Inmadurez, perdón y culpa

Dec 14, 2005 20:16

Supongo que todos los que habeis cogido en brazos a un crío sabreis que a veces se ponen ciertamente bestias y que hacen daño. Puede ser que estén jugando, o que estén cabreados, o lo que sea, pero en un momento dado empiezan a tirarte del pelo, a dar patadas, a tirarte cosas, a mover los brazos como aspas de molino... y entonces tienes varias opciones. O soportas estoicamente cual abuela abnegada, o les riñes, o te separas de ellos y no te vuelves a acercar hasta que crezcan lo suficiente como para ser conscientes de su propia fuerza. Porque puedes pensar: "que niño más bruto, yo no tengo que aguantarle, que no soy su madre" o "pobrecito, no se da cuenta, y tampoco es para tanto".

Vale, concepto asumido. Ahora apliquemoslo a adultos. Porque todo el mundo sabe también que hay personas cuyas reacciones a veces hacen daño a los demás. Puede ser que estén demasiado felices para hacerte caso, o para pensar en tus sentimientos, o puede que sea al contrario, que estén enfadados y lo paguen con el primero que encuentran, o que estén tan deprimidos que no sean capaces de ver que los demás también tienen capacidad de dolor. Las opciones son las mismas que con los niños. Puedes cabrearte con ellos, puedes apartarte discretamente y no querer saber nada hasta que maduren un poco, o puedes aguantarles todo, porque son así, no se dan cuenta, en el fondo son buenos.

Si, son buenos, pero pisan. Y a veces saben que están pisando, pero creen que los demás no lo ven. Te piso un poco porque a mi me acaban de pisar, y necesito desahogarme, y tu vida es tan perfecta en comparación con la mía que no te darás cuenta.

Pues no, mi vida no es perfecta. Que no lleve un cartel proclamando mi dolor no significa que no me duela nada. Se puede tropezar y empujar a alguien por accidente. Lo que no se puede es ir conscientemente mirando hacia otro lado para golpear a quien sea, ay, perdón, solo porque necesito darle a alguien. Aunque sea flojo. Los golpes flojos, cuando son queriendo, duelen más que una puñalada por accidente.

Y nadie que tenga edad para votar y para beber alcohol tiene derecho a excusarse en "yo es que soy así" cuando no respetan los sentimientos de los demás. Sé consciente de cuando haces daño, y pide perdón, que ya eres mayorcito para seguir comportandote como un bebé. Si aprendiste a controlar los esfínteres, aprende a controlar el resto. Que nadie tiene por que ir limpiándote el culo emocional el resto de tu vida.

Y ahora hablamos de las revanchitas, de las vengancitas simbólicas. Del "vale, acepto tu perdón, pero a la próxima oportunidad voy a dar donde sé que duele. Si al fin y al cabo soy tan sutil que ni te vas a enterar..." Pues no. No son tan sutiles. Vaya si no nos enteramos. Que en su casa les oigan soltar sapillos y culebrillas y finjan que no les oyen no significa que los demás tengamos la obligación de hacer lo mismo. Si no quieren perdonar, que no perdonen, pero que no finjan y luego jodan por la espalda.

¿No os fastidian esas personas que te hacen una jugarreta en un momento dado y luego te la confiesan, entre risas, como si tal cosa? "Se me fue la olla". Si, se te fué la olla y me jodiste. Y ahora me lo confiesas y crees que ya está arreglado, y pasado mañana se te volverá a ir la olla y me volverás a joder. Y si me enfado, la culpa la voy a tener yo. La confesión no implica exención de culpa. Recordemos el catecismo: hacen falta tres cosas para obtener el perdón: confesión, arrepentimiento y expiación. Y entonces uno no tiene más remedio que perdonar. Pero si alguien se salta el último párrafo, y mucha gente lo hace, la obligación se anula. No te imbuyas de justa ira, que no tienes razón. Ya te perdonaré si un día me pillas de buenas. Mientras tanto, ahi te quedas, tu y tus remordimientos de conciencia.

La culpa es un asunto curioso, ¿verdad? A veces uno preferiría que le metiesen un ostión en vez de dejarlo pasar. Los remordimientos de conciencia son horribles. Hay personas incapaces de pedir perdón, te la juegan y esperan impacientes tu venganza, y si no llega te acaban odiando. No pueden ir y pedir perdón, simplemente. Se sienten tan bajos que no se quedarán tranquilos hasta que tu te rebajes a su nivel. Y te odian por no querer hacerlo. Ni por un momento piensan que a ti eso no te daría ni la más mínima satisfacción.

Maduremos un poco todos y tengamos una cosa en cuenta. Hay tres frases que algunos repiten como letanías y que son absolutamente falsas:

a) "Yo soy así, no voy a cambiar." Mentira, cambiarás cuando te convenga. Madura un poco y deja de poner excusas...

b) "Tu no sabes por lo que estoy pasando." Pues a lo mejor te llevas una sorpresa. Que no me queje no significa que no me duela. Y a todo esto, tu tampoco sabes lo que me estás haciendo pasar a mi con tu actitud.

c) "Estoy solo." Que te sientas solo no significa que lo estés. Y además, ¿como te crees que se se siente la gente a la que le importas cuando te oyen hablar como si no existieran?

Nietzsche decía algo muy divertido al respecto. Decía que los enfermos (enfermos del alma) tienen el deber de curarse lo antes posible, porque al principio reciben todas las atenciones del mundo, pero si su enfermedad se prolonga durante mucho tiempo incluso los que más les quieren les dejarán solos, aburridos ya de tanta enfermedad.

declaracion de principios, teorias

Previous post Next post
Up