Soo puede enseñarte a pelear -añadió, subiendo la voz-. Parece que no, pero se le dan bien las armas.

El interpelado alzó las cejas.

-¿Quieres largarte a hacer lo que tengas que hacer de una vez y dejarnos trabajar? -lo reprendió en voz baja. La regañina no iba dirigida a él, y aún así Baekhyun se sintió un tanto intimidado, pero Chanyeol les dedicó una sonrisa enorme a los dos antes de salir por la puerta.

-¡No os canséis mucho! -se lo oyó decir en el mismo momento en el que su voz se convertía en un eco que reverberaba en los corredores desiertos. Kyungsoo chasqueó la lengua, aunque sus rasgos se suavizaron un tanto.

-Lleva aquí más tiempo que yo y sigue siendo como un niño -rezongó-. Podría mejorar si entrenase, pero creo que es un caso imposible.

La habitación seguía sumida en la penumbra, y ahora que volvían a estar los dos solos, sin rastros de visitantes sorpresa o de fogonazos de luz, el mundo volvía a ser un conjunto de sombras grises. Baekhyun cerró los ojos y volvió a tratar de convocar su fuerza, y el resplandor bajo su piel no tardó en regresar, de forma casi automática, como si brillar en la semioscuridad fuera algo normal.

Al menos, y de algún modo retorcido, aquello cambiaba la paleta de colores del mundo, convertía el gris en blanco y amarillo.

-Lo siento -suspiró, observándose los dedos, apretando los labios al ver cómo la luz brotaba de su piel. Kyungsoo estaba parado en el mismo lugar de antes, pequeño y con el ceño fruncido, pero al oírlo hablar negó con la cabeza y se acercó. A su lado, parecía un fantasma, con su ropa negra perfectamente planchada, la piel muy blanca y unos ojos muy grandes que estaban clavados en él con aire inquisitivo-. No sé qué estabais esperando de mi, con toda esa idea de que soy especial, pero…

-Tú no eres el único en este mundo con un poder frustrante -declaró, alargando el brazo para sujetarle la palma de la mano derecha entre las suyas, entrecerrando los ojos ante el brillo como lo haría un profesor de instituto ante un experimento de química fallido-. Puede que Chanyeol no esté siendo estúpidamente optimista, de todas formas, y que tu poder mejore con el tiempo. La luz es un ente caprichoso, aquí en Reminiscencia, y teniendo en cuenta cómo están las cosas ahora, toda la ayuda que podamos conseguir es poca. No somos muchos, la Rueda está inestable, y los Caídos…

-¿Son fuertes? ¿Más que vosotros? -Baekhyun había preguntado por puro impulso y, sinceramente, no estaba esperando una respuesta, pero Kyungsoo le soltó la mano y apartó los ojos, dándosela de todas formas.

-Nosotros estamos limitados por nuestro propio límite de energía y por nuestra Pena. Ellos… en la mayor parte de los casos se libran de ese obstáculo al caer. Y años atrás era distinto, pero ahora tienen a gente muy poderosa en sus filas, gente como Yixing o como Tao.

-¿Tao?

-Controla el tiempo -respondió Kyungsoo sin más, y hubo algo en el modo en el que lo dijo que le causó a Baekhyun un escalofrío.

-¿Y qué hay de los Reminiscentes? -murmuró-. ¿No hay ninguno que pueda hacerles frente o…?

Los ojos de Kyungsoo volvieron a clavarse en las marcas negras de las paredes, rastros oscuros de quemaduras que, ahora que Baekhyun los miraba bien, parecían seguir un patrón, expandirse hacia fuera en ondas concéntricas, como las ondulaciones en la superficie del agua al tirar a un lago una piedra.

-A nivel de control, por ejemplo, Luhan es extremadamente poderoso. Ni siquiera creo que él mismo sepa al cien por cien lo que es capaz de hacer con su propia mente. Podría ser tan fuerte como Tao, pero su poder está planteado de forma distinta: es un superordenador, no un arma. No lucha; no puede luchar.

Baekhyun se mordió el labio.

-¿Y qué ocurre con Chanyeol?

-Ah, Chanyeol está hecho para ser un arma. Él fue quien hizo eso, en su primer día de entrenamiento, cuando convocó su poder por primera vez -Kyungsoo señaló las quemaduras con los labios apretados-. No le gusta luchar, y apenas puede controlar su fuerza, pero eso no quita para que sus niveles de energía sean desorbitadamente altos.

-¿Cómo de altos?

-Muy altos. Los más altos -dijo Kyungsoo, quitándole de las manos a Baekhyun la diadema de metal que todavía sujetaba entre los dedos de la mano izquierda-. Somos capaces de calcular la energía de cada nuevo Reminiscente con artefactos como este; es lo que hacen además de concentrar tu poder. Están fabricados para aguantar niveles de fuerza altísimos, pero aún así Chanyeol rompe los medidores. Los destroza cuando ni siquiera está al cien por cien.

Baekhyun casi podía ver al otro chico, de pie en la azotea, diciéndole que su poder tampoco era normal. Se preguntó si aquello era algo que tenía que ver con el fuego, o si sería algo relacionado con el propio Chanyeol. Recordó la cicatriz, la quemadura que se extendía desde sus hombros a su cadera.

-¿Qué quiere decir todo eso? -preguntó, y Kyungsoo lo miró con seriedad antes de contestar.

-Quiere decir que, de querer, Chanyeol podría quemar Reminiscencia entera; convertir este mundo en cenizas. Es el Reminiscente más fuerte que hay, Baekhyun; el Reminiscente más fuerte que ha habido documentado nunca.

El chico tragó saliva. No podía quitarse de la cabeza la imagen de Chanyeol en la azotea de su universidad, con las manos en llamas y los ojos rojos; recordaba la onda de calor y llamas, cerniéndose sobre él, y sintió un escalofrío.

Se preguntaba qué Pena tendría el otro chico; qué precio habría tenido que pagar si lo que había obtenido a cambio era la capacidad para hacer arder todo un universo entero.

--

Kyungsoo contuvo la respiración al entrar en el antiguo comedor de servicio, fijando la vista al frente y apretando los labios, sólo un poco, para tratar de ocultar el desagrado que sentía. No le gustaba aquel lugar, nunca le había gustado, con sus sillones ennegrecidos, sus paredes calcinadas, el boquete en el suelo. Desde que había llegado allí, se había habituado a pelear, a matar, a ver morir a amigos y enemigos y a observar sin parpadear cómo antiguos aliados, Reminiscentes que habían agotado su energía y su tiempo, se consumían hasta desaparecer sin rastro del mundo, pero jamás podría acostumbrarse a aquello.

-Ah, ya estás aquí -lo llamó una voz familiar, desde el borde del agujero redondo que se había tragado media habitación.

Como muchas otras veces, Suho lo estaba esperando de pie junto a la escalera de cuerda que era el único punto de acceso a las catacumbas más abajo; un gesto de consideración hacia él, suponía. Si había algo que Kyungsoo odiara tanto como aquella habitación era saberse bajo tierra, con toneladas de piedra sobre su cabeza en un lugar donde no llegase la luz del sol.

La antigua biblioteca podía estar allí abajo, y la armería, pero por mucho que su líder pasara las horas muertas allá abajo eso no quería decir que él tuviera que ir a buscarlo hasta el fondo del agujero.

-Hemos acabado el entrenamiento por hoy -anunció sin alzar la voz, poniendo cuidado en dar los pasos iguales, constantes, mientras se acercaba al boquete. Suho se giró para observarlo, con los brazos cruzados sobre el pecho y el ceño fruncido.

-¿Hay mejoras?

-No. Seguimos igual que el primer día -Kyungsoo había traído consigo el concentrador de poder, la vieja diadema de metal con sus cables y engranajes que había estado utilizando con Baekhyun, y se la tendió a su líder en silencio-. Llevamos casi una semana así y sus niveles de energía no suben. Son lo más bajo que he visto, de hecho, desde que estoy aquí.

-No llevas aquí tanto tiempo -murmuró Suho, tomando la diadema de entre sus dedos y observando los medidores en la parte trasera con el ceño levemente fruncido. Había hablado con un tono de voz tranquilizador, como si lo que estuviese viendo allí no lo molestase, pero Kyungsoo podía leer en la tensión de su postura, en el modo en el que sus hombros estaban más rígidos de lo normal y los surcos de arrugas de expresión le partían la piel lisa de la frente-. ¿Qué es lo que puede hacer? -preguntó en voz baja.

-Brilla. Es un Reminiscente tipo Génesis y puede producir luz, pero sus niveles de energía son tan bajos que brillar es lo único que puede hacer. He conseguido que concentre su energía en un punto de su cuerpo en un par de ocasiones, y en esos casos puede crear fogonazos, destellos muy brillantes. Parecidos a el que utilizó cuando su poder despertó por primera vez.

-Dejó ciego a Jongdae, aquella ocasión. Al menos es un progreso si puede controlar cuándo y cómo lo hace.

Kyungsoo no tuvo más remedio que asentir. Podía escuchar la ligera nota de aprobación en la voz de su líder, pero también podía percibir claramente lo que Suho no estaba diciendo - que aquello no era suficiente, que no valdría para defenderse, ni para pelear; que no sería suficiente para salvarlos.

-Puede que su poder no haya despertado del todo. Es lo que opina Chanyeol.

-Chanyeol. ¿Sigue yendo a los entrenamientos?

-Viene de vez en cuando. Interrumpe los ejercicios, distrae a Baekhyun, aunque supongo que también lo relaja. Todos sabemos que los niveles de poder de ese chico no son buenos. Estando así, no me atrevo a echar a Chanyeol cuando viene a verlo, por muy molesto que sea a veces. Se le da mejor convencerlo para seguir entrenando que a mí.

Suho se giró hacia el agujero. Sus pies casi rozaban el borde del boquete, demasiado cerca de la oscuridad más allá, y, por un momento, Kyungsoo sintió náuseas. Le hubiera gustado regresar a la quietud de su habitación, con las fotos de su familia, sus libros, la vieja manta que cubría su cama. Siempre había pensado que los Reminiscentes estaban hechos para estar solos; no le gustaba tener que hablar, justificarse ante otra gente cuando lo único que querían todos era seguir vivos un día más.

-¿Sabes? A veces me pregunto si… -comenzó Suho entonces, y Kyungsoo estaba preguntándose cómo sería, el ser líder de un grupo de gente como todos ellos, cuando sintió a su interlocutor tensarse, fruncir el ceño. Conocía aquella expresión, sabía que nunca traía nada bueno. No cuando Suho entrecerraba los ojos como si escuchase una voz que sólo él pudiera oír.

-¿Qué ocurre? -preguntó, una vez el otro chico se hubo vuelto para mirarlo. El joven tranquilo que había estado observando el boquete negro a sus pies había desaparecido, siendo sustituido por el líder de los Reminiscentes, firme, resuelto y siempre dispuesto a actuar.

-Luhan -llamó Suho en alto, en un tono de voz que no era tanto una petición como una orden-. Avisa a Chanyeol. Dile que lo quiero preparado para pelear y en la puerta de entrada en dos minutos.

El interpelado debió de responder algo, porque Suho asintió, aunque Kyungsoo no pudo escuchar la respuesta.

-¿Qué pasa? -repitió-. ¿Kris?

-Podría ser. O algo peor.

-¿El qué? -murmuró Kyungsoo. No estaba seguro de que pudieran existir cosas mucho peores que Kris, tal y como estaban las cosas.

-Luhan dice que tal vez tenga que ver con Réquiem.

--

Baekhyun había estado con Chanyeol cuando el otro chico recibió la llamada de alerta, un aviso mental que lo hizo dar un respingo y ponerse en pie, como si hubiese malas noticias o pasara algo muy grave.

-¿Qué ocurre?

-Llamada de Luhan. Tengo que estar en la puerta de entrada ya mismo. Al parecer hay problemas.

Su voz había sonado nerviosa, un tanto tensa incluso, y Baekhyun recordó que Kyungsoo le había dicho que a Chanyeol no le gustaba luchar, pero la idea pronto desapareció en algún lugar de su subconsciente cuando se dio cuenta de algo más.

-¿Tiene que ver con Sehun? -preguntó-. ¿Necesita ayuda?

Chanyeol, que ya se había metido por la cabeza la sudadera que había llevado atada en torno a la cintura y estaba comprobando que los cordones de sus botas estuviesen bien abrochados, alzó la cabeza para mirarlo. Los dos se habían refugiado en la azotea, tratando de convocar el poder de Baekhyun - sin éxito, salvo el brillo de siempre - aprovechando que Kyungsoo había dado por finalizado el entrenamiento oficial, y el viento de la tarde le revolvía el cabello oscuro, haciendo que los ojos le resaltaran sobre la piel. Había calidez en ellos, un brillo que no había en los de Kyungsoo, ni en los de Suho, ni en los de Jongdae.

-No lo sé -le dijo, y Baekhyun supo que era sincero. La punzada de frustración que sintió, sin embargo, fue casi automática. Aquello podía estar relacionado con Sehun o no, pero, fuera como fuese, Chanyeol había sido el único en recibir la llamada telepática de Luhan. El había empezado ya con su entrenamiento pero, otra vez más, como de costumbre, tenía que quedarse en casa.

-¿No vais a llevarme con vosotros? -preguntó -. Quiero ir.

Chanyeol dudó durante un instante, y era prácticamente obvio, el modo en el que estaba debatiéndose entre lo que quería decir y entre lo que tenía que decirle.

-Has estado mejorando -murmuró, por mucho que Baekhyun supiera de sobra que aquello era mentira-, pero Suho…

-Suho, sí -el chico suspiró-. A Suho le gusta tenerme encerrado aquí.

Los segundos transcurrían, y Chanyeol se mordió el labio. Luhan debía de haberlo llamado por segunda vez, porque murmuró un “ya voy, ya voy” en un tono de voz tan bajo que apenas se escuchó bajo el viento que siempre soplaba en el tejado, antes de mirarlo otra vez.

-Llegará un momento en el que te deje salir -le dijo-. Acabarás… Puede que tus poderes tarden más en manifestarse, pero acabarás convertido en un buen Reminiscente. La Rueda ha tenido que escogerte por una razón.

-¿De verdad?

-Es el destino, ¿no?

Baekhyun bufó.

-Yo no creo en el destino.

A su alrededor, la ciudad comenzaba a iluminarse, las primeras luces prendiéndose tras los cristales de los edificios circundantes y los peatones a sus pies todavía recorrían las calles, apresurados diminutos como hormigas. La Rueda era una espiral brillante tras las nubes, apenas visible a aquella hora del día, girando a su ritmo lento y constante de siempre, como si se riera de él.

Su expresión no debía de ser muy amigable, porque Chanyeol pareció preocupado otra vez y al momento siguiente se había acercado, entrometiéndose en un espacio que Baekhyun había considerado como personal hasta hacía tres segundos. Visto de cerca, y cuando sonreía así, era guapo - no en el sentido de proporciones perfectas de Sehun, pero guapo en un sentido natural, vibrante, que lo hacía destacar como una imagen nítida sobre el viento, y el ruido, y las interferencias de aquel lugar.

-El destino es algo que existe -dijo, y ahogó una exclamación cuando una ráfaga de aire particularmente fuerte le revolvió el flequillo a Baekhyun, metiéndoselo en los ojos. Durante un segundo eterno, el chico creyó que Chanyeol iba a alargar los dedos y apartarle el pelo de los ojos, pero, finalmente, no hizo nada, y Baekhyun se encontró sintiendo la ausencia de contacto como un vacío extraño en la boca del estómago-. Yo sólo… Aprenderás a controlar tu poder, podrás producir más energía, estoy seguro, pero no te sobreesfuerces, ¿quieres?

Los dedos de la mano derecha de Baekhyun se iluminaron con suavidad, con un resplandor palpitante, controlado.

-No te preocupes, lo tengo dominado -replicó, sin saber muy bien si se sentía agradecido con Chanyeol, inútil por no poder hacer absolutamente nada más que aquello o extrañamente cohibido por tener al otro chico en su espacio, ni cerca ni lejos, mirándolo como si quisiera decirle algo y no supiera el qué. Sacudiendo la cabeza, desechó el pensamiento y sonrió-. Deberías irte. Suho te estaba buscando.

Chanyeol asintió de manera casi automática, despidiéndose con una mano y dando media vuelta para regresar al interior del edificio. Baekhyun pudo verlo murmurar algo en tono de disculpa - probablemente a Luhan por tardar - echarse la capucha de la sudadera sobre la cabeza al desaparecer tras la puerta y, al instante siguiente, ya no estaba allí.

El resplandor en sus manos parecía latir al mismo pulso que las ráfagas de viento en la azotea, que los giros de la Rueda sobre él y, suspirando, Baekhyun lo ordenó apagarse. Estuvo unos minutos allí, solo, arrebujándose bajo un jersey que no necesitaba y con la mirada perdida en el cielo. Suho y los demás probablemente ya estuvieran de camino a donde quiera que estuvieran yendo y él se sentía como un cachorro abandonado, al que su dueño hubiera lanzado de una patada a la cuneta porque no era capaz de hacer nada bien.

Antes de poder pensar en lo que hacía, se había levantado, había bajado la totalidad de los pisos andando y había cruzado los corredores carbonizados de la zona de servicio, dirigiéndose a la sala de control. La puerta cedió sin problemas ante su contacto, como la última vez que había estado allí, y Luhan lo recibió sentado en su silla de siempre, con su pelo rubio, su ropa blanca y la telaraña de cables plateados que le surgían de la parte posterior de la cabeza extendiéndose tras él como una tela de araña de cristal.

-¿Baekhyun? -lo llamó, carraspeando con suavidad como si no hubiera utilizado su voz en días. Incluso aquello sonó extrañamente musical, perfecto, como él mismo-. ¿Qué te trae por aquí?

-Vengo de visita -replicó él. Luhan se rió, y Baekhyun creyó entender por qué: la habitación estaba perfectamente limpia y ordenada pero, salvo la única silla, la cama y el escritorio, no había ningún mueble más. Era el único lugar donde Luhan podía estar, pero de buenas a primeras no parecía el sitio más cómodo para hacer una visita de cortesía-. Todos los demás se han ido sin mí -acabó diciendo, quedándose de pie en mitad de la habitación.

Los hilos de plata tras Luhan vibraban levemente, resplandeciendo en una miríada de colores que le recordó a Baekhyun a uno de esos cristales con forma de prisma que su madre le había regalado alguna vez siendo niño, que descomponían la luz blanca, convirtiéndola en arcoíris. Se preguntó si no querría decir eso que Luhan estaba utilizando su poder de forma más activa de lo normal, guiando a Suho, Chanyeol y los demás a donde quiera que estuviesen yendo.

-Kyungsoo sigue aquí -indicó Luhan entonces-. Alguien tenía que quedarse de guardia. Nuestro querido líder estaba preocupado; ha dejado refuerzos en casa.

-¿Tiene todo esto que ver con Sehun?

Luhan se echó hacia atrás, dirigiéndole una sonrisita traviesa.

-¿Sehun? No. Tenemos más problemas, ¿sabes? Además de tu vida amorosa, quiero decir.

Baekhyun no supo muy bien si el otro chico se estaba riendo de él, pero no tenía intención de quedarse a averiguarlo. Apenas podía ver el techo de la habitación, en cuya penumbra se perdían los cables de plata, pero se preguntaba cómo podía pasar Luhan todo el tiempo allí cuando él tenía el hotel entero y ya estaba empezando a agobiarse.

-Tienes que dejarme salir -pidió.

-¿Yo? ¿Para eso has venido? ¿Para ir a dónde?

-A mi universidad -la idea inicial había sido ir tras Suho y los demás, intentar descubrir qué pasaba, ayudar a Sehun si estaba en sus manos, por mucho que aquello acabara siendo un fiasco, como las otras veces, pero ahora Luhan le decía que el problema por el que Suho había llamado a Chanyeol era otro y él no sabía muy bien qué hacer, salvo ser plenamente consciente de que no quería quedarse en aquel lugar-. Quiero ver que todo está bien. Quiero ir a comprobarlo.

-¿A tu universidad?

-Aún no han acabado las clases de la tarde.

Nadie le había dicho nada claro al respecto, pero Baekhyun ya daba por hecho que Suho seguía manteniendo activa la prohibición de dejarlo salir, y que aquella era una orden que todos los demás Reminiscentes acataban al pie de la letra. Sin embargo, Luhan lo había dejado marchar una vez y en aquella ocasión lo observó con la misma expresión que entonces, con una leve sonrisa en los labios y sus cables de plata vibrando en torno al ángulo delicado de sus hombros.

-La puerta no está cerrada -susurró-. Si es lo que quieres, deberías salir antes de que me dé cuenta y levante las barreras de seguridad, ya sabes. Suho no se enterará si vuelves antes que él.

Baekhyun hubiera abrazado a Luhan allí mismo, pero los cables que salían de su columna resultaban un tanto intimidantes, temblando como si estuvieran vivos y tan frágiles que le daba miedo que se le vinieran encima, rotos, si llegaba a rozarlos con los dedos.

-Gracias -dijo finalmente.

-Vete ya -respondió Luhan.

Y Baekhyun asintió, echando a correr sin más, sin mirar atrás ni una sola vez.

--

Baekhyun no lo había visto la primera vez que había estado allí, pero en su universidad le habían hecho una especie de monumento de homenaje; una pila de dedicatorias, fotos y flores ya marchitas colocados en uno de los halls principales, uno de los que él había cruzado a diario para ir a clase.

Lo había pensado alguna vez, cuando había estado vivo, en la oscuridad de su cuarto - el cómo reaccionaría la gente de su entorno si él desapareciera de repente, el quién lloraría, quién lo recordaría para siempre y a quién, en el fondo, le daría igual. En su momento, había desechado la idea y se había acabado riendo por lo estúpido y pesimista del concepto, pero  ahora que estaba allí, el pensamiento volvió a su mente de un modo espantosamente real, haciéndolo sentir como un extraño dentro de aquel entorno familiar, cotidiano, de pasillos, clases y viejas taquillas de metal oxidado.

La pancarta era la más grande que él hubiera visto nunca, una tela de color beige grisáceo en la que se encontraban impresas las palabras “Byun Baekhyun (1992-2013). Siempre te recordaremos” en una caligrafía tan historiada que al chico hubiera podido llegar a hacerle gracia de no estar escritos allí su propio nombre y sus años de nacimiento y de muerte. Bajo ella, había toda clase de flores, fotos y notas, escritas en distintos tonos de bolígrafo, pegadas a la pared.

“Siempre fue un buen estudiante” rezaba una - cosa que era mentira.

“Hizo conmigo un trabajo y era un chico encantador.”

“Era una buena persona.”

“No debería haberle pasado algo tan terrible a alguien como él.”

“Lo echaremos de menos.”

Baekhyun no sabía por qué todo aquello seguía allí cuando ya habían pasado semanas desde el accidente. Le hubiera gustado sentirse querido al verlo, pero no reconocía la mitad de los nombres que firmaban aquellas tarjetas, no le gustaba ver cómo todo el mundo pasaba de largo por el monumento dedicado a él, como si fuera un elemento decorativo o un anuncio más, el resultado de la votación para reina del baile o el tablón que indicaba el horario de las clases del nuevo cuatrimestre y no el recuerdo de alguien que había cruzado aquella habitación diariamente, cargando con toneladas de libros y quejándose de sus profesores y que, de repente, había dejado de existir.

Se preguntaba cómo habría reaccionado él si la víctima hubiese sido otra; hasta qué punto habría pensado en todo aquello si el memorial estuviese dedicado a un alumno desconocido, si quien hubiera muerto en la explosión hubiese sido otra persona y no él.

Probablemente habría escrito algo y se habría olvidado del tema, pensó, mientras escuchaba casi como si no estuviera allí el sonido estridente que señalaba el final de las clases de la tarde. Como los alumnos que empezaban a salir ahora de clase, habría pensado que aquello era una pena y no lo habría recordado más. Como todos ellos, habría seguido adelante con su vida.

Y sin embargo él estaba allí, ahora, detenido entre cientos de tarjetas dedicadas a él por extraños y flores ya marchitas, buscando a una figura conocida que, si todo estaba bien, tendría que estar saliendo de su clase ahora, a punto de desembocar en aquel lugar.

Era extraño. Sabía - sentía - que Reminiscencia era real, pero en momentos como aquel no dejaba de parecerle una pesadilla de la que iba a despertar de un momento a otro. Desearía haber podido hablar con su hermano y su madre, que lo abrazaran como si fuera un niño. Desearía que Chanyeol estuviese allí, y no con Suho en vete a saber qué lugar; necesitaba verlo sonreírle una vez más y decirle que por lo menos no estaba muerto del todo, que Reminiscencia no estaba tan mal, porque quería empezar a creerlo.

Estaba pensando que venir allí había sido mala idea, que al menos el hotel no estaba lleno de recuerdos, cuando el sonido de voces aumentó en volumen y una marabunta de estudiantes entró en el recibidor, saliendo de las clases circundantes y buscando cruzar las puertas de salida e irse a casa.

Era casi de noche ya, y todos hablaban, de los programas de televisión que iban a ver mientras cenaban, de los planes para el fin de semana, del chico que les gustaba y del examen para el que tenían que estudiar. Ninguno era consciente de que allí, parado en el centro de su propio mausoleo, estaba el fantasma de un chico que había sido como ellos, cuya vida había sido igual de sencilla hacía lo que parecía una eternidad.

Y Baekhyun estaba pensando en rendirse y marcharse, dar media vuelta y correr al metro, regresar al hotel antes de que Suho lo echara en falta y hacer como que nada había ocurrido cuando lo vio.

A Sehun, bajando por la escalera frente a él, franqueado por dos amigos y riéndose, normal, a salvo y vivo.

El chico no pudo evitarlo, el quedarse quieto en el sitio. Acababa de conseguir comprobar que todo estaba en orden y que no había ningún problema allí, pero no pudo moverse mientras observaba al otro joven desembocar en el recibidor, acomodarse la mochila sobre los hombros. Era un deseo casi masoquista, pero quería ver si, a pesar de no haberse conocido apenas de modo efectivo, Sehun miraría aunque fuera por un instante su monumento. Si cerraría los ojos y murmuraría una plegaria por él, o si se sentiría triste.

-Por favor -susurró, y sintió que el corazón se le aceleraba en el pecho cuando vio cómo Sehun se detenía sólo un instante y paseaba la mirada por la enorme pancarta con la familiaridad del que lo hace todos los días.

Sus ojos parecieron seguir un recorrido concreto mientras hablaba, mientras continuaba caminando en pos de sus amigos: primero el cartel, luego los ramos de flores en el suelo, luego las notas pegadas en folios en la pared. Baekhyun ya estaba sonriendo, sintiéndose infinitamente agradecido, cuando vio que Sehun se detenía de golpe, sobresaltando a sus amigos, con los ojos como platos y la boca muy abierta, pálido como si hubiera acabado de darle un infarto.

-¿Qué…? -murmuró Baekhyun, girando la cabeza para mirar a su alrededor. El mundo en torno a él seguía adelante con normalidad, y en su entorno no había nada anormal. Confuso, se volvió de nuevo hacia Sehun, frunciendo el ceño… y fue entonces cuando los ojos del otro chico se clavaron en los suyos de modo claro, directo, con la sorpresa y algo parecido al miedo brillándole en las pupilas.

Era como si Sehun hubiese visto un fantasma. Como si Sehun hubiese mirado al frente y lo estuviera mirando directamente a él. Byun Baekhyun. Ahí.

-¿Eh? -Baekhyun sintió que la pregunta salía de entre sus labios, tan débil que nadie habría podido escucharla. Aquello era imposible, no podía estar pasando. No estaba materializado en el mundo real; no podía materializarse en el mundo real, y nadie a su alrededor lo estaba viendo, ni los estudiantes que pasaban por delante de él ni los mismos amigos de Sehun, que se habían percatado de que algo raro pasaba y habían empezado a hacerle preguntas.

Pero Sehun… Sehun seguía teniendo los ojos clavados en él, de un modo tan claro que Baekhyun no pudo evitar sentirse casi histérico, vendido en un mundo extraño, totalmente confundido.

“¿Qué pasa? No entiendo. ¿Qué está pasando?”

Frente a él, treinta metros más allá, el otro chico negó con la cabeza y se zafó de sus amigos, murmurando algo que Baekhyun no pudo llegar a escuchar. Seguía blanco como la cal, pero dio un paso hacia él, y luego otro, y a Baekhyun se le cortó la respiración.

Lo lamentó cuando ya hubo estado a salvo, fuera del recibidor y del campus, pero en aquel momento no pudo evitarlo. Todo el cuerpo le estaba fallando, su cerebro se negó a pensar.

Así que, soltando un quejido, echó a correr, huyendo como si lo persiguiera el mismo diablo.
[Capítulo 4]   [Capítulo 6].

!multi-chaptered, pairing: chanyeol/baekhyun, rating: r, pairing: suho/chen, au: reminiscencia, pairing: kai/kyungsoo, fandom: exo, fic: reminiscencia

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