Una voz, un silencio, un recuerdo…
un suspiro, una lágrima, un poema
una gota en un vidrio opacado
una vela, unos ojos en pena.
Un recuerdo sufriente en la noche
desgajado, final, lacerante,
una luna, y un perro, y un coche,
y un gemido inaudible y doliente.
Un recuerdo. Un recuerdo
como mano tendida a la nada,
como paso hacia el abismo,
hacia la negrura
hacia el frío.
Corazones perdidos en un limbo
luces errantes sin encuentro
caricias sin alma ni sustento
desencuentro de cáscaras.
Vidas enteras y un recuerdo
relaciones repetidas
rostros superpuestos en un fondo gris,
ausente, ajeno, siempre ajeno.
Siempre ajeno.
Pero una vez, una bendita vez
el chispazo despierta a la noche
y el telón agobiante se parte
y en el fondo resurge, triunfante,
la belleza de estar en lo cierto
del haber encontrado el camino
de encontrarle sentido a los sueños
de que sueño y vigilia sean dulces,
y la magia danzando en el aire…
Una vez, una vez, voy cantando
unos ojos me incendian el alma.
Y los besos errantes se encuentran
y las manos perdidas se tocan
y los rezos encuentran reposo
y las almas se abrazan y vuelan.
Voy cantando feliz por la vida
unos ojos me incendian el alma.