Autor: Amaunet
Género del Relato: Terror. Supernatural
Resumen: Sam y Dean Winchester, uno con una sentencia de un año de vida tras un pacto demoníaco, y el otro buscando salvarle a como dé lugar. No contiene spoilers si se ha visto toda la segunda temporada.
- Vale, voy a ser buena. Puedo ser una niña buena ¿sabes? - su sonrisa malévola volvía a atraerle peligrosamente mientras cambiaba el tono de su voz a un sonido meloso, abriendo los ojos como platos con unas pestañas largas perfectamente marcadas.- Voy a enseñarte pequeño Sam, lo que es el futuro inmediato. Colocó sus dos manos sobre la cintura del joven Winchester y este sintió un calor abrasador en todo su cuerpo. Tras esa extraña sensación llena de dolor, sintió su interior explotar en mil pedazos para luego sentir que flotaba o caía hacia ningún sitio. Ya no veía la luna, ya no veía aquella encrucijada, pero la veía a ella que con sonrisa lasciva le mantenía aferrado por las caderas, cual voraz cazador aferrado a su presa, con tan sólo aquellas dos sinuosas y delicadas manos sobre él. Cuando quiso darse cuenta respiraba tan deprisa que sentía los pulmones a punto de estallar recibiendo un fuertísimo olor azufre que le hacía sentir fuego en la garganta y en el pecho. Cerró los ojos momentáneamente al percibir un enorme mareo que creía le tumbaría. Por un segundo creyó que moriría allí mismo. Abrió los ojos, aturdido tratando de entender. Ella estaba allí, inmutable, impertérrita ante él, aunque no en aquel oscuro cruce de caminos. - Bienvenido al infierno, Samuel.- Ella simuló frotarse los brazos de frío para luego carcajearse al ver su rostro de pavor. Sam se encogió levemente, el calor le abrasaba la garganta, era casi incapaz de respirar. Miro a su alrededor mientras ella le soltaba colocando después las manos en jarras sobre su perfecta cintura, disfrutando con cada quejido que emitía levemente o trataba de ocultar. Se sentía desorientado... un río de lava, una caverna de fuego tan abrasadora, que sentía su piel arder aunque no terminaba de quemarse. Y así perpetuamente. Trató de concentrarse... El cerebro no podía asimilar dos dolores distintos. Y allí los sentía todos en uno. El sufrimiento de su carga, el dolor de su agonía. La agonía perpetua de las almas que al otro lado del río incandescente ahora distinguía, gritando al sentir quemarse vivo como él. Bestias distintas devorando a humanos aterrorizados, que regurgitaban de nuevo sus cuerpos, para volver a engullirlos y sufrir el mismo tormento. No podía distinguir hasta dónde alcanzaba su vista, pero allí donde miraba, el suplicio era constante en todos aquellos condenados para el resto de la eternidad. Todas aquellas voces resonaban en su cabeza, cada una gritando su padecimiento, y todas a la vez. Creyó que se volvería loco. Y entonces escuchó claramente, entre aquel griterío de almas sufrientes y desgarradoras, la voz de Dean que se duplicaba por mil en sus oídos, por encima de todas las demás.
- Lo di todo por ti, maldito egoísta.- Podía sentirle. Su rabia, su impotencia, su frustración acumulada durante años... su cólera contenida estallando contra él.- No he sido una persona normal por tu maldita culpa. Y ahora he perdido la vida por ti, lo único que aún me quedaba.- Negó compulsivamente a la vez que el dolor le hacía caer lágrimas incontroladas de los ojos.- Papá dio la vida por ambos, pero realmente lo hizo por ti condenándome a cuidarte mientras tuviera aliento de vida. Mamá murió por protegerte... ¡murió por tu culpa! Mataste a lo que decías amar. Y me mataste a mí ahora.
- ¡No! ¡No! ¡Noooo! .- se llevó las manos a la cabeza, tapándose los oídos en un último impulso por impedir que aquellas palabras le atravesaran el corazón, le desgarraran el alma. Sentía el crujir de sus propios huesos sin tan siquiera moverse. Alzó la vista para mirarla, sonreía como si aquello fuera el mejor espectáculo del mundo.
- Pues esto es sólo el comienzo.- dijo ella.- Todos los días, a todas las horas, cada segundo... durante tooooda la eternidad. ¿Es esto lo que quieras para tu hermano? Tic, tac, tic, tac... el reloj entra en la cuenta atrás.- le guiñó un ojo con descaro y de forma sugestiva.
Caught under wheels' roll, I take the leash,
I'm bleeding me.
Can't stop to save my soul,
I take the leash thats leading me.
I'm bleeding me.
Ooh, I can't take it.
Caught under wheels' roll,
Oh, the bleeding of me...
Oh, the bleeding of me...
No merecía aquello. Él lo había dado todo. Su vida, su infancia, su juventud, su futuro. No merecía acabar allí, sufriendo eternamente por su culpa. Porque todo aquello era por su maldita culpa. Tenía que serlo. Había sido marcado por algo, por alguien. Habían tratado de protegerle los que le amaban a su alrededor inútilmente. Junto a él sólo había muerte. Y la única persona a la cuál quería tanto como a su propia vida, era a su hermano. No había estado tan seguro de aquello hasta que ambos se reencontraron tras las diferencias que les hicieron alejarse al uno del otro. Y viendo lo que ahora ocurría... Viendo lo que le esperaba. Sintiendo que pagaría por un mal que ni siquiera le correspondía. Él no había merecido aquella vida, ni tampoco aquel final. Se dio cuenta entonces que sentía abatido y horriblemente solo. - ¿Tengo que hacerte recordar tu triste vida para que te decidas de una maldita vez? Por que empiezo a cansarme y sinceramente, lo que tú no hagas por él, a mi menos me va a importar.
- Está bien...- dijo casi en un hilo de voz.
- ¿He oído bien? - preguntó ella acercando su cara hacia él.
- Sí... sí... No quiero esto para él no....
- Caray que pésimo sonido tiene este sitio.- dijo ella mirando hacia los lados con casi una sonrisa de triunfo mientras Sam sentía un alivio suficiente al decir aquello como para tratar de centrarse en sus palabras.
- Si… sí, acepto. Quiero que viva. Acepto…- dijo con seguridad y tono de frustración.
- Chico listo...- colocando de nuevo las manos sobre su cintura, Sam sintió aquella desagradable sensación de nuevo. De repente todo aquel infierno desaparecía para volver a estar en el mismo lugar donde habían empezado.- Sabía decisión.
- ¿En qué me convierte esto? - dijo con desolación al sentir el aire fresco de la noche en el rostro aunque respirando con dificultad aún.
- En poder, chaval.- dijo ella.- En el mayor poder que jamás hayas podido pensar tener en tu patética vida. El derrape de un coche les hizo mirar hacia el camino. El Impala a gran velocidad, frenó en seco levantando el polvo del camino. Las luces le atontaron momentáneamente hasta que escuchó la voz de su hermano.
- ¡Sam no! - la voz de Dean sonó desde el interior del coche al asomar la cabeza por la ventanilla abierta. Se bajó de él tan rápido como pudo acercándose a grandes zancadas.- Sea lo que sea que te ha prometido esa zorra, no aceptes.
- Oh, por favor... - comenzó a decir ella. De repente Dean se paró en seco llevándose las manos al pecho. El sonido de ladridos se escuchó en el silencio de la noche muy a lo lejos.- Un poquito de respeto, al menos hacia una dama. Claro que tratándose de Dean Winchester…
- ¡No! - la voz de Sam sonó casi como un quejido al ver que su hermano mayor se había quedado clavado en el sitio hincando una rodilla a la tierra del camino, con ambas manos llevándoselas hacia el pecho. - No lo hagas, no cometas… no, el mismo…- el dolor era agudo y el sonido del perro se acercaba.
- Detén esto. He hecho un pacto, detenlo ahora mismo.- dijo Sam mirando a la joven que parecía risueña ante la situación.
- Caray, me estoy arrepintiendo… Se ve tan…
- Hija de puta…- alcanzó a decir Dean mirándola desde el suelo con el corazón a punto de salírsele del pecho.
- Vale, ya no me importa tanto.
- Basta… He pactado, ¿recuerdas? Si no vive…
- ¡No! - Dean gritó con todas las fuerzas que le eran posibles.
- ¡No voy a permitirlo, Dean!
- ¡Es mi decisión! - exclamó él desde el suelo mirándole sin poder moverse.
- Genial… ¡una conversación de esas lacrimógenas entre familiares!
- ¡Cállate! - dijeron los dos hermanos a la vez. Ella apretó los labios a modo de desaprobación. - Hermanos teníais que ser…
- No lo hagas…- Dean no sentía casi el aliento en sus pulmones. La sombra de un enorme perro negro apareció en el camino.
- No voy a permitir que esto pase, Dean. Esta es una solución.
- ¿Condenarte? ¡No te he protegido durante tanto tiempo para que ahora te condenes, maldito imbécil!
- Me da igual lo que me digas, no me importa Dean. No mereces el infierno por toda la eternidad. No voy a perderte.
- Además es un trato justo. Ambos vivís.- dijo ella llevándose el dedo índice a la mejilla mientras hacía un gesto de pensar en la situación.
- No puedo luchar contra lo que soy. Contra para lo que fui creado.
- Lo has hecho hasta ahora…
- Y este es el final Dean. Tu vivirás…
- Papá no lo permitiría, él me dijo…
- Papá está muerto. Y no voy a dejar que eso te pase a ti.
- El chico ha elegido.- dijo mirando a Sam. Luego giró la cabeza hacia Dean.- Y tú, creo que tienes un problema.- dijo ella mirando después hacia el enorme perro negro que con enormes dientes blancos, y ojos inyectados en sangre, se acercaba gruñendo hacia Dean con ambas rodillas ya en el suelo. Al verlo tan cerca, Dean sacó el arma que llevaba a la espalda y abrió fuego, pero el animal ni se inmutó. Se limitó a gruñir y avanzar, casi sentía su aliento de azufre sobre él.
- ¡Se acabó, va a vivir! ¡He aceptado el pacto! - dijo Sam llevando la mano hacia delante en modo de cerrar el mismo. Ella ignoro entonces a Dean y miró aquel gesto por parte del hermano pequeño, frunciendo el ceño.
- Por favor… Espero por tu parte, que después de esto, este tipo de comportamientos basados en la castidad queden bien lejos…- En vez de tenderle la mano, tiró con decisión del brazo entero del joven, para atraerlo hacia sí, a la vez que llevó sus labios hacia los de Sam, al que aquello le pilló completamente por sorpresa. Ella le besó con fuerza, cerrando así el trato. Sam quiso apartarse pero al sentir el primer roce de sus perfectos y carnosos labios, lo que deseó fue aferrarla con fuerza con ambos brazos sobre su propio cuerpo.
I am the beast that feeds the beast.
I am the blood, I am released.
Come make me pure, Bleed me a cure.
I'm caught...
I'm caught...
I'm caught under...
Entonces sintió que el mal le envolvía, sus ojos se volvieron negros… igual que su alma. Sintió los labios de ella como fuego, la aferró con fuerza apretándola contra sí mismo sin que sus labios se separaran un solo segundo. Era como saborear néctar, como sentir la necesidad imparable de recorrer cada rincón de su boca. Era dulcemente embriagador… perniciosamente atrapado. Dean no perdía de vista al gigante cancerbero que flexionó los músculos de las patas para saltar sobre él. Trató de protegerse con las manos sabiendo que sería inútil pero justo cuando el animal le caía encima, sencillamente se volatilizó. Sintió entonces una bocanada de aire entrar en sus pulmones, el dolor de repente había desaparecido. Se sentía aturdido... desorientado. Al menos los primeros segundos. De repente su instinto cazador recordó a la vil joven con un pacto infranqueable, su instinto de protección se activó por completo. Vivía… y moría sólo por una cosa en el universo: salvar a Sam. Se giró tan rápido como su instinto se lo permitió olvidando por completo cualquier otro peligro. Al hacerlo, vio a aquella joven de tez blanquecina acentuada por el claro de luna, besando a su hermano con avidez. De repente soltó un quejido de dolor, a la vez que se separaba de él llevándose la mano a la boca. La joven sintió su propia sangre extenderse por su labio inferior.
- ¡Auch! - dijo con voz risueña mordiéndose el labio herido. Sam la miraba. Serio… Entonces sonrió y se pasó la lengua por los labios sintiendo el sabor de la sangre de ella debido a aquel mordisco. Luego hizo una mueca en su media sonrisa… y ella rompió a reír.
- ¿Sam? - preguntó Dean poniéndose en pie.
- Estoy en el paraíso…- Dean parecía haberse quedado sin palabras. Miraba a su hermano como si contemplase a un extraño. Miró aturdido aquella absurda situación escuchando también de fondo las carcajadas triunfantes de ella, mientras avanzaba para ponerse en medio de ambos hermanos. - Ya lo has visto. Lo has perdido. Ha elegido estar en nuestro bando ahora.
- Pero... - Pero estás vivo, sí. Confórmate con eso. - dijo aquello con una enorme sonrisa de satisfacción para luego girarse y mirar a Sam, cuyos ojos eran ahora tan negros como los suyos propios. - Y necesitarás muchos años de buenas acciones para llegar a reencontrarte alguna vez con él. Teníais billetes para destinos diferentes. Sam permanecía en silencio viendo como esa imponente demonia apuñalaba a su hermano con palabras hirientes y cargadas de cinismo sin tan siquiera mirarle, fija su vista en él. Dio un par de pasos para poder posar una mano en su hombro y entreabrió los labios dispuesto a hablar.
- Un alma negra, poder... Eso es lo que me esperaba al abrazar mi destino. Un destino para el que fui preparado desde el día en que nací, desde el día en que cumplí seis meses y el demonio de ojos amarillos vino a bendecirme.
- ¿Qué has hecho con él? - preguntó Dean desviando la mirada de su hermano y mirándola a ella furioso. Ya se había recuperado del dolor que le había estado atormentando en los últimos días. Anunciando atrozmente que se acercaba su final. Verdaderamente estaba fuera de peligro, realmente había recuperado su vida… Pero había perdido a su hermano con ello.
- Se lo ha hecho él mismo. Sabía perfectamente lo que pactaba. Y tú mismo le oíste renegar a tus súplicas.- volviendo a mirarle.
- ¿Así que ahora no es más que un despojo de ser humano? ¿Un cuerpo sin alma? - preguntó firmemente, y ella asintió con una enorme sonrisa de satisfacción. - Un demonio.
Caught under wheels' roll, I take the leash,
I'm bleeding me.
Can't stop to save my soul, I take the leash thats leading me.
I'm bleeding me.
- Menos halagos. Vas a conseguir que me sonroje. - dijo en tono burlón arrugando la nariz. - Pero sí, en esencia es eso. Sammy ha perdido su alma...
- Pero no la conciencia. -Sam dijo aquello en un susurro totalmente audible. La joven dejó de sonreír al escucharle y se giró para poder mirarle extrañada. La contemplaba ahora de forma distinta. Su mirada había cambiado: el mismo destello de maldad, de lascivia... pero ahora parecía mucho más seguro y decidido. Extendió la mano despacio para rozarle los labios. La acarició con el pulgar de su dedo el labio inferior donde antes la había mordido, quedando aún resto de sangre. - Tan misteriosa, tan suave... y tan hermosa... - Ella dio un paso atrás desconcertada, aunque siguió mirándole fijamente. Ahora le contemplaba con cierta preocupación, pero dejó que él siguiera acariciándola. Recorrió entonces con el dedo su mandíbula, bajando después por su cuello hasta posar su mano completa en su hombro. - Y tan tonta. - Sam acabó aquella lista de adjetivos dichos de forma pausada, suave y sin dejar de mirarla a los ojos; con una carcajada para luego darle un empujón en el hombro. Dean se adelantó y al ver el comportamiento de su hermano no dudó en sujetarla por los brazos. Aquello la pilló por sorpresa. Trató de zafarse pero la mirada de Sam era demasiado recurrente.
- ¡¿Qué...¿! - exclamó casi horrorizada tratando de entender lo que pasaba. Era imposible. Había pactado. - Puede que haya sido mi primer pacto, pero no eres el primer demonio al que me enfrento. ¿De verdad creías que tenías el control? - volvió a estallar en carcajadas que resonaron en el silencio de la noche, haciendo eco en los campos. - No ha sido tan difícil hacerte ver que estaba tan desesperado por salvar a mi hermano, que cedería a tu tentadora oferta...- Ella dejó de intentar soltarse de los brazos de Dean que la sujetaban como tenazas. Trató de entender que había fallado. Trató de escrutar su mirada y comprender lo que había ocurrido.- ¿De dónde crees que ha salido esa imagen del infierno...? ¡¡De mi propia cabeza!! Tuve esa visión hace días y fue entonces cuando decidí engañarte. - Ella empezó a respirar con furia contenida al ver el engaño. Cada vez con más fuerza, reflejando la rabia que sentía por tal fracaso en sus planes, en la mirada que le profesaba directa a los ojos. - Sabía lo que acabarías pidiendo a cambio. No ibas a ser tan indulgente como para darme tiempo prestado, y muerto no te serviría para nada... Pero mi alma era un premio realmente tentador, ¿no? - Entonces ella alzó la mirada altiva levantando el mentón como símbolo de tratar de recuperar el orgullo herido.
- Te he subestimado. No eres tan "bueno" después de todo. - dijo ella intentando amoldarse a la situación. Dean que seguía sujetándola con fuerza notó que empezaba a relajarse. Sin dejar de mirar un sólo momento a los ojos de Sam su respiración se fue normalizando, recuperando el control de sí misma, perdido momentáneamente por el ardid en que había caído.
Caught under wheels' roll,
I take the leash, I'm bleeding me.
Can't stop to save my soul,
I take the leash thats leading me.
I'm bleeding me.
- ¿Y bien? ¿Ahora qué? - preguntó ella sonriendo con descaro. Se giró despacio para poder mirar a Dean que instintivamente volvió a apretar con fuerza sus brazos.
- Ahora te enviaremos al infierno de donde no debiste asomar tu linda carita.- dijo mirando a Sam por el rabillo del ojo. Este sonreía con expresión de triunfo. Se había adelantado como esperaba al plan que había trazado.
- Oh… por favor, que poco originales. Dejadme adivinar: “Regna Terrae, cantate deo…” - recitó aquellas palabras con sorna a la vez que al terminar de decir la frase rompió a reír.
- No te van a recibir muy bien ahí abajo.- dijo Sam.- Soy más fuerte de lo que creen los de tu calaña. Mi alma no tiene precio. Tu intento de pacto ha sido una buena idea, lo admito. Y gracias a que supe de ella antes de tiempo, que visioné este momento en mi cabeza, supe lo que tenía que hacer: engañarte. Hacerte creer que el pacto existía para que Dean quedara libre… y tú cayeras. Quizás no seamos originales... - dijo Sam acercándose a la joven hasta quedar a su altura, retándola con la mirada.- Pero somos eficaces.- Dean contempló el semblante desafiante de su hermano pequeño hacia la joven que ahora no quitaba la miraba de encima. Su altivez, su porte confiado, un egocentrismo hacia un triunfo que a él tampoco le pillaba del todo por sorpresa. Sabía que su hermano le salvaría. Lo dijo un millón de veces, no aceptó su destino. Nunca lo hizo por mucho que él se empecinara en aquel final pactado hacía un año. Sam sonrió, casi se carcajeó regocijándose de la victoria conseguida.
- Oh, por favor, ¿podemos acabar con esto? Siento nauseas.- Sam frunció el ceño. En cierta forma le estaba fastidiando el momento que ahora disfrutaba. En ningún momento le dirigió a Dean una mirada de aprobación o de tener seguro cuál era el siguiente paso.
- Todo ha acabado.- Dean dijo aquello con voz desgarradora. Con el cuerpo de la joven pegado al suyo mientras la sujetaba sin ya mucha fuerza. Con el rostro de su hermano mirándola como si con ello pudiera fulminarla allí mismo.
Ooh, I can't take it...
I can't take it...
I can't take it...
Oh, the bleeding of me.
Come on, Bleed me.
Sam notó un frío helador. La mirada de la joven había cambiado. Había pasado de la indiferencia a sonreír socarronamente mientras le miraba sentir aquel fuerte dolor. Se echó un paso atrás y llevó la vista hacia el pecho. Clavado en pleno corazón tenía un puñal que brillaba con tonalidades rojizas ahora que estaba dentro de su cuerpo. Sintió angustia, dolor… como si su cuerpo se desmembrara, como si cada célula de su interior se partiera por la mitad. Cayó de rodillas al suelo mientras la joven cruzaba las manos y Dean trataba de respirar al contemplar lo que acaba de hacer.
- ¿Por qué…? ¿Qué…? - trató de decir Sam cayendo de rodillas al suelo, llevando ambas manos al mango del cuchillo que lograría que todo lo que había conseguido hasta ahora desapareciera.
- Ahora dejarás a Sammy en paz.- La voz de Dean sonaba rota. Vio como los ojos de Sam cambiaban de color, pasando al negro.
- Lo sabías… cómo… lo sabías… - Era mi hermano. Lo haría todo por mi, como yo lo haría todo por él.
I'm diggin' my way...
I'm diggin' my way to something...
I'm diggin' my way to something better.
Sam sintió su cuerpo desvanecerse, luego relajarse. Se sintió por fin libre. Era él y no aquello que había logrado encerrarle en sí mismo y gritarle a Dean que no era quien creía ser. Cerró los ojos sabiendo que allí terminaba su camino. Al menos ese sendero. Dean contemplo el cuerpo de Sam muerto. La joven se giro y le miró desgarrado, su mundo yacía ahora en el suelo de aquel lugar.
- Lo siento.- se limitó a decir tratando de que no notara frialdad en sus palabras.
- Lárgate…
- No me tengas rencor. Sea como fuere gracias a mi has visto la verdad. Sam no era Sam. No lo era desde hace ya bastante tiempo.
- Quizás hubiera podido…
- Nunca. Ahora la balanza vuelve a estar del lado correcto. Sam en el bando en el que estaba hubiera hecho que todo se decantara hacia el lado incorrecto.
- ¿Y tu lado es el correcto? - preguntó Dean tratando de mantener la voz .
- Esto es una guerra. Lo sabes. Sam, el Sam real no hubiera pactado. Además, conoces los pactos de este tipo. No se da algo a cambio de nada. Sam es libre. Ahora lo es. Antes estaba atrapado.
- Lárgate…- repitió.
- La guerra aún no ha acabado.- se limitó a decir ella dando unos pasos atrás. Dean contemplo el cuerpo de su hermano con semblante tranquilo. Quizás la guerra continuara, pero para él todo había acabado. En el suelo yacía la persona por la que hubiera dado la vida. A la que había salvado con aquel gesto, clavándole el único arma capaz de acabar con aquellos seres que había perseguido toda la vida. Sin quitarle la vista al cuerpo de Sam se percató de que la joven ya no estaba allí tampoco. El silencio le envolvía. Su pesadilla comenzaba. En ese momento se cumplía su más temido miedo: La soledad le rodeaba.
I'm pushing to stay...
I'm pushing to stay with something...
I'm pushing to stay with something better.
With something better.
FIN
Nota: Así ya no falla el sendspace que ya fallaba la descarga