Capítulo 17

Feb 19, 2008 13:24


- ¡Maldita sea!.- Los pensamientos de Dean volvían a ser claros. Estaba tirado en el suelo del cuarto de motel con el arma en el suelo. Sentía a Belial en él pero de nuevo tenía el control de sus pensamientos y de los del propio demonio que lo atormentaba con la posibilidad de que supiera el lugar en donde su hermano se ocultaba.- ¡Eso ha dolido!
- ¿Crees que me importa? - la voz de Belial en su cabeza le dejaba claro que ahora se sentía más seguro.
- ¿Qué coño me has hecho? - preguntó en voz alta sabiendo que quizás no obtendría respuesta. Belial se levantó del suelo, se acercó a la bolsa sobre la cama para sacar de él un pequeño botiquín.- Mira que eres cobarde. ¿Te vas a amilanar por un poco de sangre? - Sintió que Belial trataba de ignorar sus propias palabras en forma de pensamientos directos. Tomo la bolsa de encima de la cama y recogió las llaves del Impala del pequeño taquillón. Dean sintió en su propia mente un escalofrío. Sabía donde estaba. Era evidente.- Eso, ve... ponte a tiro. No lo dudará. Te volará la cabeza.
- Tu cabeza.- escuchó el resonar de la voz de Belial en su mente.
- Me acusa de ser la persona más cabezota e intransigente del planeta ¿crees que le importará volártela… volármela…? ¡Lo que sea! - Belial tiró del pomo de la puerta del motel para salir a la calle. La tarde fría caía. Caminó con paso decidido hacia el coche aparcado en el mismo sitio donde lo había dejado hacía horas. Dean pensaba a toda velocidad, debía hacer algo. No podía controlar su cuerpo, ya lo había intentado varias veces. El demonio en su interior era quién tenía el control aunque por alguna extraña razón su mente era capaz de contradecirle. Aquello no encajaba. Él era cazador. Los demonios controlaban por completo a sus víctimas. Cuando era exorcizados recordaban algunas de las horribles cosas que habían hecho... Pero no podían impedirlo. Se comportaban normales cuando no querían llamar la atención y usaban su poder maléfico cuando lo deseaban sin que la víctima pudiera hacer nada. Pero él tenía el control de su propia mente. Al menos hasta ese momento. Su poder ahora no era absoluto como cuando estuvo en aquella sala, con aquel ser… donde diablos se supone que estuviera.
Belial caminó con decisión hacia el Impala. Entró casi como si fuera un autómata mientras el cerebro del cazador bullía en modos y maneras de intentar lo inevitable. Debía lograr influir en él, debía concentrarse en eso, si no Sammy estaría en peligro. Debía tratar de comprender qué ocurría. Aquello no era lo que había aprendido, no era lo que le habían enseñado… Pero nunca antes había sido poseído por un ser así. Se sentía estúpido. Se había dejado atrapar, se sentía frustrado por no haber podido impedirlo. Era como si todo lo que había aprendido durante años, lo que su padre le había inculcado, se hubiera ido al garete en un momento. Había fallado. Había puesto en peligro de nuevo a su familia. A su única familia ahora. O no.
Quizás su fortaleza era lo que impedía a aquel Belial tener todo el control. O quizás era cuestión sólo de tiempo. Quizás aquello era lo normal, no tener el control desde el comienzo… “No”. Se dijo aquello con firmeza. Si fuera así aquel demonio no estaría tan confuso como él.
Belial trataba de pensar también, pero no de manera muy abierta para impedir que aquel tozudo cazador le confundiera. Su señor le había dado instrucciones claras. Sabía lo que debía de hacer. Conducía el Chevy Impala a gran velocidad ahora, de forma mecánica. Sabía donde estaba su objetivo y nada iba a detenerle.
Los campos de la zona pasaban a gran velocidad. Prácticamente ya no se veía nada dado que la oscuridad comenzaba a hacerse dueña del paisaje. Para cuando el coche entró en el camino de tierra que conducía a la casa que ahora era su objetivo, el manto negro lo cubría todo y ni tan siquiera la luna era testigo del momento, oculta entre las nubes.
Belial salió del coche. Caminó hacia el maletero con decisión. Dean no podía creer lo que estaba haciendo. Lo abrió para luego levantar la tapa que ocultaba el doble fondo del mismo, y usó una escopeta que encontró dentro para bloquearlo y que le permitiera ver el contenido. Aquel era todo un arsenal. Se sonrió para sí. Podía coger cualquier cosa que quisiera.
- ¿No tiene su poesía esta situación? - preguntó abiertamente a su otro yo.
- Poesía será cómo acabe tu cara cuando Sam te detenga. Si crees que mi hermano va a quedarse quieto por el solo echo de verme a mi, es que no le conoces lo suficiente.- Belial ignoró lo que decía. Sacó de una pequeña cartuchera de cuero un revolver, y un cuchillo de campaña de doble filo, largo y frío. Tras guardarse ambas armas en el cinto, cerró el maletero y caminó con paso decidido hacia la casa.
Cuando alcanzó el umbral de la puerta, alzó la mano y las bisagras no se resistieron a su poder. Aquello era un juego para él, mientras que Dean, su portador, sentía una sacudida.
- Coño, no hagas eso. Duele. ¿Nadie te ha enseñado a llamar? - dijo tratando de distraer su atención y pensar a toda velocidad. El silencio les rodeo. La casa estaba a oscuras. Parecía completamente vacía. Tardó unos minutos en recorrer toda la estancia… nada.- ¡Ja! Tiene gracia. Sitio equivocado. Parece que los contactos son un poquito incompetentes ¿no? - Belial frunció el ceño que era como fruncir el ceño del propio Dean. Trató de pensar. Aquello era imposible. Su señor nunca le había indicado nada que no fuera la verdad.- ¿Y qué tal si pruebas en las páginas amarillas?
- Cállate.- dijo con tono seco tratando de pensar de nuevo.
- Oh, por favor. Mi hermano es más listo que dejarse atrapar en un sitio cerrado. Ahora mismo estará poniendo tanta tierra de por medio que ni en tus sueños volverás a verle. Ha aprendido del mejor…
- Cállate.- dijo a la vez que se sujetaba la cabeza tratando de pensar.
- Lo siento, no hay trato. El coñazo de mi voz va incluido en el pack de mi atractivo cuerpo.- Belial sacudió la cabeza. Algo se le escapaba. Se concentró momentáneamente tratando de ignorar su rabia ante las palabras del cazador. Sólo necesitó entonces unos segundos para saber que no estaba en el sitio equivocado, sólo en la sala incorrecta. Avanzó hacia la cocina a grandes zancadas. Y entonces la vio. Allí estaba la puerta del sótano del edificio. Era el único sitio donde no había mirado aún. Avanzó sujetando el arma con decisión, alzó el brazo y las bisagras de la puerta salieron disparadas sin esfuerzo, Dean gruñó en pensamientos ante aquella nueva muestra de poder que le aportaba daño. Se abrió entonces paso al lugar en penumbra con aquel estruendo. A sus pies aparecieron unas escaleras y comenzó a bajarlas con sus sentidos atentos. Alcanzó el último escalón y pudo contemplar el lugar. Había amontonadas algunas cosas, pero estaba bastante mal aprovechado. La luz de la luna entraba por los cuatro pequeños ventanales del subsuelo, las nubes debían haberse apartado lo suficiente.
Avanzó despacio, con cautela, justo hasta el centro de la habitación. El lugar parecía volverse a oscurecer lentamente. Sintió una sacudida en la cabeza. La veía… veía a aquella chica entrometida. No estaba allí, había salido de su maldito escondite en la casa donde había permanecido hasta ahora. Avanzaba asustada, la veía… era como seguir a un conejo aterrorizado en la oscuridad.
- ¿Me buscas? - la voz de Sam le hizo girarse en redondo. Allí estaba, de pie ante él.
- No fuiste tan difícil de encontrar.- Sam sintió un escalofrío. Era la voz de su hermano, era su hermano… No podía creer que aquello estuviera pasando. Que tuviera que decidir sobre él en ese momento.
- Joder…- El pensamiento de Dean se volvió loco. Había aprendido todo de él, ¿y en vez de huir estaba encerrado en un puñetero sótano?
- No me escondía.- dijo con voz fuerte.- Hasta aquí has llegado. Ahora saldrás de mi hermano.- Belial rió con una sonora carcajada. Ahora estaba seguro, Sam tenía un plan, no estaría en esa ratonera con aquel demonio de alto nivel usando su cuerpo si no lo tuviera.
- ¿Estás de guasa? - pregunto Belial tratando de contener la risa.
- Te va a patear el culo, tío… te lo dije. Venga Sammy, saca ese cerebro tuyo y escúpele frases de esas en latín que sólo tu recuerdas.- Belial sacudió la cabeza tratando de quitarse de en medio los pensamientos del cazador. Sam se percató de que estaba herido, pero no parecía ser del todo grave. Sam trató de concentrarse… había tenido el tiempo suficiente para memorizar, o eso esperaba.
- Regna terrae, cantate Deo, psallite Domino, Tribuite virtutem Deo.
Exorcizamus te…- las palabras de Sam sonaban claras y sin perder de vista la mirada de Dean.
- Oh, por favor… latín barato.- comenzó a decir Belial acercándose a él. De nuevo una sacudida. Veía de nuevo a la joven, estaba alcanzando la puerta de la casa. Su señor había sido claro. No podía perder el tiempo.- Menos chabacanería de tristes brujas.- Alzó el brazo y una fuerza invisible lanzó a Sam contra la pared contigua. Dean sintió de nuevo el dolor de aquel uso telequinético que le estaba sacando de quicio. El cuerpo de su hermano sonó contra el muro y el joven Winchester sintió todos sus huesos dolerle.
- Hijo de puta…- Sam trató de incorporarse, pero estaba inmóvil contra el muro. Aún así aquello no le impedía hablar, le hizo recitar con más fuerza.
- Omnis immundus spiritus, omnis satanica potestas,
omnis incursio infernalis adversarii, omnis legio, omnis congregatio et secta diabolica.- Belial no podía creer que aquello le ocurriera. Mucho le quedaba a toda aquella parafernalia de frases para tan siquiera dolerle.- Ergo perditionis venenum propinare
Vade, satana, inventor et magister omnis fallaciae,
hostis humanae salutis.- De nuevo el rostro de la joven, ahora ya había logrado llegar a la calle y corría hacia el coche. No podía seguir perdiendo el tiempo con aquello. Sacó el arma del cinto y apuntó hacia Sam.- Humiliare sub potenti manu Dei; contremisce et effuge, invocato a nobis sancto et terribili Nomine Iesu, quem inferi tremunt.
- Lo siento por ese futuro tan brillante. Ibas a ser alguien realmente importante…
- ¡No! - La voz de Dean resonó en su cabeza tan fuerte que creyó que su cerebro iba a estallarle. Le hizo perder por completo el control de sí mismo bajando la guardia. El pesado cuerpo de Sam cayó al suelo cuan grande, era volviendo a sentir el duro suelo ahora en sus huesos. No podía creer lo que había pasado, le había soltado…
- Dean, ayúdame…- Los ojos de Belial se crisparon.
- La chica payaso… la chica se te escapa ¿no es eso lo que quiere tu señor? Espera, eres tan cabezota y obstinado que no puedes decidirte ¿verdad? Ella o él.- trató de hacer caso a las palabras de Sam, diciendo lo primero que le pasaba por la cabeza.
- ¡Cierra la bocaza!.- gritó Belial para ambos.
- Ab insidiis diaboli, libera nos, Domine. Ut Ecclesiam tuam secura tibi facias libertate servire, te rogamus, audi nos.- Belial alzó de nuevo la mano tratando de concentrarse. Había alcanzo la mitad del texto no podía seguir distrayéndose. La extraña fuerza volvió a actuar no sólo en Sam sino también en Dean con una punzada intensa en la cabeza. Belial hizo un esfuerzo de nuevo por usar su poder, a pesar de que de nuevo veía a la joven arrancar el auto ya, dispuesta a alejarse. Belial gritó con furia, Sam se vio alzado de nuevo contra la pared incapaz de moverse tratando de recitar aquel exorcismo casi entre dientes, Belial apuntó de nuevo con el arma.- Ut inimicos sanctae Ecclesiae humiliare digneris.
- ¡No! - la voz de Liz se escuchó allí mismo. Un disparo sonó en ese momento despistando a Belial de nuevo. El tiro del revolver alcanzó a Sam en un hombro, dejándole paralizado de dolor.

supernatural fanfic: "empathy"

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