Nov 21, 2014 19:52
Le he dado muchas vueltas al volver a LiveJournal o no, pero preciso redactar la vorágine de pensamientos que atormentan mi día a día. A decir verdad, he tenido un año maravilloso, pero no puedo evitar ver el vaso medio vacío.
Me había propuesto abandonar twitter para siempre. Al final, algunas decisiones son más difíciles de sostener no importando lo infantiles que parezcan, así que he vuelto bajo el nombre de @aoko__1412. Debo admitir que el negativismo de twitter continúa fastidiándome.
Disculpen que no habilitara los comentarios… no quería darle más vueltas en mi cabeza a determinadas situaciones… (´;ω;`)
El principal tema de conversación en mi casa siempre ha girado en torno a la economía y todo el cosmos al que supone; era de esperarse, mi mamá tiene dos títulos de grado y cuatro post grados, mi papá es contador y mi hermano despachante de aduanas. Y yo, estudiando arquitectura, no soy ajena a ella.
Recuerdo, que cuando era pequeña, mis padres nos compraron el Monopoly (o Monopolio en algunos lugares). ¿Quién no ha pasado horas y horas jugando algunas de sus variantes? En el verano pasado, jugué por primera vez la versión que lanzaron por el Mundial Francia ’98. ¡Y logré hacerme de a Argentina, Inglaterra y Holanda en las primeras jugadas! Era sabido, ¡ya había ganado en Monopoly (´・ω・`)!
Retomando la idea principal, recuerdo una frase de mi infancia que sustentaba que: “La vida es como en Monopoly”. Pasé gran parte de mi adolescencia pensando que era demasiado capitalista sostener tal exclamación, ¿y cuándo no? Sin embargo, por pensarlo desde lo que el sistema representa, sólo lo analizaba a escala macro y no desmenuzaba las distintas circunstancias que lo representan.
Mirando la particularidad, recordé la situación de “ir preso y perder un turno”. Hay muchos escapes y tomas de decisiones para superar esa circunstancia; van desde pagar una multa a tirar los dados y dejarlo al azar. Hay quienes sustentan que si no se paga la multa, uno no pierde dinero; y puede aprovechar para simplemente recaudar el dinero de otros mientras el resto juega y uno espera que los dados decidan.
Estancarse y perder turnos. Encasillarse en una idea, no moverse, no reflexionar en salidas y dejar que el tiempo, simplemente, vuelve. ¿Cuántas veces pecamos de ello?