Radamanthys, de rubio cabello, ceño fruncido y expresión parca. Es un personaje asombroso, encantador, misterioso; un buen exponente del signo Escorpión.
- Lo que fue, lo que es, lo que será y lo que pudo ser es lo que aquí nos concierne. -
Fandom: Saint Seiya
Tema: #1. Primera Vez
Autor: ame_hyogen
Rating: PG
Personaje: Radamanthys de Wyvern
Reto: No
Tabla: Sí
Advertencias:Quizá encuentren un poco de Radamanthys/Pandora.
Notas: La viñeta es un preludio a Hades, desde mi particular punto de vista.
Radamanthys y el universo de Saint Seiya le pertenecen a Masami Kuramada.
Si alguien le hubiera dicho que en un futuro cercano se encontraría siendo uno de los 108 espectros de Hades no se lo hubiera pensado dos veces y dudaría de sus capacidades mentales. Claro que ahora este hecho era más que la absoluta realidad, era uno de los 108 espectros del Señor Hades y no sólo eso, uno de los Tres Jueces del Infierno, es decir uno de los más fuertes de los Guerreros del Dios de la Muerte.
Y ahora esperaba junto a Aiacos y Minos que el Señor del Inframundo se presentará ante ellos.
Quién diría que hace tan sólo cinco meses era un joven normal de 18 años; se dedicaba a ir a la escuela, practicar actividades extracurriculares, ser el orgullo de unos padres a los cuales veía dos veces por año. La típica vida de un chico que había nacido en buena cuna.
El día en que su vida cambio no había sido particularmente especial, un día gris, frío, con niebla. Se dirigía hacia su casa tras una ronda de whiskys con otros tipos de la escuela, ellos se habían quedado saciando a sus hormonas mientras él sin el ánimo necesario para fingir que una chica común y corriente le provocaba el más mínimo deseo, había decidido no malgastar su tiempo.
Caminó hacia la parada del bus, el llamar al chofer haría que la servidumbre, que al parecer se ocupaban más de su bienestar que sus padres, se consternaran por frecuentar semejantes lugares; Realmente le importaba muy poco lo que pensaran, pero la incomodidad de la escena nadie se la quitaba. Subió al autobús y se sentó al lado de un joven de cabellos plateados, que extrañamente le recordó la luz de la Luna, frente a ellos iba otro hombre idéntico pero con cabello dorado, como los rayos del Sol, y una joven de cabello tan negro como el mismísimo manto de Nyx.
Su mente volvió aquel Pub de mala muerte, tratando de recordar si no había pasado por alto a alguien que ameritara su tiempo, su cabeza se movió ligeramente en negación; Definitivamente en ese lugar no habría nada que valiera la pena. pensó para sí, mientras no podía evitar mirar de reojo a tan peculiares acompañantes. Los dos hombres llevaban una sonrisa en los labios, mirándose el uno al otro como si estuviesen manteniendo una conversación mental. La joven iba seria, una expresión muy dura para un rostro tan joven, sus ojos se encontraban clavados en los de él, más bien en su entera persona.“ Curioso trío” - “Si en ese agujero hubiese una chica al menos la mitad de interesante que ella, seguro no estaría aquí.” -
- Ni se te ocurra hacerla participe de tus pensamientos - El de cabellos plateados se había inclinado hacía él, susurrándole una advertencia con voz ligeramente fría, que caía en lo átona. Advertencia que no le hubiera causado mayor sobresalto sino fuera porque técnicamente le dio a entender que leyó su pensamiento.
Fingió que ello no había acontecido, siguiendo en silencio su viaje. Si bien la chica miraba en su dirección, no daba la impresión de estarle mirando a él, era como si viera a través de él, quizá dentro de él.
Su temperatura corporal descendió dramáticamente: el joven a su lado le había sujetado la muñeca, se liberó lo más rápido que pudo y se levantó sobresaltado, aprovechó que él autobús se había detenido por la luz roja y que en poco reanudaría su marcha para bajarse y dejar a ese trío. Dicho y hecho, tras bajarse y recibir unas maldiciones por parte del conductor por no usar la puerta trasera, el bus se marcho con tan peculiares personajes.
Aún estaba entumido por el frío, que aparentemente había sido ocasionado por el agarre del peli-plateado, así que decidió poner pies en polvorosa y alejarse de ahí; la parada no estaba muy lejos y quizá le intentaran seguir. Tres cuadras más adelante, donde se disponía a girar a la derecha, aparecieron nuevamente.
Una sensación de peligro embargo su ser, decidió que huir de nada le serviría así que optó por pelear, como su única alternativa: El peli-plateado fue quien pareció entender su intención y acepto con gusto el reto, Radamanthys dio el primer golpe, un ataque que el otro no previó y por lo tanto logró romperle el labio, enfurecido le tomó por el cuello, cosa que resultó mucho más fácil dada la diferencia de estatura. Nuevamente el frío se hizo presente en su cuerpo, en la atmosfera, en su vida; pateó repetidamente hacía el costado de su agresor pero ni aún así logro que soltara el agarre.
- No, lo necesitamos muerto, al menos no en estricto sentido - Por primera vez el rubio habló. Su voz, a diferencia de la de su gemelo, era melodiosa casi cantarina y le hizo sentir una calma inesperada.
- Suéltalo y déjamelo a mi, me parece que Pandora ya ha visto lo que quería. - el otro soltó el agarre de mala gana y antes de que impactara contra el suelo, el rubio le tomó en brazos, una calidez le embargo, una calidez sobrecogedora, que le instó a dormir. Antes de que sus parpados le traicionaran dejándolo a merced de esos seres tan extraños miró a la chica, a Pandora que le decía:
- Radamanthys, Hades te está llamando ¿Es qué acaso no le escuchas? -
Si, así había sido su primer encuentro; tras el cual había recuperado la memoria y lealtad hacía Hades, a quien no había visto desde la época del mito. No sabía como había sido para los demás, pero sospechaba que ellos tres habían sido los únicos a los que se les había buscado de manera tan catártica, pues la Guerra Santa estallaría en poco, y necesitaba a sus más fieles guerreros en las mejores condiciones, o eso le había dicho Pandora.
- Es una grata sorpresa el reencontrarnos - Hades siempre se había mostrado afable, al menos con ellos tres. Al escuchar la voz de su Dios, por primera vez se sintió cómodo en el Inframundo, y con su existencia en general.