Holas ;D
Aquí
an_astaris ...o mejor conocida como
blank.
Comenzemos...
Nombre: La puerta
Palabras: 470
Nota: Primer cuento de 10, primera persona, final wtf D:
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A la distancia, dicen que es posible observar cómo de entre las olas aparece un pequeño montículo de tierra al atardecer. Éste parece danzar al compás del viento, y en cuanto el denso y oscuro banco de bruma se desvanece, la diminuta y evanescente isla vuelve a ser devorada por las inmensidades del mar.
Así lo comprobó un día, quién que con ojos somnolientos vigilaba a la distancia por algo que parecía nunca llegar. Sin embargo, existía un hecho aún más importante que le intrigaba, y no era necesario que sus ojos se perdieran en la distancia para encontrarlo.
Su casa era muy vieja, tanto, que puede que sus bisabuelos aún no nacieran cuando fue construida. Desde su más tierna infancia, le gustaba escudriñar por cada rincón, y hacer suya la sensación de que conocía cada secreto de su morada, por lo menos eso creía, hasta que notó la existencia de una puerta en el subterráneo; una puerta que estaba firmemente sellada con un gran candado oxidado y varias cadenas muy pesadas.
Fueron pasando los años, y la necesidad de descubrir los ocultos secretos que le deparaba le inquietaban, pero ¡no poseía la llave!
Pero finalmente, su paciencia fue premiada, y la corriente de un arrollo cercano que se había desbordado con las aguas acumuladas por la tormenta de la noche anterior había escarbado la tierra y arrastrado gran parte del sedimento de una orilla, en las cercanías de su hogar; con esto, un brillante trozo de metal había sido expuesto, y de inmediato supo de que se trataba. Había encontrado la llave de la puerta.
Sin más remedio, se preparó para aquello que tanto ansiaba. Lentamente, la introdujo en el candado, el cual no parecía tener deseos de ceder, hasta que finalmente la llave giró, el candado y las cadenas cayeron, y sólo quedó el silencio.
Ni siquiera era capaz de escuchar su agitada respiración, ni siquiera era capaz de sentir sus propios pensamientos, ni mucho menos podía hacer que su corazón se desacelerara. Lentamente, giró el oxidado picaporte, y una cegadora luz le envolvió, para luego ser tragado por la más abrumadora oscuridad que ni en sus más terribles pesadillas pudo imaginar.
Entonces descubrió que ya no respiraba, que ya no sentía, que ya no pensaba, porque lo que ahí halló fue a su propio ser reflejado, tan vacío y distante como nunca notó que lo estaba, su imagen no era más que una cruel caricatura de algo que alguna vez existió, y en sus ojos sólo podía ver el apagado brillo de la desilusión, del miedo, la angustia y la resignación.
Y finalmente, todo cobró sentido… aquella isla que divisaba a lo lejos en realidad eran las lejanías de un camposanto, aquella casa era un mausoleo, y la puerta… la rígida cubierta de un ataúd…
Había muerto.
***