Hola
Sí, esto es la continuación de mi tabla.
¡Sorpresa!
Siento muchísimo la tardanza. He intentado durante meses reconciliarme con esta historia. El hecho de que no me guste cómo quedó la primera parte, y de que esta segunda parte era lo que estaba escribiendo cuando tuve una desgracia personal, es lo que me ha impedido continuarla hasta ahora.
Esta parte me gusta más cómo ha quedado.
Espero que la disfrutéis:
Verde
Lily Evans no es una chica normal.
Ni siquiera es una bruja normal.
A Lily no le gusta leer Corazón de Bruja, ni ir a ver partidos de Quidditch.
A ella le gusta quedarse hasta tarde en la biblioteca, o pasear por el lago los días que nieva. Poder observar las estrellas durante las largas noches de invierno.
Ella es Gryffindor pero su mejor amigo es un Slytherin.
Tampoco le halaga que un chico guapo la invite a salir.
Pero sobre todo no le halaga, cuando ese chico es uno de los más arrogantes bromistas de todo el Castillo, que se pavonea por ahí gastando bromas pesadas.
Lily simplemente quiere estar tranquila.
Que la dejen estudiar en paz en su adorada biblioteca.
Que no la molesten cuando pasea con su mejor amigo por el lago.
Que Potter la ignore.
Que Severus no huya de ella.
Lily se miente.
Se dice que no le importa. Que no le duele que la deje de lado.
Que esos amigos nuevos que tiene ahora, no son lo que la gente dice.
No puede creerlo.
¿Severus, su Sev, formando parte de una especie de secta que se dedica a oprimir e incluso matar a los que no tienen sangre pura?
Porque Lily tiene claro que esos alumnos no sufren de la típica rivalidad entre casas o de esos estúpidos prejuicios de sangre pura.
No, es algo… más oscuro. Una mezcla entre odio y desprecio que inquieta a Lily.
No, él no podría, él no es así…se sigue mintiendo ella.
A veces se lo encuentra por los pasillos, y se miran.
Lily ha aprendido a no saludarlo cuando va con cierto grupo de Slytherin.
Ésos que todo Hogwarts sabe que son futuros mortífagos, que están deseando unirse a El-que-no-debe-ser-nombrado.
Sabe que cuando Severus mira a ambos lados, está comprobando que no hay nadie delante. También sabe que si lo hay, no la saludará.
Llega el 9 de enero, y Lily lleva en un paquete la bufanda verde que le ha estado haciendo durante un mes.
Lo encuentra saliendo del Gran Comedor.
Se miran.
Severus se gira nerviosamente hacia atrás, por donde sus amigos salen. Lily da un paso hacia él.
-Sev…-susurra Lily.
-¡Snape! -Lo llaman, miran con desprecio a Lily.
Severus aparta deliberadamente la mirada de ella, y pasa a su lado, ignorándola.
Sigue a sus amigos.
Ella no lo vuelve a buscar ese día. Guarda la bufanda, para final de curso, tal vez…
Quizás Lily sí entienda que Severus ya no es su Sev.
Pero cuando él la llama “sangre sucia” ese negro día de junio, Lily ya no puede mentirse más. Está cansada de disculparlo, de justificarlo.
Por eso, cuando Severus va a pedirle disculpas a la puerta de su Sala común, Lily no puede perdonarlo.
Ya no.
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James lleva un rato esperando a que la Sala común se vacíe.
De vez en cuando echa una mirada furtiva hacia uno de los sillones cercanos al fuego, comprobando que sigue ahí.
Cuando un grupito de alumnos de tercero sale a comer por fin, se apresura a levantarse, y sin siquiera asegurarse de que no hay nadie espiándolo, coge el objeto que lo ha mantenido toda la mañana pegado al sillón de la Sala común.
James sabe que lo que está haciendo se podría considerar robo por algunos idiotas de mente cerrada, pero él no está robando a Lily.
Después de todo, en unos cuantos años estarán casados y lo suyo será de ella, y lo de ella suyo. Adelantar un poco los acontecimientos no puede perjudicar a nadie…
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Sirius, Remus y Peter entran en su habitación y se quedan paralizados en la puerta, mirando a James.
Éste está sentado en su cama, apoyando la espalda en el cabezal y con las piernas estiradas. Alrededor de su cuello descansa una bufanda verde, que él frota contra su mejilla.
James no reacciona hasta que no oye el ruidito de asombro que hace Pete.
Y entonces sólo los mira, alzando una ceja, al tiempo que dice:
-Es de Lily…
Sirius pone los ojos en blanco, aliviado interiormente, y se tira en su cama, con un quejido sobre lo mucho que le duele el estómago después del atracón que se ha pegado a dulces.
Remus sonríe con resignación y se agacha delante de su baúl, en busca de alguno de sus libros.
Peter es el único que suspira con alivio y comenta:
-Menos mal, Cornamenta, ya pensábamos que te habías vuelto loco. Primero dices que te quedas toda la mañana estudiando -suelta la palabra como si fuera una blasfemia- luego no bajas a comer, y cuando subimos estás olisqueando, como un perro, -Sirius le manda una mirada asesina desde su cama- esa bufanda verde…
Mi intención al resaltar insistentemente la palabra “verde” en la última parte no es sólo para que esté claro que es la bufanda que Lily le hizo a Snape, sino porque quiero que se resalte que James llevaba una bufanda verde.
En los libros, las bufandas que se llevan eran las de las casas. Algo simbólico, por ejemplo, llevar la bufanda de Gryffindor , cuando se jugaba un partido de Quidditch.
El que James llevara esa bufanda a mí me dice mucho de lo que está dispuesto a aceptar por Lily.
Me gusta pensar en James con una bufanda verde.
Más cosillas a destacar:
El 9 de enero es el cumpleaños de Snape.
Y sobre Lily, no me la imagino como una Hermione Granger, pero sí que tenía algo de ella, ambas fueron grandes alumnas. Por eso lo de la biblioteca, los libros y la misma bufanda hecha a mano.
Y nada más.
Gracias por leer.